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Area Militar General
Malvinas 1982
Explotación y usurpación de recursos en las Malvinas por Gran Bretaña
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<blockquote data-quote="sebasm" data-source="post: 1112434" data-attributes="member: 10466"><p>EL PAIS › REPORTAJE AL CANCILLER TIMERMAN SOBRE CAMERON Y LA ESTRATEGIA HACIA MALVINAS</p><p>“Las banderas no son trapitos”</p><p></p><p>El ministro de Relaciones Exteriores dijo a Página/12 que el Mercosur y la Unasur decidieron rechazar que recalen barcos con la bandera de las islas porque hay una nueva visión sobre la defensa de los recursos naturales en la región.</p><p></p><p></p><p>Por Martín Granovsky</p><p></p><p>En diálogo telefónico con este diario desde Guatemala, donde terminó ayer su gira centroamericana, el canciller Héctor Timerman interpretó que la comunicación pública de los Estados Unidos sobre que el litigio de las islas es un tema de la Argentina y del Reino Unido representa un llamado de atención a lo que definió como “escalada militarista” por parte de Londres.</p><p></p><p>–En primer lugar, los Estados Unidos hicieron un reconocimiento de que entre la Argentina y el Reino Unido hay un problema bilateral pendiente de soberanía –afirmó Timerman.</p><p></p><p>–Los Estados Unidos hablaron de una administración de hecho de las Malvinas por parte del Reino Unido.</p><p></p><p>–Eso es importante. Las islas están bajo el dominio británico. Pero los Estados Unidos no hablaron de derecho en ese aspecto sino sólo del costado fáctico. Por lo tanto, eso significa que dejan librado el conflicto pendiente entre la Argentina y el Reino Unido a las negociaciones bilaterales. Es un gran logro para la posición argentina y por eso la expresión de la postura norteamericana fue recibida con mucho beneplácito por toda América latina.</p><p></p><p>–¿Qué parte de la posición de Washington percibe el gobierno argentino que cayó bien en América latina?</p><p></p><p>–La decisión acerca a los Estados Unidos a un reclamo argentino que se convirtió en un reclamo latinoamericano. Entonces no podemos más que congratularlos, como argentinos y como latinoamericanos, cuando recibimos un fuerte apoyo a nuestra iniciativa permanente de convocar al Reino Unido a un diálogo pacífico. La Organización de las Naciones Unidas lo viene pidiendo desde 1965. No es un capricho, es parte de la legalidad internacional.</p><p></p><p>–¿Al Gobierno lo sorprendió la comunicación oficial de los Estados Unidos sobre Malvinas?</p><p></p><p>–Vamos a los hechos: desde que asumió Néstor Kirchner, el 25 de mayo de 2003, en cada reunión bilateral con los Estados Unidos la Argentina explicó su posición pacifista y dialoguista sobre la necesidad de negociar la recuperación de la soberanía sobre las Malvinas. Y en términos personales me consta desde que fui designado embajador en Washington y luego canciller durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y ahora durante el mandato que comenzó el 10 de diciembre. Sobre los Estados Unidos conviene retener un dato. En la Organización de los Estados Americanos, que los Estados Unidos integran, las resoluciones sobre Malvinas son aprobadas por consenso. Y siempre hablamos de la cuestión en las reuniones bilaterales. Siempre.</p><p></p><p>–¿Pero los sorprendió?</p><p></p><p>–No me sorprendió. Sí me parece importante destacar que los Estados Unidos dieron a conocer su posición justo cuando la Argentina había sido acusada de colonialista por parte del primer ministro británico David Cameron y se había reunido el Consejo Nacional de Seguridad inglés, el martes último. El Reino Unido estaba en medio de una escalada militarista.</p><p></p><p>–¿Por qué “escalada militarista”?</p><p></p><p>–¿Para qué un gobierno refuerza las posiciones militares y pone el tema dentro del Consejo de Seguridad Nacional? Por eso, Gran Bretaña merecía un llamado de atención por parte del mundo. Deben saber que entraron en un camino peligroso en el cual la Argentina no quiere ni va a participar. La postura norteamericana también es un llamado de atención a Gran Bretaña para que abandone el camino militarista y se siente a negociar.