Estimados amigos foristas, tengo una frase en la mochila que dice: "
buena suerte no es buen criterio necesariamente", (ya no sé si es mía, creo que sí); lo repetía en algunas oportunidades cuando finalizando alguna actividad operacional, y en el repaso de las acciones, se daban esas situaciones.
No obstante ocurre que
uno también va aprendiendo de sus errores ya que es víctima de ellos.
Por ejemplo, recuerdo (me contaron) un lanzamiento en paracaídas de apertura manual que debía efectuarse de día y por distintas circunstancias se iba aplazando hasta llegada la noche. Dado que iba a ser un lanzamiento diurno los altímetros no eran los iluminados, entonces un Jefe de Sección de Comandos joven y algo impetuoso decidió continuar con el adiestramiento y ejecutar el lanzamiento y calcular la apertura de los paracaídas mediante un conteo numérico (mil uno, mil dos, mil tres... mil diez) dado la oscuridad de la noche. Uno de los comandos más viejos,que había visto los ensayos y oficiaba de control, se retiró un momento y volvió al rato entregando unas pequeñas luces de cyalumen -de las que se usan para pesca- y cinta transparente para ajustarlos a los altímetros (cosas que llevaba en su vetusta mochila). Finalmente saltaron y todos abriendo a la altura indicada, ya de vuelta el suboficial llamó aparte al Jefe de Sección y le susurró:
"-Jefe, usemos la cabeza para pensar, en la guerra una improvisación así puede costar una vida o una misión".
Es un aspecto vital en las organizaciones especiales el monitoreo de los que más experiencia tienen tanto en el entrenamiento como en las operaciones, (en el caso de los comandos) normalmente esta potestad descansa en los suboficiales con más continuidad en las secciones/grupos de asalto.
En las organizaciones de tipo militar, con el tiempo uno adquiere esa mirada prudente y desapasionada para cumplir las tareas impuestas, y aunque siempre hay ajustes a la hora de operar realmente, esta es una ventaja que
no tiene un elemento policial que se emplea casi cotidianamente en situaciones de crisis.
Aquí entonces se pueden introducir tres herramientas para minimizar los riesgos:
1- Un sistema de planeamiento común, estandarizado.
2- Un sistema de Procedimientos Operativos Normales (PON).
3- Una concienzuda revisión post-acción (historia) de lo actuado.
Estas, ayudarán a evitar desvíos graves y posibilitarán restringir las posibilidades de una actitud impetuosa y desmedida por parte del elemento.