Derruido
Colaborador
Crece el éxodo de militares que se van al sector privado
Influye la falta de incentivos, además de la cuestión salarial
Domingo 9 de marzo de 2008 |
“No me voy por lo que gano yo, sino por lo que gana usted.” El importante oficial, con más de 35 años de carrera, quedó impactado por la frase con la que un joven subalterno explicó la decisión de abandonar la fuerza, desmotivado al comparar sus perspectivas en la vida militar con las del ámbito civil. Y no es un caso aislado.
La aviación naval de transporte podría dejar de volar de hecho en las próximas semanas: la mayoría de sus pilotos fueron tentados por empresas aerocomerciales. A la Fuerza Aérea se le plantea un panorama muy preocupante: una docena de pilotos pidió el retiro en enero y febrero últimos. El Ejército perdió el año pasado 70 oficiales, entre tenientes y capitanes. Los marinos vieron irse a más de un centenar de oficiales en los últimos meses, cifra que sube año tras año.
El sostenido goteo de militares que dejan las Fuerzas Armadas empezó a preocupar al Gobierno. De a poco, pero con un ritmo que va en aumento, oficiales y suboficiales jóvenes piden voluntariamente su pase a retiro, tentados por mejores condiciones sociales y económicas en el campo privado.
Ocurre por igual en el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Salarios bajos y pérdida del interés profesional se combinan en una situación que puso en alerta al Ministerio de Defensa, donde una serie de medidas empiezan a tomar forma para incentivar nuevamente la vocación militar. Las propuestas van desde una especie de red de contención social, con préstamos y facilidades para acceder a viviendas, hasta el aumento de horas de adiestramiento para que los jóvenes sientan más ganas de pertenecer a las filas castrenses.
Los datos de las bajas en el Ejército son reconocidos extraoficialmente por importantes mandos de esa fuerza. En años anteriores dejaban esta institución no más de una docena de oficiales jóvenes. El fuerte incremento de los retiros es una alarma que se escucha en toda reunión militar.
La imagen de la presidenta Cristina Kirchner en Haití se coloca en rumbo a un esfuerzo gubernamental para motivar a los militares, por retenerlos. Distendida, con la boina azul de la ONU, la Presidenta se fotografió rodeada de los soldados argentinos en la misión internacional. La corta visita se planteó desde un primer momento como una señal positiva.
La situación llama a los gestos. En el caso de los marinos, el aumento del flujo del transporte marítimo lleva a las compañías navieras a buscar experiencia entre los entrenados hombres de la Armada. Y los pesqueros ofrecen también jugosos contratos de 15.000 dólares por temporadas de tres meses.
No es casual que la mayoría de los pilotos de la aviación naval de transporte haya cedido a la tentación de irse: con salarios promedio cercanos a los 2000 pesos, las compañías civiles prometen quintuplicar los sueldos. Una competencia desleal frente a las posibilidades de pago del Estado, que llevó a la propia ministra de Defensa, Nilda Garré, a conversar el tema con las empresas aerocomerciales.
"Nos cuesta 15 millones de pesos formar a un piloto y se los llevan en el momento de mejor rendimiento", comenta Garré, interesada en mejorar las expectativas de los militares. "Para el Gobierno la profesión militar es importante", es la idea que transmite la ministra.
A la Fuerza Aérea se le plantea un panorama muy preocupante: como se dijo, una docena de pilotos pidió el retiro en enero y febrero últimos. Una treintena había dejado los aviones militares durante todo 2007, cuando ya se notaba un crecimiento fuerte en los prematuros abandonos de la carrera.
Un jefe militar dio su punto de vista después de escuchar a varios oficiales jóvenes que buscan nuevos destinos: "Estas situaciones se dan cuando se vive un período de reactivación económica. Cuando hay una crisis la carrera militar se ve como una buena oportunidad, con sueldo asegurado y prestaciones sociales. Ahora, quienes tienen alguna especialización están tentados a probar suerte en empresas privadas. La vocación es lo que debería retenerlos en las fuerzas, pero se vuelve difícil si están desesperanzados y no pueden hacer las cosas para las cuales se incorporaron".
