Nicolas Kasanzew
Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
Me parece ineresante y necesario conocer estos puntos de vista que he recibido de la Comision de Familiares de Caidos de Malvinas. Mas alla de sus aspectos politicos, que se pueden compartir o no, creo que echa bastante luz sobre la interna de los ex-combatientes y los mecanismos de la desmalvinizacion:
EL CECIM LA PLATA: TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA TRAICIÓN PERMANENTE
Un notable pensador nacional contemporáneo, Francisco “Pancho” Pestanha, afirmó con notable ironía que el problema de gran parte de la izquierda argentina no es de orden ideológico, sino psicopatológico.
Partiendo de esta definición, intentaremos describir el comportamiento de un grupo de ex combatientes de Malvinas que goza de múltiples simpatías y apoyos por parte de varios sectores del sistema político y de producción simbólica en nuestro país: el CECIM La Plata.
Los orígenes
El CECIM La Plata es un grupo de muchachos de clase media que se constituyó apenas finalizada la guerra de Malvinas, por iniciativa de ex conscriptos del Regimiento de Infantería 7, especialmente de la Compañía “A”, liderados por Rodolfo Carrizo, ex soldado que realizó el servicio militar en el año 1981, luego de solicitar varias prórrogas por estudio.
Esta veteranía de edad, sumada a su formación ideológica en el Partido Comunista Argentino, le permitió a Carrizo liderar a sus compañeros más jóvenes, formando una entidad de ex combatientes que desde principio se definió como “Anti-Héroes”, según el nombre de una fugaz publicación institucional.
Desde su origen, el CECIM La Plata implementó una política fuertemente antimilitar, quizás inscripta en la estrategia desarrollada por el PCA en tiempos de recuperación de la democracia, tendiente a echar un manto de olvido colectivo sobre su complicidad con el Proceso de Reorganización Nacional.
En tiempos de dictadura, el PCA llegó a definir a Videla como a “un general democrático” y logró que los jerarcas de la dictadura no adhirieran al embargo norteamericano a la U.R.S.S, logrando ocupar varios puestos en Embajadas, judicaturas y cargos ejecutivos, mientras en todo el país se asesinaba y se desaparecía a miles de militantes peronistas, dirigentes gremiales, intelectuales, guerrilleros y hasta simpatizantes.
La “perestroika” local post-Malvinas demandaba a los militantes comunistas a exacerbar su discurso contra las fuerzas armadas, para diluir su papel en el Proceso. Entre otros sellos del PCA, allí estuvo el CECIM.
Oposición a la unidad de los combatientes en Malvinas
Antes que el CECIM La Plata, había nacido por iniciativa del recientemente fallecido Jorge Vázquez (ex soldado conscripto de la Infantería de Marina que participó el 2 de abril en el operativo de recuperación de la Isla Soledad), el Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Capital Federal.
Entre los principales logros del CESCEM de Capital, se encuentra el haber impulsado la sanción de la Ley 23.109 – conocida como “ley madre” de los beneficios a ex combatientes de Malvinas-, la
organización de los primeros actos multitudinarios de postguerra a favor de la causa de recuperación de Malvinas, el enfrentamiento al gobierno alfonsinista en su feroz campaña de desmalvinización, y un precoz intento de unidad de las incipientes organizaciones de ex soldados combatientes, a través de la conformación de la Coordinadora Nacional de Centros.
El CECIM La Plata se opuso a la Coordinadora Nacional, con el argumento que primero había que lograr la unidad en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires. Esperó un par de años, hasta que asumió las riendas del Centro de Capital Miguel Ángel Trinidad, quien al poco tiempo les entregó llave en mano la estructura del primer Centro de Ex Soldados Combatientes en el país.
A semejanza de las demás organizaciones de la izquierda cipaya, el CECIM La Plata nunca se propuso como una organización de masas, a sabiendas que en una representación amplia sus posiciones quedarían reducidas a una ínfima minoría. Por eso, nunca quiso la unidad, más bien trabajó –y trabaja- en contra de ella.
Lo suyo es la pelea de palacio, la operación mediática y el “toco y me voy”. Su concepción elitista encaja perfectamente en el molde sarmientino de “civilización y barbarie”, ubicándose por supuesto en la civilización, y dejando a los demás “negritos” de los combatientes en Malvinas en la barbarie.
Todo lo que no encaja en sus estrechas definiciones ideológicas, es “fascista” o “carapintada”. (A todas luces, lo que en realidad les molesta, es el peronismo.)
Una vez lograda la neutralización del primer Centro de Ex Soldados – más orientado hacia el peronismo y la izquierda nacional-, el CECIM La Plata se dedicó al “turismo post-revolucionario”, organizando junto a la Federación Juvenil Comunista la inclusión de ex combatientes de Malvinas en las listas de pasajeros por diversos países de la órbita soviética: Alemania del Este, Corea del Norte, Rusia, Cuba o Nicaragua. El gobierno alfonsinista fue para el CECIM La Plata, ocasión de una feliz estudiantina.