</p><p></p><p>–¿El Gobierno atribuye algún motivo especial a la actitud norteamericana?</p><p></p><p>–Los propios Estados Unidos actúan y explican sus posiciones, pero me imagino que habrán valorado el impacto que tiene la cuestión de las Malvinas en América latina. El miércoles ya vimos públicamente la respuesta del canciller brasileño Antonio Patriota durante la visita a Brasilia del canciller británico William Hague.</p><p></p><p>–Patriota dijo que confirmaba la decisión del Mercosur de no aceptar barcos con bandera que diga “Malvinas”. ¿Hablaron con él después de las declaraciones de prensa que manifestó con Hague a su lado?</p><p></p><p>–Lo llamé yo mismo y le expresé la satisfacción que sentimos los argentinos por el acto de hermandad que protagonizó. En realidad, volvió a poner en palabras lo que constituye una política de Brasil acerca de Malvinas, sobre todo en los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Rousseff. La decisión de prohibir que recalen en puertos de países del Mercosur barcos con bandera de las islas es jurídicamente mucho más importante de lo que aparece a veces en algunos análisis apurados.</p><p></p><p>–¿Por qué al Gobierno le parece clave?</p><p></p><p>–En el 2010 Unasur resolvió la prohibición del ingreso de barcos que enarbolen la bandera de Malvinas a puertos de la región. Lo mismo hizo después el propio Mercosur. Y en concreto Uruguay rechazó el ingreso de un pesquero de las islas por expresa orden del presidente José Mujica. Esto motivó que algunos analistas dijeran: “Es una estupidez la medida. Los barcos cambian de bandera y se acabó”.</p><p></p><p>–Y no es así.</p><p></p><p>–No, sería una locura analizar las cosas de esa manera. La Argentina no busca organizar un bloqueo a las islas. Sólo quiere contrarrestar el interés británico con un hecho jurídico que se opone a una medida de facto. Si ante la medida de facto, que es un barco atracando en un puerto del Mercosur con bandera de las islas, ningún país dice nada, quiere decir que está reconociendo la juridicidad de ese hecho. Por eso era tan importante que no se aceptara la llegada de barcos con esa bandera. Le hemos quebrado al Reino Unido una estrategia de hechos consumados. Las banderas no son trapitos. Si al aceptar un pasaporte se reconoce la entidad de otro país, ¿cómo no va a ser importante una bandera? Vencimos la estrategia inglesa y fue una gran victoria argentina. Esta victoria fue la que motivó la reacción intempestiva de Cameron.</p><p></p><p>–No es la primera vez que escucho la palabra “intempestiva” en estos días. El Gobierno ya la usó para responderle a Cameron cuando el primer ministro dijo que la posición argentina de no reconocer el derecho de los isleños a la autodeterminación es “colonialista”.</p><p></p><p>–Gran Bretaña nunca les preguntó a los residentes de Hong Kong sobre la autodeterminación antes de ceder otra vez la soberanía a la República Popular China. Y no es una cuestión de número. En la ciudad de Buenos Aires y en la provincia viven más ciudadanos británicos que en las Malvinas. Y no cuento a los galeses de Chubut. Pero aquí también prefiero apelar a la legalidad internacional. La ONU no reconoce el derecho a la autodeterminación de los malvinenses. Para la ONU son objeto de Derecho, pero no sujeto. Los únicos que pueden negociar, para la ONU, son Gran Bretaña y la Argentina. Sólo los dos países, y no los isleños, pueden hablar como partes litigantes.</p><p></p><p>–¿Qué novedad aportó la gira por América Central?</p><p></p><p>–El viaje tuvo resultados fantásticos. El apoyo de los países centroamericanos fue categórico. En América central hay un deseo muy grande de conectarse con el Mercosur. Vi un gran cariño y un gran respeto por la Argentina. Hay una huella argentina importante. Hay un entendimiento y un reconocimiento de ver más hacia el resto del continente, de relacionar el mercado común de Centroamérica y el Mercosur. Ello se suma a una visión cercana en temas multilaterales, en la necesidad de la cooperación. Tenemos seis proyectos de cooperación en los seis países de Centroamérica. Tienen que ver, por ejemplo, con derechos humanos, gobernabilidad y desarrollo social.