El diagnóstico de lo heredado
En En retrospectiva, desde la recuperación democrática, la conducción política ha tropezado ciertamente en la generación de un mecanismo institucionalizado de planeamiento del que se originara un diagnóstico y evaluación del entorno internacional, la postura que el país debiera asumir frente a él y en consecuencia, el modelo de instrumento militar necesario. Modelo, éste último, que una vez definido debiera describir con coherencia estratégica y precisión “el deber ser” de la magnitud, organización, despliegue y equipamiento de las Fuerzas Armadas.
En definitiva, se ha carecido de un diseño teórico del instrumento militar que orientara el curso de los esfuerzos. Estas indefiniciones sumadas al drástico ajuste en el volumen de recursos para el sector en los últimos 25 años derivaron en un esquema de adaptación caótica mediante el cual, sin instrucciones superiores, los distintos componentes del sistema de defensa en su conjunto pretendieron sostener estructuras y capacidades históricas, proyectadas en un contexto de prioridades nacionales distintas. El resultado fue un progresivo deterioro del estado material de todos los sistemas de armas, una creciente brecha entre dotación efectiva de personal y cuadros orgánicos y una pronunciada caída de los niveles de adiestramiento operacional. En resumen, lo que hubiera debido ser un resizing planificado fue, en cambio, un downsizing improvisado.
Por lo dicho, el ajuste que el instrumento militar adoptó frente a la crónica contracción de recursos resulto parcial e insuficiente. Si bien en las últimas dos décadas se instrumentaron medidas que implicaron ahorros significativos y se resignaron la mayoría de los planes de modernización de los sistemas de armas existentes o la adquisición de nuevos, lo cierto es que los presupuestos asignados año tras año implicaron siempre asignaciones por debajo de las mínimas necesarias para sostener adecuadamente los niveles operativos de adiestramiento (días de ejercicios de unidades terrestres, horas de vuelo de aeronaves y días de navegación de buques).
La respuesta institucional de las Fuerzas Armadas a esta última realidad de presupuestos operativos insuficientes fue de naturaleza compuesta. Por un lado, se fueron disminuyendo las metas de adiestramiento, reversando muchas capacidades a un mínimo estado de latencia. Por otro, se naturalizó un relajamiento de los estándares logísticos, apelando a recursos (entendido entonces provisorios) como el consumo de las reservas de repuestos y materiales, extensiones inapropiadas de los ciclos de mantenimiento de los sistemas, la canibalizacion, la suspensión de los programas de actualización técnica (documentación, capacitación), etc. La recurrencia sistemática (y por un tiempo invisible) a estas soluciones de cortísimo plazo fue consolidando las bases de la crisis logística que estructuralmente aqueja al sector.
Bases del nuevo modelo logístico
En vistas a revertir las problemáticas planteadas, y bajo los parámetros de los objetivos trazados, el Ministerio de Defensa ha emprendido una serie de reformas estructurales en el plano logístico y operativo, las cuales se fundamentan en la necesidad última de redefinir el diseño de fuerza del instrumento militar argentino y asegurar su eficiente funcionamiento.
Los resultados de la convocatoria del Consejo de Defensa Nacional (CODENA) son esenciales en este esquema, ya que aportarán el diagnóstico estratégico sobre la base del cual deberá planificarse la política de defensa y, por ende, la organización, despliegue y equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas.
La dinámica institucional que motoriza este rediseño ha sido establecida por el Ciclo de Planeamiento para la Defensa, documento que, erigido a partir de los criterios fijados por los Decretos Nº 727/06 (Reglamentación de la Ley de Defensa Nacional) y Nº 1691/06 (Organización y Funcionamiento de las Fuerzas Armadas), determina las instancias, plazos y definiciones que deben cumplirse para planificar la distintas categorías de capacidades con las que debe contar el instrumento militar argentino.
El mencionado Ciclo representa la reglamentación de la etapa inicial del Sistema de Planes, Programas y Presupuesto (S3P), previsto en la Ley Nº 24.948 (Reestructuración de las Fuerzas Armadas), y la definitiva implementación del modelo de planeamiento por capacidades.
El diseño de capacidades que la aplicación del Ciclo establezca como necesario, requiere a su vez de una fluida articulación entre la planificación logística y la presupuestaria del instrumento militar, a los fines de que, lo que por un lado se planea como capacidades necesarias a desarrollar en un determinado período para alcanzar el diseño de fuerza previsto, tenga, por otro, su correlato en la distribución de las asignaciones presupuestarias que anualmente se le otorgan a la jurisdicción defensa en su conjunto para la recuperación, modernización e incorporación de equipamiento.
