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<blockquote data-quote="koinorr" data-source="post: 148274" data-attributes="member: 2417"><p>Aplico su célebre frase "y??? que tiene que ver la manteca con la vitina de cemento??..." Los TON eran de madera, los Lerici de Fibra de Vidrio, no es necesario ser adivino el por qué. Por otro lado es imposible que el mejor de nuestros equipos de sonar de buques de superficie tenga las cualidades del de un Crucero Aegis que se comió una mina en Tormenta del Desierto.</p><p>Regionalmente no sé en qué está la cosa, sólo recuerdo que Uruguay compró dragaminas ex RDA en los 90, Brasil¡¿? Chile¿? Una cosa tan simple como una mina te fastidia todo. En San Carlos como si quisieran buscar con una red de pesca, no teníamos minas fondeadas porque sencillamente no teníamos medios . </p><p>Los Osprey fueron ya transferidos a Grecia, Turquia y Lituania-.</p><p></p><p>Saludos</p><p></p><p>Nota de hoy en REVISTA NAVAL </p><p>Algunas consideraciones sobre la Guerra de Minas</p><p>José Francisco Alcalde</p><p></p><p></p><p>Una de las mayores preocupaciones de los estrategas navales y de los planificadores de las operaciones marítimas es el mantenimiento de las líneas de comunicación propias limpias de toda amenaza.</p><p></p><p> </p><p>Mina de Orinque (Foto: RevistaNaval.com). </p><p></p><p>De todas las posibilidades que se barajan cuando se evalúa una amenaza, quizás sea el minado la más aterradora ya que implica un tipo de lucha en la que nunca se puede tener la seguridad absoluta de éxito. La propia arma en sí, su modo de despliegue, y sus capacidades destructivas, hacen que su neutralización sea un objetivo de primera magnitud.</p><p></p><p></p><p></p><p>Características de la Guerra de Minas</p><p></p><p>La guerra de minas tiene unas características muy peculiares que la hacen distinta a cualquier otra modalidad de combate naval existente:</p><p></p><p>La mina naval es relativamente fácil de fabricar y muy costosa de combatir para el que la sufre. No se necesitan grandes medios para su despliegue: un sencillo pesquero y la oscuridad de la noche pueden servir para sembrar de estos ingenios un punto de paso estratégico. </p><p>Para el que tiene que realizar la limpieza, el trabajo requiere de unos medios muy especializados y económicamente muy caros. Por si esto fuera poco, el factor tiempo es de gran importancia y es precisamente tiempo lo que no sobra, no se puede tener el tráfico propio cortado de manera indefinida mientras se realiza la limpieza y el dragado. </p><p>La mina es un ingenio que puede ser fondeado días -e incluso meses- antes de que se produzca el conflicto, esto complica mucho el posible seguimiento del elemento minador. Los distintos tipos de minas ofrecen además la posibilidad de seleccionar sus objetivos, con lo que el asunto se vuelve cada vez más problemático. </p><p>La mina es un ingenio relativamente barato, su relación coste-eficacia es elevada. Con una sola mina se puede dejar fuera de combate o, en el peor de los casos, hundir grandes unidades que cuestan cientos de millones de euros, por no hablar del enorme desgaste psicológico que este hecho supondría para las tripulaciones. </p><p>La gran variedad de modelos obliga a combatir las minas navales con el empleo de unos buques muy especializados, además deberán estar equipados con sistemas capaces de neutralizar por igual una mina de contacto, o magnética, o de presión, etc. Además, los buques dedicados a estos menesteres no están exentos de ser víctimas de estos insidiosos artefactos. Por ello, tanto en sus perfiles de diseño como durante su construcción, ha de procurarse dotar a estos buques de la mayor discreción posible, haciéndolos casi indetectables por las minas. </p><p>Dejar un canal de paso libre a la navegación no es tarea sencilla. Además de los medios antes citados, se requiere una dotación preparada técnica y mentalmente para enfrentarse a una labor tan ingrata y peligrosa como lo es la caza de minas. Es fácil suponer el enorme desgaste físico y psicológico de las tripulaciones que se dedican a esta tarea... ¡un error puede significar el desastre para el cazador o para los buques a los que se pretende proteger! </p><p>De lo dicho hasta ahora pudiera deducirse que no existe una solución definitiva a este grave problema, y que los buques de MCM (Medidas Contra Minas) son en cualquier caso inútiles. Nada más lejos de la realidad ya que, considerando esta filosofía, tampoco merecería la pena enfrentarse a un misil que se supone infalible.