</p><p></p><p>–Más allá del reclamo de soberanía por Malvinas, ¿qué efecto simbólico tienen las islas hoy para el resto de la región?</p><p></p><p>–Este año la Argentina va a impulsar en el Mercosur y en distintos foros la necesidad de proteger los recursos naturales del Mercosur. Estamos hablando, entre otros elementos, de agua, petróleo, etcétera. Queremos que el Mercosur tome la cuestión de la defensa de los recursos.</p><p></p><p>–Unasur lo tomó en el Consejo Sudamericano de Defensa.</p><p></p><p>–Sí. Petróleo, pesca, agua, minería, nos parece que en la actual situación mundial tienen un rol estratégico muy importante. Debemos unirnos en la defensa de los recursos. De los renovables y los no renovables. Esa va a ser la bandera que va a levantar la Argentina. Todos estamos de acuerdo en que no vamos a permitir que en este momento ocurra lo mismo que pasó desde el siglo XV en adelante. No puede ser que potencias militaristas abusen de los recursos naturales en la región. En ese sentido, Malvinas es un ejemplo. Lo que ocurre en Malvinas en principio con el petróleo y la pesca no queremos que suceda en otro lugar de la región.</p><p></p><p>–Una interpretación dice: Cameron y Cristina elevan la presencia pública del litigio sobre las islas por necesidades internas.</p><p></p><p>–Hablo de lo que me corresponde, que es la Presidenta. La conozco hace muchísimos años. Cuando empezamos a conversar de política, me acuerdo que le dije: ‘Cristina, sos muy malvinera’. Hablaba mucho e intensamente del tema. Obviamente no era presidenta y yo ni pensaba en ser funcionario público. Siempre me impresionó la defensa que hacía de la importancia de la cuestión de las islas. Logré entenderlo cuando fui conociendo a más santacruceños. Allá las Malvinas son parte de la vivencia diaria. Me impresionaba la vehemencia con la que Cristina hablaba de un punto que para ella era un verdadero tema político. Y era otra realidad. Era una dirigente política. Hoy es, además, la Presidenta. Es lógico que sea coherente y sostenga desde el Estado lo que siempre pensó, que por otra parte en todo momento tuvo una expresión de pacifismo. En la génesis del pico de estos días estaba el hecho de que quienes estaban llevando el conflicto hacia un punto más álgido eran los funcionarios del gobierno británico. Nosotros sólo hacemos una cosa: no dejar sin respuesta la agresividad. No mandamos soldados ni convocamos a ningún consejo de seguridad nacional. Decimos hay que sentarse a dialogar como establece la ONU. Si los países poderosos no cumplen con la ONU, entonces la ONU dejará de tener sentido.</p><p></p><p>–¿La Argentina dará prioridad a las acciones internacionales este año, cuando se cumplan treinta años del desembarco en las islas resuelto por la dictadura y la guerra posterior, o el que viene, cuando se conmemoren los 180 años de la ocupación de las islas por parte de los británicos?</p><p></p><p>–La estrategia política está en manos de Cristina. Sí puedo afirmar que sería un error que Gran Bretaña basase toda su estrategia sobre el fundamento bélico. Por un lado, está clarísimo que la Argentina tiene una manifiesta vocación pacífica. Por otro lado, incluso en noviembre de 1982 la ONU dijo que el conflicto armado que había tenido lugar ese año no cambiaba la obligación de negociar pacíficamente. Por eso digo que basar la estrategia en los antecedentes bélicos no debería ser la forma de encarar el tema por parte de los británicos. Igualmente, la Argentina va a seguir insistiendo en la necesidad de negociar. La Argentina ya está sentada a la mesa de negociaciones. Que se sienten, por favor, los británicos.</p><p></p><p>–¿Asombró a la Argentina la posición chilena de apoyo a la medida del Mercosur?</p><p></p><p>–Chile tuvo una actitud muy solidaria y es para nosotros un motivo de orgullo. Adoptó todas las medidas de Unasur en forma muy enfática. Los puertos de Chile también están vedados a buques con bandera de las islas y no se permite que atraquen buques de guerra.