Reformas, Planes y Programas implementados
Con el objeto de coordinar tal articulación de funciones, al igual que consensuar lineamientos estructurales que garanticen la conjuntez en el accionar del instrumento militar, el Ministerio de Defensa dispuso la creación del Comité de Política Presupuestaria (CPP) y del Comité de Logística Conjunta (CLC), integrados ambos por funcionarios civiles y personal militar especializado del Estado Mayor Conjunto y de las Fuerzas Armadas.
La conformación del Comité de Logística Conjunta responde a la mencionada necesidad de avanzar hacia la constitución de una instancia centralizada de planificación y ejecución en materia logística y operativa (modelo que tiene sus antecedentes en países tales como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Canadá y España), bajo la cual se consensúen y supervisen planes y programas contribuyentes.
Ha sido bajo este mecanismo que se ha aprobado la implementación de un nuevo Sistema Integral de Gestión de Inversiones para la Defensa (SIGID), cuerpo normativo que reglamenta el proceso de conformación, postulación y aprobación de los proyectos de inversión pública y militar del sector, asegurando que éstos respondan a la matriz de capacidades requeridas para el diseño de fuerza adoptado.
En combinación con la serie de reformas presupuestarias, el SIGID se erige como una herramienta fundamental para la generación de un sistema eficiente y transparente de administración de recursos en el sector. El SIGID, por otro lado, otorga un rol fundamental al Estado Mayor Conjunto en la gestión de las inversiones de la jurisdicción, debido a que efectiviza, tal como ya lo dispusiera la Ley 24.948, el ejercicio de su responsabilidad en la ponderación de los criterios de aptitud y aceptabilidad de los proyectos de inversión que cada fuerza, desde su ámbito especifico, propone.
Producto también de la labor del CLC ha sido el diseño e implementación del Programa de Abastecimiento Conjunto de Insumos Comunes (PACIC), destinado a identificar, consolidar y contratar conjuntamente aquellos insumos que son de uso común entre las Fuerzas Armadas, centralizándose el proceso administrativo en el Estado Mayor Conjunto. Esta iniciativa resulta esencial a los fines de generar las condiciones para la emergencia de economías de escala que redunden en mejores condiciones colectivas de negociación y por ende, mejores precios.
En adición, atendiendo a que el ya mencionado Decreto Nº 1691/06 ha identificado a la participación de las Fuerzas Armadas en el marco de las operaciones multilaterales de Naciones Unidas como una función subsidiaria del instrumento militar, el Ministerio de Defensa determinó la creación del Plan de Equipamiento Conjunto para Operaciones de Paz (PECOMP). Éste apunta a generar un círculo virtuoso a partir de los reembolsos que el Estado recibe por el despliegue de medios materiales en dichas operaciones, afectándolos al financiamiento de un plan para modernizar e incorporar, en forma conjunta, nuevos medios especialmente idóneos para ser empleados en dicho contexto.
Debe destacarse también la creación del Sistema de Capacidades de Mantenimiento de las Fuerzas Armadas (SICAMAN), instrumento que tiene por objeto facilitar el aprovechamiento conjunto de las capacidades técnicas de los talleres, arsenales y demás unidades de mantenimiento del instrumento militar, apuntando a profundizar su integración logística, y fomentando el empleo de las capacidades ociosas de las mencionadas unidades tras la atención primaria de las necesidades internas de cada Fuerza.
La importancia de la cooperación técnica y académica
Dichos programas específicos desarrollados sobre la base de las capacidades propias del Ministerio y la jurisdicción, han sido complementados con una serie de iniciativas implementadas en conjunto con otros organismos públicos y privados especializados en la materia, lo cual le ha permitido al Ministerio hacerse de nuevas herramientas que fortalecieron su capacidad de conducción de la política de defensa.
Tal ha sido el caso, entre otros, del desarrollo de la primera auditoría de los medios aéreos de las Fuerzas Armadas, realizada en conjunto con la Universidad de la Plata (UNLP); la eficiente contratación internacional de las consolas de los Centros de Control de Área de Ezeiza y Córdoba, encomendada a la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI); la constitución de una Comisión para el análisis de las contrataciones de material aeronáutico, conformada con el aporte del Consejo Profesional de la Ingeniería Aeronáutica y Espacial (CPIAYE) y la implementación de un estudio sobre el control de gestión de los arsenales de las Fuerzas Armadas, ejecutado en conjunto con la Universidad de San Andrés (UDESA), la Asociación para las Políticas Publicas (APP) y bajo el auspicio de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La dimensión operativa
Todas las reformas logísticas mencionadas apuntan a garantizar el correcto desarrollo y funcionamiento del nuevo diseño de fuerza en gestación, a pesar de que ya se encuentren plenamente vigentes y hayan sido complementadas con una seria de decisiones operativas puntuales tendientes a recuperar capacidades militares.
