La Infantería Mecanizada en el US Army y la Génesis del M-2/M-3 Bradley.
1era parte.
Soldados asignados al 4th Armored Brigade Combat Team, 1st Armored Division desembarcan de un M-2A3 Bradley durante ejercicios en el National Training Center en Fort Irwin, Arizona. Imagen: US Army - Sgt. Richard W. Jones Jr
El desarrollo del Vehículo de Infantería y Caballería Bradley fue un largo camino plagado de inconvenientes.
Pese a las experiencias obtenidas con vehículos blindados para el transporte de infantería en la Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Corea, sería recién a mediados de la década de los ’60 y comienzos de los años ’70, que el ejército de los Estados Unidos iniciaría un debate por determinar y definir que era lo que necesitaba como reemplazo para su vehículo de transporte de personal M-113, el cual constituía la columna vertebral de sus unidades de infantería mecanizada y estaba siendo el caballo de batalla en la guerra que se estaba librando en Vietnam.
En la búsqueda de un sustituto, la doctrina se dividió por dos opciones: Un nuevo VC que se limitase a cumplir la tarea de taxi de campo de batalla, transportando y dejando a la infantería próxima al frente para que combatiese desmontada; O desarrollar un nuevo vehículo de combate que proveyese al infante de la protección y poder de fuego para combatir y destruir al enemigo, ya fuera montado o desmontado del mismo.
De estos nuevos requerimientos se obtendría un nuevo concepto denominado MICV (Mechanized Combat Infantry Vehicle – Vehículo de Combate de Infantería Mecanizada). El progreso en el mencionado programa se vería seriamente limitado por la falta de recursos, ya que en ese momento la guerra en Vietnam era el centro atención para los esfuerzos económicos de las FFAAs de los Estados Unidos.
Pese a ello se desarrollaría como VCTP provisional el XM701 (hasta que de dispusiese de los fondos para el MICV), el cual no llegaría a producción por cuestiones técnicas (demasiado lento y pesado, e incapaz de ser aerotransportado por un C-141 Starlifter) y económicas (por los ya mencionados recortes debido al conflicto en el sudeste de Asia).
Para el año 1972, el TACOM (Tank Automotive and Armament Command – Comando Automotriz y de Armamento) solicitaría propuestas a diferentes fabricantes para el programa MICV, el cual pasaría a denominarse XM-723.
Una nueva demora al proceso de desarrollo se daría en el año 1975 con la reorientación y combinación del MICV con los programas ARSV (Armored Reconaissancce Scout Vehicle – Vehiculo de Exploración de Reconocimeinto Blindado) y Bushmaster, la cual lo llevaría a rebautizarlo como Vehículo de Combate de Infantería y Caballería.
Con esta reorientación se reafirmarían los requisitos del ejército, obteniendo como resultado final al ya conocido Bradley. (Bautizado en el año 1981 de esta forma en honor al General Omar N. Bradley).
Este nuevo vehículo blindado no solo llevaría a un nuevo extremo las capacidades de investigación y desarrollo de los fabricantes involucrados, sino que también repercutiría profundamente en las doctrinas de las armas de infantería y caballería, las cuales tendrían que desarrollar nuevos conceptos tácticos y operacionales a los fines de sacar el máximo provecho a las nuevas capacidades que les proporcionaba el Bradley.
Con los años, el Bradley y su familia de derivados no solo serían puestos a prueba en diferentes conflictos sino que también sufrirían constantes modernizaciones para hacer frente a las nuevas amenazas.
Antecedentes: Primera Guerra Mundial
El empleo de medios blindados sobre orugas para transportar y apoyar a la infantería se remonta a los campos de batalla de Francia durante la gran guerra.
El 17 de noviembre de 1917 en Cambrai, unos doscientos tanques británicos Mark IV, Mark V y Mark V* iniciarían una ofensiva sobre las líneas enemigas. Estas acciones habían sido previamente planificadas para ser llevadas a cabo en terreno firme, con una superficie casi plana. El usual bombardeo de ablandamiento, preliminar a casi todos los movimientos de ataque, no fue realizado por dos razones: para poder contar con el factor sorpresa y para evitar dañar el terreno por el cual transitaría la fuerza blindada, preservando la movilidad al evitarse en tan característico efecto lunar.
El avance de los blindados sería precedido por una importante fuerza de infantería la cual seguiría una práctica de batalla el cual consistía en encolumnarse detrás de cada sección de tanques (compuesto por 3 vehículos), obteniendo cierta protección contra el fuego directo de armamento portátil y de ametralladoras, y a la vez proporcionando seguridad a la vulnerable parte trasera de los lentos y pesados tanques, los cuales carecían de una adecuada visibilidad hacia el exterior.
El fuego de las ametralladoras Hotchkiss y el de los cañones de 6 libras de los Mark V y Mark V* suprimieron con efectividad las defensas enemigas, arrastrando con ellos las diferentes líneas de alambrados, lo cual facilitó aún más el avance de la infantería.
Ante el inexorable avance de las fuerzas blindadas, las fuerzas alemanas fueron desalojadas de sus posiciones defensivas y obligadas a retroceder 8 kilómetros a lo largo de toda la línea de avance de esta fuerza combinada de tanques e infantería.
Soldados británicos avanzan junto a un tanque Mark V en el poblado de Peronne, Francia. El empleo de la infantería en conjunto con estos nuevos blindados sería el germen de la infantería mecanizada. Imagen: National Archiff.
Esta misma táctica, que debía ser utilizada por todas las fuerzas involucradas en la ofensiva, podría no resultar beneficiosa si la misma no era seguida al pie de la letra. Esta situación se dio en Flesquières, donde el comandante de la 51st Highlander Division, optó por hacer avanzar a sus tanques e infantería con una separación de casi 100 metros.
Al carecer cada fuerza del apoyo mutuo que se proporcionaban, ambas resultarían presas del accionar enemigo. La infantería lo haría bajo el fuego directo e indirecto, mientras que los tanques, separados del soporte que les podían proporcionar el soldado a pie, avanzaron solitariamente contra las defensas alemanas, a las cuales rebasaron solo para ser víctimas del fuego directo de las piezas de artillería.
El blindaje de los tanques, pensado para hacer frente a munición de bajo calibre y esquirlas de artillería, no resistiría los impactos de munición HE. Al final del día 27 tanques se habrían perdido por esta causa.
Pese a que el resultado final de la batalla resultó indiferente al desarrollo del conflicto, se había logrado obtener una gran enseñanza que repercutiría para siempre en el futuro de las fuerzas blindadas: La cooperación cercana entre la infantería y los tanques era de vital necesidad para que estos últimos lograran un penetración efectiva en el dispositivo enemigo, como así también lo era la protección que los vehículos proporcionaban al soldado a pie para que este lograse el necesario apoyo.
El Tank Corps británico intentaría llevar este nuevo concepto a la práctica mediante la introducción de la infantería dentro de los tanques, táctica que no era desconocida por las tripulaciones de los blindados, ya que los mismos no eran fiables mecánicamente, por lo que eran muy propensos a las averías. En esos casos, la tripulación usualmente compuesta por 8 hombres procedía a desmontar del vehículo, transformándose en una sección de infantería. (Un detalle a tener en cuenta es que la gran mayoría de las condecoraciones concedidas a los miembros del Tank Corps no fue por sus acciones llevadas a cabo dentro de los tanques, sino desmontados de ellos).
Para la ofensiva de la primavera de 1918, en Tank Corps introduciría en servicio un nuevo modelo de tanque, el Mark V*, el cual era 5 toneladas mas pesado y dos metros más largo que los modelos anteriores. Estas modificaciones realizadas por el Central Workshop en Birmingham, además de permitirle avanzar con más facilidad sobre las trincheras enemigas (la llamada Línea Hindenburg), también le proporcionaban un espacio interior lo suficientemente grande como para acomodar dos secciones de ametralladoras Lewis ( 20-25 soldados), los cuales desembarcarían del tanque para proporcionar apoyo o para ocupar el terreno conquistado. Esta nueva configuración sería bautizada como el Caballo de Troya del Tank Corps.
El concepto de emplear infantería montada en los blindados sería utilizado en Amiens, pero los resultados no serían los esperados. La táctica no falló por causas inherentes a la misma, sino que los planificadores omitieron un importante detalle: Las duras condiciones que ofrecían por ese entonces el interior de los tanques.
