Derruido
Colaborador
TRIBUNA
Malvinas: la visión británica no oficial
Empiezan a aparecer en Gran Bretaña libros que muestran visiones polémicas de la guerra en el Atlántico Sur. Son textos que adelantan el "revival" que tendrá lugar el año que viene, en el vigesimoquinto aniversario.
Rosendo Fraga*
La cuestión Malvinas está ocupando un lugar más relevante en la política exterior argentina y algo similar está ocurriendo en Gran Bretaña.
Entre las manifestaciones que así lo demuestran, está la reciente aparición de El filo de la navaja. La historia no-oficial de la Guerra de las Malvinas (Weidenfeld&Nicolsonn, Londres, 2006), de Hugo Bicheno, quien fue jefe de la estación en Buenos Aires del MI6 —el servicio exterior secreto de este país— entre 1974 y 1978.
Tras dejar el servicio, Bicheno se volcó a la historia militar y escribió varios libros sobre el siglo XVIII y XIX, abordando temáticas como la guerra de independencia y la civil de los Estados Unidos. Con estos antecedentes, tiene una óptica privilegiada para abordar el tema.
Bicheno cuestiona la tesis planteada por varios autores británicos —como Nigel West en La guerra secreta por las Malvinas, publicado por primera vez en Londres en 1997— acerca de que el conflicto fue un gran fallo de imprevisión de la inteligencia británica. Busca también refutar la historia oficial de la guerra de Malvinas, encargada por Tony Blair al historiador Lawrence Freedman, quien por primera vez tuvo acceso a la documentación oficial que se mantenía secreta y cuya obra fue publicada el año pasado. El mismo título del libro de Bicheno evidencia esta intención.
Su tesis central —muy discutible en mi opinión— es que el conflicto era previsible si se hubieran evaluado acertadamente los factores políticos y culturales, en vez de centrarse sólo en los militares y de inteligencia, como afirma han planteado hasta ahora la mayoría de los autores que han publicado libros sobre el tema.
En síntesis, sostiene que esta guerra fue una combinación del "fascismo" argentino —en el cual incluye tanto a los militares como al peronismo— con el "progresismo" británico. Al primero, le adjudica una constante en la búsqueda de actitudes nacionalistas, que fueron haciendo de Malvinas un objetivo y un valor común para la cultura del país. Llega a hablar incluso del "nazifascismo" de Argentina.
Extiende la crítica hasta del actual gobierno, al decir que Kirchner recurrió a denunciar que los británicos habían llevado armas atómicas a Malvinas, las que estarían todavía dentro de los buques británicos hundidos durante la guerra, para tapar el escándalo que en ese momento se había desatado cuando un funcionario judicial hizo aplicar el Excalibur —control de entrada y salida de llamadas— a varias bandas del crimen organizado, comprobándose comunicaciones que iban de ellas hasta la Casa de Gobierno y a unidades militares.
El subjetivismo del autor es tan marcado para mostrar que la Argentina es un país fascista, que llega a sostener que el grupo guerrillero MTP, liderado por el trotskista Enrique Gorriarán Merlo que en 1989 atacó el Regimiento 3 de Infantería de La Tablada, es un movimiento nacionalista.
Pero esta tendencia negativa de la Argentina, en su opinión se combina con el "progresismo" británico, que dio señales sistemáticas de debilidad política y militar, que hicieron creer a los "fascistas" argentinos que Gran Bretaña no reaccionaría frente a la ocupación de las islas.
Cita como ejemplo de ello que en 1977, al generarse cierta tensión alrededor de las islas por decisiones argentinas, el gobierno laborista de ese momento envió un submarino nuclear al Atlántico Sur, pero con la expresa orden de no entrar en combate si se producían incidentes.
Respecto de los Estados Unidos, plantea la hipótesis de que pudo haber utilizado la guerra de Malvinas para frenar el desarrollo nuclear de Argentina y Brasil, pero en mi opinión no profundiza el hecho de que durante la primera quincena de abril Reagan se mantuvo muy dubitativo entre apoyar o no la operación británica, como lo ha reconocido públicamente el entonces embajador británico en Washington el año pasado. En un artículo recordando a Reagan con motivo de su desaparición, sostuvo que de no haber sido por la intervención del entonces jefe del Pentágono, Gran Bretaña no hubiera tenido el apoyo estadounidense, que resultó clave para el éxito militar británico.
En conclusión, se trata de una visión interesante y provocadora, discutible en muchos aspectos, pero que anticipa el "revival" que tendrá lugar el año próximo en Gran Bretaña sobre la guerra de Malvinas, al cumplirse un cuarto de siglo de ella.