Inquietudes
Garré en persona escuchó las inquietudes de los oficiales y suboficiales jóvenes durante su visita a la base naval de Puerto Belgrano. En un momento se abrió la posibilidad de preguntas directas de los subalternos a la ministra. Garré procuró fijar el mensaje de que el Gobierno se había preocupado por mejorar los salarios militares. "Después de muchos años se otorgaron aumentos", dijo. También explicó el trabajo dirigido a reacomodar el salario castrense, con la incorporación en el sueldo de los llamados suplementos no remunerativos.
El pensamiento de Garré está dirigido a conformar las condiciones para retener en las filas a los militares. Aquellos que conversan con la funcionaria afirman que quiere armar una especie de red de contención social, como alguna vía de acceso a viviendas, para que el Estado tenga un plus sobre las ofertas laborales del campo privado.
Pero el plan principal pasa por reforzar las horas de adiestramiento, con la intención de que los oficiales jóvenes puedan estar el mayor tiempo posible en los campos de tiro, en el mar o en el aire para que la actividad elegida ayude a mantener las ganas de pertenecer a las Fuerzas Armadas.
Para Garré resulta vital hacer saber a los oficiales jóvenes que por fuera de las planillas presupuestarias se contará este año con 138 millones de pesos adicionales para operar.
También apuntará a darles una expectativa positiva a aquellos que están en el final de la carrera. Garré piensa en la necesidad de convenios entre Defensa y diferentes áreas del Estado para que quienes pasen a retiro puedan reinsertarse laboralmente en otras oficinas públicas.
"Los militares se retiran con mucha vida útil por delante, con 50 años o menos en muchos casos. Hay que ayudarlos a esa edad en su paso a los trabajos civiles, porque, si no, terminan en lo clásico: en una agencia de seguridad. El Estado puede emplear esos recursos humanos", dice Garré.
Los oficiales adquieren también conocimientos de primer nivel en manejos de organizaciones complejas con presupuestos millonarios, una experiencia que es buscada por compañías privadas. Ese conocimiento es el que Garré intentará retener para el Estado.
Por Daniel Gallo
De la Redacción de LA NACION
Influye la falta de incentivos, además de la cuestión salarial
Domingo 9 de marzo de 2008 |
“No me voy por lo que gano yo, sino por lo que gana usted.” El importante oficial, con más de 35 años de carrera, quedó impactado por la frase con la que un joven subalterno explicó la decisión de abandonar la fuerza, desmotivado al comparar sus perspectivas en la vida militar con las del ámbito civil. Y no es un caso aislado.
La aviación naval de transporte podría dejar de volar de hecho en las próximas semanas: la mayoría de sus pilotos fueron tentados por empresas aerocomerciales. A la Fuerza Aérea se le plantea un panorama muy preocupante: una docena de pilotos pidió el retiro en enero y febrero últimos. El Ejército perdió el año pasado 70 oficiales, entre tenientes y capitanes. Los marinos vieron irse a más de un centenar de oficiales en los últimos meses, cifra que sube año tras año.
El sostenido goteo de militares que dejan las Fuerzas Armadas empezó a preocupar al Gobierno. De a poco, pero con un ritmo que va en aumento, oficiales y suboficiales jóvenes piden voluntariamente su pase a retiro, tentados por mejores condiciones sociales y económicas en el campo privado.
Ocurre por igual en el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Salarios bajos y pérdida del interés profesional se combinan en una situación que puso en alerta al Ministerio de Defensa, donde una serie de medidas empiezan a tomar forma para incentivar nuevamente la vocación militar. Las propuestas van desde una especie de red de contención social, con préstamos y facilidades para acceder a viviendas, hasta el aumento de horas de adiestramiento para que los jóvenes sientan más ganas de pertenecer a las filas castrenses.
Los datos de las bajas en el Ejército son reconocidos extraoficialmente por importantes mandos de esa fuerza. En años anteriores dejaban esta institución no más de una docena de oficiales jóvenes. El fuerte incremento de los retiros es una alarma que se escucha en toda reunión militar.
