No se si te sirva , pero como dijeron , los comandos argentinos no se consolidan como tal hasta Malvinas.
En cuanto a equipo, uniformes y armas no distaban mucho de otros infantes del EA.
Comando del EA en un campamento (capturado) del ERP (1975-Operativo Independencia).
Según relata Ricardo Burzaco en
"Infierno en el monte tucumano", a mediados de 1975 finalizó el curso de “Comandos” correspondiente a ese año. A instancias de su oficial instructor, el Mayor Mohamed Alí Seineldín, se elevó al alto mando la solicitud de que la última etapa de entrenamiento, se llevase a cabo en la Zona de Operaciones.
Provista de ropa de camouflage, borceguíes negros, boina verde y un sofisticado armamento consistente en fusiles FAL calibre 7,62 NATO, ametralladoras MAG, lanzacohetes, granadas, equipo de comunicaciones de última generación y puñales, los efectivos se trasladaron a la base aérea de El Palomar donde abordaron un avión Hércules C-130 en el que partieron rumbo al Teatro de Operaciones.
El terreno en el que se disponían a operar no les era del todo desconocido ya que, parte de su entrenamiento había tenido lugar en las selvas de Misiones y en el Delta del Paraná, con largas travesías por la jungla, “operaciones de asalto”, emboscadas y pruebas de buceo en las que pusieron a prueba su entereza física y resistencia corporal.
La Compañía llegó a Tucumán luciendo uniforme verde oliva e insignias de grado, como las tropas regulares que combatían desde 1974, debido a que el aeropuerto se hallaba bajo permanentemente vigilancia por parte del ERP y su aliado y se temía que pudiesen ser detectados.
Siguiendo directivas superiores, una vez en tierra su jefe, el Mayor Seineldín, se presentó ante el general Vilas para coordinar las acciones e implementar un cambio de tácticas consistente en patrullas por la fronda, desde el monte hacia los centros poblados, es decir, a la inversa de lo que se venía practicando desde comienzos de la guerra. Para ello, fue trazado sobre el mapa un rectángulo que abarcaba la zona de operaciones, con su frente en la Ruta Nacional Nº 9 y los contrafuertes sobre las sierras del Aconquija.
La primera misión de los Comandos se puso en marcha al día siguiente de su llegada, cuando la compañía, integrada por su jefe, su plana mayor, el grupo de apoyo y tres secciones de asalto (50 hombres en total), abordó diez helicópteros Bell UH-1H y partió en vuelo nocturno hacia la Zona de Operaciones.
Las aeronaves enfilaron hacia el sur, doblando luego hacia el oeste con la idea de rodear los cerros y aterrizar, aún de noche, en el área señalada para introducirse inmediatamente en la espesura.
Los helicópteros descendieron a pocos centímetros del suelo y los Comandos saltaron a tierra para dispersarse por el sector al mejor estilo VietNam, muy cerca del lecho seco de un arroyo.
Reagrupados en el punto establecido durante la planificación de la misión, las Tropas Especiales se introdujeron en la selva, en busca de los campamentos del enemigo mientras los aparatos se alejaban. Si llegaban a entrar en combate y el mismo se tornaba intenso, debían solicitar apoyo de artillería cuyos cañones Oto Melara de 105 mm. aguardaban listos en cercanías de Famaillá.
La misión se prolongó tres días, al cabo de los cuales, los comandos fueron reabastecidos mediante helicópteros, para permanecer otras tres jornadas en el área. En la oportunidad, el Mayor Seineldín reunió a sus jefes de sección y les comunicó que, a efectos de no delatar su presencia, la entrega de víveres se suspendería, no así la misión, ya que era prácticamente seguro que el paso de las aeronaves pondría en sobre aviso a las fuerzas del ERP.
Impartida la directiva, se dispuso el racionamiento de los alimentos como para consumirlos con moderación a lo largo de las diez jornadas que quedaban por delante y evitar el reabastecimiento.
En esa primera misión, nuestras tropas de elite descubrieron varios campamentos en los que incautaron armas, documentación e indumentarias. Trece días después, regresaron a Famaillá satisfechos por el deber cumplido aunque un tanto decepcionados por no haber entrado en contacto con el enemigo. Había sido una marcha realmente extenuante en la que cada integrante de la compañía perdió entre 8 y 10 kilogramos de peso.
El bautismo de fuego de los Comandos tuvo lugar en el mes de octubre, al oeste de Famaillá, durante su segunda misión de patrulla, cuando en una serie de enfrentamientos, breves pero intensos, lograron abatir a numerosos guerrilleros y capturar otros campamentos. Mientras tanto, en Campo de Mayo, al norte de Buenos Aires, otras secciones de la 601 completaban su entrenamiento y se preparaban para marchar al frente con el objeto de relevar a sus compañeros. Las mismas, integradas por 30 efectivos, terminaban su período instrucción intensiva, al término de los cuales, se dispuso el primer recambio (diciembre), el primero de una serie que se prolongó hasta el fin de la contienda, constituyendo un arma novedosa y eficaz.