</p><p></p><p>pagina12</p><p><span style="color: rgb(204,204,204)"><span style="font-size: 10px">--- merged: Jan 22, 2012 2:41 PM ---</span></span></p><p>Otra nota...</p><p></p><p>EL PAIS › OPINION</p><p>Lo que EE.UU. dice al no decir</p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p>Por Martín Granovsky</p><p></p><p>El canciller británico William Hague dijo que el gobierno argentino quiere “intimidar” a los habitantes de las Malvinas e insistió en la estrategia internacional de Londres de recordar los 30 años de la guerra de 1982 y plantear el derecho de los malvinenses a su autodeterminación.</p><p></p><p>Al hablar de la Argentina, el secretario del Foreign Office dijo que “si quiere realmente que se progrese, debe detener sus intentos de intimidación de la población civil” de las islas. Recién entonces, según Hague, se pasaría a otra etapa, que no consistiría en la discusión sobre soberanía sino acerca de los medios para “trabajar juntos por el interés común en el Atlántico Sur”.</p><p></p><p>Hague no pasa, sin embargo, por su mejor momento. El miércoles el canciller brasileño Antonio Patriota dijo a su lado, durante una conferencia de prensa en Brasilia, que el Mercosur hizo bien en resolver que no permitirá que atraquen en sus puertos barcos con la bandera de las islas. Y el viernes el Departamento de Estado afirmó en un comunicado que el litigio en las Malvinas es una cuestión que deben dirimir, negociando, la Argentina y el Reino Unido.</p><p></p><p>La posición pública de los Estados Unidos hacia su principal aliado militar incluyó un punto importante. Lo incluyó al excluirlo. En ningún momento el texto menciona a los isleños ni a su presunto derecho a la autodeterminación, que es el principal argumento jurídico esgrimido por los británicos para convalidar la ocupación de las islas que refirmaron gracias a la interrupción de negociaciones en 1982 por obra del desembarco decidido por Leopoldo Galtieri y a la derrota del Estado argentino en la guerra.</p><p></p><p>En un artículo publicado por el diario conservador The Times, que también imprimió esta semana una columna del canciller argentino Héctor Timerman, Hague intentó negar el avance argentino en Mercosur, Unasur y el Consejo de Estados de América Latina y el Caribe. “No siento que haya ningún apetito en la región para unirse a la Argentina en sus intentos de poner en peligro la economía de las islas o para atacar los medios de vida de los isleños, y me congratulo por ello”, dijo.</p><p></p><p>Sin embargo, al menos esta semana en toda América los británicos sólo recibieron el solitario apoyo de un sector de la derecha gobernante en Chile. Mientras el presidente liberal Sebastián Piñera mantenía su apoyo a los miembros plenos del Mercosur (la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y hacía suya la decisión de limitar el atraque de buques de bandera con la inscripción Malvinas en puertos de Chile, dos senadores de su coalición lo criticaron públicamente.</p><p></p><p>En una carta en el diario La Tercera, Baldo Prokurica, presidente de la Comisión de Defensa del Senado, y su colega Antonio Horvath, escribieron que “la posición de Chile en el reclamo de Argentina por la soberanía sobre las islas Malvinas/Malvinas no es materia que deba tomarse apresuradamente y sin meditar las consecuencias para los intereses actuales y permanentes de nuestro país en el plano internacional y vecinal”.</p><p></p><p>Dicen Prokurica, ex funcionario del dictador Augusto Pinochet, y Horvath: “En primer lugar, una multilaterización de la demanda que ha impulsado el gobierno de Buenos Aires y que ha sido acogida con cierto entusiasmo por otros países de la región, ha obedecido más bien a una postura donde esos países nada arriesgan en materia de relaciones bilaterales con Gran Bretaña. Algo muy distinto de la relación histórica de nuestro país con Inglaterra”.</p><p></p><p>Para los senadores derechistas debe pesar que en 1978, cuando la Argentina y Chile casi entraron en guerra, los peruanos no fueron neutrales y luego pertrecharon a la Argentina para el desembarco en las islas de 1982.