La imagen de la presidenta Cristina Kirchner en Haití se coloca en rumbo a un esfuerzo gubernamental para motivar a los militares, por retenerlos. Distendida, con la boina azul de la ONU, la Presidenta se fotografió rodeada de los soldados argentinos en la misión internacional. La corta visita se planteó desde un primer momento como una señal positiva.
La situación llama a los gestos. En el caso de los marinos, el aumento del flujo del transporte marítimo lleva a las compañías navieras a buscar experiencia entre los entrenados hombres de la Armada. Y los pesqueros ofrecen también jugosos contratos de 15.000 dólares por temporadas de tres meses.
No es casual que la mayoría de los pilotos de la aviación naval de transporte haya cedido a la tentación de irse: con salarios promedio cercanos a los 2000 pesos, las compañías civiles prometen quintuplicar los sueldos. Una competencia desleal frente a las posibilidades de pago del Estado, que llevó a la propia ministra de Defensa, Nilda Garré, a conversar el tema con las empresas aerocomerciales.
"Nos cuesta 15 millones de pesos formar a un piloto y se los llevan en el momento de mejor rendimiento", comenta Garré, interesada en mejorar las expectativas de los militares. "Para el Gobierno la profesión militar es importante", es la idea que transmite la ministra.
A la Fuerza Aérea se le plantea un panorama muy preocupante: como se dijo, una docena de pilotos pidió el retiro en enero y febrero últimos. Una treintena había dejado los aviones militares durante todo 2007, cuando ya se notaba un crecimiento fuerte en los prematuros abandonos de la carrera.
Un jefe militar dio su punto de vista después de escuchar a varios oficiales jóvenes que buscan nuevos destinos: "Estas situaciones se dan cuando se vive un período de reactivación económica. Cuando hay una crisis la carrera militar se ve como una buena oportunidad, con sueldo asegurado y prestaciones sociales. Ahora, quienes tienen alguna especialización están tentados a probar suerte en empresas privadas. La vocación es lo que debería retenerlos en las fuerzas, pero se vuelve difícil si están desesperanzados y no pueden hacer las cosas para las cuales se incorporaron".
Inquietudes
Garré en persona escuchó las inquietudes de los oficiales y suboficiales jóvenes durante su visita a la base naval de Puerto Belgrano. En un momento se abrió la posibilidad de preguntas directas de los subalternos a la ministra. Garré procuró fijar el mensaje de que el Gobierno se había preocupado por mejorar los salarios militares. "Después de muchos años se otorgaron aumentos", dijo. También explicó el trabajo dirigido a reacomodar el salario castrense, con la incorporación en el sueldo de los llamados suplementos no remunerativos.
El pensamiento de Garré está dirigido a conformar las condiciones para retener en las filas a los militares. Aquellos que conversan con la funcionaria afirman que quiere armar una especie de red de contención social, como alguna vía de acceso a viviendas, para que el Estado tenga un plus sobre las ofertas laborales del campo privado.
Pero el plan principal pasa por reforzar las horas de adiestramiento, con la intención de que los oficiales jóvenes puedan estar el mayor tiempo posible en los campos de tiro, en el mar o en el aire para que la actividad elegida ayude a mantener las ganas de pertenecer a las Fuerzas Armadas.
Para Garré resulta vital hacer saber a los oficiales jóvenes que por fuera de las planillas presupuestarias se contará este año con 138 millones de pesos adicionales para operar.
También apuntará a darles una expectativa positiva a aquellos que están en el final de la carrera. Garré piensa en la necesidad de convenios entre Defensa y diferentes áreas del Estado para que quienes pasen a retiro puedan reinsertarse laboralmente en otras oficinas públicas.
"Los militares se retiran con mucha vida útil por delante, con 50 años o menos en muchos casos. Hay que ayudarlos a esa edad en su paso a los trabajos civiles, porque, si no, terminan en lo clásico: en una agencia de seguridad. El Estado puede emplear esos recursos humanos", dice Garré.
Los oficiales adquieren también conocimientos de primer nivel en manejos de organizaciones complejas con presupuestos millonarios, una experiencia que es buscada por compañías privadas. Ese conocimiento es el que Garré intentará retener para el Estado.
Por Daniel Gallo
De la Redacción de LA NACION