Mientras tanto, para el resto de los ex soldados, fue el momento de los peores efectos de la desmalvinización: falta de trabajo, de posibilidad de continuar los estudios, de acceso a una vivienda y de prestaciones médicas. Fueron los años de mayor cantidad de suicidios, fruto del abandono del Estado, y de la sistemática agresión cultural hacia la causa de Malvinas y sus más recientes protagonistas: los combatientes. Esto explica, porque el CECIM nunca se preocupó realmente por concretar el resarcimiento por los años de abandono en que sumió el Estado a los combatientes durante los primeros años de postguerra.
El CECIM La Plata nunca rindió cuentas a sus pares de los abundantes apoyos financieros que recibió en aquellas épocas del entonces Ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, “Balito” Romá, para realizar un censo sobre la situación social de los ex combatientes bonaerenses, ni explicó jamás quién le facilitó los recursos para viajar por medio mundo.
Sin embargo, anticipándose a las prácticas propagandísticas de “dirigentes” políticos mediáticos –que tan buenos negocios personales permitió, desde la Alianza hasta Lilita-, se paró siempre en el lugar del denunciante, acusando a diestra y siniestra sobre supuestos actos de corrupción.
Jamás el CECIM La Plata participó de la lucha por los reconocimientos generales que se sancionaron para los Ex Soldados Combatientes, sólo se preocupó por promover la sanción de normas locales, que los benefició personalmente o a su pequeño grupo de influencia en la Provincia de Buenos Aires. No participó en la promoción de la sanción de las Leyes Nacionales como la 23.109, ni de la 23.848 (pensiones graciables), ni de la 24.651/2 (pensiones de guerra), ni de las normas otorgando viviendas, acceso a los beneficios del PAMI, ni de becas de estudio, etc. Esto solamente se puede explicar en que la mayoría de sus miembros activos carece de las necesidades que afectan a la mayor parte de los combatientes en Malvinas; aplicando el riguroso análisis del materialismo histórico, se puede afirmar que los directivos del CECIM La Plata tienen sus objetivos limitados por sus “privilegios de clase”.
Teoría y práctica de la traición permanente
Sus limitaciones de clase, su auto-impuesto aislamiento, su pretendido vanguardismo, su sobre- actuado antimilitarismo y su actitud victimizante, llevó al CECIM La Plata a las condiciones objetivas para convertirse en la mejor herramienta del Imperio para desacreditar a la Causa de Malvinas. Para demostrar esta afirmación, analizaremos los componentes ideológicos y las acciones concretas del CECIM La Plata en los años de postguerra.
Antimilitarismo
El CECIM La Plata es parte del coro que desde hace años viene atacando indiscriminadamente a las fuerzas armadas. Para ellos, todo lo que vista uniforme es sinónimo de “represor”, “genocida”, “torturador”, aunque se trate de un niño explorador.
Niega, de esta manera, el papel dual que han cumplido –y cumplen-, las fuerzas armadas en Suramérica, para limitarnos al marco subregional.
En efecto, no siempre las fuerzas armadas cumplieron un papel represor de sus propios pueblos, como fue el caso de la dictadura militar argentina del ’76 al ’83.
El ejemplo máximo de un ejército comprometido con el destino de su pueblo, lo tenemos en la propia generación de la década del ’40 del siglo pasado, cuyo exponente principal fue el coronel Juan Domingo Perón. Una generación militar que se preocupó por resolver las causas del atraso argentino, y que produjo - en alianza con el incipiente movimiento obrero-, el más extraordinario proceso civilizatorio de nuestro país.
Dejando a un lado los debates ideológicos coyunturales, podemos agregar los ejemplos más actuales del rol del Ejército boliviano en la custodia de sus recursos energéticos, o en la conducción de la “revolución bolivariana” en Venezuela ¿Qué opinión tendrá el CECIM La Plata sobre estos casos? ¿Les parecerán “fascistas” Evo Morales Ayma o Hugo Chávez Frías?
El discurso anti-militar, aplicado a la guerra de Malvinas, produce además otros efectos políticos negativos para el interés nacional. Pone la culpa de la guerra en la Argentina, consagrando la hipótesis thatcheriana que reduce al enfrentamiento armado de 1982 entre una democracia occidental, representante de la libertad y del progreso (el Reino Unido), y una dictadura propia de una “república bananera” (la Argentina).
Esta visión del enfrentamiento, hábilmente explotada por la inteligencia y la diplomacia británicas, encubre el carácter tutelar de las potencias imperiales sobre el gobierno dictatorial argentino que usurpó el poder de 1976 a 1983 (EE.UU., Gran Bretaña, pero también la U.R.S.S.), y el verdadero carácter colonial de la re-usurpación de Malvinas concretada en 1982 por la alianza anglo-norteamericana.
