Historia de los Supermarine Spitfire en la Argentina.
Hablar del Spitfire contando sus performance e historia sería ser redundante ya que es harto conocido por todos los amantes de los aviones de combate de la SGM, por ello sólo me detendré en lo que interesa de esto… la historia casi desconocida de tres ejemplares de Spitfire en nuestro país.
Tras finalizar la guerra muchas fuerzas aéreas del mundo incorporaron diversas cantidades de material inglés entre ellos el famoso producto de Reginald J.Mitchell, nuestro país que por varios motivos estaba vinculado a Inglaterra estuvo a punto de pasar a ser una más de las fuerzas aéreas que equipara este hermoso avión.
Antecedentes
Recordemos uqe Argentina mantuvo casi todo el conflicto una posición nominalmente neutral, aunque no era ningún secreto que el régimen del General Perón simpatizaba con las potencias del EJE, a tal punto que sólo se le declaró la guerra a Alemania pocas semanas antes del armisticio, obligado por las cada vez mayores presiones de tipo político y económico que EE.UU. ejercía con firmeza. Esta neutralidad tuvo en el ámbito aeronáutico una consecuencia poco deseada, pues no nos vimos beneficiados por el reparto de material de vuelo que los yonis hicieron a sus aliados una vez finalizada la guerra, una negativa que no solamente incluía las donaciones sino que bloqueaba sistemáticamente todos los pedidos de compra hechos por parte del gobierno Argentino.
Por otro lado mantuvimos una posición de país exportador de alimentos y materias primas a Inglaterra, lo que generó una enorme deuda económica de este país hacia el nuestro; lo que unido a la negativa de EE.UU. de vendernos material aeronáutico, puso en una posición excelente a Gran Bretaña, la que pagó gran parte de su deuda con aviones. Así llegaron a Argentina gran cantidad de máquinas de todo tipo, tanto de uso civil como militar, notándose esta presencia muy especialmente en la flamante Fuerza Aérea Argentina, la que se convirtió en una de las más poderosas del continente gracias al material recibido entre 1946 y 1950.
En lo que hace a los aviones de caza nuestro país adquirió en mayo un centenar de reactores Gloster Meteor Mk. IV en mayo de 1947, pero simultáneamente había realizado un pedido por una importante cantidad de cazas de motores alternativos para lo cual calificaba perfectamente el Spitfire. Aunque luego la compra recayó sobre los cazas italianos Fiat G-55A y G-55B, tanto el gobierno inglés como el representante de la fábrica Supermarine trajeron a la Argentina sendos ejemplares de Spitfire para su evaluación que junto al ejemplar de Jaime Storey conformó el trío argentino que nos ocupa.
Avión Nº 1
El 2 de junio de 1943 el Air Ministry adjudicó a la Supermarine el contrato para construir 600 Spitfire LF.VIII. Poco después fue modificado construyéndose como parte del mismo contrato 219 Spitfire PR.XI entre ellos el PL972. Este fue recibido por la Unidad de Mantenimiento 9 de la RAF el 9 de octubre de 1944 y permaneció en reserva hasta el 7 de febrero de 1945 cuando fue incorporado a la base RAF Benson, luego de pocas horas de empleo fue enviado a la 6.MU donde fue nuevamente almacenado con sólo 20 horas de tiempo total de vuelo.
El otro protagonista de esta historia es Jaime Storey, piloto descendiente de una familia inglesa radicada en Santa Fé. Al iniciarse las hostilidades Storey se trasladó a Londres donde se incorpora a la Royal Air Force y vuela Spitfire. Al terminar la guerra es dado de baja y regresa a su ciudad natal Rosario, de vuelta a su vida civil. En 1946 con el gobierno del Gral. Perón en marcha y una política de expansión industrial del país que prometía buenos negocios, Storey decide incursionar en el campo de la fotografía aérea comercial con sus miras puestas en los vuelos de relevamiento aerofotográfico que el gobierno proyectaba realizar en los límites con Chile. Para ello decidió comprar en Inglaterra un avión de este tipo adecuado especialmente. En enero de 1947 se pone en contacto con el Air Ministry, estos considerando los antecedentes de Storey y su propio interés de por vender Spitfire a la Argentina, acceden a la venta, adjudicándole el PL972, de reconocimiento fotográfico equipado con el Merlin 70 de 1750 hp. se le instalaron tres cámaras fotográficas Williamson F.24/F8 dos verticales y una oblicua y un tanque suplementario de 170 galones. Lo más notable es que Storey decide traer al avión en vuelo hasta Argentina, para ello pidió autorización para acompañar en formación un avión de la línea British South American, lo que le fue concedido.