Los infantes no solo sufrieron el estruendo del armamento, tanto propio como enemigo, sino que se vieron dentro de un ambiente sin ventilación y visibilidad hacia el exterior, saturado por el humo de los motores y soportando el calor que estos emitían. Eso sin contar con la sensación de mareo al no tener visión hacia el exterior del vehículo.
Una vez que la infantería tuvo que desmontar, quedó en evidencia que la misma había quedado fuera de condiciones para entrar en acción.
Para la ofensiva aliada de 1919 se había tomado en cuenta alguno de los problemas mencionados, diseñándose el tanque Mark IX, una versión de transporte de tropas derivada del Mark V, a la cual se le había retirado el armamento, aislado los motores y provisto de algunas mejoras con respecto a la ventilación. Sin embargo, el armisticio llegaría antes de que los nuevos transportes de tropas pudieran entrar en acción.
Una vez finalizada la contienda se pudo apreciar quienes habían sido los verdaderos vencedores en cuanto a doctrina: El Tank Corps inglés sin dudas fue el ganador, ya que logró acumular una importante experiencia con respecto al empleo de tanque e infantería. Los franceses también hicieron lo suyo.
Sin embrago, uno de los menos favorecidos serían los norteamericanos, los cuales habían ingresado tardíamente a la contienda, no logrando obtener réditos tanto en lo institucional como en lo industrial.
Un tanque británico Mark V junto a soldados, caballos y mulas. El blindado ha sido debidamente pintado con un llamativo esquema de camuflaje. Imagen: National Library of Scotland.
El fin de la guerra significaría un notable descenso en los gastos de defensas de las naciones que habían resultado victoriosas, sumado que para sus ejércitos quedarían una gran cantidad de equipo y materiales, tanto en uso como en depósito. Este remanente, junto con los recortes presupuestarios, significaría que el reemplazo de los mismos no se llevaría a cabo por un buen tiempo.
A la falta de financiación también se le sumaría cierta tozudez institucional al no considerar las lo aprendido con respecto al empleo de la infantería en conjunto con los tanques. Recién en 1927, luego de la insistencia del Teniente Coronel J.F.C. Fuller y de Liddell Hart, el ejército británico organizaría una fuerza mecanizada experimental, de la entidad de una brigada.
El proyecto no tardaría en ser imitado por el ejército norteamericano, el cual intentó formar una fuerza similar pero fracasaría en sus repetidas aspiraciones (1928 y 1930) debido al poco apoyo, tanto dentro de la fuerza como en el aspecto económico.
Estos experimentos realizados por los ejércitos británico y norteamericano también fueron llevados a cabo por los franceses, rusos y alemanes, los cuales coincidían en la composición de sus fuerzas experimentales. Estas mencionadas fuerzas serían catalogadas como unidades motorizadas según los estándares modernos, ya que las mismas hacían un amplio uso de los camiones, los cuales proporcionaban una capacidad operacional superior comparado con los blindados de la época. Su movilidad táctica (la habilidad de maniobrar bajo fuego y en terrenos adversos) resultaba superior a la que dispuso el infante de 1917.
Gran parte del escaso crecimiento de los medios mecanizados para infantería durante el período de entre guerra se debió a cierta obtusidad dentro de las instituciones. Pese a ello, se intentarían algunas soluciones, como la introducción de tanques ligeros de infantería, los cuales tendrían como misión avanzar por detrás de las fuerzas blindadas principales realizando la labor de seguridad que previamente había realizado la infantería.
Tanto los alemanes como los norteamericanos notaron la existencia del problema (en cuanto a tecnología y desarrollo industrial) para prestar apoyo a los tanques, pero optaron por confiar en que sus industrias automotrices tendrían la solución cuando fuese necesario.
Los soviéticos hicieron solo hincapié en dotarse con tanques, ya que carecían de los medios económicos y materiales para desarrollar y equipar a su numerosa infantería. Los británicos optaron por que sus tanques operaran independientemente del apoyo de la infantería por lo que los dotaron con múltiples torres de cañones y ametralladoras. Esto no solo significaba un gasto mayor sino que también implicaba diseños más complejos y vulnerables. Por ejemplo, el A.6 de 1928 sería rechazado por esas razones.
Sacando una conclusión de lo que fue el nacimiento de la infantería blindada y sus vehículos de transporte, podemos mencionar que pese al limitado uso que se le dio al tanque en conjunto con la infantería durante la 1era Guerra Mundial, quedaría en evidencia que además de ser necesario entrenar y equipar al infante para que pudiese combatir lado a lado con tanques, también sería necesario dotarlos de un vehículo blindado diseñado para su transporte.
El desarrollo y entrada en servicio de estos últimos se vería fuertemente limitado tanto por el escaso presupuesto como por la férrea oposición dentro de los ejércitos.
Segunda Guerra Mundial: La evolución de la infantería mecanizada.
La combinación de la infantería y tanques resultaría el elemento de maniobra clave que sería causa de contundentes éxitos de las fuerzas norteamericanas.
Fue el rearme de la Alemania Nazi como la posterior invasión a Polonia lo que generó en las fuerzas norteamericanas en nacimiento de nuevos programas de armamento, y en especial en sus fuerzas acorazadas, incluido a su componente de infantería.
Sería el General Marshall, Jefe del Estado Mayor del Ejército, el que iniciaría la reorganización de los componentes de la fuerza a los fines de ponerla en pie de guerra y equipararla con sus contrapartes europeas. Una de las medidas a adoptarse, sería la creación de las fuerzas blindadas, las cuales eran el resultado de la combinación de las armas de caballería e infantería sumado al apoyo de componentes móviles pertenecientes a la artillería, comunicaciones y otros servicios.
Con lo que respecta a la infantería, una de las medidas iniciales fue la búsqueda para reemplazar a los camiones que eran utilizados como transportes de tropa, los cuales no proporcionaban una adecuada protección y su movilidad era muy inferior comparada con los tanques a los que debían complementar en el campo de batalla.
En un inicio se probaría de equipar a la infantería mecanizada con vehículos de rueda blindados, similares a los utilizados por la caballería blindada, pero finalmente se optaría por la solución semi-oruga, lo que llevaría a la desarrollo de los hoy conocidos M-2 y M-3.
El semi-oruga M-2 nacería de los requerimientos de las armas de caballería y artillería, pero pronto sería adoptado por la infantería, la cual buscaba un vehículo que reemplazase a los ya mencionados camiones de transporte. De esta elección también resultaría el modelo M-3, el cual era una versión modificada y mejorada del M-2
Pese a no proporcionar una protección y movilidad similar a los tanques, ambos modelos se presentaban como buenos medios para el transporte de una sección de infantes, la cual estaba compuesta por 11 hombres más uno/dos conductores, junto a su equipo y munición. Estos nuevos blindados no solo significaron un importante avance en comparación a los camiones previamente utilizados, sino que permitieron a los norteamericanos pasar de unidades de infantería blindada motorizada a mecanizada, algo que no lograrían ninguno de los otros contendientes.
Aunque los M-2/M-3 no eran los mejores vehículos en su categoría en lo que respecta a movilidad y protección (los laureles se los llevaba el alemán Sd.Kfz 251), su alta disponibilidad permitió equipar por completo a la infantería mecanizada de las unidades acorazadas, algo que los alemanes estuvieron muy lejos de hacer, ya que solo 26 de sus 261 batallones Panzergrenadier fueron equipados con blindados semi-orugas.
Con respecto a otros modelos de semi-orugas para el transporte de infantería, solo los japoneses (con su Type 1 Ho-Ha) y los alemanes los utilizarían en el campo de batalla.
El ya mencionado Sd.Kfz 251, producido por la empresa Hanomag de Hannover, poseía sin duda un diseño superior a los semi-orugas norteamericanos. Desarrollado a partir de las experiencias obtenidas por las fuerzas expedicionarias durante la Guerra Civil Española, el Sd.Kfz 251 había seguido similar senda de desarrollo de los M-2/M-3, pero el diseño final poseía una mejor movilidad y proporcionaba una mejor protección a sus tripulantes en comparación con los modelos aliados. Sin embargo su espacio de carga era más limitado, su mantenimiento más complicado y nunca se terminó por construir una cantidad suficiente. Al igual que sus contrapartes norteamericanos, el Sd.Kfz 251 se mostró como una plataforma apta para el desarrollo de en un sinnúmero de variantes.
Soldados alemanes observan el avance de una columna blindada encabezada por un Sd.Kfz. 251-1 Ausf C en el frente ruso. En segundo plano se observa una Sd.Kfz 251/3 de comando. Imagen: National Archiv.