*POLITOLOGO, DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS NUEVA MAYORIA
Malvinas: la visión británica no oficial
Empiezan a aparecer en Gran Bretaña libros que muestran visiones polémicas de la guerra en el Atlántico Sur. Son textos que adelantan el "revival" que tendrá lugar el año que viene, en el vigesimoquinto aniversario.
Rosendo Fraga*
La cuestión Malvinas está ocupando un lugar más relevante en la política exterior argentina y algo similar está ocurriendo en Gran Bretaña.
Entre las manifestaciones que así lo demuestran, está la reciente aparición de El filo de la navaja. La historia no-oficial de la Guerra de las Malvinas (Weidenfeld&Nicolsonn, Londres, 2006), de Hugo Bicheno, quien fue jefe de la estación en Buenos Aires del MI6 —el servicio exterior secreto de este país— entre 1974 y 1978.
Tras dejar el servicio, Bicheno se volcó a la historia militar y escribió varios libros sobre el siglo XVIII y XIX, abordando temáticas como la guerra de independencia y la civil de los Estados Unidos. Con estos antecedentes, tiene una óptica privilegiada para abordar el tema.
Bicheno cuestiona la tesis planteada por varios autores británicos —como Nigel West en La guerra secreta por las Malvinas, publicado por primera vez en Londres en 1997— acerca de que el conflicto fue un gran fallo de imprevisión de la inteligencia británica. Busca también refutar la historia oficial de la guerra de Malvinas, encargada por Tony Blair al historiador Lawrence Freedman, quien por primera vez tuvo acceso a la documentación oficial que se mantenía secreta y cuya obra fue publicada el año pasado. El mismo título del libro de Bicheno evidencia esta intención.
Su tesis central —muy discutible en mi opinión— es que el conflicto era previsible si se hubieran evaluado acertadamente los factores políticos y culturales, en vez de centrarse sólo en los militares y de inteligencia, como afirma han planteado hasta ahora la mayoría de los autores que han publicado libros sobre el tema.
En síntesis, sostiene que esta guerra fue una combinación del "fascismo" argentino —en el cual incluye tanto a los militares como al peronismo— con el "progresismo" británico. Al primero, le adjudica una constante en la búsqueda de actitudes nacionalistas, que fueron haciendo de Malvinas un objetivo y un valor común para la cultura del país. Llega a hablar incluso del "nazifascismo" de Argentina.
Extiende la crítica hasta del actual gobierno, al decir que Kirchner recurrió a denunciar que los británicos habían llevado armas atómicas a Malvinas, las que estarían todavía dentro de los buques británicos hundidos durante la guerra, para tapar el escándalo que en ese momento se había desatado cuando un funcionario judicial hizo aplicar el Excalibur —control de entrada y salida de llamadas— a varias bandas del crimen organizado, comprobándose comunicaciones que iban de ellas hasta la Casa de Gobierno y a unidades militares.
El subjetivismo del autor es tan marcado para mostrar que la Argentina es un país fascista, que llega a sostener que el grupo guerrillero MTP, liderado por el trotskista Enrique Gorriarán Merlo que en 1989 atacó el Regimiento 3 de Infantería de La Tablada, es un movimiento nacionalista.
Pero esta tendencia negativa de la Argentina, en su opinión se combina con el "progresismo" británico, que dio señales sistemáticas de debilidad política y militar, que hicieron creer a los "fascistas" argentinos que Gran Bretaña no reaccionaría frente a la ocupación de las islas.
Cita como ejemplo de ello que en 1977, al generarse cierta tensión alrededor de las islas por decisiones argentinas, el gobierno laborista de ese momento envió un submarino nuclear al Atlántico Sur, pero con la expresa orden de no entrar en combate si se producían incidentes.
Respecto de los Estados Unidos, plantea la hipótesis de que pudo haber utilizado la guerra de Malvinas para frenar el desarrollo nuclear de Argentina y Brasil, pero en mi opinión no profundiza el hecho de que durante la primera quincena de abril Reagan se mantuvo muy dubitativo entre apoyar o no la operación británica, como lo ha reconocido públicamente el entonces embajador británico en Washington el año pasado. En un artículo recordando a Reagan con motivo de su desaparición, sostuvo que de no haber sido por la intervención del entonces jefe del Pentágono, Gran Bretaña no hubiera tenido el apoyo estadounidense, que resultó clave para el éxito militar británico.
En conclusión, se trata de una visión interesante y provocadora, discutible en muchos aspectos, pero que anticipa el "revival" que tendrá lugar el año próximo en Gran Bretaña sobre la guerra de Malvinas, al cumplirse un cuarto de siglo de ella.
*POLITOLOGO, DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS NUEVA MAYORIA