</p><p></p><p>Sostienen ambos senadores que “de no sopesarse las realidades y reciprocidades históricas, pueden cometerse errores que afecten los intereses nacionales permanentes de Chile y su proyección internacional”. Y terminan pidiendo que Chile “mantenga una posición de neutralidad”.</p><p></p><p>Aunque Londres no esté aislado ni las negociaciones por las islas queden a la vuelta de la esquina, dos senadores chilenos son una cosecha pobre para el Foreign Office.</p><p></p><p>pagina12</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="sebasm, post: 1112434, member: 10466"] EL PAIS › REPORTAJE AL CANCILLER TIMERMAN SOBRE CAMERON Y LA ESTRATEGIA HACIA MALVINAS “Las banderas no son trapitos” El ministro de Relaciones Exteriores dijo a Página/12 que el Mercosur y la Unasur decidieron rechazar que recalen barcos con la bandera de las islas porque hay una nueva visión sobre la defensa de los recursos naturales en la región. Por Martín Granovsky En diálogo telefónico con este diario desde Guatemala, donde terminó ayer su gira centroamericana, el canciller Héctor Timerman interpretó que la comunicación pública de los Estados Unidos sobre que el litigio de las islas es un tema de la Argentina y del Reino Unido representa un llamado de atención a lo que definió como “escalada militarista” por parte de Londres. –En primer lugar, los Estados Unidos hicieron un reconocimiento de que entre la Argentina y el Reino Unido hay un problema bilateral pendiente de soberanía –afirmó Timerman. –Los Estados Unidos hablaron de una administración de hecho de las Malvinas por parte del Reino Unido. –Eso es importante. Las islas están bajo el dominio británico. Pero los Estados Unidos no hablaron de derecho en ese aspecto sino sólo del costado fáctico. Por lo tanto, eso significa que dejan librado el conflicto pendiente entre la Argentina y el Reino Unido a las negociaciones bilaterales. Es un gran logro para la posición argentina y por eso la expresión de la postura norteamericana fue recibida con mucho beneplácito por toda América latina. –¿Qué parte de la posición de Washington percibe el gobierno argentino que cayó bien en América latina? –La decisión acerca a los Estados Unidos a un reclamo argentino que se convirtió en un reclamo latinoamericano. Entonces no podemos más que congratularlos, como argentinos y como latinoamericanos, cuando recibimos un fuerte apoyo a nuestra iniciativa permanente de convocar al Reino Unido a un diálogo pacífico. La Organización de las Naciones Unidas lo viene pidiendo desde 1965. No es un capricho, es parte de la legalidad internacional. –¿Al Gobierno lo sorprendió la comunicación oficial de los Estados Unidos sobre Malvinas? –Vamos a los hechos: desde que asumió Néstor Kirchner, el 25 de mayo de 2003, en cada reunión bilateral con los Estados Unidos la Argentina explicó su posición pacifista y dialoguista sobre la necesidad de negociar la recuperación de la soberanía sobre las Malvinas. Y en términos personales me consta desde que fui designado embajador en Washington y luego canciller durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y ahora durante el mandato que comenzó el 10 de diciembre. Sobre los Estados Unidos conviene retener un dato. En la Organización de los Estados Americanos, que los Estados Unidos integran, las resoluciones sobre Malvinas son aprobadas por consenso. Y siempre hablamos de la cuestión en las reuniones bilaterales. Siempre. –¿Pero los sorprendió? –No me sorprendió. Sí me parece importante destacar que los Estados Unidos dieron a conocer su posición justo cuando la Argentina había sido acusada de colonialista por parte del primer ministro británico David Cameron y se había reunido el Consejo Nacional de Seguridad inglés, el martes último. El Reino Unido estaba en medio de una escalada militarista. –¿Por qué “escalada militarista”? –¿Para qué un gobierno refuerza las posiciones militares y pone el tema dentro del Consejo de Seguridad Nacional? Por eso, Gran Bretaña merecía un llamado de atención por parte del mundo. Deben saber que entraron en un camino peligroso en el cual la Argentina no quiere ni va a participar. La postura norteamericana