A lo largo del conflicto, los norteamericanos realizarían numerosas modificaciones en las estructuras de sus fuerzas acorazadas, en gran parte debido a la experiencia obtenida en el campo de batalla, la cual fue demostrando, entre otras cosas, la vulnerabilidad de los tanques ligeros (los cuales serían destinados a exploración) y la necesidad de contar con un mayor apoyo por parte de la infantería blindada. Este último demostró ser un problema que no tendría tan fácil solución, ya que todavía existía reticencia por parte de ambas partes (tanques e infantería) a operar de manera conjunta. La adopción de un cambio vino de la mano de numerosas pérdidas, tanto de hombre como de material, a lo largo de los campos de batalla de África e Italia.
Con las profundas modificaciones en las fuerzas acorazadas, las cuales hicieron mayor hincapié en los batallones de tanques, se lograría la necesaria paridad entre tanques-infantería, creando divisiones acorazadas más ligeras pero más efectivas.
La organización de los batallones de infantería blindados casi no sufriría cambios a lo largo del conflicto, consistiendo la misma en una compañía de comando que incluía un pelotón de exploración, de morteros y de cañones de asalto. A estas fracciones se sumaban 3 compañías de infantería blindada a 3 pelotones de tiradores cada una más un pelotón anti tanque.
Los pelotones estaban integrados por 3 secciones de tiradores los cuales iban montados en 5 semi-orugas: 3 de transporte de personal y comando, 1 como transporte de ametralladora y 1 como transporte de mortero de 60 mm (asignado a nivel pelotón).
El armamento personal de la infantería blindada consistía de fusiles M-1 Garand, constando como apoyo con una ametralladora media Browning .30 en reemplazo de los BAR. Con el paso del tiempo, cada sección de tiradores recibiría una M-1 bazooka, lo que le proporcionaría tener una capacidad independiente anti-tanque, aunque algo limitada. Los M-2/M-3 usualmente iban armados con una ametralladora Browning M-2 .50, la cual podía ser utilizada como fuego de apoyo y para proporcionar cierta cobertura antiaérea.
El propósito básico era que la infantería blindada combatiese desmontada de sus vehículos una vez que el fuego enemigo la obligase a realizarlo o que las condiciones del terreno así lo exigiesen.
El armamento montado en los semi-orugas sería de esencial importancia a la hora de prestar apoyo de fuego ya que, como se mencionó previamente, los infantes carecían de sus fusiles BAR. Se daría el caso que en algunas ocasiones los mismos semi-orugas serían utilizados como medios de apoyo directo, tal como ocurrió en Madjez el Bab, Túnez, donde los blindados realizaron una serie de maniobras ofensivas, empleando a la infantería tanto montada como desmontada.
Por doctrina, la principal misión de la infantería blindada era el apoyo a las fuerzas de tanques y destruir al enemigo mediante su aferramiento por medio de fuego y maniobra. El grado de complementación entre amabas fuerzas llegaría a tal punto que en muchos casos el mismo no solo se daba a nivel batallón y compañía, sino que llegaba hasta los niveles más bajos, donde un tanque y su tripulación literalmente convivían con los infantes y su semi-oruga.
Columna de semi-orugas M-3A1 pertenecientes al US Army cruzan el río Sena por un puente hecho pontones. Francia, 1944. Imagen: US Army.
Un claro ejemplo de los medios pertenecientes a una división blindada: Jeeps, camiones y semi-orugas M-3A1 junto a un caza tanques M-36 disponen de una pausa junto a las ruinas de la ciudad de Dueren, Alemania.
Los semi-orugas demostraron ser unos medios ubicuos para las divisiones blindadas, resultando adaptables a un sinnúmero de roles además del de transporte de tropas: Hubo versiones anti-tanque, antiaéreas, puesto de comando, transporte de mortero, tractor de piezas de artillería, etc. Sin embargo, los constantes combates en los cuales tomarían parte, tanto en África como en Europa, dejarían patentes una serie de falencias.
Pese a poseer una movilidad superior a los camiones, los semi-orugas aún no podían equiparar a la que poseían los tanques, lo que marcaba ciertas limitaciones operativas.
Al ser abiertos en su parte superior, los semi-orugas ofrecían una nula protección contra esquirlas de mortero y artillería (sobretodo cuando esta ultima hacía uso de espoletas de proximidad), limitando su empleo en zonas urbanas ya que resultaban vulnerables a las granadas, explosivos improvisados y fuego proveniente de alturas.
Su blindaje de acero de ¼ de pulgada de espesor, ofrecía protección contra munición .30 a media distancia. A larga distancia lo hacía frente a munición .30AP y .50. Pese a ello, la rápida proliferación en el campo de batalla de armamento más pesados (cañones ligeros anti-tanque, armas anti-tanque de infantería) tornaban insuficiente el mencionado blindaje.
Ante estas limitaciones de los vehículos semi-orugas se improvisarían ciertas soluciones. Una de ellas, y copiando los aplicado por los soviéticos en el frente oriental, consistía en que la infantería montase los tanques, los cuales estarían debidamente modificados con agarres y estribos. Pese a que se daba una solución con respecto a la movilidad, los infantes continuaban siendo vulnerables al fuego directo y de artillería.
Una de las soluciones fue la de emplear los cascos de tanques sobrantes, a los cuales se le quitaría la torre para permitir acomodar en su interior una fracción de infantería, y se les soldaría estribos en sus laterales para permitir un mejor ascenso y descenso a los soldados. De esta manera nacerían los blindados conocidos como Kangaroo (Canguro), los cuales, pese a ofrecer una protección frontal y lateral similar a los tanques, aún continuaban siendo vulnerables en su parte superior ya que carecían de protección alguna. A pesar de las falencias, la 79th Armored Division británica haría uso de estos blindados, obteniendo resultados satisfactorios.
Soldados canadienses pertenecientes a la Canadian Royal Hamilton Light Infantry avanzan encolumnados en sus RAM Kangaroo.
En la constante búsqueda de una solución, varías pruebas serían realizadas en los Estados Unidos, donde se experimentaron diferentes modelos de lo que se denominó vehículos blindados utilitarios. Entre los varios prototipos surgiría el M-39, el cual estaba basado en el casco del caza-tanques M-18. El desarrollo del M-39 se debió a las quejas por parte del Tank Destroyer Board, el cual manifestaba la necesidad de contar con un vehículo de apoyo utilitario con capacidad de seguir la marcha de los M-18. El prototipo resultante reemplazaría a los semi-orugas como tractor de pieza de artillería y a los blindados de rueda M-20 en su rol de comando y exploración. Sin embargo el M-39 aún poseía las desventajas de los mencionados Kangaroo, sumado a que poseía poco espacio interno para acomodar a los infantes y su equipo. Su uso como vehículo de transporte de tropas sería limitado, siendo más útil como tractor de artillería.
Similar prueba se realizó con cerca de dos centenares de caza tanques M-10A1. Una vez removida la torre, los mismos fueron utilizados para tractar piezas de artillería, sirviendo como vehículos de transporte blindado a los artilleros.
Otro modelo que vio la luz en los últimos días de la guerra fue el M-44, el cual finalmente remediaba la falencia de la protección superior al adoptar una configuración del tipo caja sobre orugas. Disponiendo de un perfil demasiado alto y de un blindaje más bien escaso (1/2 pulgada de espesor), el M-44 no llegaría a entrar en acción gracias al fin de la guerra y posteriormente su producción sería cancelada luego de varias pruebas en el campo de pruebas de Aberdeen y de que los requerimientos doctrinarios fueran por un vehículo con menor capacidad (El M-44 tenía la capacidad para alojar 27 infantes).
Infantes desmontan de un APC M-44. El portón trasero y el techo cubierto representaron un notable avance en los vehículos para transporte de tropa. Imagen: Life Magazine.
Al final de la 2da guerra mundial, las formaciones blindadas de casi todas las naciones beligerantes habían aumentado considerablemente el poder de la infantería mecanizada, habiendo encontrado propicio dotar a esta fuerza con medios especializados que permitiesen aumentar su efectividad.
Post guerra: La guerra de Corea y el nacimiento del IFV/VCI
La invasión comunista a Corea del Sur tomó por sorpresa a las fuerzas norteamericanas, no sólo a nivel táctico sino a nivel organizacional. Lo que había sido la fuerza militar más poderosa del siglo XX, 5 años después de finalizada la contienda mundial, había visto reducirse a niveles mínimos. El ejército norteamericano contaba en esa época con solo 10 divisiones y 9 regimiental combat teams, en total medio millón de hombres.