Las políticas furiosamente anti-militares aplicadas por el CECIM y otros sellos de goma procuran –bajo el paraguas ideológico de la defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos-, el desarme y la indefensión de la Argentina, obstaculizando el debate necesario y realista sobre el rol de las Fuerzas Armadas en nuestro país, que necesita imperiosamente definir cómo va a defender sus recursos naturales, su integración regional y su proceso de construcción autonómica.
Ese debate está fuertemente instalado en el resto de los países suramericanos, quienes están desplegando – de una manera o de otra-, sus estrategias defensivas de cara al futuro, mientras nosotros seguimos en la auto-flagelación permanente.
En este sentido, el CECIM La Plata cumple el rol de “izquierda del Imperio”, aplicando conscientemente o no, las políticas del Departamento de Estado de los EE.UU. o del servicio exterior británico para desarmar a los débiles, mientras ellos siguen armándose para amenazar a los países de la región. En este contexto deben entenderse las bases militares norteamericanas en Colombia, o la base de la OTAN que administra Gran Bretaña en nuestras Islas Malvinas.
Victimización
El CECIM La Plata no quiere reconocer que hubo Héroes en la guerra de Malvinas. Por el contrario, se definen como “anti-héroes”. De acuerdo a sus estrecheces ideológicas – y seguramente a su comportamiento personal en la guerra-, ven en la idea del “Héroe” una construcción conceptual totalitaria, un resabio de la concepción “militarista”.
Con ello demuestran, una vez más, su ajenidad al pensamiento popular; no hay pueblo en la historia de la humanidad que haya pretendido construir su libertad, sin la figura del Héroe.
Para los tiernos muchachos del CECIM La Plata, sólo hay lugar para las víctimas. Todos los combatientes en Malvinas somos, según esta visión, víctimas de la dictadura militar. Nada más.
Para esta mirada victimizante, no hubo actitudes heroicas en Malvinas. Los pilotos argentinos que enfrentaron a la más poderosa flota del mundo, hundiendo o poniendo fuera de combate a más de 20 buques, son una fantasía. Los Caídos o los sobrevivientes del Crucero “Gral. Belgrano” -quienes cantaron el Himno Nacional en sus balsas frente al buque que se hundía-, (crimen que los británicos y sus lacayos locales encubren), tampoco existieron. Los Giachino, Estévez, Carrascul, Massad, Araujo, Baldini, Cao, Cisneros, Vargas, y el resto de los 649 soldados y civiles que murieron peleando o dispuestos a pelear, son sólo víctimas.
Así queda reflejado en las dos únicas producciones de ficción cinematográfica sobre la guerra de Malvinas que recibieran jugosos financiamientos públicos y privados en estos 27 años de postguerra, y que el CECIM La Plata promocionó fervientemente: “Los chicos de la guerra” e “Iluminados por el Fuego”. Allí no hay héroes argentinos, ni enemigos británicos. Sólo soldados
conscriptos argentinos víctimas de psicópatas miliares argentinos, que los torturan y los vejan de distintas maneras.
En este mismo sentido se inscribe la promoción de causas judiciales contra oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas por acciones cometidas en perjuicio de soldados conscriptos. A nuestro entender, éstas no persigue la reparación de las ofensas –que sin duda, existieron-, sino el encubrimiento del verdadero enemigo de nuestra libertad: quienes ocupan militarmente nuestro suelo malvinense.
Al poner como enemigo a los militares argentinos, encubren el peor crimen cometido en las Malvinas, que es el colonialismo, además de otros actos violatorios del Derecho Internacional Humanitario cometidos por las tropas británicas o sus dirigentes políticos, durante o después de las acciones armadas.
Poniendo al conjunto de los combatientes en Malvinas como víctimas, el CECIM La Plata asume activamente una de las políticas desmalvinizadoras más graves, y de más alto costo humano sufrido en la postguerra: el suicidio de cientos de ex soldados. Porque no dudamos en afirmar que los daños auto-infringidos hasta la supresión de la propia vida, no se deben en su mayor parte a los hechos vividos en la guerra, sino a la victimización de la postguerra.
La cristalización de una persona en el eterno papel de víctima, lo reduce a una cosa, lo “despersonaliza”, le quita la dignidad humana. En el caso de los combatientes en Malvinas, nos quitó la palabra, la posibilidad de sentir el orgullo de haber peleado por un bien común, de sentir la gratificación de los otros por un sacrificio propio.
Quizás sin darse cuenta, pero sin duda sin preocuparse por los efectos reales de su accionar, los integrantes del CECIM La Plata se convirtieron -al promover activamente la victimización del resto de los combatientes en Malvinas-, más en verdugos que en defensores de sus propios compañeros.