también es un llamado de atención a Gran Bretaña para que abandone el camino militarista y se siente a negociar. –¿El Gobierno atribuye algún motivo especial a la actitud norteamericana? –Los propios Estados Unidos actúan y explican sus posiciones, pero me imagino que habrán valorado el impacto que tiene la cuestión de las Malvinas en América latina. El miércoles ya vimos públicamente la respuesta del canciller brasileño Antonio Patriota durante la visita a Brasilia del canciller británico William Hague. –Patriota dijo que confirmaba la decisión del Mercosur de no aceptar barcos con bandera que diga “Malvinas”. ¿Hablaron con él después de las declaraciones de prensa que manifestó con Hague a su lado? –Lo llamé yo mismo y le expresé la satisfacción que sentimos los argentinos por el acto de hermandad que protagonizó. En realidad, volvió a poner en palabras lo que constituye una política de Brasil acerca de Malvinas, sobre todo en los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Rousseff. La decisión de prohibir que recalen en puertos de países del Mercosur barcos con bandera de las islas es jurídicamente mucho más importante de lo que aparece a veces en algunos análisis apurados. –¿Por qué al Gobierno le parece clave? –En el 2010 Unasur resolvió la prohibición del ingreso de barcos que enarbolen la bandera de Malvinas a puertos de la región. Lo mismo hizo después el propio Mercosur. Y en concreto Uruguay rechazó el ingreso de un pesquero de las islas por expresa orden del presidente José Mujica. Esto motivó que algunos analistas dijeran: “Es una estupidez la medida. Los barcos cambian de bandera y se acabó”. –Y no es así. –No, sería una locura analizar las cosas de esa manera. La Argentina no busca organizar un bloqueo a las islas. Sólo quiere contrarrestar el interés británico con un hecho jurídico que se opone a una medida de facto. Si ante la medida de facto, que es un barco atracando en un puerto del Mercosur con bandera de las islas, ningún país dice nada, quiere decir que está reconociendo la juridicidad de ese hecho. Por eso era tan importante que no se aceptara la llegada de barcos con esa bandera. Le hemos quebrado al Reino Unido una estrategia de hechos consumados. Las banderas no son trapitos. Si al aceptar un pasaporte se reconoce la entidad de otro país, ¿cómo no va a ser importante una bandera? Vencimos la estrategia inglesa y fue una gran victoria argentina. Esta victoria fue la que motivó la reacción intempestiva de Cameron. –No es la primera vez que escucho la palabra “intempestiva” en estos días. El Gobierno ya la usó para responderle a Cameron cuando el primer ministro dijo que la posición argentina de no reconocer el derecho de los isleños a la autodeterminación es “colonialista”. –Gran Bretaña nunca les preguntó a los residentes de Hong Kong sobre la autodeterminación antes de ceder otra vez la soberanía a la República Popular China. Y no es una cuestión de número. En la ciudad de Buenos Aires y en la provincia viven más ciudadanos británicos que en las Malvinas. Y no cuento a los galeses de Chubut. Pero aquí también prefiero apelar a la legalidad internacional. La ONU no reconoce el derecho a la autodeterminación de los malvinenses. Para la ONU son objeto de Derecho, pero no sujeto. Los únicos que pueden negociar, para la ONU, son Gran Bretaña y la Argentina. Sólo los dos países, y no los isleños, pueden hablar como partes litigantes. –¿Qué novedad aportó la gira por América Central? –El viaje tuvo resultados fantásticos. El apoyo de los países centroamericanos fue categórico. En América central hay un deseo muy grande de conectarse con el Mercosur. Vi un gran cariño y un gran respeto por la Argentina. Hay una huella argentina importante. Hay un entendimiento y un reconocimiento de ver más hacia el resto del continente, de relacionar el mercado común de Centroamérica y el Mercosur. Ello se suma a una visión cercana en temas multilaterales, en la necesidad de la cooperación. Tenemos seis proyectos de cooperación en los seis países de Centroamérica. Tienen que ver, por ejemplo, con derechos humanos, gobernabilidad y desarrollo