Sumado al problema de la reducción de fuerzas, el despliegue de las mencionadas unidades fue realizado haciendo hincapié en el teatro europeo, habiendo sido descuidad el frente del Pacífico.
El ejército no solo había visto afectado su tamaño, sino que también los fuertes recortes sufridos una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial habían hecho una importante merma en su equipamiento y entrenamiento, lo cual terminaba por afectar profundamente la moral de la tropa.
Por esta razones, las unidades desplegadas en el Pacífico (organizadas dentro del 8vo Ejército) no solo carecían del personal suficiente para completar sus cuadros (estaban al 65-70% de sus capacidades) sino que el equipo y armamento con el que contaban era en su mayoría legado de la Segunda Guerra Mundial. Entre las carencias más importantes figuraban tanques medios y pesados, armamento anti-tanque, vehículos blindados, munición, etc.
Como se mencionó previamente, el ejército norteamericano desplegó blindados que ya habían sido empleados en la última contienda mundial. Recuperados de la sorpresa inicial y habiendo logrado detener el avance comunista antes de que Corea del Sur cayera completamente en su poder, los aliados iniciaron importantes refuerzos para ayudar a las fuerzas surcoreanas.
Entrarían nuevamente en combate los ya populares semi-orugas M-3 y en especial sus variantes antiaérea M-15 y M-16. Esta última versión contaba con un torreta Maxon M45 asistida eléctricamente que estaba armada con cuatro ametralladoras pesadas Browning M-2 calibre .50. Este vehículo demostraría ser tan efectivo contra los masivos avances de la infantería comunista que pronto llegaría el requerimiento por más de 1600 de ellos. La solución fue convertir M-3 existentes, tarea de la cual se encargaría Bowen & McLaughlin Inc. En el proceso de conversión también se incluyó una modificación de la torreta cuádruple, dotándola con escudos blindados que proporcionarían mejor protección a los sirvientes de las ametralladoras.
También sería empleado el blindado utilitario M-39, el cual demostró poseer una gran movilidad en el montañoso terreno coreano. Por esta característica, además de ser utilizado para tractar piezas de artillería, también lo sería para abastecer posiciones localizadas en colinas y zonas de difícil acceso.
Infantes desembarcan de un M-39. Al carecer de portones traseros, la tarea de descenso del vehículo era notablemente engorrosa. (Y peligrosa si se realizaba bajo fuego enemigo). Imagen: US Army.
Una vez iniciadas las operaciones terrestres, quedó claro que el terreno donde tendrían que operar las fuerzas blindadas no era el mejor. La topografía coreana se caracterizaba por contar con gran presencia de barro debido a las extensas plantaciones de arroz y a la prolongada estación húmeda favorecida por los monzones. Y allí donde no había plantaciones, había impasables montañas. A ello se sumaba una inexistente red de caminos, los cuales además de ser escaso estaban en muy mal estado por lo que obligaba comúnmente a los blindados a transitar por lechos de arroyos y ríos, lo que implicaba un importante desgaste no solo en los vehículos y tripulación sino que también implicaba realizar concienzudas tareas de mantenimiento.
En la etapa final del conflicto vería su bautismo de fuego un nuevo modelo de vehículo blindado de infantería: El M-75.
Nacido de requerimientos realizados a finales del año 1945 y 1946, los cuales establecían la necesidad por un transporte de tropas a orugas, con capacidad para una transportar 12 hombres incluidos el conductor, el comandante y 10 soldados (reducidos a 9 hombres durante el conflicto en Corea, debido a la nueva doctrina adoptada) y que supliera las carencias de los anteriores modelos (costo, protección), el M-75 sería desarrollado a partir de de los prototipos T43 y T18 por la compañía International Harvester Co.
Una de las características más notoria del nuevo prototipo era la adopción de la configuración tipo “caja sobre orugas” (similar al M-44), lo cual terminaba por solucionar el problema de la falta de protección superior que carecían modelos anteriores.
Fueron varios los prototipos iniciales, en los cuales fueron probadas diferentes configuraciones de armamento, torretas, cúpulas así como plantas propulsoras, surgiendo las versiones T18, T18E1 y T18E2. La nomenclatura final sería estandarizada en 1951, siendo denominado armored infantry Vehicle M-75.
Un total de 1780 M-75 serían construidos por Harvester International Co. y por Food Machinery and Chemical (FMC), algunos de los cuales prestarían servicio durante los últimos meses del conflicto en Corea, con resultados más que alentadores.
Empleados junto a los M-39, los M-75 demostrarían la valía de su diseño al ser empleados para la dura tarea de abastecer las posiciones de la 7th Infantry Division en la disputada colina Porkchop.
El acceso a las posiciones aliadas era extremadamente complejo, ya que solo llegaba un solo camino, el cual además de ser casi intransitable para cualquier vehículo, se encontraba bajo mirada directa del enemigo desde la colina Boldy y desde el complejo de posiciones en Hassakol, lo que le permitía realizar fuego directo (e indirecto) contra los intentos aliados de reforzar Porkchop.
Pese a ello, los blindados de la 17th Tank Company, bajo el mando del Lt Raymond Devereaux, lograron reabastecer y reforzar las posiciones una y otra vez, evacuando en el proceso a los soldados heridos.
El M-75 demostraría nuevamente su valía durante la evacuación final de las posiciones de Porkchop. Avanzando sobre terreno repleto de barro y casi intransitable, los blindados lograron retirar a los infantes restantes del 32rd Infantry Regiment. Según palabras del General Trudeau, la tarea hubiera sido difícil con los M-39 e imposible sin ninguno de los blindados.
El M-75 cumplió con creces el trabajo para el que fue diseñado, dejando su actuación bajo fuego más que satisfechos a sus usuarios.
El M-75 probaría la valía del diseño tipo “caja sobre orugas”. En la foto, infantes norteamericanos posan junto a su blindado en Corea. Imagen: US Army.
El concepto de un vehículo para transporte de tropas completamente cerrado demostraría ser un gran acierto y el punto de partida para el desarrollo de modelos mas refinados.
Pese a haber demostrados sus capacidades en el campo de batalla, el M-75 resultaba muy caro para ser adquirido en grandes cantidades, por lo que a fines de 1951 se iniciaría un nuevo programa para reemplazarlo.
FMC Corporation sería la encargada de presentar 6 prototipos para ser evaluados, los cuales tenían que tener capacidad para 10+1 soldados, portón trasero, ser anfibios (propulsado por orugas) y utilizar partes mecánicas que estuviesen disponibles en el mercado civil, a lo fines de abaratar costos. Los modelos experimentales recibieron la denominación T59 y T59E1 (la diferencia radicaba principalmente en la planta propulsora, entre otras cosas).
En 1951 se agregaría una nueva propuesta, lo cual demoraría la decisión por cual modelo optar. (Algo muy común en los programas de defensa norteamericanos). Le sería encargada a Harvester International Co. que los últimos tres T-75 por fabricar fuesen modificados a los fines de reducir costos, lo que se lograría eligiendo versiones más baratas de la planta propulsora, transmisión y estructura del casco. Esta versión económica (por así decirlo) del M-75 sería denominada T73.
Las pruebas para comparar ambos modelos terminarían por demostrar que el T59 era superior gracias a la potencia de sus motores, a su portón trasero y a su capacidad anfibia.
FMC iniciaría la producción en serie en el año 1953, construyendo aproximadamente unas 6.300 unidades del ahora denominado vehículo de infantería blindada (AIV en inglés) M-59, los cuales irían sufriendo modificaciones a lo largo de la cadena de producción. Dichas mejoras incluyeron el reemplazo de la transmisión y la provisión de una cúpula para el comandante (modelos M17 y M13 armadas con una ametralladora M-2 .50).
También se desarrollaría una versión porta mortero, la cual sería denominada M-84. La misma era operada por una tripulación de 6 soldados (comandante, conductor + 4 sirvientes) y estaba armada con un mortero de 4,2” pulgadas.
M-59 asignado al 12th Infantry Batallion realiza maniobras de aproximación en el campo de maniobras de Baumholder, Alemania, llevadas a cabo en julio de 1956. Imagen: US Army.
Pese a ser popular dentro del US Army, el M-59 presentó ciertas falencias una vez en servicio: al estar propulsado por motores comerciales, sufría cierta falta de potencia y velocidad. FMC propondría un paquete de mejoras para solventar estas fallas, pero el ejército ya tenía sus ojos puestos en un nuevo programa.