Colaboracionismo
Al señalar como enemigo a los militares argentinos, el CECIM La Plata le niega en la práctica ese carácter al colonialismo británico y sus aliados, aunque conserve en su retórica una por demás desdibujada condena al “imperialismo” para no desprenderse del necesario barniz izquierdista.
Eso le ha permitido calificar a Carol Thatcher –hija de Margert Thatcher-, como una “loca linda”, colaborando activamente durante su visita del año 2006 a la Argentina, para completar la filmación de “La guerra de Mami”, que fue proyectada en el 25 aniversario de la guerra en Londres, como parte de los homenajes que la Corona y sus súbditos tributaron a la ex primer ministro británica.
Los “chicos de la guerra” platenses acompañaron a Carol Thatcher en su viaje a las islas usurpadas y le propusieron compartir un asadito en su sede de La Plata, al regreso al continente.
Paralelamente, organizaron junto al historiador Federico Lorenz la exhibición de un maniquí simulando un soldado argentino estaqueado en Malvinas, como parte de los actos conmemorativos del 25 aniversario de la guerra organizados por el Ministerio de Defensa, aportando letra a la resolución de esa cartera que pretendió conmemorar el cuarto de siglo del día de la capitulación del
Gral. Menéndez en Puerto Argentino (14 de Junio), para luego “corregir” el error señalando que la guerra comenzó el 2 de abril de 1982 – o sea, por culpa de la Argentina-.
Pero el más grave de los actos de complicidad con la inteligencia británica – y el más evidente-, lo constituye la promoción por parte del CECIM La Plata de la profanación del Cementerio de Guerra de Darwin, donde recientemente los Familiares de los Caídos en y por Malvinas inauguraron el Monumento Nacional a la memoria de los 649 Héroes Nacionales.
Encubriéndose nuevamente en un argumento “políticamente correcto”, como es el del “derecho a la identidad”, el CECIM La Plata viene promoviendo la remoción de los restos de los soldados sepultados en el Cementerio de Darwin, cuyas tumbas no han sido identificadas. Pretenden practicar sobre los soldados sepultados en Darwin pericias genéticas, para identificar cada uno de los restos.
Lo curioso, es que ningún Familiar de los Caídos ha solicitado ese trámite, que coincide sospechosamente con la intención explícita de un sector del servicio exterior británico de “repatriar” los restos, intención que siempre fue rechazada por los Familiares de los Caídos –y los veteranos de guerra que no bajamos las banderas-, con el sólido argumento que no se puede “repatriar” lo que está en su Patria, y que no son los Caídos los que tienen que venir hacia el continente, sino somos nosotros los que tendremos que ir a las Islas, en algún momento, para quedarnos.
Porque para realizar las pericias forenses que promueve el CECIM, es inevitable efectuar el traslado de los restos hacia el continente, ya que en las Islas no existen las capacidades técnicas para esas prácticas.
A todas luces, lo promovido por el CECIM es imposible, por las siguientes razones:
1) Para realizar una sola pericia genética, habría que exhumar todos los restos no identificados; de existir un solo Familiar de Caído que se oponga, no se podría remover un solo resto. La decisión debería ser unánime.
2) El Cementerio y el Monumento han sido declarados “Lugar Histórico y Cementerio de Guerra”, tanto por un Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, como por una Ley del Congreso de la Nación. Ello obliga a consultar a cada una de las Familias de los soldados sepultados, así como a la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, y a la Cancillería argentina.
De manera alevosa, el CECIM La Plata reitera su cipayismo frente al interés de algún sector británico, y no repara en el dolor que semejante propuesta entrañaría para los deudos de los Caídos, reabriendo heridas que los Familiares han cerrado con su prolongado – y las más de las veces solitario-, proceso de construcción del duelo.
Es hora de desenmascarar definitivamente a este minúsculo grupo de personas que se arrogan una representatividad que no poseen entre los ex soldados combatientes en Malvinas, pero que se hacen fuertes a partir de integrar dispositivos de poder destinados a profundizar la derrota espiritual del pueblo argentino.
Lo reiteramos con todas las letras: el CECIM La Plata es una herramienta del enemigo, para dividir al campo de los ex soldados combatientes en Malvinas, profundizar la desmalvinización, reducir a la Causa de Malvinas a un episodio de la dictadura –quitándole su carácter épico, nacional y popular-, victimizar a quienes peleamos por la soberanía en 1982, encubrir la empresa colonial anglo-norteamericana en Malvinas y confundir el interés nacional consagrado en nuestra Constitución Nacional.
En tal sentido, son peores que los británicos, a quienes conocemos en el campo de batalla y en el terreno político, histórico y social.
Que estén advertidos, porque como afirmó la sentencia clásica: “Roma no paga a traidores”. Y el pueblo de la Nación Argentina, menos.
