Crece el malestar militar con Obama
Le cuestionan la demora en decidir si envía o no más tropas a Afganistán y la "excesiva" influencia de los asesores políticos en su gestión.
WASHINGTON.- Pasan las semanas y la ansiedad crece en torno a una cuestión central en materia de defensa: ¿enviará o no el presidente Barack Obama a más soldados a la trinchera en Afganistán?
La duda, con cierto resabio de presión para el flamante premio Nobel de la Paz, encierra también una crítica, mientras crecen las voces, especialmente entre los militares, que sostienen que el presidente está "demorando demasiado" su decisión. Y que critican su falta de determinación.
"Los terroristas afganos empiezan a ver cierta debilidad tras tanta dilación", dijo, días atrás, Thomas Tradewell, jefe de la asociación Veteranos de Guerras en el Exterior (VFW, por sus siglas en inglés), que representa a 1,5 millones de militares.
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.Fue una de las expresiones más duras del sector castrense que escuchó en estos días Obama. Pero no la única. En sus nueve meses de gestión, el mandatario ha tenido ya varios roces con el ejército, como consecuencia del giro de la actual Casa Blanca respecto de políticas anteriores. Uno de ellos tiene que ver con el ajuste de los presupuestos militares, generosos en la era de su predecesor, George W. Bush. Otro tiene que ver con el cambio de política que quiere adoptar Obama respecto de los gays en las fuerzas armadas.
El diario The New York Times citó en los últimos días a varios oficiales de alto rango que insistieron en que existe cierta preocupación por la lentitud del presidente para tomar decisiones. También se mostraron molestos por el hecho de que Obama ya esté revisando una estrategia militar que anunció en marzo y por la "excesiva" influencia de sus asesores políticos en la cuestión.
"La tormenta ha estallado [...]. La gente es consciente de que algo se está gestando", dijo Nathaniel C. Fick, un ex oficial de infantería que asesoró a Obama durante la campaña presidencial de 2008.
Desafíos
Actualmente, el presidente enfrenta desafíos en las dos guerras que libra Estados Unidos. Por un lado, decidir si envía o no más tropas a Afganistán. Por el otro, definir el curso de su anunciado retiro de tropas de Irak. Ayer mismo Obama ratificó su promesa de traer de vuelta todas las tropas de combate en ese país para fines de agosto. En su momento, la oposición republicana consideró esa opción "impracticable y peligrosa".
La idea de Obama es que un remanente de tropa permanezca en el país árabe hasta fines de 2011, pero no para combatir sino para realizar tareas de contrainsurgencia y de apoyo a la seguridad. "Es bueno ver que en Irak podemos empezar a hablar de otras cosas y no sólo de la guerra", dijo ayer Obama al recibir al premier iraquí Nouri al-Maliki.
El dirigente vino a Washington para participar en una conferencia destinada a impulsar los negocios internacionales e inversiones en Irak, donde una guerra de seis años ha devastado la infraestructura, las fábricas y el sector petrolero.
A todo esto, el anuncio sobre Afganistán se demora. "Estamos haciendo un análisis muy concienzudo de la situación para entrar en la etapa de las decisiones", dijo la secretaria de Estado, Hillary Clinton. De este modo, se hizo eco de las críticas que hablan de un mensaje de debilidad tras la dilación de una decisión que, días atrás, fuentes de la Casa Blanca daban como inminente.
El escenario parece haberse complicado, sin embargo, con la evidencia de que habrá que ir a nuevas elecciones en Afganistán. Y eso pone un enorme signo de interrogación sobre quién podría llegar a ser el socio de los Estados Unidos en Kabul.
Las aguas no parecen estar del todo claras. En estos días ha trascendido que no todo el frente militar coincide en la necesidad de enviar 40.000 soldados más, como pide el comandante de operaciones, Stanley McChrystal.
Y, por el contrario, hay quien asegura que dentro del consejo asesor de Obama hay quien piensa que sí es necesario un refuerzo de ese tipo. Pero poco más se sabe: si algo ha pedido el presidente es discreción absoluta sobre las reuniones de consulta que mantiene en su despacho.
Otro de los temores es que se vea presionado por el Premio Nobel de la Paz que acaban de entregarle.
Con un Premio Nobel atribuido "por sus esfuerzos a favor de la paz y la cooperación entre los pueblos", Obama puede "tropezar con más dificultades para anunciar un importante refuerzo de la guerra en Afganistán, declaró Marina Ottaway, del grupo Carnegie, de reflexión sobre la paz.
"Con amigos como el Comité del Premio Nobel, Obama no precisa enemigos", resumió Thomas Mann, experto en el Brookings Institution.
Otro roce con las fuerzas armadas se planteó hace pocos días, cuando hubo cierto disgusto por la promesa presidencial de revisar restricciones existentes para el ingreso de homosexuales en el ejército. "Prometo cambiar eso", dijo el presidente, en relación con el "No digas, no preguntes", establecido por Bill Clinton.
La pauta condiciona el ingreso de homosexuales al compromiso de que no hagan pública su condición. Del otro lado, el compromiso es "no preguntar".
Infobae