</p><p></p><p>La caza de minas es una tarea lenta y paciente que exige una precisión total. El factor humano (que no lo olvidemos, es quien conduce a las maquinas y sensores, y en última instancia, quien toma las decisiones) es el responsable directo del trabajo y de sus resultados. A veces la mala suerte, o la astucia de quien sembró las minas convierten la tarea de desminado en algo prácticamente interminable. Es el eterno juego del gato y el ratón.</p><p></p><p></p><p></p><p>Fuerzas de Medidas Contra Minas (MCM): ¿necesarias o escasas?</p><p></p><p> </p><p>Minador danés N43 Lindormen (Foto: RevistaNaval.com). </p><p></p><p>La pregunta es de difícil respuesta: ¿cuándo podemos saber si las fuerzas de que disponemos son las necesarias? ¿o cuándo nos quedamos cortos en el calculo?. Los buques MCM son tanto o más importantes para una fuerza naval como lo puedan ser los destructores, fragatas, etc. Una fuerza relativamente modesta puede causar gravísimos daños a otra superior en capacidades si ésta no está debidamente equipada para contrarrestar la amenaza.</p><p></p><p>Llegados a este punto tenemos que recordar que la guerra de minas tiene un componente ofensivo, a la vez que defensivo, muy marcado. Se siembran las minas para la defensa propia pero, al mismo tiempo, mediante este tipo de acción se puede estorbar el tráfico y colapsar las líneas de suministro del atacante bloqueando sus puertos. Esto obligaría a una división de las fuerzas de contraminado y una multiplicación de esfuerzos, con los subsiguientes trastornos de tiempo perdido y fatiga de las dotaciones.</p><p></p><p>Es por ello que las fuerzas MCM para ser creíbles han de poseer cierta entidad numérica de tal modo que protejan las propias líneas a la vez que proporcionan cobertura a una fuerza operativa superior.</p><p></p><p>La baja velocidad de marcha, el trabajo minucioso y por lo tanto necesariamente lento, y su escaso armamento, hacen muy vulnerables a este tipo de unidades, ya sea ante agresiones desde el aire o mediante misiles antibuque, o -cuando trabajan cerca de la costa- al fuego terrestre. Es por ello que deben confiar su protección a la propia fuerza de operaciones dentro de la zona de riesgo.</p><p></p><p></p><p></p><p>Algunos datos recientes...</p><p></p><p>Los recientes conflictos del Golfo Pérsico nos enseñan que no se debe menospreciar la amenaza alegremente, y que una fuerza poderosa no está libre de sufrir daños a manos de otra notoriamente inferior:</p><p></p><p>Durante el conflicto Iran-Iraq en los años 80, los ataques con misiles SSM contra los grandes petroleros estaban a la orden del día. Los daños eran cuantiosos y los norteamericanos decidieron enviar buques de guerra para proteger el tráfico en la zona. La llegada de los escoltas de la US Navy permitieron dar un cierto respiro a la situación. Pero las minas se cobraron entonces su peaje: la fragata Samuel B. Roberts, de patrulla por la zona, sufrió graves daños al chocar con una mina, al parecer fondeada durante la noche por un buque iraní en una zona aparentemente segura. A raiz de este incidente cambia radicalmente la estrategia y los buques MCM pasaron a ser esenciales en el conflicto. </p><p>En la operación Tormenta del Desierto de 1991, el crucero AEGIS Princeton y el buque de asalto anfibio Trípoli resultaron seriamente dañados por las minas iraquíes. Los daños ocasionados al crucero fueron tan grandes que incluso se consideró la posibilidad de no proceder a su reparación. En esta ocasión, el trabajo mancomunado de cazaminas norteamericanos, britanicos, y franceses no pudo evitar estos incidentes. </p><p>El reciente despliegue de ayuda humanitaria en el puerto iraqui de Um Qsar se vio retrasado durante varias semanas por la presencia de minas en la zona. Se emplearon buzos e incluso delfines adiestrados (esto último con resultados más propagandísticos que reales) para dejar limpio el canal, al tiempo que se capturaban varios buques y gabarras cargados de minas listas para ser fondeadas en los alrededores. </p><p></p><p></p><p>MCM en España</p><p></p><p> </p><p>Cazaminas Tambre (Foto: RevistaNaval.com). </p><p></p><p>El aumento constante de la amenaza, la sofisticación de las nuevas armas, y la carencia de medios modernos para combatirlas llevaron a la Armada a considerar la construcción de buques adecuados, dotados con lo último en tecnología de caza de minas.