social. –Más allá del reclamo de soberanía por Malvinas, ¿qué efecto simbólico tienen las islas hoy para el resto de la región? –Este año la Argentina va a impulsar en el Mercosur y en distintos foros la necesidad de proteger los recursos naturales del Mercosur. Estamos hablando, entre otros elementos, de agua, petróleo, etcétera. Queremos que el Mercosur tome la cuestión de la defensa de los recursos. –Unasur lo tomó en el Consejo Sudamericano de Defensa. –Sí. Petróleo, pesca, agua, minería, nos parece que en la actual situación mundial tienen un rol estratégico muy importante. Debemos unirnos en la defensa de los recursos. De los renovables y los no renovables. Esa va a ser la bandera que va a levantar la Argentina. Todos estamos de acuerdo en que no vamos a permitir que en este momento ocurra lo mismo que pasó desde el siglo XV en adelante. No puede ser que potencias militaristas abusen de los recursos naturales en la región. En ese sentido, Malvinas es un ejemplo. Lo que ocurre en Malvinas en principio con el petróleo y la pesca no queremos que suceda en otro lugar de la región. –Una interpretación dice: Cameron y Cristina elevan la presencia pública del litigio sobre las islas por necesidades internas. –Hablo de lo que me corresponde, que es la Presidenta. La conozco hace muchísimos años. Cuando empezamos a conversar de política, me acuerdo que le dije: ‘Cristina, sos muy malvinera’. Hablaba mucho e intensamente del tema. Obviamente no era presidenta y yo ni pensaba en ser funcionario público. Siempre me impresionó la defensa que hacía de la importancia de la cuestión de las islas. Logré entenderlo cuando fui conociendo a más santacruceños. Allá las Malvinas son parte de la vivencia diaria. Me impresionaba la vehemencia con la que Cristina hablaba de un punto que para ella era un verdadero tema político. Y era otra realidad. Era una dirigente política. Hoy es, además, la Presidenta. Es lógico que sea coherente y sostenga desde el Estado lo que siempre pensó, que por otra parte en todo momento tuvo una expresión de pacifismo. En la génesis del pico de estos días estaba el hecho de que quienes estaban llevando el conflicto hacia un punto más álgido eran los funcionarios del gobierno británico. Nosotros sólo hacemos una cosa: no dejar sin respuesta la agresividad. No mandamos soldados ni convocamos a ningún consejo de seguridad nacional. Decimos hay que sentarse a dialogar como establece la ONU. Si los países poderosos no cumplen con la ONU, entonces la ONU dejará de tener sentido. –¿La Argentina dará prioridad a las acciones internacionales este año, cuando se cumplan treinta años del desembarco en las islas resuelto por la dictadura y la guerra posterior, o el que viene, cuando se conmemoren los 180 años de la ocupación de las islas por parte de los británicos? –La estrategia política está en manos de Cristina. Sí puedo afirmar que sería un error que Gran Bretaña basase toda su estrategia sobre el fundamento bélico. Por un lado, está clarísimo que la Argentina tiene una manifiesta vocación pacífica. Por otro lado, incluso en noviembre de 1982 la ONU dijo que el conflicto armado que había tenido lugar ese año no cambiaba la obligación de negociar pacíficamente. Por eso digo que basar la estrategia en los antecedentes bélicos no debería ser la forma de encarar el tema por parte de los británicos. Igualmente, la Argentina va a seguir insistiendo en la necesidad de negociar. La Argentina ya está sentada a la mesa de negociaciones. Que se sienten, por favor, los británicos. –¿Asombró a la Argentina la posición chilena de apoyo a la medida del Mercosur? –Chile tuvo una actitud muy solidaria y es para nosotros un motivo de orgullo. Adoptó todas las medidas de Unasur en forma muy enfática. Los puertos de Chile también están vedados a buques con bandera de las islas y no se permite que atraquen buques de guerra. pagina12 [COLOR=rgb(204,204,204)][SIZE=2]--- merged: Jan 22, 2012 2:41 PM ---[/SIZE][/COLOR] Otra nota... EL PAIS › OPINION Lo que EE.UU. dice al no decir Por Martín Granovsky El canciller británico William Hague dijo que el gobierno argentino