Víctor Villagra Fernando Préstamo Adrián Campana
Tesorero Secretario Presidente
Luis Quinteros César González Trejo Jorge Cosentino
Pro-Secretario Vocal Vocal
EL CECIM LA PLATA: TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA TRAICIÓN PERMANENTE
Un notable pensador nacional contemporáneo, Francisco “Pancho” Pestanha, afirmó con notable ironía que el problema de gran parte de la izquierda argentina no es de orden ideológico, sino psicopatológico.
Partiendo de esta definición, intentaremos describir el comportamiento de un grupo de ex combatientes de Malvinas que goza de múltiples simpatías y apoyos por parte de varios sectores del sistema político y de producción simbólica en nuestro país: el CECIM La Plata.
Los orígenes
El CECIM La Plata es un grupo de muchachos de clase media que se constituyó apenas finalizada la guerra de Malvinas, por iniciativa de ex conscriptos del Regimiento de Infantería 7, especialmente de la Compañía “A”, liderados por Rodolfo Carrizo, ex soldado que realizó el servicio militar en el año 1981, luego de solicitar varias prórrogas por estudio.
Esta veteranía de edad, sumada a su formación ideológica en el Partido Comunista Argentino, le permitió a Carrizo liderar a sus compañeros más jóvenes, formando una entidad de ex combatientes que desde principio se definió como “Anti-Héroes”, según el nombre de una fugaz publicación institucional.
Desde su origen, el CECIM La Plata implementó una política fuertemente antimilitar, quizás inscripta en la estrategia desarrollada por el PCA en tiempos de recuperación de la democracia, tendiente a echar un manto de olvido colectivo sobre su complicidad con el Proceso de Reorganización Nacional.
En tiempos de dictadura, el PCA llegó a definir a Videla como a “un general democrático” y logró que los jerarcas de la dictadura no adhirieran al embargo norteamericano a la U.R.S.S, logrando ocupar varios puestos en Embajadas, judicaturas y cargos ejecutivos, mientras en todo el país se asesinaba y se desaparecía a miles de militantes peronistas, dirigentes gremiales, intelectuales, guerrilleros y hasta simpatizantes.
La “perestroika” local post-Malvinas demandaba a los militantes comunistas a exacerbar su discurso contra las fuerzas armadas, para diluir su papel en el Proceso. Entre otros sellos del PCA, allí estuvo el CECIM.
Oposición a la unidad de los combatientes en Malvinas
Antes que el CECIM La Plata, había nacido por iniciativa del recientemente fallecido Jorge Vázquez (ex soldado conscripto de la Infantería de Marina que participó el 2 de abril en el operativo de recuperación de la Isla Soledad), el Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Capital Federal.
Entre los principales logros del CESCEM de Capital, se encuentra el haber impulsado la sanción de la Ley 23.109 – conocida como “ley madre” de los beneficios a ex combatientes de Malvinas-, la
organización de los primeros actos multitudinarios de postguerra a favor de la causa de recuperación de Malvinas, el enfrentamiento al gobierno alfonsinista en su feroz campaña de desmalvinización, y un precoz intento de unidad de las incipientes organizaciones de ex soldados combatientes, a través de la conformación de la Coordinadora Nacional de Centros.
El CECIM La Plata se opuso a la Coordinadora Nacional, con el argumento que primero había que lograr la unidad en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires. Esperó un par de años, hasta que asumió las riendas del Centro de Capital Miguel Ángel Trinidad, quien al poco tiempo les entregó llave en mano la estructura del primer Centro de Ex Soldados Combatientes en el país.
A semejanza de las demás organizaciones de la izquierda cipaya, el CECIM La Plata nunca se propuso como una organización de masas, a sabiendas que en una representación amplia sus posiciones quedarían reducidas a una ínfima minoría. Por eso, nunca quiso la unidad, más bien trabajó –y trabaja- en contra de ella.
Lo suyo es la pelea de palacio, la operación mediática y el “toco y me voy”. Su concepción elitista encaja perfectamente en el molde sarmientino de “civilización y barbarie”, ubicándose por supuesto en la civilización, y dejando a los demás “negritos” de los combatientes en Malvinas en la barbarie.
Todo lo que no encaja en sus estrechas definiciones ideológicas, es “fascista” o “carapintada”. (A todas luces, lo que en realidad les molesta, es el peronismo.)
Una vez lograda la neutralización del primer Centro de Ex Soldados – más orientado hacia el peronismo y la izquierda nacional-, el CECIM La Plata se dedicó al “turismo post-revolucionario”, organizando junto a la Federación Juvenil Comunista la inclusión de ex combatientes de Malvinas en las listas de pasajeros por diversos países de la órbita soviética: Alemania del Este, Corea del Norte, Rusia, Cuba o Nicaragua. El gobierno alfonsinista fue para el CECIM La Plata, ocasión de una feliz estudiantina.