</p><p></p><p>Basados en sus formas exteriores en la clase Sandown británica, los cuatro cazaminas de la clase Segura son los primeros buques de la Armada cuyo casco ha sido construido enteramente en fibra y con características amagnéticas. Los 4 siguientes buques (de momento sólo se ha autorizado la construcción de 2 unidades, en estos momentos en construcción en el astillero de IZAR en Cartagena) deberían poseer capacidad de dragado, para poder suplir de esta forma a los ya más que amortizados dragaminas procedentes de la ayuda norteamericana, en servicio nada menos que desde los años 50 del siglo pasado, y cuyas dos últimas unidades serán dadas de baja el año próximo.</p><p></p><p>La mejora de la capacidad y de los medios disponibles coloca a España en una situación equiparable a la de las mejores flotas de la OTAN, al tiempo que permite su participación en tareas de desminado más allá de nuestras fronteras. Asimismo, la adaptación de la antigua corbeta Diana como buque de mando MCM aumenta la flexibilidad de la flotilla, proporcionando medios y apoyo para realizar con holgura su misión.</p><p></p><p>No obstante, seria conveniente, dada nuestra situación geográfica y nuestros compromisos internacionales, contar con al menos una docena de estos buques. Tecnología y posibilidades no nos faltan, el problema es, como siempre, el económico.</p><p></p><p></p><p></p><p>Conclusiones</p><p></p><p>La guerra de minas es y será una amenaza latente por muchos años. Los conflictos demuestran que incluso los grupos terroristas pueden acceder a estas armas y dañar los intereses económico-estratégicos en cualquier parte del mundo. Su bajo costo y su letalidad las hacen muy rentables para grupos con medios limitados. Su economía y facilidad de manejo, además de su perdurabilidad en el medio hace de estos ingenios un peligro sin fecha de caducidad.</p><p></p><p>Los medios modernos, aunque muy sofisticados y avanzados, en ocasiones no son suficientes para contrarrestar la amenaza. Es por tanto conveniente no bajar la guardia ante una amenaza que con razón es considerada como letal e insidiosa, ya que como enemigo que es, nunca se deja ver.</p><p></p><p>N de la R: Seria interesante poder contar con la opinión de todos aquellos que conozcan y puedan hablar de cómo es la gente que trabaja en los cazaminas, y sobre su perfil técnico y humano. Quedamos abiertos a estas opiniones que, sin duda, resultarán de gran interés para todos los lectores.</p><p></p><p></p><p>En esta imagen se aprecia la extraordinaria maniabrabilidad de los 4 cazaminas de la clase Segura actualmente en servicio. </p><p></p><p></p><p>José Francisco Alcalde</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="koinorr, post: 148274, member: 2417"] Aplico su célebre frase "y??? que tiene que ver la manteca con la vitina de cemento??..." Los TON eran de madera, los Lerici de Fibra de Vidrio, no es necesario ser adivino el por qué. Por otro lado es imposible que el mejor de nuestros equipos de sonar de buques de superficie tenga las cualidades del de un Crucero Aegis que se comió una mina en Tormenta del Desierto. Regionalmente no sé en qué está la cosa, sólo recuerdo que Uruguay compró dragaminas ex RDA en los 90, Brasil¡¿? Chile¿? Una cosa tan simple como una mina te fastidia todo. En San Carlos como si quisieran buscar con una red de pesca, no teníamos minas fondeadas porque sencillamente no teníamos medios . Los Osprey fueron ya transferidos a Grecia, Turquia y Lituania-. Saludos Nota de hoy en REVISTA NAVAL Algunas consideraciones sobre la Guerra de Minas José Francisco Alcalde Una de las mayores preocupaciones de los estrategas navales y de los planificadores de las operaciones marítimas es el mantenimiento de las líneas de comunicación propias limpias de toda amenaza. Mina de Orinque (Foto: RevistaNaval.com). De todas las posibilidades que se barajan cuando se evalúa una amenaza, quizás sea el minado la más aterradora ya que implica un tipo de lucha en la que nunca se puede tener la seguridad absoluta de éxito. La propia arma en sí, su modo de despliegue, y sus capacidades destructivas, hacen que su neutralización sea un objetivo de primera magnitud. Características de la Guerra de Minas La guerra de minas tiene unas características muy peculiares que la hacen distinta a cualquier otra modalidad de combate naval existente: La mina naval es relativamente fácil de fabricar y muy costosa de combatir para el que la sufre. No se necesitan grandes medios para su despliegue: un sencillo pesquero y la oscuridad de la noche pueden servir para sembrar de estos ingenios un punto de paso