1era parte.
Soldados asignados al 4th Armored Brigade Combat Team, 1st Armored Division desembarcan de un M-2A3 Bradley durante ejercicios en el National Training Center en Fort Irwin, Arizona. Imagen: US Army - Sgt. Richard W. Jones Jr
El desarrollo del Vehículo de Infantería y Caballería Bradley fue un largo camino plagado de inconvenientes.
Pese a las experiencias obtenidas con vehículos blindados para el transporte de infantería en la Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Corea, sería recién a mediados de la década de los ’60 y comienzos de los años ’70, que el ejército de los Estados Unidos iniciaría un debate por determinar y definir que era lo que necesitaba como reemplazo para su vehículo de transporte de personal M-113, el cual constituía la columna vertebral de sus unidades de infantería mecanizada y estaba siendo el caballo de batalla en la guerra que se estaba librando en Vietnam.
En la búsqueda de un sustituto, la doctrina se dividió por dos opciones: Un nuevo VC que se limitase a cumplir la tarea de taxi de campo de batalla, transportando y dejando a la infantería próxima al frente para que combatiese desmontada; O desarrollar un nuevo vehículo de combate que proveyese al infante de la protección y poder de fuego para combatir y destruir al enemigo, ya fuera montado o desmontado del mismo.
De estos nuevos requerimientos se obtendría un nuevo concepto denominado MICV (Mechanized Combat Infantry Vehicle – Vehículo de Combate de Infantería Mecanizada). El progreso en el mencionado programa se vería seriamente limitado por la falta de recursos, ya que en ese momento la guerra en Vietnam era el centro atención para los esfuerzos económicos de las FFAAs de los Estados Unidos.
Pese a ello se desarrollaría como VCTP provisional el XM701 (hasta que de dispusiese de los fondos para el MICV), el cual no llegaría a producción por cuestiones técnicas (demasiado lento y pesado, e incapaz de ser aerotransportado por un C-141 Starlifter) y económicas (por los ya mencionados recortes debido al conflicto en el sudeste de Asia).
Para el año 1972, el TACOM (Tank Automotive and Armament Command – Comando Automotriz y de Armamento) solicitaría propuestas a diferentes fabricantes para el programa MICV, el cual pasaría a denominarse XM-723.
Una nueva demora al proceso de desarrollo se daría en el año 1975 con la reorientación y combinación del MICV con los programas ARSV (Armored Reconaissancce Scout Vehicle – Vehiculo de Exploración de Reconocimeinto Blindado) y Bushmaster, la cual lo llevaría a rebautizarlo como Vehículo de Combate de Infantería y Caballería.
Con esta reorientación se reafirmarían los requisitos del ejército, obteniendo como resultado final al ya conocido Bradley. (Bautizado en el año 1981 de esta forma en honor al General Omar N. Bradley).
Este nuevo vehículo blindado no solo llevaría a un nuevo extremo las capacidades de investigación y desarrollo de los fabricantes involucrados, sino que también repercutiría profundamente en las doctrinas de las armas de infantería y caballería, las cuales tendrían que desarrollar nuevos conceptos tácticos y operacionales a los fines de sacar el máximo provecho a las nuevas capacidades que les proporcionaba el Bradley.
Con los años, el Bradley y su familia de derivados no solo serían puestos a prueba en diferentes conflictos sino que también sufrirían constantes modernizaciones para hacer frente a las nuevas amenazas.
Antecedentes: Primera Guerra Mundial
El empleo de medios blindados sobre orugas para transportar y apoyar a la infantería se remonta a los campos de batalla de Francia durante la gran guerra.
El 17 de noviembre de 1917 en Cambrai, unos doscientos tanques británicos Mark IV, Mark V y Mark V* iniciarían una ofensiva sobre las líneas enemigas. Estas acciones habían sido previamente planificadas para ser llevadas a cabo en terreno firme, con una superficie casi plana. El usual bombardeo de ablandamiento, preliminar a casi todos los movimientos de ataque, no fue realizado por dos razones: para poder contar con el factor sorpresa y para evitar dañar el terreno por el cual transitaría la fuerza blindada, preservando la movilidad al evitarse en tan característico efecto lunar.
El avance de los blindados sería precedido por una importante fuerza de infantería la cual seguiría una práctica de batalla el cual consistía en encolumnarse detrás de cada sección de tanques (compuesto por 3 vehículos), obteniendo cierta protección contra el fuego directo de armamento portátil y de ametralladoras, y a la vez proporcionando seguridad a la vulnerable parte trasera de los lentos y pesados tanques, los cuales carecían de una adecuada visibilidad hacia el exterior.
El fuego de las ametralladoras Hotchkiss y el de los cañones de 6 libras de los Mark V y Mark V* suprimieron con efectividad las defensas enemigas, arrastrando con ellos las diferentes líneas de alambrados, lo cual facilitó aún más el avance de la infantería.
Ante el inexorable avance de las fuerzas blindadas, las fuerzas alemanas fueron desalojadas de sus posiciones defensivas y obligadas a retroceder 8 kilómetros a lo largo de toda la línea de avance de esta fuerza combinada de tanques e infantería.
Soldados británicos avanzan junto a un tanque Mark V en el poblado de Peronne, Francia. El empleo de la infantería en conjunto con estos nuevos blindados sería el germen de la infantería mecanizada. Imagen: National Archiff.
Esta misma táctica, que debía ser utilizada por todas las fuerzas involucradas en la ofensiva, podría no resultar beneficiosa si la misma no era seguida al pie de la letra. Esta situación se dio en Flesquières, donde el comandante de la 51st Highlander Division, optó por hacer avanzar a sus tanques e infantería con una separación de casi 100 metros.
Al carecer cada fuerza del apoyo mutuo que se proporcionaban, ambas resultarían presas del accionar enemigo. La infantería lo haría bajo el fuego directo e indirecto, mientras que los tanques, separados del soporte que les podían proporcionar el soldado a pie, avanzaron solitariamente contra las defensas alemanas, a las cuales rebasaron solo para ser víctimas del fuego directo de las piezas de artillería.
El blindaje de los tanques, pensado para hacer frente a munición de bajo calibre y esquirlas de artillería, no resistiría los impactos de munición HE. Al final del día 27 tanques se habrían perdido por esta causa.
Pese a que el resultado final de la batalla resultó indiferente al desarrollo del conflicto, se había logrado obtener una gran enseñanza que repercutiría para siempre en el futuro de las fuerzas blindadas: La cooperación cercana entre la infantería y los tanques era de vital necesidad para que estos últimos lograran un penetración efectiva en el dispositivo enemigo, como así también lo era la protección que los vehículos proporcionaban al soldado a pie para que este lograse el necesario apoyo.
El Tank Corps británico intentaría llevar este nuevo concepto a la práctica mediante la introducción de la infantería dentro de los tanques, táctica que no era desconocida por las tripulaciones de los blindados, ya que los mismos no eran fiables mecánicamente, por lo que eran muy propensos a las averías. En esos casos, la tripulación usualmente compuesta por 8 hombres procedía a desmontar del vehículo, transformándose en una sección de infantería. (Un detalle a tener en cuenta es que la gran mayoría de las condecoraciones concedidas a los miembros del Tank Corps no fue por sus acciones llevadas a cabo dentro de los tanques, sino desmontados de ellos).
Para la ofensiva de la primavera de 1918, en Tank Corps introduciría en servicio un nuevo modelo de tanque, el Mark V*, el cual era 5 toneladas mas pesado y dos metros más largo que los modelos anteriores. Estas modificaciones realizadas por el Central Workshop en Birmingham, además de permitirle avanzar con más facilidad sobre las trincheras enemigas (la llamada Línea Hindenburg), también le proporcionaban un espacio interior lo suficientemente grande como para acomodar dos secciones de ametralladoras Lewis ( 20-25 soldados), los cuales desembarcarían del tanque para proporcionar apoyo o para ocupar el terreno conquistado. Esta nueva configuración sería bautizada como el Caballo de Troya del Tank Corps.
El concepto de emplear infantería montada en los blindados sería utilizado en Amiens, pero los resultados no serían los esperados. La táctica no falló por causas inherentes a la misma, sino que los planificadores omitieron un importante detalle: Las duras condiciones que ofrecían por ese entonces el interior de los tanques.
Los infantes no solo sufrieron el estruendo del armamento, tanto propio como enemigo, sino que se vieron dentro de un ambiente sin ventilación y visibilidad hacia el exterior, saturado por el humo de los motores y soportando el calor que estos emitían. Eso sin contar con la sensación de mareo al no tener visión hacia el exterior del vehículo.