Mientras tanto, para el resto de los ex soldados, fue el momento de los peores efectos de la desmalvinización: falta de trabajo, de posibilidad de continuar los estudios, de acceso a una vivienda y de prestaciones médicas. Fueron los años de mayor cantidad de suicidios, fruto del abandono del Estado, y de la sistemática agresión cultural hacia la causa de Malvinas y sus más recientes protagonistas: los combatientes. Esto explica, porque el CECIM nunca se preocupó realmente por concretar el resarcimiento por los años de abandono en que sumió el Estado a los combatientes durante los primeros años de postguerra.
El CECIM La Plata nunca rindió cuentas a sus pares de los abundantes apoyos financieros que recibió en aquellas épocas del entonces Ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, “Balito” Romá, para realizar un censo sobre la situación social de los ex combatientes bonaerenses, ni explicó jamás quién le facilitó los recursos para viajar por medio mundo.
Sin embargo, anticipándose a las prácticas propagandísticas de “dirigentes” políticos mediáticos –que tan buenos negocios personales permitió, desde la Alianza hasta Lilita-, se paró siempre en el lugar del denunciante, acusando a diestra y siniestra sobre supuestos actos de corrupción.
Jamás el CECIM La Plata participó de la lucha por los reconocimientos generales que se sancionaron para los Ex Soldados Combatientes, sólo se preocupó por promover la sanción de normas locales, que los benefició personalmente o a su pequeño grupo de influencia en la Provincia de Buenos Aires. No participó en la promoción de la sanción de las Leyes Nacionales como la 23.109, ni de la 23.848 (pensiones graciables), ni de la 24.651/2 (pensiones de guerra), ni de las normas otorgando viviendas, acceso a los beneficios del PAMI, ni de becas de estudio, etc. Esto solamente se puede explicar en que la mayoría de sus miembros activos carece de las necesidades que afectan a la mayor parte de los combatientes en Malvinas; aplicando el riguroso análisis del materialismo histórico, se puede afirmar que los directivos del CECIM La Plata tienen sus objetivos limitados por sus “privilegios de clase”.
Teoría y práctica de la traición permanente
Sus limitaciones de clase, su auto-impuesto aislamiento, su pretendido vanguardismo, su sobre- actuado antimilitarismo y su actitud victimizante, llevó al CECIM La Plata a las condiciones objetivas para convertirse en la mejor herramienta del Imperio para desacreditar a la Causa de Malvinas. Para demostrar esta afirmación, analizaremos los componentes ideológicos y las acciones concretas del CECIM La Plata en los años de postguerra.
Antimilitarismo
El CECIM La Plata es parte del coro que desde hace años viene atacando indiscriminadamente a las fuerzas armadas. Para ellos, todo lo que vista uniforme es sinónimo de “represor”, “genocida”, “torturador”, aunque se trate de un niño explorador.
Niega, de esta manera, el papel dual que han cumplido –y cumplen-, las fuerzas armadas en Suramérica, para limitarnos al marco subregional.
En efecto, no siempre las fuerzas armadas cumplieron un papel represor de sus propios pueblos, como fue el caso de la dictadura militar argentina del ’76 al ’83.
El ejemplo máximo de un ejército comprometido con el destino de su pueblo, lo tenemos en la propia generación de la década del ’40 del siglo pasado, cuyo exponente principal fue el coronel Juan Domingo Perón. Una generación militar que se preocupó por resolver las causas del atraso argentino, y que produjo - en alianza con el incipiente movimiento obrero-, el más extraordinario proceso civilizatorio de nuestro país.
Dejando a un lado los debates ideológicos coyunturales, podemos agregar los ejemplos más actuales del rol del Ejército boliviano en la custodia de sus recursos energéticos, o en la conducción de la “revolución bolivariana” en Venezuela ¿Qué opinión tendrá el CECIM La Plata sobre estos casos? ¿Les parecerán “fascistas” Evo Morales Ayma o Hugo Chávez Frías?
El discurso anti-militar, aplicado a la guerra de Malvinas, produce además otros efectos políticos negativos para el interés nacional. Pone la culpa de la guerra en la Argentina, consagrando la hipótesis thatcheriana que reduce al enfrentamiento armado de 1982 entre una democracia occidental, representante de la libertad y del progreso (el Reino Unido), y una dictadura propia de una “república bananera” (la Argentina).
Esta visión del enfrentamiento, hábilmente explotada por la inteligencia y la diplomacia británicas, encubre el carácter tutelar de las potencias imperiales sobre el gobierno dictatorial argentino que usurpó el poder de 1976 a 1983 (EE.UU., Gran Bretaña, pero también la U.R.S.S.), y el verdadero carácter colonial de la re-usurpación de Malvinas concretada en 1982 por la alianza anglo-norteamericana.
