El navío, de 270 metros de eslora y 32.000 toneladas, fue hundido a 37 kilómetros de la costas de Pensacola, en el noroeste de Florida. Ahora resta que, el jueves, buzos de la Marina comprueben si el barco se hundió derecho y a 66 metros de profundidad, tal como estaba previsto.
Cuando esté en el lecho del mar, se desarrollarán progresivamente sobre su casco esponjas y corales, y eso atraerá a peces, buzos y pescadores. Así, el lugar se convertirá en una atracción turística. Este hundimiento inaugura un proyecto de la Marina para convertir viejos buques de guerra en arrecifes, que tuvo un costo total de 19 millones de dólares, pero –según un estudio de la Universidad de Florida– podría reportarle al condando de Escambia unos 92 millones de dólares al año en ingresos turísticos.
El navío había sido sacado de servicio en 1976, luego de servir en las guerras de Vietnam y, recién construido, en la de Corea. Si bien hubo anteriormente barcos sometidos a este fin, este fue el primer “sacrificio” de uno de guerra. Esperaban que el hundimiento se demorara cinco horas, pero no le llevó más de media hora desaparecer de la superficie.
Supuestamente, a todos los barcos incluidos en este programa de la Marina debían retirarles los productos tóxicos como el amianto, el combustible, las pinturas y el PCB en forma líquida. Sin embargo, el “Oriskany” recibió una autorización de la Agencia para la protección del Medio Ambiente (EPA) aun sabiendo que iría al fondo del mar con 317 kilos de residuos de PCB en forma sólida.
“Es un poco triste”, dijo el piloto retirado de la Armada Stuart Reynolds, quien en la guerra de Vietnam condujo aviones que partieron desde el “Oriskany”, mientras –desde una de los cientos de lanchas que navegaron el Golfo de México para presenciar el acontecimiento– lo veía hundirse. “Pero ahora tiene una nueva vida. Es mejor así que desguazado para navajas de afeitar”, agregó.
Cuando esté en el lecho del mar, se desarrollarán progresivamente sobre su casco esponjas y corales, y eso atraerá a peces, buzos y pescadores. Así, el lugar se convertirá en una atracción turística. Este hundimiento inaugura un proyecto de la Marina para convertir viejos buques de guerra en arrecifes, que tuvo un costo total de 19 millones de dólares, pero –según un estudio de la Universidad de Florida– podría reportarle al condando de Escambia unos 92 millones de dólares al año en ingresos turísticos.
El navío había sido sacado de servicio en 1976, luego de servir en las guerras de Vietnam y, recién construido, en la de Corea. Si bien hubo anteriormente barcos sometidos a este fin, este fue el primer “sacrificio” de uno de guerra. Esperaban que el hundimiento se demorara cinco horas, pero no le llevó más de media hora desaparecer de la superficie.
Supuestamente, a todos los barcos incluidos en este programa de la Marina debían retirarles los productos tóxicos como el amianto, el combustible, las pinturas y el PCB en forma líquida. Sin embargo, el “Oriskany” recibió una autorización de la Agencia para la protección del Medio Ambiente (EPA) aun sabiendo que iría al fondo del mar con 317 kilos de residuos de PCB en forma sólida.
“Es un poco triste”, dijo el piloto retirado de la Armada Stuart Reynolds, quien en la guerra de Vietnam condujo aviones que partieron desde el “Oriskany”, mientras –desde una de los cientos de lanchas que navegaron el Golfo de México para presenciar el acontecimiento– lo veía hundirse. “Pero ahora tiene una nueva vida. Es mejor así que desguazado para navajas de afeitar”, agregó.