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federicobarbarroja
La ofensiva involucra especialmente a Brasil, Chile y Venezuela. Incluso Bolivia ha decidido entrar en esta carrera con el argumento de defender sus fronteras. El mayor proveedor es Rusia. Argentina, en cambio, sigue con un gasto reducido.
Por: Marcelo Cantelmi
Brasil le acaba de encargar cinco submarinos, incluyendo uno nuclear a Francia, que los construirá en un astillero especial a edificar en el país sudamericano. Venezuela ha adquirido armamento de alto nivel en los últimos dos años incluyendo aviones, helicópteros, lanchas rápidas y decenas de miles de fusiles. También la empobrecida Bolivia se ha sumado a este tren a toda velocidad con un gasto de cien millones de dólares, que si se calcula sobre su PBI seria equivalente a si Argentina liquidara 3.000 millones de dólares en armamentos.
Chile que hace tiempo dedica una buena cuota de lo que recauda con sus ventas de cobre a las fuerzas armadas, también se está rearmando. La cereza de la torta es Colombia, que recibe la mayor ayuda militar norteamericana después de Israel y Egipto por el llamado Plan Colombia. Y que acaba de acordar la instalación de tropa y equipos de EE.UU. en siete de sus bases y cuarteles, en un paso que ha escaldado las espaldas de todos los gobiernos de la región.
Pero el primer impacto, sin reducir la importancia de sus consecuencias, lo produce el torrente de dinero que se quema en esta tarea. Según el prestigioso SIPRI, el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo, la inversión militar sudamericana fue de 34.100 millones de dólares en 2008. Pero otras fuentes, como el Centro de Estudios Nueva Mayoría de Buenos Aires, elevan esa gasto a la friolera de 51.110 millones de dólares. Esto implicaría un alza de poco más de 30% con relación a 2007.
Lo más asombroso de este derrame de dinero, es la crisis de prioridades que revela. Bolivia anunció este mes que comprará armamento y aviones con el argumento de proteger sus fronteras y luchar contra el narcotráfico. La Paz intentó adquirir aviones Alca checos y helicópteros Bell UH en EE.UU. pero Washington lo vetó. El vicepresidente Alvaro García Linera dijo que Bolivia tiene fondos suficientes y hasta habló de dignidad. La intención es invertir US$ 100 millones y el beneficiario sería Rusia, donde ya se han firmado cartas de crédito.
La novedad preocupó a Paraguay, que demandó explicaciones. Así como los peruanos que se muestran al menos inquietos (tanto como los bolivianos) por los pasos de sus vecinos chilenos. Las FF.AA. del país trasandino recibirán este año US$ 364 millones extra para compra de armas. Ese dinero se suma a los cerca de US$ 2.800 millones ahorrados sólo para esos fines. Los chilenos tienen ya dos nuevos submarinos, le han podido comprar cazas F-16 a EE.UU. y su ejército cuenta con 400 blindados y, entre sus joyas, 350 tanques Leopard, un objeto de deseo para casi toda la milicia regional.
Argentina tiene un gasto paupérrimo en el rubro, por debajo del 1% de su producto. Pero el vecino Brasil encabeza la lista de los que más invierte, casi la mitad del presupuesto total de la región, aunque aún así está lejos de ser una potencia militar.
La última gran operación del gobierno de Lula es la compra a Francia de 4 submarinos y la construcción de otro nuclear. Se trata de submarinos Scopene convencionales, que la francesa DCNS ya ha vendido a Chile, Malasia e India. Es una operación de 8.500 millones de dólares, con el nuclear incluido. El paquete agrega además la compra de 51 helicópteros EC-725 concebidos para el transporte de tropas y para operaciones de rescate en combate. París también negocia vender a la Fuerza Aérea brasileña 36 aviones caza.
Venezuela aminoró las compras este año, pero viene de rearmarse en China y Rusia donde encargó 24 cazas multifuncionales Sukhoi Su-30MKV, 38 helicópteros de distintos tipos, 100 mil fusiles de asalto AK-103, los famosos Kalashnikov cuya licencia de fabricación ya tiene también para los cartuchos. Son cerca de 3 mil millones de dólares invertidos en esta aventura. Hay también ahí lanchas patrulleras y aviones de transporte.
La busqueda de proveedores orientales o asiáticos es porque EE.UU. se niega a traspasar armamento moderno a varios de estos países. Washington sí lo hace con Colombia donde vuelan los temibles y carísimos helicópteros Blackhawk y los Bell. Colombia ha recibido ya US$ 6.000 millones como parte del Plan Colombia de asistencia militar.
