Hernán Luis y Prado fue premiado por ayudar a ex combatientes a reinsertarse en la sociedad
WASHINGTON (De nuestra corresponsal).- Nació en Buenos Aires hace 41 años y tuvo su casa, según recuerda con porteña precisión, "en Beruti y Bulnes".
Convertido luego en oficial de la marina norteamericana y veterano de las guerras de Irak y de Afganistán, ayer entró en la Casa Blanca, donde fue distinguido por su labor de ayuda para que otros ex combatientes como él se reintegren a la vida civil y eviten, de ese modo, un choque cultural que a veces termina en el alcoholismo, la droga o el suicidio.
Se llama Hernán Luis y Prado y si bien vive desde hace muchos años en Estados Unidos, adonde lo trajeron sus padres cuando era muy chico, reconoce, siente y agradece lo que él llama sus "raíces argentinas".
Habla de ellas con LA NACION en un español a veces trabajoso, pero en el que se reconoce el sello inconfundible de un eco porteño.
"Me gusta la cultura argentina, me siento identificado con ella. Conservo un excelente recuerdo de mis profesores en el Colegio Argentino de Washington, especialmente de la directora, que se llamaba Valeria, y de un profesor que me enseñaba geografía e historia, que se llamaba Marcelo Eliseche. Tengo mucha familia -primos y tíos- en Buenos Aires y creo que la Argentina es un gran país, con gente que vale muchísimo", dice a LA NACION.
Su lazo con la tierra donde nació, y en la que pasó su primera infancia, se expresa, también, en la solidaridad que siente hacia los ex combatientes de Malvinas, cuya experiencia conoce y padece como si hubiese sido propia.
"Leo mucho sobre lo que ocurre con los veteranos de Malvinas y la verdad es que me apena mucho. La información que tengo es que hoy son más los que fallecieron por suicidio que por las acciones de combate y considero que hay que hacer algo al respecto", dice.
No es el motivo de la charla. Pero habla acerca del deseo que tiene de que un programa como el que él desarrolló -y por el que ayer fue distinguido por el gobierno de Barack Obama- sirva para ayudar a quienes, en cierto modo, también considera compañeros.
"No importa de dónde sean. Los veteranos de guerra suelen tener un rasgo muy específico y es que, por lo general, no les gusta hablar de lo que han vivido y de lo que les ocurre al volver a la vida civil si no es con otra persona que también sea ex combatiente", explica.
Tristeza y adaptación
Esa "primera condición para tener en claro", según subraya, fue la que lo llevó a fundar Workshops for Warriors (Talleres para Guerreros), una entidad cuyo principal cometido es colaborar en el proceso por el cual los ex soldados revalidan su experiencia y formación militar para la vida civil.
"Es algo que nació de mi experiencia personal. La primera vez que volví de Irak veía, con enorme tristeza, cómo muchos compañeros míos no terminaban de adaptarse a la vida civil y caían en el alcoholismo, la droga o incluso en el suicidio. Fue algo muy terrible y lo que me dije fue: hay que hacer algo", recuerda.
Ese "algo" fue la organización que nació, y por la que lo distinguieron ayer, que se financia gracias al apoyo de donaciones.
"Lo que hacemos es ayudar al ex combatiente en todo. Desde los problemas financieros hasta la falta de vivienda o las dificultades para encontrar trabajo. Lo último que queremos es que sientan que están solos o que no sirven, después de haber servido y dado tanto", dice.
El mecanismo parte de rescatar la formación que da la experiencia militar y adaptarla a la vida civil.
"Durante años en el ejército uno aprende muchas cosas valiosas. Pero luego no siempre es sencillo traducirlas o convalidarlas para la vida social. Puede parecer una pequeñez, pero es un tropiezo que se convierte en la puerta del drama", asegura.
La Casa Blanca subrayó especialmente el compromiso de seguir prestando servicio por la comunidad aun después de haber sido licenciados.
"Son actos de patriotismo en beneficio de sus compañeros", dijo la directora de política para ex combatientes, Rosye Cloud.
La charla transcurre apenas horas antes de que empiece la ceremonia en la Casa Blanca.
"Fue toda una sorpresa, imaginate: de pronto, suena el teléfono y me encuentro un mensaje de la Casa Blanca, que el presidente quiere distinguirme. fue una emoción muy grande. Si en algo pensé fue en mi padre, que murió hace años y que hubiera estado muy orgulloso de eso", comentó.
Cambio de vida
Fue justamente por su padre, ex funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que el hoy ex teniente Luis y Prados dejó su esquina de Beruti y Bulnes para llegar, primero, a Washington y comenzar así un derrotero que terminaría cambiando su vida. Y la de muchos otros.
"Hoy hemos conseguido situar en buenos empleos a más de 50 ex soldados que volvieron del escenario de combate", dice Luis y Prado.
El deseo que confiesa es que la experiencia de sus talleres tenga un eco en los ex combatientes de Malvinas, tan veteranos como él, aunque de otra batalla y de otra década.
Desde que llegó a la presidencia, y como contracara del retiro de los escenarios de Irán y de Afganistán, el mandatario estadounidense puso especial cuidado en los programas para el retorno de ex combatientes. Su mujer, Michelle, suele ser una activa colaboradora en el desarrollo de esa política de reinserción para los ex soldados.
hernan luis y prado
Veterano de guerra
Profesión: oficial de la armada de Estados Unidos
Edad: 41 años
Origen: argentino
Es veterano de las guerras de Irak y Afganistán; fue condecorado por Obama por haber desarrollado un programa que ayuda a ex soldados a reinsertarse en la sociedad.
la nacion
WASHINGTON (De nuestra corresponsal).- Nació en Buenos Aires hace 41 años y tuvo su casa, según recuerda con porteña precisión, "en Beruti y Bulnes".