Una vez que la infantería tuvo que desmontar, quedó en evidencia que la misma había quedado fuera de condiciones para entrar en acción.
Para la ofensiva aliada de 1919 se había tomado en cuenta alguno de los problemas mencionados, diseñándose el tanque Mark IX, una versión de transporte de tropas derivada del Mark V, a la cual se le había retirado el armamento, aislado los motores y provisto de algunas mejoras con respecto a la ventilación. Sin embargo, el armisticio llegaría antes de que los nuevos transportes de tropas pudieran entrar en acción.
Una vez finalizada la contienda se pudo apreciar quienes habían sido los verdaderos vencedores en cuanto a doctrina: El Tank Corps inglés sin dudas fue el ganador, ya que logró acumular una importante experiencia con respecto al empleo de tanque e infantería. Los franceses también hicieron lo suyo.
Sin embrago, uno de los menos favorecidos serían los norteamericanos, los cuales habían ingresado tardíamente a la contienda, no logrando obtener réditos tanto en lo institucional como en lo industrial.
Un tanque británico Mark V junto a soldados, caballos y mulas. El blindado ha sido debidamente pintado con un llamativo esquema de camuflaje. Imagen: National Library of Scotland.
El fin de la guerra significaría un notable descenso en los gastos de defensas de las naciones que habían resultado victoriosas, sumado que para sus ejércitos quedarían una gran cantidad de equipo y materiales, tanto en uso como en depósito. Este remanente, junto con los recortes presupuestarios, significaría que el reemplazo de los mismos no se llevaría a cabo por un buen tiempo.
A la falta de financiación también se le sumaría cierta tozudez institucional al no considerar las lo aprendido con respecto al empleo de la infantería en conjunto con los tanques. Recién en 1927, luego de la insistencia del Teniente Coronel J.F.C. Fuller y de Liddell Hart, el ejército británico organizaría una fuerza mecanizada experimental, de la entidad de una brigada.
El proyecto no tardaría en ser imitado por el ejército norteamericano, el cual intentó formar una fuerza similar pero fracasaría en sus repetidas aspiraciones (1928 y 1930) debido al poco apoyo, tanto dentro de la fuerza como en el aspecto económico.
Estos experimentos realizados por los ejércitos británico y norteamericano también fueron llevados a cabo por los franceses, rusos y alemanes, los cuales coincidían en la composición de sus fuerzas experimentales. Estas mencionadas fuerzas serían catalogadas como unidades motorizadas según los estándares modernos, ya que las mismas hacían un amplio uso de los camiones, los cuales proporcionaban una capacidad operacional superior comparado con los blindados de la época. Su movilidad táctica (la habilidad de maniobrar bajo fuego y en terrenos adversos) resultaba superior a la que dispuso el infante de 1917.
Gran parte del escaso crecimiento de los medios mecanizados para infantería durante el período de entre guerra se debió a cierta obtusidad dentro de las instituciones. Pese a ello, se intentarían algunas soluciones, como la introducción de tanques ligeros de infantería, los cuales tendrían como misión avanzar por detrás de las fuerzas blindadas principales realizando la labor de seguridad que previamente había realizado la infantería.
Tanto los alemanes como los norteamericanos notaron la existencia del problema (en cuanto a tecnología y desarrollo industrial) para prestar apoyo a los tanques, pero optaron por confiar en que sus industrias automotrices tendrían la solución cuando fuese necesario.
Los soviéticos hicieron solo hincapié en dotarse con tanques, ya que carecían de los medios económicos y materiales para desarrollar y equipar a su numerosa infantería. Los británicos optaron por que sus tanques operaran independientemente del apoyo de la infantería por lo que los dotaron con múltiples torres de cañones y ametralladoras. Esto no solo significaba un gasto mayor sino que también implicaba diseños más complejos y vulnerables. Por ejemplo, el A.6 de 1928 sería rechazado por esas razones.
Sacando una conclusión de lo que fue el nacimiento de la infantería blindada y sus vehículos de transporte, podemos mencionar que pese al limitado uso que se le dio al tanque en conjunto con la infantería durante la 1era Guerra Mundial, quedaría en evidencia que además de ser necesario entrenar y equipar al infante para que pudiese combatir lado a lado con tanques, también sería necesario dotarlos de un vehículo blindado diseñado para su transporte.
El desarrollo y entrada en servicio de estos últimos se vería fuertemente limitado tanto por el escaso presupuesto como por la férrea oposición dentro de los ejércitos.
Segunda Guerra Mundial: La evolución de la infantería mecanizada.
La combinación de la infantería y tanques resultaría el elemento de maniobra clave que sería causa de contundentes éxitos de las fuerzas norteamericanas.
Fue el rearme de la Alemania Nazi como la posterior invasión a Polonia lo que generó en las fuerzas norteamericanas en nacimiento de nuevos programas de armamento, y en especial en sus fuerzas acorazadas, incluido a su componente de infantería.
Sería el General Marshall, Jefe del Estado Mayor del Ejército, el que iniciaría la reorganización de los componentes de la fuerza a los fines de ponerla en pie de guerra y equipararla con sus contrapartes europeas. Una de las medidas a adoptarse, sería la creación de las fuerzas blindadas, las cuales eran el resultado de la combinación de las armas de caballería e infantería sumado al apoyo de componentes móviles pertenecientes a la artillería, comunicaciones y otros servicios.
Con lo que respecta a la infantería, una de las medidas iniciales fue la búsqueda para reemplazar a los camiones que eran utilizados como transportes de tropa, los cuales no proporcionaban una adecuada protección y su movilidad era muy inferior comparada con los tanques a los que debían complementar en el campo de batalla.
En un inicio se probaría de equipar a la infantería mecanizada con vehículos de rueda blindados, similares a los utilizados por la caballería blindada, pero finalmente se optaría por la solución semi-oruga, lo que llevaría a la desarrollo de los hoy conocidos M-2 y M-3.
El semi-oruga M-2 nacería de los requerimientos de las armas de caballería y artillería, pero pronto sería adoptado por la infantería, la cual buscaba un vehículo que reemplazase a los ya mencionados camiones de transporte. De esta elección también resultaría el modelo M-3, el cual era una versión modificada y mejorada del M-2
Pese a no proporcionar una protección y movilidad similar a los tanques, ambos modelos se presentaban como buenos medios para el transporte de una sección de infantes, la cual estaba compuesta por 11 hombres más uno/dos conductores, junto a su equipo y munición. Estos nuevos blindados no solo significaron un importante avance en comparación a los camiones previamente utilizados, sino que permitieron a los norteamericanos pasar de unidades de infantería blindada motorizada a mecanizada, algo que no lograrían ninguno de los otros contendientes.
Aunque los M-2/M-3 no eran los mejores vehículos en su categoría en lo que respecta a movilidad y protección (los laureles se los llevaba el alemán Sd.Kfz 251), su alta disponibilidad permitió equipar por completo a la infantería mecanizada de las unidades acorazadas, algo que los alemanes estuvieron muy lejos de hacer, ya que solo 26 de sus 261 batallones Panzergrenadier fueron equipados con blindados semi-orugas.
Con respecto a otros modelos de semi-orugas para el transporte de infantería, solo los japoneses (con su Type 1 Ho-Ha) y los alemanes los utilizarían en el campo de batalla.
El ya mencionado Sd.Kfz 251, producido por la empresa Hanomag de Hannover, poseía sin duda un diseño superior a los semi-orugas norteamericanos. Desarrollado a partir de las experiencias obtenidas por las fuerzas expedicionarias durante la Guerra Civil Española, el Sd.Kfz 251 había seguido similar senda de desarrollo de los M-2/M-3, pero el diseño final poseía una mejor movilidad y proporcionaba una mejor protección a sus tripulantes en comparación con los modelos aliados. Sin embargo su espacio de carga era más limitado, su mantenimiento más complicado y nunca se terminó por construir una cantidad suficiente. Al igual que sus contrapartes norteamericanos, el Sd.Kfz 251 se mostró como una plataforma apta para el desarrollo de en un sinnúmero de variantes.
Soldados alemanes observan el avance de una columna blindada encabezada por un Sd.Kfz. 251-1 Ausf C en el frente ruso. En segundo plano se observa una Sd.Kfz 251/3 de comando. Imagen: National Archiv.
