En este segundo ataque se comprobó que el cambio de posición de la sección había sido provechoso, ya que este ataque vino en dirección opuesta al anterior, probablemente con la intención de atacar el material de defensa aérea en su anterior posición, para así poder operar lego con total impunidad. También fue acertado operar continuamente en alerta roja, ya que se comprobó que no se podría contar con un alerta temprana proveniente de Puerto Argentino debido a la distancia que los separaba.
Luego de este ataque la aviación enemiga sólo se limitó a hacer vuelos de reconocimiento, manteniéndose a distancia. Nuevamente en los días previos al avance terrestre se empeñó en ablandar las posiciones de infantería, empleando en esta oportunidad Chaff (partículas metálicas) para engañar el radar, pero sin éxitos, ya que siempre fueron recibidos por el nutrido fuego del GADA 601 del ejército y los cañones de 20 mm de la Fuerza Aérea ubicados cerca de la pista. Muchas veces los Harrier se alejaron de la posición con averías y en una oportunidad uno de ellos estalló en el aire a unos 5000 m de la posición, cayendo en el mar.
A partir del 27 de mayo, se comenzó a recibir un nutrido fuego de artillería sobre la pista y también sobre las posiciones de infantería. El 28 luego de el bombardeo de artillería se comenzó a recibir el fuego de armas portátiles, pudiéndose ver por la noche la trayectoria de las balas trazantes. Desde la posición no se sabía a ciencia cierta qué ocurría en el frente. La artillería de campaña propia, a órdenes del Teniente Primero Chanampa que contaba con tres obuses Otto Melara 105 mm abrió fuego toda la noche y el día siguiente hasta agotar la munición. El 28, por la mañana no se sabía que había ocurrido la noche anterior en Darwin, desde el puesto de comando de la Fuerza Aérea, se avisó que aviones propios atacarían a las tropas británicas. Minutos después aparecieron dos Pucará provenientes de Puerto Argentino, que descargaron sus armas a 4 Km. de la posición de las piezas de la sección del GADA 601, en un principio se pensó que habían errado el blanco, pero no era así, durante la noche los británicos habían sobrepasado las primeras líneas y estaban muy cerca de la posición. De inmediato se reinició el fuego de la artillería de campaña propia, reforzado por el de las coheteras de Pucará, montadas en forma ingeniosa por personal de la Fuerza Aérea sobre un tractor y en un caballete. Al poco tiempo se vieron bengalas en el horizonte y tropas desplegadas en formación en cadena al norte de Pradera del Ganso. No se sabía si era tropa propia que se replegaba o británicas que avanzaban. El sector por el que avanzaban tenía unos 2000 metros de largo por unos 700 de ancho, libres de obstáculos. La duda no tardó en desaparecer, ya que el personal de las piezas de artillería antiaérea de la Fuerza Aérea informó por radio que recibía fuego proveniente de armas portátiles, inmediatamente uno de las cañones de 35mm del GADA 601 del ejército abrió fuego sobre los ingleses, era el subteniente Braghini, que estaba junto al Cabo Rubina y el Cabo Gallo, que actuaban como sirvientes de munición, mientras los soldados acarreaban continuamente munición hacia la pieza. Los cañones bitubo, con una cadencia cada uno de unos 550 disparos por minuto, resultaron un arma terriblemente eficaz en el tiro terrestre, pues los cuerpos de los británicos que integraban el pelotón más próximo a la pista quedaron esparcidos en el terreno. Por la radio se escuchó al vicecomodoro Pedrozo (jefe de la FAA del lugar) decir ¡Muy bien GADA, sigan así, denle duro….!
Así se continuó tirando por bastante tiempo, siempre buscando la mayor concentración de tropas. Estos procuraban llegar hasta una quebrada o replegarse detrás de una colina. En una ráfaga el cañón quedó atascado por una vaina trabada en la recámara, ya que por la gran cantidad de munición que se estaba empleando, ésta empezó a entrar sucia con tierra y pasto, como consecuencia del fragor del combate. El Cabo Gallo, se encargó de desatascar la vaina. Este breve lapso de uno o dos minutos, permitió a los británicos llegar hasta una escuelita distante a unos 800 m del cañón. Repentinamente se oyó un silbido agudo, proveniente de un proyectil de mortero, los hombres se cubrieron con la estructura de lapieza, pero el proyectil cayó a unos 300 m de la posición. Poco después los Sargentos Ayudantes Tarditi y Fernandez informaron que veían fogonazos de armas portátiles provenientes de la ventana de la escuelita. Braghini apuntó el cañón sobre la base de la estructura de dos pisos. Pedazos completos de ella desaparecieron al hacer impacto los proyectiles y se incendió luego. También recibió un impacto directo de una de las piezas de 105 mm de la artillería de campaña. Minutos después sólo quedaba de ella, parte de la estructura metálica y las cañerías, el resto que era de madera, había sido consumido por las llamas.
Entre tanto, los tiros de mortero se acercaban cada vez más a la posición. Braghini ordena a sus hombres tomar cubierta, pero el Cabo Primero Di Salvi responde “no se preocupe mi Subteniente, tiran como la mona, están pegando en el mar”. Los británicos intentaban rodear la posición para atacar por el flanco y la retaguardia. Uno de los proyectiles se incrusta en el panel del grupo electrógeno dejando sin energía a la pieza. Se podría haber continuado manualmente haciendo fuego de superficie, pero esto no habría sido efectivo en caso de un ataque aéreo. Por lo tanto Braghini ordena a sus hombres que se dirijan hacia la otra pieza para mover su grupo electrógeno de unos 900 Kg. que había que mover nos 100m cuesta arriba y empujándolo los propios hombres ya que no se podía contar con el tractor. El avance enemigo por el norte había sido frenado, pero como respuesta habían intensificado el fuego de mortero sobre la posición. Mientras se intentaba sin mucho éxito mover el grupo electrógeno alguien gritó “¡a tierra!”, el impacto dio a unos 5 m de la pieza que se había estado utilizando hacía unos instantes. Como ya no quedaba nadie en esa pieza, la explosión sólo produjo daños materiales. Perforando parte de la estructura del cañón y el grupo electrógeno. Ante la imposibilidad de hacer uso del cañón Braghini ordenó al personal tomar cubierta en sus pozos, cuando estaban haciendo esto un Harrier arrojó una bomba “beluga” sobre el cañón que ya se encontraba fuera de servicio. Su puntería fue mala. La mitad del ramillete cayó en el mar y el resto en la costa a unos 80 m de la pieza. --- merged: Jan 14, 2012 1:03 AM ---
Igual muchachos, no importa mucho quien fue. Estaban codo a codo y da lo mismo.
Sitiados, recibiendo fuego de armas portátiles, cohetes, proyectiles autopropulsados, armas pesadas y Shar.
Todo a descubierta.
Tremedos pedazos de huevos.!
Dos días infernales.