quiere “intimidar” a los habitantes de las Malvinas e insistió en la estrategia internacional de Londres de recordar los 30 años de la guerra de 1982 y plantear el derecho de los malvinenses a su autodeterminación. Al hablar de la Argentina, el secretario del Foreign Office dijo que “si quiere realmente que se progrese, debe detener sus intentos de intimidación de la población civil” de las islas. Recién entonces, según Hague, se pasaría a otra etapa, que no consistiría en la discusión sobre soberanía sino acerca de los medios para “trabajar juntos por el interés común en el Atlántico Sur”. Hague no pasa, sin embargo, por su mejor momento. El miércoles el canciller brasileño Antonio Patriota dijo a su lado, durante una conferencia de prensa en Brasilia, que el Mercosur hizo bien en resolver que no permitirá que atraquen en sus puertos barcos con la bandera de las islas. Y el viernes el Departamento de Estado afirmó en un comunicado que el litigio en las Malvinas es una cuestión que deben dirimir, negociando, la Argentina y el Reino Unido. La posición pública de los Estados Unidos hacia su principal aliado militar incluyó un punto importante. Lo incluyó al excluirlo. En ningún momento el texto menciona a los isleños ni a su presunto derecho a la autodeterminación, que es el principal argumento jurídico esgrimido por los británicos para convalidar la ocupación de las islas que refirmaron gracias a la interrupción de negociaciones en 1982 por obra del desembarco decidido por Leopoldo Galtieri y a la derrota del Estado argentino en la guerra. En un artículo publicado por el diario conservador The Times, que también imprimió esta semana una columna del canciller argentino Héctor Timerman, Hague intentó negar el avance argentino en Mercosur, Unasur y el Consejo de Estados de América Latina y el Caribe. “No siento que haya ningún apetito en la región para unirse a la Argentina en sus intentos de poner en peligro la economía de las islas o para atacar los medios de vida de los isleños, y me congratulo por ello”, dijo. Sin embargo, al menos esta semana en toda América los británicos sólo recibieron el solitario apoyo de un sector de la derecha gobernante en Chile. Mientras el presidente liberal Sebastián Piñera mantenía su apoyo a los miembros plenos del Mercosur (la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y hacía suya la decisión de limitar el atraque de buques de bandera con la inscripción Malvinas en puertos de Chile, dos senadores de su coalición lo criticaron públicamente. En una carta en el diario La Tercera, Baldo Prokurica, presidente de la Comisión de Defensa del Senado, y su colega Antonio Horvath, escribieron que “la posición de Chile en el reclamo de Argentina por la soberanía sobre las islas Malvinas/Malvinas no es materia que deba tomarse apresuradamente y sin meditar las consecuencias para los intereses actuales y permanentes de nuestro país en el plano internacional y vecinal”. Dicen Prokurica, ex funcionario del dictador Augusto Pinochet, y Horvath: “En primer lugar, una multilaterización de la demanda que ha impulsado el gobierno de Buenos Aires y que ha sido acogida con cierto entusiasmo por otros países de la región, ha obedecido más bien a una postura donde esos países nada arriesgan en materia de relaciones bilaterales con Gran Bretaña. Algo muy distinto de la relación histórica de nuestro país con Inglaterra”. Para los senadores derechistas debe pesar que en 1978, cuando la Argentina y Chile casi entraron en guerra, los peruanos no fueron neutrales y luego pertrecharon a la Argentina para el desembarco en las islas de 1982. Sostienen ambos senadores que “de no sopesarse las realidades y reciprocidades históricas, pueden cometerse errores que afecten los intereses nacionales permanentes de Chile y su proyección internacional”. Y terminan pidiendo que Chile “mantenga una posición de neutralidad”. Aunque Londres no esté aislado ni las negociaciones por las islas queden a la vuelta de la esquina, dos senadores chilenos son una cosecha pobre para el Foreign Office. pagina12 [/QUOTE]
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