A lo largo del conflicto, los norteamericanos realizarían numerosas modificaciones en las estructuras de sus fuerzas acorazadas, en gran parte debido a la experiencia obtenida en el campo de batalla, la cual fue demostrando, entre otras cosas, la vulnerabilidad de los tanques ligeros (los cuales serían destinados a exploración) y la necesidad de contar con un mayor apoyo por parte de la infantería blindada. Este último demostró ser un problema que no tendría tan fácil solución, ya que todavía existía reticencia por parte de ambas partes (tanques e infantería) a operar de manera conjunta. La adopción de un cambio vino de la mano de numerosas pérdidas, tanto de hombre como de material, a lo largo de los campos de batalla de África e Italia.
Con las profundas modificaciones en las fuerzas acorazadas, las cuales hicieron mayor hincapié en los batallones de tanques, se lograría la necesaria paridad entre tanques-infantería, creando divisiones acorazadas más ligeras pero más efectivas.
La organización de los batallones de infantería blindados casi no sufriría cambios a lo largo del conflicto, consistiendo la misma en una compañía de comando que incluía un pelotón de exploración, de morteros y de cañones de asalto. A estas fracciones se sumaban 3 compañías de infantería blindada a 3 pelotones de tiradores cada una más un pelotón anti tanque.
Los pelotones estaban integrados por 3 secciones de tiradores los cuales iban montados en 5 semi-orugas: 3 de transporte de personal y comando, 1 como transporte de ametralladora y 1 como transporte de mortero de 60 mm (asignado a nivel pelotón).
El armamento personal de la infantería blindada consistía de fusiles M-1 Garand, constando como apoyo con una ametralladora media Browning .30 en reemplazo de los BAR. Con el paso del tiempo, cada sección de tiradores recibiría una M-1 bazooka, lo que le proporcionaría tener una capacidad independiente anti-tanque, aunque algo limitada. Los M-2/M-3 usualmente iban armados con una ametralladora Browning M-2 .50, la cual podía ser utilizada como fuego de apoyo y para proporcionar cierta cobertura antiaérea.
El propósito básico era que la infantería blindada combatiese desmontada de sus vehículos una vez que el fuego enemigo la obligase a realizarlo o que las condiciones del terreno así lo exigiesen.
El armamento montado en los semi-orugas sería de esencial importancia a la hora de prestar apoyo de fuego ya que, como se mencionó previamente, los infantes carecían de sus fusiles BAR. Se daría el caso que en algunas ocasiones los mismos semi-orugas serían utilizados como medios de apoyo directo, tal como ocurrió en Madjez el Bab, Túnez, donde los blindados realizaron una serie de maniobras ofensivas, empleando a la infantería tanto montada como desmontada.
Por doctrina, la principal misión de la infantería blindada era el apoyo a las fuerzas de tanques y destruir al enemigo mediante su aferramiento por medio de fuego y maniobra. El grado de complementación entre amabas fuerzas llegaría a tal punto que en muchos casos el mismo no solo se daba a nivel batallón y compañía, sino que llegaba hasta los niveles más bajos, donde un tanque y su tripulación literalmente convivían con los infantes y su semi-oruga.
Columna de semi-orugas M-3A1 pertenecientes al US Army cruzan el río Sena por un puente hecho pontones. Francia, 1944. Imagen: US Army.
Un claro ejemplo de los medios pertenecientes a una división blindada: Jeeps, camiones y semi-orugas M-3A1 junto a un caza tanques M-36 disponen de una pausa junto a las ruinas de la ciudad de Dueren, Alemania.
Los semi-orugas demostraron ser unos medios ubicuos para las divisiones blindadas, resultando adaptables a un sinnúmero de roles además del de transporte de tropas: Hubo versiones anti-tanque, antiaéreas, puesto de comando, transporte de mortero, tractor de piezas de artillería, etc. Sin embargo, los constantes combates en los cuales tomarían parte, tanto en África como en Europa, dejarían patentes una serie de falencias.
Pese a poseer una movilidad superior a los camiones, los semi-orugas aún no podían equiparar a la que poseían los tanques, lo que marcaba ciertas limitaciones operativas.
Al ser abiertos en su parte superior, los semi-orugas ofrecían una nula protección contra esquirlas de mortero y artillería (sobretodo cuando esta ultima hacía uso de espoletas de proximidad), limitando su empleo en zonas urbanas ya que resultaban vulnerables a las granadas, explosivos improvisados y fuego proveniente de alturas.
Su blindaje de acero de ¼ de pulgada de espesor, ofrecía protección contra munición .30 a media distancia. A larga distancia lo hacía frente a munición .30AP y .50. Pese a ello, la rápida proliferación en el campo de batalla de armamento más pesados (cañones ligeros anti-tanque, armas anti-tanque de infantería) tornaban insuficiente el mencionado blindaje.
Ante estas limitaciones de los vehículos semi-orugas se improvisarían ciertas soluciones. Una de ellas, y copiando los aplicado por los soviéticos en el frente oriental, consistía en que la infantería montase los tanques, los cuales estarían debidamente modificados con agarres y estribos. Pese a que se daba una solución con respecto a la movilidad, los infantes continuaban siendo vulnerables al fuego directo y de artillería.
Una de las soluciones fue la de emplear los cascos de tanques sobrantes, a los cuales se le quitaría la torre para permitir acomodar en su interior una fracción de infantería, y se les soldaría estribos en sus laterales para permitir un mejor ascenso y descenso a los soldados. De esta manera nacerían los blindados conocidos como Kangaroo (Canguro), los cuales, pese a ofrecer una protección frontal y lateral similar a los tanques, aún continuaban siendo vulnerables en su parte superior ya que carecían de protección alguna. A pesar de las falencias, la 79th Armored Division británica haría uso de estos blindados, obteniendo resultados satisfactorios.
Soldados canadienses pertenecientes a la Canadian Royal Hamilton Light Infantry avanzan encolumnados en sus RAM Kangaroo.
En la constante búsqueda de una solución, varías pruebas serían realizadas en los Estados Unidos, donde se experimentaron diferentes modelos de lo que se denominó vehículos blindados utilitarios. Entre los varios prototipos surgiría el M-39, el cual estaba basado en el casco del caza-tanques M-18. El desarrollo del M-39 se debió a las quejas por parte del Tank Destroyer Board, el cual manifestaba la necesidad de contar con un vehículo de apoyo utilitario con capacidad de seguir la marcha de los M-18. El prototipo resultante reemplazaría a los semi-orugas como tractor de pieza de artillería y a los blindados de rueda M-20 en su rol de comando y exploración. Sin embargo el M-39 aún poseía las desventajas de los mencionados Kangaroo, sumado a que poseía poco espacio interno para acomodar a los infantes y su equipo. Su uso como vehículo de transporte de tropas sería limitado, siendo más útil como tractor de artillería.
Similar prueba se realizó con cerca de dos centenares de caza tanques M-10A1. Una vez removida la torre, los mismos fueron utilizados para tractar piezas de artillería, sirviendo como vehículos de transporte blindado a los artilleros.
Otro modelo que vio la luz en los últimos días de la guerra fue el M-44, el cual finalmente remediaba la falencia de la protección superior al adoptar una configuración del tipo caja sobre orugas. Disponiendo de un perfil demasiado alto y de un blindaje más bien escaso (1/2 pulgada de espesor), el M-44 no llegaría a entrar en acción gracias al fin de la guerra y posteriormente su producción sería cancelada luego de varias pruebas en el campo de pruebas de Aberdeen y de que los requerimientos doctrinarios fueran por un vehículo con menor capacidad (El M-44 tenía la capacidad para alojar 27 infantes).
Infantes desmontan de un APC M-44. El portón trasero y el techo cubierto representaron un notable avance en los vehículos para transporte de tropa. Imagen: Life Magazine.
Al final de la 2da guerra mundial, las formaciones blindadas de casi todas las naciones beligerantes habían aumentado considerablemente el poder de la infantería mecanizada, habiendo encontrado propicio dotar a esta fuerza con medios especializados que permitiesen aumentar su efectividad.
Post guerra: La guerra de Corea y el nacimiento del IFV/VCI
La invasión comunista a Corea del Sur tomó por sorpresa a las fuerzas norteamericanas, no sólo a nivel táctico sino a nivel organizacional. Lo que había sido la fuerza militar más poderosa del siglo XX, 5 años después de finalizada la contienda mundial, había visto reducirse a niveles mínimos. El ejército norteamericano contaba en esa época con solo 10 divisiones y 9 regimiental combat teams, en total medio millón de hombres.