Acompañando al Avro York de B.S.A.A. en el cruce del Atlántico desde Dakar hasta Natal (8 horas y media de vuelo)
A su arribo a Morón se aprecia el tanque suplementario instalado bajo el fuselaje
Jaime Storey junto a su Spit LV-NMZ
Storey partió de Londres el 29 de abril de 1947, volando hasta Gilbraltar y luego de ahí hasta Dakkar en la costa africana. Allí esperó al Avro York de la B.S.A.A y el 5 de mayo realizó el cruce del Atlántico, acompañando al avión de línea por más de 8 horas hasta arribar a Natal en Brasil, el 7 de mayo arribó al aeródromo de Morón, luego de realizar escalas en Río de Janeiro y Montevideo. El avión fue inscripto en Argentina con la matrícula civil LV-NMZ.
El negocio proyectado tropezó con diversas trabas burocráticas por lo que este avión voló relativamente poco. Entre sus vuelos se destacan Unir Buenos Aires con Santiago de Chile en tiempo récord a principios de 1948, marca que se superó recién a principios de los 60 con un Caravelle de AR. Y participó en la busqueda del Lancastrian “Star Dust” matrícula G-AGWH que se extravió el 3 de agosto de 1947, de cuyo piloto, el comandante Reginald Cook, había sido compañero en la RAF.
En el Instituto Aerotécnico en 1949
A finales de 1948 le es expropiada la máquina y se lo traslada a la EAMC para luego ser entregada al Instituto Aerotécnico, donde fue volado por varios de los pilotos de pruebas, realizando evaluaciones comparativas con el único Fiat G-59 que contaba la FAA. Podían verse sobre Córdoba las evoluciones de un avión con alas elípticas y otro con trapezoidales. Se utilizó también como avión de seguimiento para las pruebas a realizarse con una bomba cohete lanzada desde un Calquín, para ello se le adicionó una cámara cinematográfica, para esto se reemplazó el parabrisas curvo por uno plano que pertenecía al segundo Spitfire depositado en la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea.
Un problema en el motor cuando realizaba un vuelo de pruebas a los mandos del piloto del Instituto Aerotécnico Luis Valloni, realizó un aterrizaje de emergencia sin tren de aterrizaje, el avión resultó con daños menores pero nunca se lo reparó. Guardado en el aeródromo de la fábrica aguardó su destino final, al poco tiempo se lo dio de baja y se lo vendió para fundición previo desguace.
Continuará...
Fuentes:
Revista “Aeroespacio” – nota de Atilio Marino
Revista “Pista 18” – nota de Francisco Halbritter
Hablar del Spitfire contando sus performance e historia sería ser redundante ya que es harto conocido por todos los amantes de los aviones de combate de la SGM, por ello sólo me detendré en lo que interesa de esto… la historia casi desconocida de tres ejemplares de Spitfire en nuestro país.
Tras finalizar la guerra muchas fuerzas aéreas del mundo incorporaron diversas cantidades de material inglés entre ellos el famoso producto de Reginald J.Mitchell, nuestro país que por varios motivos estaba vinculado a Inglaterra estuvo a punto de pasar a ser una más de las fuerzas aéreas que equipara este hermoso avión.
Antecedentes
Recordemos uqe Argentina mantuvo casi todo el conflicto una posición nominalmente neutral, aunque no era ningún secreto que el régimen del General Perón simpatizaba con las potencias del EJE, a tal punto que sólo se le declaró la guerra a Alemania pocas semanas antes del armisticio, obligado por las cada vez mayores presiones de tipo político y económico que EE.UU. ejercía con firmeza. Esta neutralidad tuvo en el ámbito aeronáutico una consecuencia poco deseada, pues no nos vimos beneficiados por el reparto de material de vuelo que los yonis hicieron a sus aliados una vez finalizada la guerra, una negativa que no solamente incluía las donaciones sino que bloqueaba sistemáticamente todos los pedidos de compra hechos por parte del gobierno Argentino.
Por otro lado mantuvimos una posición de país exportador de alimentos y materias primas a Inglaterra, lo que generó una enorme deuda económica de este país hacia el nuestro; lo que unido a la negativa de EE.UU. de vendernos material aeronáutico, puso en una posición excelente a Gran Bretaña, la que pagó gran parte de su deuda con aviones. Así llegaron a Argentina gran cantidad de máquinas de todo tipo, tanto de uso civil como militar, notándose esta presencia muy especialmente en la flamante Fuerza Aérea Argentina, la que se convirtió en una de las más poderosas del continente gracias al material recibido entre 1946 y 1950.
En lo que hace a los aviones de caza nuestro país adquirió en mayo un centenar de reactores Gloster Meteor Mk. IV en mayo de 1947, pero simultáneamente había realizado un pedido por una importante cantidad de cazas de motores alternativos para lo cual calificaba perfectamente el Spitfire. Aunque luego la compra recayó sobre los cazas italianos Fiat G-55A y G-55B, tanto el gobierno inglés como el representante de la fábrica Supermarine trajeron a la Argentina sendos ejemplares de Spitfire para su evaluación que junto al ejemplar de Jaime Storey conformó el trío argentino que nos ocupa.