Las políticas furiosamente anti-militares aplicadas por el CECIM y otros sellos de goma procuran –bajo el paraguas ideológico de la defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos-, el desarme y la indefensión de la Argentina, obstaculizando el debate necesario y realista sobre el rol de las Fuerzas Armadas en nuestro país, que necesita imperiosamente definir cómo va a defender sus recursos naturales, su integración regional y su proceso de construcción autonómica.
Ese debate está fuertemente instalado en el resto de los países suramericanos, quienes están desplegando – de una manera o de otra-, sus estrategias defensivas de cara al futuro, mientras nosotros seguimos en la auto-flagelación permanente.
En este sentido, el CECIM La Plata cumple el rol de “izquierda del Imperio”, aplicando conscientemente o no, las políticas del Departamento de Estado de los EE.UU. o del servicio exterior británico para desarmar a los débiles, mientras ellos siguen armándose para amenazar a los países de la región. En este contexto deben entenderse las bases militares norteamericanas en Colombia, o la base de la OTAN que administra Gran Bretaña en nuestras Islas Malvinas.
Victimización
El CECIM La Plata no quiere reconocer que hubo Héroes en la guerra de Malvinas. Por el contrario, se definen como “anti-héroes”. De acuerdo a sus estrecheces ideológicas – y seguramente a su comportamiento personal en la guerra-, ven en la idea del “Héroe” una construcción conceptual totalitaria, un resabio de la concepción “militarista”.
Con ello demuestran, una vez más, su ajenidad al pensamiento popular; no hay pueblo en la historia de la humanidad que haya pretendido construir su libertad, sin la figura del Héroe.
Para los tiernos muchachos del CECIM La Plata, sólo hay lugar para las víctimas. Todos los combatientes en Malvinas somos, según esta visión, víctimas de la dictadura militar. Nada más.
Para esta mirada victimizante, no hubo actitudes heroicas en Malvinas. Los pilotos argentinos que enfrentaron a la más poderosa flota del mundo, hundiendo o poniendo fuera de combate a más de 20 buques, son una fantasía. Los Caídos o los sobrevivientes del Crucero “Gral. Belgrano” -quienes cantaron el Himno Nacional en sus balsas frente al buque que se hundía-, (crimen que los británicos y sus lacayos locales encubren), tampoco existieron. Los Giachino, Estévez, Carrascul, Massad, Araujo, Baldini, Cao, Cisneros, Vargas, y el resto de los 649 soldados y civiles que murieron peleando o dispuestos a pelear, son sólo víctimas.
Así queda reflejado en las dos únicas producciones de ficción cinematográfica sobre la guerra de Malvinas que recibieran jugosos financiamientos públicos y privados en estos 27 años de postguerra, y que el CECIM La Plata promocionó fervientemente: “Los chicos de la guerra” e “Iluminados por el Fuego”. Allí no hay héroes argentinos, ni enemigos británicos. Sólo soldados
conscriptos argentinos víctimas de psicópatas miliares argentinos, que los torturan y los vejan de distintas maneras.
En este mismo sentido se inscribe la promoción de causas judiciales contra oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas por acciones cometidas en perjuicio de soldados conscriptos. A nuestro entender, éstas no persigue la reparación de las ofensas –que sin duda, existieron-, sino el encubrimiento del verdadero enemigo de nuestra libertad: quienes ocupan militarmente nuestro suelo malvinense.
Al poner como enemigo a los militares argentinos, encubren el peor crimen cometido en las Malvinas, que es el colonialismo, además de otros actos violatorios del Derecho Internacional Humanitario cometidos por las tropas británicas o sus dirigentes políticos, durante o después de las acciones armadas.
Poniendo al conjunto de los combatientes en Malvinas como víctimas, el CECIM La Plata asume activamente una de las políticas desmalvinizadoras más graves, y de más alto costo humano sufrido en la postguerra: el suicidio de cientos de ex soldados. Porque no dudamos en afirmar que los daños auto-infringidos hasta la supresión de la propia vida, no se deben en su mayor parte a los hechos vividos en la guerra, sino a la victimización de la postguerra.
La cristalización de una persona en el eterno papel de víctima, lo reduce a una cosa, lo “despersonaliza”, le quita la dignidad humana. En el caso de los combatientes en Malvinas, nos quitó la palabra, la posibilidad de sentir el orgullo de haber peleado por un bien común, de sentir la gratificación de los otros por un sacrificio propio.
Quizás sin darse cuenta, pero sin duda sin preocuparse por los efectos reales de su accionar, los integrantes del CECIM La Plata se convirtieron -al promover activamente la victimización del resto de los combatientes en Malvinas-, más en verdugos que en defensores de sus propios compañeros.
Colaboracionismo
Al señalar como enemigo a los militares argentinos, el CECIM La Plata le niega en la práctica ese carácter al colonialismo británico y sus aliados, aunque conserve en su retórica una por demás desdibujada condena al “imperialismo” para no desprenderse del necesario barniz izquierdista.