Convertido luego en oficial de la marina norteamericana y veterano de las guerras de Irak y de Afganistán, ayer entró en la Casa Blanca, donde fue distinguido por su labor de ayuda para que otros ex combatientes como él se reintegren a la vida civil y eviten, de ese modo, un choque cultural que a veces termina en el alcoholismo, la droga o el suicidio.
Se llama Hernán Luis y Prado y si bien vive desde hace muchos años en Estados Unidos, adonde lo trajeron sus padres cuando era muy chico, reconoce, siente y agradece lo que él llama sus "raíces argentinas".
Habla de ellas con LA NACION en un español a veces trabajoso, pero en el que se reconoce el sello inconfundible de un eco porteño.
"Me gusta la cultura argentina, me siento identificado con ella. Conservo un excelente recuerdo de mis profesores en el Colegio Argentino de Washington, especialmente de la directora, que se llamaba Valeria, y de un profesor que me enseñaba geografía e historia, que se llamaba Marcelo Eliseche. Tengo mucha familia -primos y tíos- en Buenos Aires y creo que la Argentina es un gran país, con gente que vale muchísimo", dice a LA NACION.
Su lazo con la tierra donde nació, y en la que pasó su primera infancia, se expresa, también, en la solidaridad que siente hacia los ex combatientes de Malvinas, cuya experiencia conoce y padece como si hubiese sido propia.
"Leo mucho sobre lo que ocurre con los veteranos de Malvinas y la verdad es que me apena mucho. La información que tengo es que hoy son más los que fallecieron por suicidio que por las acciones de combate y considero que hay que hacer algo al respecto", dice.
No es el motivo de la charla. Pero habla acerca del deseo que tiene de que un programa como el que él desarrolló -y por el que ayer fue distinguido por el gobierno de Barack Obama- sirva para ayudar a quienes, en cierto modo, también considera compañeros.
"No importa de dónde sean. Los veteranos de guerra suelen tener un rasgo muy específico y es que, por lo general, no les gusta hablar de lo que han vivido y de lo que les ocurre al volver a la vida civil si no es con otra persona que también sea ex combatiente", explica.
Tristeza y adaptación
Esa "primera condición para tener en claro", según subraya, fue la que lo llevó a fundar Workshops for Warriors (Talleres para Guerreros), una entidad cuyo principal cometido es colaborar en el proceso por el cual los ex soldados revalidan su experiencia y formación militar para la vida civil.
"Es algo que nació de mi experiencia personal. La primera vez que volví de Irak veía, con enorme tristeza, cómo muchos compañeros míos no terminaban de adaptarse a la vida civil y caían en el alcoholismo, la droga o incluso en el suicidio. Fue algo muy terrible y lo que me dije fue: hay que hacer algo", recuerda.
Ese "algo" fue la organización que nació, y por la que lo distinguieron ayer, que se financia gracias al apoyo de donaciones.
"Lo que hacemos es ayudar al ex combatiente en todo. Desde los problemas financieros hasta la falta de vivienda o las dificultades para encontrar trabajo. Lo último que queremos es que sientan que están solos o que no sirven, después de haber servido y dado tanto", dice.
El mecanismo parte de rescatar la formación que da la experiencia militar y adaptarla a la vida civil.
"Durante años en el ejército uno aprende muchas cosas valiosas. Pero luego no siempre es sencillo traducirlas o convalidarlas para la vida social. Puede parecer una pequeñez, pero es un tropiezo que se convierte en la puerta del drama", asegura.
La Casa Blanca subrayó especialmente el compromiso de seguir prestando servicio por la comunidad aun después de haber sido licenciados.
"Son actos de patriotismo en beneficio de sus compañeros", dijo la directora de política para ex combatientes, Rosye Cloud.
La charla transcurre apenas horas antes de que empiece la ceremonia en la Casa Blanca.
"Fue toda una sorpresa, imaginate: de pronto, suena el teléfono y me encuentro un mensaje de la Casa Blanca, que el presidente quiere distinguirme. fue una emoción muy grande. Si en algo pensé fue en mi padre, que murió hace años y que hubiera estado muy orgulloso de eso", comentó.
Cambio de vida
Fue justamente por su padre, ex funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que el hoy ex teniente Luis y Prados dejó su esquina de Beruti y Bulnes para llegar, primero, a Washington y comenzar así un derrotero que terminaría cambiando su vida. Y la de muchos otros.
"Hoy hemos conseguido situar en buenos empleos a más de 50 ex soldados que volvieron del escenario de combate", dice Luis y Prado.
El deseo que confiesa es que la experiencia de sus talleres tenga un eco en los ex combatientes de Malvinas, tan veteranos como él, aunque de otra batalla y de otra década.
Desde que llegó a la presidencia, y como contracara del retiro de los escenarios de Irán y de Afganistán, el mandatario estadounidense puso especial cuidado en los programas para el retorno de ex combatientes. Su mujer, Michelle, suele ser una activa colaboradora en el desarrollo de esa política de reinserción para los ex soldados.
hernan luis y prado
Veterano de guerra
Profesión: oficial de la armada de Estados Unidos
Edad: 41 años
Origen: argentino
Es veterano de las guerras de Irak y Afganistán; fue condecorado por Obama por haber desarrollado un programa que ayuda a ex soldados a reinsertarse en la sociedad.
la nacion