Avión Nº 1
El 2 de junio de 1943 el Air Ministry adjudicó a la Supermarine el contrato para construir 600 Spitfire LF.VIII. Poco después fue modificado construyéndose como parte del mismo contrato 219 Spitfire PR.XI entre ellos el PL972. Este fue recibido por la Unidad de Mantenimiento 9 de la RAF el 9 de octubre de 1944 y permaneció en reserva hasta el 7 de febrero de 1945 cuando fue incorporado a la base RAF Benson, luego de pocas horas de empleo fue enviado a la 6.MU donde fue nuevamente almacenado con sólo 20 horas de tiempo total de vuelo.
El otro protagonista de esta historia es Jaime Storey, piloto descendiente de una familia inglesa radicada en Santa Fé. Al iniciarse las hostilidades Storey se trasladó a Londres donde se incorpora a la Royal Air Force y vuela Spitfire. Al terminar la guerra es dado de baja y regresa a su ciudad natal Rosario, de vuelta a su vida civil. En 1946 con el gobierno del Gral. Perón en marcha y una política de expansión industrial del país que prometía buenos negocios, Storey decide incursionar en el campo de la fotografía aérea comercial con sus miras puestas en los vuelos de relevamiento aerofotográfico que el gobierno proyectaba realizar en los límites con Chile. Para ello decidió comprar en Inglaterra un avión de este tipo adecuado especialmente. En enero de 1947 se pone en contacto con el Air Ministry, estos considerando los antecedentes de Storey y su propio interés de por vender Spitfire a la Argentina, acceden a la venta, adjudicándole el PL972, de reconocimiento fotográfico equipado con el Merlin 70 de 1750 hp. se le instalaron tres cámaras fotográficas Williamson F.24/F8 dos verticales y una oblicua y un tanque suplementario de 170 galones. Lo más notable es que Storey decide traer al avión en vuelo hasta Argentina, para ello pidió autorización para acompañar en formación un avión de la línea British South American, lo que le fue concedido.
Acompañando al Avro York de B.S.A.A. en el cruce del Atlántico desde Dakar hasta Natal (8 horas y media de vuelo)
A su arribo a Morón se aprecia el tanque suplementario instalado bajo el fuselaje
Jaime Storey junto a su Spit LV-NMZ
Storey partió de Londres el 29 de abril de 1947, volando hasta Gilbraltar y luego de ahí hasta Dakkar en la costa africana. Allí esperó al Avro York de la B.S.A.A y el 5 de mayo realizó el cruce del Atlántico, acompañando al avión de línea por más de 8 horas hasta arribar a Natal en Brasil, el 7 de mayo arribó al aeródromo de Morón, luego de realizar escalas en Río de Janeiro y Montevideo. El avión fue inscripto en Argentina con la matrícula civil LV-NMZ.
El negocio proyectado tropezó con diversas trabas burocráticas por lo que este avión voló relativamente poco. Entre sus vuelos se destacan Unir Buenos Aires con Santiago de Chile en tiempo récord a principios de 1948, marca que se superó recién a principios de los 60 con un Caravelle de AR. Y participó en la busqueda del Lancastrian “Star Dust” matrícula G-AGWH que se extravió el 3 de agosto de 1947, de cuyo piloto, el comandante Reginald Cook, había sido compañero en la RAF.
En el Instituto Aerotécnico en 1949
A finales de 1948 le es expropiada la máquina y se lo traslada a la EAMC para luego ser entregada al Instituto Aerotécnico, donde fue volado por varios de los pilotos de pruebas, realizando evaluaciones comparativas con el único Fiat G-59 que contaba la FAA. Podían verse sobre Córdoba las evoluciones de un avión con alas elípticas y otro con trapezoidales. Se utilizó también como avión de seguimiento para las pruebas a realizarse con una bomba cohete lanzada desde un Calquín, para ello se le adicionó una cámara cinematográfica, para esto se reemplazó el parabrisas curvo por uno plano que pertenecía al segundo Spitfire depositado en la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea.
Un problema en el motor cuando realizaba un vuelo de pruebas a los mandos del piloto del Instituto Aerotécnico Luis Valloni, realizó un aterrizaje de emergencia sin tren de aterrizaje, el avión resultó con daños menores pero nunca se lo reparó. Guardado en el aeródromo de la fábrica aguardó su destino final, al poco tiempo se lo dio de baja y se lo vendió para fundición previo desguace.
Continuará...
Fuentes:
Revista “Aeroespacio” – nota de Atilio Marino
Revista “Pista 18” – nota de Francisco Halbritter