estratégico. Para el que tiene que realizar la limpieza, el trabajo requiere de unos medios muy especializados y económicamente muy caros. Por si esto fuera poco, el factor tiempo es de gran importancia y es precisamente tiempo lo que no sobra, no se puede tener el tráfico propio cortado de manera indefinida mientras se realiza la limpieza y el dragado. La mina es un ingenio que puede ser fondeado días -e incluso meses- antes de que se produzca el conflicto, esto complica mucho el posible seguimiento del elemento minador. Los distintos tipos de minas ofrecen además la posibilidad de seleccionar sus objetivos, con lo que el asunto se vuelve cada vez más problemático. La mina es un ingenio relativamente barato, su relación coste-eficacia es elevada. Con una sola mina se puede dejar fuera de combate o, en el peor de los casos, hundir grandes unidades que cuestan cientos de millones de euros, por no hablar del enorme desgaste psicológico que este hecho supondría para las tripulaciones. La gran variedad de modelos obliga a combatir las minas navales con el empleo de unos buques muy especializados, además deberán estar equipados con sistemas capaces de neutralizar por igual una mina de contacto, o magnética, o de presión, etc. Además, los buques dedicados a estos menesteres no están exentos de ser víctimas de estos insidiosos artefactos. Por ello, tanto en sus perfiles de diseño como durante su construcción, ha de procurarse dotar a estos buques de la mayor discreción posible, haciéndolos casi indetectables por las minas. Dejar un canal de paso libre a la navegación no es tarea sencilla. Además de los medios antes citados, se requiere una dotación preparada técnica y mentalmente para enfrentarse a una labor tan ingrata y peligrosa como lo es la caza de minas. Es fácil suponer el enorme desgaste físico y psicológico de las tripulaciones que se dedican a esta tarea... ¡un error puede significar el desastre para el cazador o para los buques a los que se pretende proteger! De lo dicho hasta ahora pudiera deducirse que no existe una solución definitiva a este grave problema, y que los buques de MCM (Medidas Contra Minas) son en cualquier caso inútiles. Nada más lejos de la realidad ya que, considerando esta filosofía, tampoco merecería la pena enfrentarse a un misil que se supone infalible. La caza de minas es una tarea lenta y paciente que exige una precisión total. El factor humano (que no lo olvidemos, es quien conduce a las maquinas y sensores, y en última instancia, quien toma las decisiones) es el responsable directo del trabajo y de sus resultados. A veces la mala suerte, o la astucia de quien sembró las minas convierten la tarea de desminado en algo prácticamente interminable. Es el eterno juego del gato y el ratón. Fuerzas de Medidas Contra Minas (MCM): ¿necesarias o escasas? Minador danés N43 Lindormen (Foto: RevistaNaval.com). La pregunta es de difícil respuesta: ¿cuándo podemos saber si las fuerzas de que disponemos son las necesarias? ¿o cuándo nos quedamos cortos en el calculo?. Los buques MCM son tanto o más importantes para una fuerza naval como lo puedan ser los destructores, fragatas, etc. Una fuerza relativamente modesta puede causar gravísimos daños a otra superior en capacidades si ésta no está debidamente equipada para contrarrestar la amenaza. Llegados a este punto tenemos que recordar que la guerra de minas tiene un componente ofensivo, a la vez que defensivo, muy marcado. Se siembran las minas para la defensa propia pero, al mismo tiempo, mediante este tipo de acción se puede estorbar el tráfico y colapsar las líneas de suministro del atacante bloqueando sus puertos. Esto obligaría a una división de las fuerzas de contraminado y una multiplicación de esfuerzos, con los subsiguientes trastornos de tiempo perdido y fatiga de las dotaciones. Es por ello que las fuerzas MCM para ser creíbles han de poseer cierta entidad numérica de tal modo que protejan las propias líneas a la vez que proporcionan cobertura a una fuerza operativa superior. La baja velocidad de marcha, el trabajo minucioso y por lo tanto necesariamente lento, y su escaso armamento, hacen muy vulnerables a este tipo de unidades, ya sea ante agresiones desde el aire o mediante misiles antibuque, o -cuando trabajan cerca de la costa- al fuego terrestre. Es por ello que deben confiar su protección a la propia fuerza de operaciones dentro de la zona de riesgo. Algunos datos recientes... Los recientes conflictos del Golfo Pérsico nos enseñan que no se debe menospreciar