Ese despliegue, que convirtió al país sudamericano en el tercero después de Israel y Egipto en la recepción de asistencia norteamericana, es lo que en parte gatilla la carrera armamentista, esencialmente en el caso venezolano. Un síndrome que se ha acelerado con el acuerdo para la instalación de las siete bases militares de EE.UU. Brasil también está reaccionando a este nuevo espectro por considerarse el principal afectado de la acción del Pentágono en Colombia. Y no se equivoca.
http://www.clarin.com/diario/2009/08/23/elmundo/i-01983781.htm
Por: Marcelo Cantelmi
Brasil le acaba de encargar cinco submarinos, incluyendo uno nuclear a Francia, que los construirá en un astillero especial a edificar en el país sudamericano. Venezuela ha adquirido armamento de alto nivel en los últimos dos años incluyendo aviones, helicópteros, lanchas rápidas y decenas de miles de fusiles. También la empobrecida Bolivia se ha sumado a este tren a toda velocidad con un gasto de cien millones de dólares, que si se calcula sobre su PBI seria equivalente a si Argentina liquidara 3.000 millones de dólares en armamentos.
Chile que hace tiempo dedica una buena cuota de lo que recauda con sus ventas de cobre a las fuerzas armadas, también se está rearmando. La cereza de la torta es Colombia, que recibe la mayor ayuda militar norteamericana después de Israel y Egipto por el llamado Plan Colombia. Y que acaba de acordar la instalación de tropa y equipos de EE.UU. en siete de sus bases y cuarteles, en un paso que ha escaldado las espaldas de todos los gobiernos de la región.
Pero el primer impacto, sin reducir la importancia de sus consecuencias, lo produce el torrente de dinero que se quema en esta tarea. Según el prestigioso SIPRI, el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo, la inversión militar sudamericana fue de 34.100 millones de dólares en 2008. Pero otras fuentes, como el Centro de Estudios Nueva Mayoría de Buenos Aires, elevan esa gasto a la friolera de 51.110 millones de dólares. Esto implicaría un alza de poco más de 30% con relación a 2007.
Lo más asombroso de este derrame de dinero, es la crisis de prioridades que revela. Bolivia anunció este mes que comprará armamento y aviones con el argumento de proteger sus fronteras y luchar contra el narcotráfico. La Paz intentó adquirir aviones Alca checos y helicópteros Bell UH en EE.UU. pero Washington lo vetó. El vicepresidente Alvaro García Linera dijo que Bolivia tiene fondos suficientes y hasta habló de dignidad. La intención es invertir US$ 100 millones y el beneficiario sería Rusia, donde ya se han firmado cartas de crédito.
La novedad preocupó a Paraguay, que demandó explicaciones. Así como los peruanos que se muestran al menos inquietos (tanto como los bolivianos) por los pasos de sus vecinos chilenos. Las FF.AA. del país trasandino recibirán este año US$ 364 millones extra para compra de armas. Ese dinero se suma a los cerca de US$ 2.800 millones ahorrados sólo para esos fines. Los chilenos tienen ya dos nuevos submarinos, le han podido comprar cazas F-16 a EE.UU. y su ejército cuenta con 400 blindados y, entre sus joyas, 350 tanques Leopard, un objeto de deseo para casi toda la milicia regional.
Argentina tiene un gasto paupérrimo en el rubro, por debajo del 1% de su producto. Pero el vecino Brasil encabeza la lista de los que más invierte, casi la mitad del presupuesto total de la región, aunque aún así está lejos de ser una potencia militar.
La última gran operación del gobierno de Lula es la compra a Francia de 4 submarinos y la construcción de otro nuclear. Se trata de submarinos Scopene convencionales, que la francesa DCNS ya ha vendido a Chile, Malasia e India. Es una operación de 8.500 millones de dólares, con el nuclear incluido. El paquete agrega además la compra de 51 helicópteros EC-725 concebidos para el transporte de tropas y para operaciones de rescate en combate. París también negocia vender a la Fuerza Aérea brasileña 36 aviones caza.
Venezuela aminoró las compras este año, pero viene de rearmarse en China y Rusia donde encargó 24 cazas multifuncionales Sukhoi Su-30MKV, 38 helicópteros de distintos tipos, 100 mil fusiles de asalto AK-103, los famosos Kalashnikov cuya licencia de fabricación ya tiene también para los cartuchos. Son cerca de 3 mil millones de dólares invertidos en esta aventura. Hay también ahí lanchas patrulleras y aviones de transporte.
La busqueda de proveedores orientales o asiáticos es porque EE.UU. se niega a traspasar armamento moderno a varios de estos países. Washington sí lo hace con Colombia donde vuelan los temibles y carísimos helicópteros Blackhawk y los Bell. Colombia ha recibido ya US$ 6.000 millones como parte del Plan Colombia de asistencia militar.
Ese despliegue, que convirtió al país sudamericano en el tercero después de Israel y Egipto en la recepción de asistencia norteamericana, es lo que en parte gatilla la carrera armamentista, esencialmente en el caso venezolano. Un síndrome que se ha acelerado con el acuerdo para la instalación de las siete bases militares de EE.UU. Brasil también está reaccionando a este nuevo espectro por considerarse el principal afectado de la acción del Pentágono en Colombia. Y no se equivoca.
http://www.clarin.com/diario/2009/08/23/elmundo/i-01983781.htm