Sumado al problema de la reducción de fuerzas, el despliegue de las mencionadas unidades fue realizado haciendo hincapié en el teatro europeo, habiendo sido descuidad el frente del Pacífico.
El ejército no solo había visto afectado su tamaño, sino que también los fuertes recortes sufridos una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial habían hecho una importante merma en su equipamiento y entrenamiento, lo cual terminaba por afectar profundamente la moral de la tropa.
Por esta razones, las unidades desplegadas en el Pacífico (organizadas dentro del 8vo Ejército) no solo carecían del personal suficiente para completar sus cuadros (estaban al 65-70% de sus capacidades) sino que el equipo y armamento con el que contaban era en su mayoría legado de la Segunda Guerra Mundial. Entre las carencias más importantes figuraban tanques medios y pesados, armamento anti-tanque, vehículos blindados, munición, etc.
Como se mencionó previamente, el ejército norteamericano desplegó blindados que ya habían sido empleados en la última contienda mundial. Recuperados de la sorpresa inicial y habiendo logrado detener el avance comunista antes de que Corea del Sur cayera completamente en su poder, los aliados iniciaron importantes refuerzos para ayudar a las fuerzas surcoreanas.
Entrarían nuevamente en combate los ya populares semi-orugas M-3 y en especial sus variantes antiaérea M-15 y M-16. Esta última versión contaba con un torreta Maxon M45 asistida eléctricamente que estaba armada con cuatro ametralladoras pesadas Browning M-2 calibre .50. Este vehículo demostraría ser tan efectivo contra los masivos avances de la infantería comunista que pronto llegaría el requerimiento por más de 1600 de ellos. La solución fue convertir M-3 existentes, tarea de la cual se encargaría Bowen & McLaughlin Inc. En el proceso de conversión también se incluyó una modificación de la torreta cuádruple, dotándola con escudos blindados que proporcionarían mejor protección a los sirvientes de las ametralladoras.
También sería empleado el blindado utilitario M-39, el cual demostró poseer una gran movilidad en el montañoso terreno coreano. Por esta característica, además de ser utilizado para tractar piezas de artillería, también lo sería para abastecer posiciones localizadas en colinas y zonas de difícil acceso.
Infantes desembarcan de un M-39. Al carecer de portones traseros, la tarea de descenso del vehículo era notablemente engorrosa. (Y peligrosa si se realizaba bajo fuego enemigo). Imagen: US Army.
Una vez iniciadas las operaciones terrestres, quedó claro que el terreno donde tendrían que operar las fuerzas blindadas no era el mejor. La topografía coreana se caracterizaba por contar con gran presencia de barro debido a las extensas plantaciones de arroz y a la prolongada estación húmeda favorecida por los monzones. Y allí donde no había plantaciones, había impasables montañas. A ello se sumaba una inexistente red de caminos, los cuales además de ser escaso estaban en muy mal estado por lo que obligaba comúnmente a los blindados a transitar por lechos de arroyos y ríos, lo que implicaba un importante desgaste no solo en los vehículos y tripulación sino que también implicaba realizar concienzudas tareas de mantenimiento.
En la etapa final del conflicto vería su bautismo de fuego un nuevo modelo de vehículo blindado de infantería: El M-75.
Nacido de requerimientos realizados a finales del año 1945 y 1946, los cuales establecían la necesidad por un transporte de tropas a orugas, con capacidad para una transportar 12 hombres incluidos el conductor, el comandante y 10 soldados (reducidos a 9 hombres durante el conflicto en Corea, debido a la nueva doctrina adoptada) y que supliera las carencias de los anteriores modelos (costo, protección), el M-75 sería desarrollado a partir de de los prototipos T43 y T18 por la compañía International Harvester Co.
Una de las características más notoria del nuevo prototipo era la adopción de la configuración tipo “caja sobre orugas” (similar al M-44), lo cual terminaba por solucionar el problema de la falta de protección superior que carecían modelos anteriores.
Fueron varios los prototipos iniciales, en los cuales fueron probadas diferentes configuraciones de armamento, torretas, cúpulas así como plantas propulsoras, surgiendo las versiones T18, T18E1 y T18E2. La nomenclatura final sería estandarizada en 1951, siendo denominado armored infantry Vehicle M-75.
Un total de 1780 M-75 serían construidos por Harvester International Co. y por Food Machinery and Chemical (FMC), algunos de los cuales prestarían servicio durante los últimos meses del conflicto en Corea, con resultados más que alentadores.
Empleados junto a los M-39, los M-75 demostrarían la valía de su diseño al ser empleados para la dura tarea de abastecer las posiciones de la 7th Infantry Division en la disputada colina Porkchop.
El acceso a las posiciones aliadas era extremadamente complejo, ya que solo llegaba un solo camino, el cual además de ser casi intransitable para cualquier vehículo, se encontraba bajo mirada directa del enemigo desde la colina Boldy y desde el complejo de posiciones en Hassakol, lo que le permitía realizar fuego directo (e indirecto) contra los intentos aliados de reforzar Porkchop.
Pese a ello, los blindados de la 17th Tank Company, bajo el mando del Lt Raymond Devereaux, lograron reabastecer y reforzar las posiciones una y otra vez, evacuando en el proceso a los soldados heridos.
El M-75 demostraría nuevamente su valía durante la evacuación final de las posiciones de Porkchop. Avanzando sobre terreno repleto de barro y casi intransitable, los blindados lograron retirar a los infantes restantes del 32rd Infantry Regiment. Según palabras del General Trudeau, la tarea hubiera sido difícil con los M-39 e imposible sin ninguno de los blindados.
El M-75 cumplió con creces el trabajo para el que fue diseñado, dejando su actuación bajo fuego más que satisfechos a sus usuarios.
El M-75 probaría la valía del diseño tipo “caja sobre orugas”. En la foto, infantes norteamericanos posan junto a su blindado en Corea. Imagen: US Army.
El concepto de un vehículo para transporte de tropas completamente cerrado demostraría ser un gran acierto y el punto de partida para el desarrollo de modelos mas refinados.
Pese a haber demostrados sus capacidades en el campo de batalla, el M-75 resultaba muy caro para ser adquirido en grandes cantidades, por lo que a fines de 1951 se iniciaría un nuevo programa para reemplazarlo.
FMC Corporation sería la encargada de presentar 6 prototipos para ser evaluados, los cuales tenían que tener capacidad para 10+1 soldados, portón trasero, ser anfibios (propulsado por orugas) y utilizar partes mecánicas que estuviesen disponibles en el mercado civil, a lo fines de abaratar costos. Los modelos experimentales recibieron la denominación T59 y T59E1 (la diferencia radicaba principalmente en la planta propulsora, entre otras cosas).
En 1951 se agregaría una nueva propuesta, lo cual demoraría la decisión por cual modelo optar. (Algo muy común en los programas de defensa norteamericanos). Le sería encargada a Harvester International Co. que los últimos tres T-75 por fabricar fuesen modificados a los fines de reducir costos, lo que se lograría eligiendo versiones más baratas de la planta propulsora, transmisión y estructura del casco. Esta versión económica (por así decirlo) del M-75 sería denominada T73.
Las pruebas para comparar ambos modelos terminarían por demostrar que el T59 era superior gracias a la potencia de sus motores, a su portón trasero y a su capacidad anfibia.
FMC iniciaría la producción en serie en el año 1953, construyendo aproximadamente unas 6.300 unidades del ahora denominado vehículo de infantería blindada (AIV en inglés) M-59, los cuales irían sufriendo modificaciones a lo largo de la cadena de producción. Dichas mejoras incluyeron el reemplazo de la transmisión y la provisión de una cúpula para el comandante (modelos M17 y M13 armadas con una ametralladora M-2 .50).
También se desarrollaría una versión porta mortero, la cual sería denominada M-84. La misma era operada por una tripulación de 6 soldados (comandante, conductor + 4 sirvientes) y estaba armada con un mortero de 4,2” pulgadas.
M-59 asignado al 12th Infantry Batallion realiza maniobras de aproximación en el campo de maniobras de Baumholder, Alemania, llevadas a cabo en julio de 1956. Imagen: US Army.
Pese a ser popular dentro del US Army, el M-59 presentó ciertas falencias una vez en servicio: al estar propulsado por motores comerciales, sufría cierta falta de potencia y velocidad. FMC propondría un paquete de mejoras para solventar estas fallas, pero el ejército ya tenía sus ojos puestos en un nuevo programa.
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