la amenaza alegremente, y que una fuerza poderosa no está libre de sufrir daños a manos de otra notoriamente inferior: Durante el conflicto Iran-Iraq en los años 80, los ataques con misiles SSM contra los grandes petroleros estaban a la orden del día. Los daños eran cuantiosos y los norteamericanos decidieron enviar buques de guerra para proteger el tráfico en la zona. La llegada de los escoltas de la US Navy permitieron dar un cierto respiro a la situación. Pero las minas se cobraron entonces su peaje: la fragata Samuel B. Roberts, de patrulla por la zona, sufrió graves daños al chocar con una mina, al parecer fondeada durante la noche por un buque iraní en una zona aparentemente segura. A raiz de este incidente cambia radicalmente la estrategia y los buques MCM pasaron a ser esenciales en el conflicto. En la operación Tormenta del Desierto de 1991, el crucero AEGIS Princeton y el buque de asalto anfibio Trípoli resultaron seriamente dañados por las minas iraquíes. Los daños ocasionados al crucero fueron tan grandes que incluso se consideró la posibilidad de no proceder a su reparación. En esta ocasión, el trabajo mancomunado de cazaminas norteamericanos, britanicos, y franceses no pudo evitar estos incidentes. El reciente despliegue de ayuda humanitaria en el puerto iraqui de Um Qsar se vio retrasado durante varias semanas por la presencia de minas en la zona. Se emplearon buzos e incluso delfines adiestrados (esto último con resultados más propagandísticos que reales) para dejar limpio el canal, al tiempo que se capturaban varios buques y gabarras cargados de minas listas para ser fondeadas en los alrededores. MCM en España Cazaminas Tambre (Foto: RevistaNaval.com). El aumento constante de la amenaza, la sofisticación de las nuevas armas, y la carencia de medios modernos para combatirlas llevaron a la Armada a considerar la construcción de buques adecuados, dotados con lo último en tecnología de caza de minas. Basados en sus formas exteriores en la clase Sandown británica, los cuatro cazaminas de la clase Segura son los primeros buques de la Armada cuyo casco ha sido construido enteramente en fibra y con características amagnéticas. Los 4 siguientes buques (de momento sólo se ha autorizado la construcción de 2 unidades, en estos momentos en construcción en el astillero de IZAR en Cartagena) deberían poseer capacidad de dragado, para poder suplir de esta forma a los ya más que amortizados dragaminas procedentes de la ayuda norteamericana, en servicio nada menos que desde los años 50 del siglo pasado, y cuyas dos últimas unidades serán dadas de baja el año próximo. La mejora de la capacidad y de los medios disponibles coloca a España en una situación equiparable a la de las mejores flotas de la OTAN, al tiempo que permite su participación en tareas de desminado más allá de nuestras fronteras. Asimismo, la adaptación de la antigua corbeta Diana como buque de mando MCM aumenta la flexibilidad de la flotilla, proporcionando medios y apoyo para realizar con holgura su misión. No obstante, seria conveniente, dada nuestra situación geográfica y nuestros compromisos internacionales, contar con al menos una docena de estos buques. Tecnología y posibilidades no nos faltan, el problema es, como siempre, el económico. Conclusiones La guerra de minas es y será una amenaza latente por muchos años. Los conflictos demuestran que incluso los grupos terroristas pueden acceder a estas armas y dañar los intereses económico-estratégicos en cualquier parte del mundo. Su bajo costo y su letalidad las hacen muy rentables para grupos con medios limitados. Su economía y facilidad de manejo, además de su perdurabilidad en el medio hace de estos ingenios un peligro sin fecha de caducidad. Los medios modernos, aunque muy sofisticados y avanzados, en ocasiones no son suficientes para contrarrestar la amenaza. Es por tanto conveniente no bajar la guardia ante una amenaza que con razón es considerada como letal e insidiosa, ya que como enemigo que es, nunca se deja ver. N de la R: Seria interesante poder contar con la opinión de todos aquellos que conozcan y puedan hablar de cómo es la gente que trabaja en los cazaminas, y sobre su perfil técnico y humano. Quedamos abiertos a estas opiniones que, sin duda, resultarán de gran interés para todos los lectores. En esta imagen se aprecia la extraordinaria maniabrabilidad de los 4 cazaminas de la clase Segura actualmente en servicio. José Francisco Alcalde [/QUOTE]
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