Sábado 12 de abril de 2008
Fuga de empleados de elite:
Asia, el tentador destino laboral de los pilotos chilenos
Con sueldos que pueden alcanzar los US$ 25 mil al mes -tres veces más que en Chile-, el pago de las viviendas y la colegiatura de los hijos, países como China, Vietnam e India se han convertido en un verdadero polo de atracción para los profesionales del aire.
PABLO TIRADO HENRÍQUEZ
El comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Ricardo Ortega, ha denunciado públicamente la fuga de sus mejores pilotos.
La mayoría opta por emplearse en las líneas aéreas locales, pero hay otros que han ido más allá: han apostado por Asia. Se calcula que en estos momentos hay cerca de 30 pilotos chilenos, la mayoría en India y China.
Todo partió en septiembre de 2001. El atentado a las Torres Gemelas cambió el panorama de la aviación comercial, la extrema seguridad se hizo indispensable y los costos aumentaron.
Chile no fue la excepción, y LAN debió despedir a cerca de 650 empleados, entre ellos muchos pilotos que se vieron obligados a buscar trabajo en el extranjero. Un trabajo que hoy les está reportando cuantiosos beneficios, tanto culturales como económicos.
Disfrutando con la familia en Singapur
El aterrizaje asiático de Carlos Cofré (46) no resultó fácil. Cuenta que después de salir de LAN -debido a un despido masivo a causa del aumento de costos que acarreó el atentado al World Trade Center-, con una esposa y tres hijos a cuestas, se puso a buscar alternativas que le permitieran salir adelante. Fue así como descubrió a una empresa australiana que reclutaba pilotos para Vietnam.
Después de conversarlo con la familia y de asumir que no los vería en mucho tiempo, emprendió el viaje para trabajar en Vietnam Airlines. En ese lugar estuvo por dos años, pero nunca se llevó a la familia: "El país no me ofrecía los estándares adecuados para que ellos estuvieran confortables", asegura.
Después de estabilizarse económicamente dio un nuevo pasó: se mudó a Singapur, donde vive hoy con toda su familia.
Allí trabaja como piloto de Singapore Airlines y está fascinado: gana tres veces más que en Chile y ha podido conocer distintas culturas. Además, está agradecido de que él y su familia puedan acceder a los beneficios de una sociedad desarrollada.
Su trabajo le permite volar a todos los continentes (menos Sudamérica) en algunos de los aviones más exclusivos del mundo, como el Boeing 747 (el avión presidencial de EE. UU.) y el 777, el más lujoso de la familia Boeing.
Además, su compañía, le ofrece beneficios que no tenía en Chile: pagan su vivienda y lo ayudan en la mensualidad del colegio de sus hijos. Todo eso ha permitido que pueda ahorrar como nunca antes.
Por lo mismo, el regreso a Chile no es un tema resuelto. Reconoce la nostalgia que le provoca el país, pero al mismo tiempo está consciente de que su actual estándar de vida es imposible de replicar en Santiago: "Por el momento, no es una opción", sentencia.
De copiloto a capitán en tierras vietnamitas
La fuga de pilotos de la FACh, debido a los bajos sueldos, no es un asunto que deje indiferente a Renato Barría (54). Este capitán de Airbus A-320 y 321 de Vietnam Airlines opina que convendría considerar la defensa del país como una inversión. "Se debería ofrecer mejores condiciones económicas a los profesionales integrantes de la élite", dice.
Este hombre, que aterrizó en Vietnam hace unos años en busca de mejores oportunidades, habla con entusiasmo de su vida en Asia: "El otro día transporté al presidente del Partido Comunista chino desde Hanoi a Laos", comenta orgulloso.
Como anécdota, relata que cuando llegó colocaba el aire acondicionado a temperaturas muy bajas: "Ahora lo pongo a 27 grados", dice riendo. De hecho, el calor fue lo único que le costó asimilar, pues asegura que Asia está tan adaptada a las culturas occidentales que casi no hay diferencias en cuanto al estilo de vida. "Al final nos sentimos como en casa, porque los barrios en los que vivimos son muy parecidos a Chile", dice.
Cuando llegó a Vietnam, Renato estaba casado, pero el matrimonio se acabó y hoy en día dice estar feliz al formar una nueva familia "al estilo vietnamita". Por lo mismo, no tiene intenciones de regresar a Chile. Además, cuenta que son tantos los beneficios que le entrega la compañía, que tiene la posibilidad de comprarse una buena casa y pagarla perfectamente en dos años. Otro tema que lo seduce son las vacaciones: puede trabajar un mes y descansar el siguiente, lo que finalmente da 6 meses de vacaciones al año.
Barría llegó como copiloto y rápidamente ascendió a capitán. Comenta que fue elegido entre 4 postulantes. "Los pilotos chilenos somos bien vistos. La escuela de LAN es muy profesional", asegura.
En China, el trabajo y el relajo se pueden mezclar
Después de trabajar 11 en años en LAN, en 2005 Andrés Iturriaga lo dejó todo y partió rumba a India en busca de mejores condiciones laborales. Había escuchado la experiencia de algunos pilotos amigos que le contaban las maravillas que había encontrado en Asia. Y así, casi con lo puesto, partió para convertirse en piloto de Air Sahara, compañía en la que trabajó por dos años y medio, hasta que fue comprada por otra.
Su experiencia fue gratificante. Cuenta que vivió todo el tiempo en un hotel pagado por la empresa y además viajaba a Chile cada seis meses a realizarse chequeos médicos. ¿Los costos? La empresa nuevamente corría con todo. "Es que en Asia, las compañías aéreas necesitan tanta gente que se tienen que adaptar para recibir a personas de otras partes del mundo con sus problemas", asegura.
Tenía un régimen laboral en el que trabajaba tres semanas y descansaba el mismo período. De ese modo pudo dedicar mucho de su tiempo libre para conocer los exóticos parajes asiáticos: "Para los solteros, es una opción increíble, porque puedes disfrutar mucho. Cuando tienes familia, a veces es más complicado", dice.
Actualmente trabaja en una compañía aérea china -con un contrato muy parecido al que tenía en India- y realiza vuelos periódicos por ciudades como Sydney, Tokio, Ho Chi Minh y Yakarta, entre otras.
A Chile viaja una vez al año, y por el momento, no tiene programado regresar para trabajar. Además de razones personales, pesa lo económico, pues considera que falta demasiado tiempo para que los honorarios que se pagan en Chile -$ 4 millones mensuales como máximo- se logren equiparar con los que él recibe en Oriente. "El mercado es demasiado pequeño y las compañías todavía no han experimentado la escasez de personal", dice.