Una Nota muy interesante
El mes pasado, aterrizamos en la ciudad de Barcelona, Venezuela; desde la plataforma correspondiente a la aviación civil pude divisar estacionados en el sector militar, una fila de ultramodernos cazas Sukhoi pertenecientes a la Fuerza Aérea venezolana.
Durante el largo vuelo que todavía nos quedó hasta arribar al destino final, aproveché para una vez más repasar una serie de hechos que afectan a mi Institución, la Fuerza Aérea Argentina; no está demás expresar que el resultado de esas elucubraciones volvió a quedar plagado de contradicciones, por lo menos desde mi óptica particular.
La razón de ser de la Fuerza Aérea, mas allá de la redacción de misiones y tareas puntuales que fijan los reglamentos para cada caso, es encontrarse preparada para realizar Operaciones Aéreas Eficaces, ya sea durante un conflicto armado o en épocas de paz. Se entiende como operaciones aéreas, no solo lo concerniente al vuelo, sino a todo lo que se relacione con éste; para el segundo caso, se trata de responsabilidades que recaen sobre diversas especialidades que nutren a la Institución; sirven como ejemplo el control del espacio aéreo, las redes de comunicaciones, el mantenimiento de radares y radioayudas, las predicciones meteorológicas (si bien ahora dicho Servicio ya no pertenecen a la Fuerza Aérea pero está constituido por gente y sistemas que eran de la misma), el mantenimiento de los aviones y el armamento aéreo, etc.
Ahora bien, para concretar cualquiera de estas actividades (tanto pilotos como especialistas en tierra) siempre fue imperativo que el personal reciba un “aprendizaje inicial” dentro de un periodo apropiado; concluido lo anterior, sigue un metódico y permanente proceso de adiestramiento, totalmente apoyado en la disponibilidad de material (aviones, equipos o lo que fuese) necesarios para alcanzar y mantener las exigencias de las tareas; desde luego que “todo este programa de adiestramiento” debe estar “estrictamente acotado en el tiempo” (en lo que hace al logro de capacidades, por ejemplo no es el mismo volar 150 horas en un año, que hacerlo en dos).
Este aspecto actualmente ha colapsado como consecuencia de las limitaciones logísticas existentes; para el caso del vuelo, ello es totalmente comprobable con solo comparar los años que llevaba formar un piloto calificado “apto para el combate” hasta no hace mucho tiempo atrás, y lo que sucede en la actualidad.
Como en cualquier proyecto serio dentro de la múltiples actividades humanas, un resultado puntual que se pretenda (satisfacción de un Interés Nacional, logro de un Objetivo parcial que haga a otro mas importante, etc.) se inicia mediante un proceso analítico que integra generalmente los siguientes pasos: definir el resultado pretendido (Objetivo), efectuar los Planes para arribar al mismo, ajustar los Programas que satisfagan dichos planes, delinear las Tareas y Funciones para concretar dichos programas y por ultimo buscar las herramientas, es decir los Medios (aviones, equipos, etc.) que permitan concretar dichas tareas y funciones.
Salvando las diferencias, el proceso descrito es el mismo tanto para concretar un proyecto afín al bien común de los argentinos, como el que diariamente encara un ama de casa para preparar el almuerzo a su familia; lo fundamental es tener bien en claro que es lo que se pretende hacer.
Para el caso puntual de la Defensa Nacional y dentro de esta, la Fuerza Aérea que es el área que más conozco, la Institución está en franco deterioro en lo que se refiere a la capacidad operativa; las limitaciones no solo se advierten en la obsolescencia de la mayoría del material que poseemos, sino que además… de éstos… hay muy poco en servicio.
Volviendo al ejemplo especifico del vuelo y como resultado de dicha situación, estimo que por cuestiones ajenas a la Fuerza estamos obligando a nuestros pilotos a ser cada día mas teóricos… y menos experimentados; desde ya que lo mismo ocurre con la mayoría de las otras especialidades de la Institución.
No está demás expresar que una de las consecuencias de dicha situación, en donde el orgullo de pertenencia a la Fuerza está en franca retirada, se refleja en la cantidad de aviadores que han abandonado la Institución en los últimos años y puntualmente en el 2007; el perjuicio aun resulta más notable, si se contabiliza la inversión que el estado Nacional realizó para formar a dicha gente.
Resulta dolorosa la comparación, pero el panorama da lugar a la reflexión efectuada por un escritor y pensador argentino, quien poco tiempo atrás expresó que los militares se han transformado en un elemento decorativo.
Con liviandad podría pensarse ¿… y para que gastar en esto, si no hay ninguna guerra a la vista?; entre las repuestas posibles elijo dos: 1) Formar una Fuerza eficiente no solo para la Defensa Nacional, sino además como una herramienta útil a la sociedad y sus intereses, tanto internos como externos, lleva un tiempo que se mide en años. 2) Estamos rodeados de países con los cuales al parecer, es lejana la posibilidad de una confrontación armada; varios de estos países poseen gobiernos socialistas (quiero significar con ello que posiblemente su vocación de servicio estaría acentuada en lo social, y no en fortalecer su capacidad armada); no obstante las consideraciones anteriores, el presidente del Brasil acaba de anunciar la duplicación del presupuesto de Defensa para el próximo ejercicio; por su lado Chile continua recibiendo la última versión del caza norteamericano F-16, además de otros sistemas de armas de reciente generación; otro tanto a hecho Perú con la adquisición de modernos cazas rusos y los Mirage 2000 de procedencia francesa, mientras que algo parecido sucede con Ecuador y ni que hablar de Colombia; además insisto, en el extremo norte sudamericano, a orillas del hermoso mar Caribe, les aseguro que se veían imponentes los Sukhoi venezolanos.
