Perdón, pero no termino de entender las comparaciones y las cifras.
Lo que tenemos como versión oficial es que la falta de viento (y el hecho de que la flota inglesa estuviera navegando libremente, y el contacto con el Harrier) hicieron poco recomendable el ataque. ¿Qué hubiera pasado si el viento soplaba normalmente, pero los otros elementos se mantenían? Desconozco.
La realidad, también, es que la guerra recién empezaba. Y quemar las naves el 1 o 2 de mayo probablemente no era lo más recomendable.
Copio y pego lo escrito por Castro Fox en su libro, para tener en claro la versión de los responsables:
También ese primero de mayo en horas de la tarde, un Tracker en misión de explorador detectó siete blancos estimados de la Fuerza de Tareas enemiga, y el portaaviones con sus buques escoltas puso rumbo hacia esa posición para lanzar el ataque con nuestros aviones. Los blancos estaban fuera del alcance para nuestra configuración con seis bombas y perfil de vuelo con rasante en su mayor parte.
El sol se ponía a 1800 horas y debíamos esperar para realizar el ataque en el crepúsculo matutino.
Nuevamente fue localizada la Fuerza Naval enemiga a 2300 horas por otro Tracker.
Se alistaron seis A-4Q con cuatro bombas MK-82 y yo lideraría el ataque, manteniendo un avión de reserva y otro como tanquero para el regreso.
Por tablas de probabilidades, considerando la defensa antiaérea y contraaérea británica, de nuestros seis aviones, cuatro llegarían a lanzar sus bombas y sólo dos regresarían a bordo.
De 16 bombas lanzadas existía una probabilidad de impacto del 25 por ciento, o sea, cuatro bombas de 500 libras. Esto podía neutralizar un portaaviones y la pérdida de cuatro aviones era aceptable.
Poco después de medianoche, un explorador enemigo, estimado un Sea -Harrier, se mantuvo a unas 60 MN de la fuerza naval orbitando durante treinta minutos en señal que mantenía contacto sobre nuestro grupo del portaaviones.
El ataque ya no sería sorpresivo; nos estarían esperando con todas sus unidades en alerta máxima, como pude confirmar años después. Además la Fuerza Enemiga no estaba apoyando un desembarco en las Islas como en un principio se había creído y por lo tanto tenía libertad de acción.
Durante la noche comenzó a calmar el viento, hecho poco usual en esa zona, y la distancia esperada durante la madrugada de los blancos era mayor a 250 MN. Se debía aligerar el peso de los aviones para poder ser catapultados con poco viento real. La variable eran las bombas, ya que el combustible era el necesario para cumplir la misión.
Próximo a la hora de catapultaje el viento era nulo y solo podía llevar una bomba cada avión.
La probabilidad de impacto se redujo a sólo una bomba de cuatro lanzadas. El comando superior decidió que la pérdida prevista de aviones propios y la escasa probabilidad de éxito, no justificaba la operación y que se reservaban los aviones para otra oportunidad favorable.