Eso le ha permitido calificar a Carol Thatcher –hija de Margert Thatcher-, como una “loca linda”, colaborando activamente durante su visita del año 2006 a la Argentina, para completar la filmación de “La guerra de Mami”, que fue proyectada en el 25 aniversario de la guerra en Londres, como parte de los homenajes que la Corona y sus súbditos tributaron a la ex primer ministro británica.
Los “chicos de la guerra” platenses acompañaron a Carol Thatcher en su viaje a las islas usurpadas y le propusieron compartir un asadito en su sede de La Plata, al regreso al continente.
Paralelamente, organizaron junto al historiador Federico Lorenz la exhibición de un maniquí simulando un soldado argentino estaqueado en Malvinas, como parte de los actos conmemorativos del 25 aniversario de la guerra organizados por el Ministerio de Defensa, aportando letra a la resolución de esa cartera que pretendió conmemorar el cuarto de siglo del día de la capitulación del
Gral. Menéndez en Puerto Argentino (14 de Junio), para luego “corregir” el error señalando que la guerra comenzó el 2 de abril de 1982 – o sea, por culpa de la Argentina-.
Pero el más grave de los actos de complicidad con la inteligencia británica – y el más evidente-, lo constituye la promoción por parte del CECIM La Plata de la profanación del Cementerio de Guerra de Darwin, donde recientemente los Familiares de los Caídos en y por Malvinas inauguraron el Monumento Nacional a la memoria de los 649 Héroes Nacionales.
Encubriéndose nuevamente en un argumento “políticamente correcto”, como es el del “derecho a la identidad”, el CECIM La Plata viene promoviendo la remoción de los restos de los soldados sepultados en el Cementerio de Darwin, cuyas tumbas no han sido identificadas. Pretenden practicar sobre los soldados sepultados en Darwin pericias genéticas, para identificar cada uno de los restos.
Lo curioso, es que ningún Familiar de los Caídos ha solicitado ese trámite, que coincide sospechosamente con la intención explícita de un sector del servicio exterior británico de “repatriar” los restos, intención que siempre fue rechazada por los Familiares de los Caídos –y los veteranos de guerra que no bajamos las banderas-, con el sólido argumento que no se puede “repatriar” lo que está en su Patria, y que no son los Caídos los que tienen que venir hacia el continente, sino somos nosotros los que tendremos que ir a las Islas, en algún momento, para quedarnos.
Porque para realizar las pericias forenses que promueve el CECIM, es inevitable efectuar el traslado de los restos hacia el continente, ya que en las Islas no existen las capacidades técnicas para esas prácticas.
A todas luces, lo promovido por el CECIM es imposible, por las siguientes razones:
1) Para realizar una sola pericia genética, habría que exhumar todos los restos no identificados; de existir un solo Familiar de Caído que se oponga, no se podría remover un solo resto. La decisión debería ser unánime.
2) El Cementerio y el Monumento han sido declarados “Lugar Histórico y Cementerio de Guerra”, tanto por un Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, como por una Ley del Congreso de la Nación. Ello obliga a consultar a cada una de las Familias de los soldados sepultados, así como a la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, y a la Cancillería argentina.
De manera alevosa, el CECIM La Plata reitera su cipayismo frente al interés de algún sector británico, y no repara en el dolor que semejante propuesta entrañaría para los deudos de los Caídos, reabriendo heridas que los Familiares han cerrado con su prolongado – y las más de las veces solitario-, proceso de construcción del duelo.
Es hora de desenmascarar definitivamente a este minúsculo grupo de personas que se arrogan una representatividad que no poseen entre los ex soldados combatientes en Malvinas, pero que se hacen fuertes a partir de integrar dispositivos de poder destinados a profundizar la derrota espiritual del pueblo argentino.
Lo reiteramos con todas las letras: el CECIM La Plata es una herramienta del enemigo, para dividir al campo de los ex soldados combatientes en Malvinas, profundizar la desmalvinización, reducir a la Causa de Malvinas a un episodio de la dictadura –quitándole su carácter épico, nacional y popular-, victimizar a quienes peleamos por la soberanía en 1982, encubrir la empresa colonial anglo-norteamericana en Malvinas y confundir el interés nacional consagrado en nuestra Constitución Nacional.
En tal sentido, son peores que los británicos, a quienes conocemos en el campo de batalla y en el terreno político, histórico y social.
Que estén advertidos, porque como afirmó la sentencia clásica: “Roma no paga a traidores”. Y el pueblo de la Nación Argentina, menos.
Víctor Villagra Fernando Préstamo Adrián Campana
Tesorero Secretario Presidente
Luis Quinteros César González Trejo Jorge Cosentino
Pro-Secretario Vocal Vocal