El mes pasado, aterrizamos en la ciudad de Barcelona, Venezuela; desde la plataforma correspondiente a la aviación civil pude divisar estacionados en el sector militar, una fila de ultramodernos cazas Sukhoi pertenecientes a la Fuerza Aérea venezolana.
Durante el largo vuelo que todavía nos quedó hasta arribar al destino final, aproveché para una vez más repasar una serie de hechos que afectan a mi Institución, la Fuerza Aérea Argentina; no está demás expresar que el resultado de esas elucubraciones volvió a quedar plagado de contradicciones, por lo menos desde mi óptica particular.
La razón de ser de la Fuerza Aérea, mas allá de la redacción de misiones y tareas puntuales que fijan los reglamentos para cada caso, es encontrarse preparada para realizar Operaciones Aéreas Eficaces, ya sea durante un conflicto armado o en épocas de paz. Se entiende como operaciones aéreas, no solo lo concerniente al vuelo, sino a todo lo que se relacione con éste; para el segundo caso, se trata de responsabilidades que recaen sobre diversas especialidades que nutren a la Institución; sirven como ejemplo el control del espacio aéreo, las redes de comunicaciones, el mantenimiento de radares y radioayudas, las predicciones meteorológicas (si bien ahora dicho Servicio ya no pertenecen a la Fuerza Aérea pero está constituido por gente y sistemas que eran de la misma), el mantenimiento de los aviones y el armamento aéreo, etc.
Ahora bien, para concretar cualquiera de estas actividades (tanto pilotos como especialistas en tierra) siempre fue imperativo que el personal reciba un “aprendizaje inicial” dentro de un periodo apropiado; concluido lo anterior, sigue un metódico y permanente proceso de adiestramiento, totalmente apoyado en la disponibilidad de material (aviones, equipos o lo que fuese) necesarios para alcanzar y mantener las exigencias de las tareas; desde luego que “todo este programa de adiestramiento” debe estar “estrictamente acotado en el tiempo” (en lo que hace al logro de capacidades, por ejemplo no es el mismo volar 150 horas en un año, que hacerlo en dos).
Este aspecto actualmente ha colapsado como consecuencia de las limitaciones logísticas existentes; para el caso del vuelo, ello es totalmente comprobable con solo comparar los años que llevaba formar un piloto calificado “apto para el combate” hasta no hace mucho tiempo atrás, y lo que sucede en la actualidad.
Como en cualquier proyecto serio dentro de la múltiples actividades humanas, un resultado puntual que se pretenda (satisfacción de un Interés Nacional, logro de un Objetivo parcial que haga a otro mas importante, etc.) se inicia mediante un proceso analítico que integra generalmente los siguientes pasos: definir el resultado pretendido (Objetivo), efectuar los Planes para arribar al mismo, ajustar los Programas que satisfagan dichos planes, delinear las Tareas y Funciones para concretar dichos programas y por ultimo buscar las herramientas, es decir los Medios (aviones, equipos, etc.) que permitan concretar dichas tareas y funciones.
Salvando las diferencias, el proceso descrito es el mismo tanto para concretar un proyecto afín al bien común de los argentinos, como el que diariamente encara un ama de casa para preparar el almuerzo a su familia; lo fundamental es tener bien en claro que es lo que se pretende hacer.
Para el caso puntual de la Defensa Nacional y dentro de esta, la Fuerza Aérea que es el área que más conozco, la Institución está en franco deterioro en lo que se refiere a la capacidad operativa; las limitaciones no solo se advierten en la obsolescencia de la mayoría del material que poseemos, sino que además… de éstos… hay muy poco en servicio.
Volviendo al ejemplo especifico del vuelo y como resultado de dicha situación, estimo que por cuestiones ajenas a la Fuerza estamos obligando a nuestros pilotos a ser cada día mas teóricos… y menos experimentados; desde ya que lo mismo ocurre con la mayoría de las otras especialidades de la Institución.
No está demás expresar que una de las consecuencias de dicha situación, en donde el orgullo de pertenencia a la Fuerza está en franca retirada, se refleja en la cantidad de aviadores que han abandonado la Institución en los últimos años y puntualmente en el 2007; el perjuicio aun resulta más notable, si se contabiliza la inversión que el estado Nacional realizó para formar a dicha gente.
Resulta dolorosa la comparación, pero el panorama da lugar a la reflexión efectuada por un escritor y pensador argentino, quien poco tiempo atrás expresó que los militares se han transformado en un elemento decorativo.
Con liviandad podría pensarse ¿… y para que gastar en esto, si no hay ninguna guerra a la vista?; entre las repuestas posibles elijo dos: 1) Formar una Fuerza eficiente no solo para la Defensa Nacional, sino además como una herramienta útil a la sociedad y sus intereses, tanto internos como externos, lleva un tiempo que se mide en años. 2) Estamos rodeados de países con los cuales al parecer, es lejana la posibilidad de una confrontación armada; varios de estos países poseen gobiernos socialistas (quiero significar con ello que posiblemente su vocación de servicio estaría acentuada en lo social, y no en fortalecer su capacidad armada); no obstante las consideraciones anteriores, el presidente del Brasil acaba de anunciar la duplicación del presupuesto de Defensa para el próximo ejercicio; por su lado Chile continua recibiendo la última versión del caza norteamericano F-16, además de otros sistemas de armas de reciente generación; otro tanto a hecho Perú con la adquisición de modernos cazas rusos y los Mirage 2000 de procedencia francesa, mientras que algo parecido sucede con Ecuador y ni que hablar de Colombia; además insisto, en el extremo norte sudamericano, a orillas del hermoso mar Caribe, les aseguro que se veían imponentes los Sukhoi venezolanos.