La priorización de los medios materiales a ser recuperados, hasta tanto la aplicación del Ciclo de Planeamiento (bajo el diagnóstico estratégico del CODENA) determine la matriz de capacidades necesarias para desarrollar el diseño de fuerza proyectado, tuvo lugar en base a: (1) la necesidad de garantizar las condiciones adecuadas de seguridad en la operación de tales medios, (2) el imperativo legal de concentrar los recursos de la jurisdicción en aquellas tareas tendientes a cumplir con la función primaria, permanente e indelegable del instrumento militar: conjurar y repeler toda agresión externa militar estatal y, (3) la necesidad de cumplir con los distintos requerimientos recibidos sobre la base de las distintas misiones subsidiarias asignadas a las Fuerzas Armadas.
Bajo este marco, los esfuerzos presupuestarios se han concentrado en la recuperación de los medios materiales contribuyentes al mantenimiento de capacidades críticas en los ámbitos aéreo, naval y terrestre.
Capacidades aéreas
En cuanto al componente aéreo del instrumento militar, en primer lugar debe remarcarse la creación de un nuevo régimen de aeronavegabilidad militar al que deberán ajustarse, en una última instancia, todas las aeronaves de las Fuerzas, con el objeto de certificarlas en base a requisitos análogos a los que exige la autoridad aeronáutica en la aviación civil. Dicho reglamento se complementa con directivas de habilitación de tripulantes militares y personal técnico que operen y cumplan tareas de mantenimiento en dichos medios aéreos, las cuales también son compatibles con la normativa civil.
A los fines de que las Fuerzas estén en condiciones de cumplir con estos nuevos requisitos, superándose así las falencias evidenciadas por la mencionada auditoría, el Ministerio ha dispuesto la implementación de un Plan de Acción Progresivo (PAP) para recuperar y mantener las capacidades necesarias, el cual implica modificar las estructuras orgánicas, actualizar equipamientos y documentación técnica, modernizar infraestructura, incorporar tecnología, capacitar personal y adaptar sistemas logísticos.
El PAP se implementará a lo largo de cinco años, al término de los cuales se habrá recuperado el 100% de la capacidad aérea de las tres Fuerzas, y abarca, en orden de prioridad, los siguientes sistemas operativos: 1) Aviones de transporte, 2) Aviones de enlace, de entrenamiento y helicópteros y 3) Aviones caza-bombarderos. Específicamente, en cuanto a la capacidad de transporte aéreo (primera etapa del PAP), el Ministerio ha llevado a cabo en este 2007 los procesos licitatorios correspondientes para la incorporación de una serie de aviones de transporte mediano (ATM).
Por otra parte, en lo relativo a la capacidad de vigilancia y control aéreo, debe destacarse la decisión de adquirir once nuevos radares del tipo 2-D para uso civil (comprados a la empresa argentina INVAP) y de cuatro del tipo 3-D para uso militar, así como la de recuperar y modernizar la estructura edilicia y tecnológica de los principales centros de control aeronáutico, los cuales llevaban décadas sin recibir la inversión necesaria para el cumplimiento adecuado de sus funciones.
Capacidades navales
En cuanto al componente naval del instrumento militar, el Ministerio de Defensa ha decidido priorizar el mantenimiento básico de las unidades de nuestra flota, razón por la cual ha emprendido el comienzo de la realización de la totalidad de los carenados atrasados así como las acciones de mantenimiento correctivo hasta ahora demoradas. Así mismo, en cuanto a la capacidad de sostén logístico naval, entre otras cuestiones, se determinó la recuperación de los diques del Arsenal Naval Puerto Belgrano y su infraestructura.
Estas acciones se encuentran en sintonía con la decisión de impulsar la industria naval nacional, esencial para aumentar la autonomía en materia de recuperación y modernización de unidades de mar. En vistas de ello, se decidió la reincorporación del astillero Tandanor a la órbita del Ministerio de Defensa, el cual, junto al astillero Domecq García, conforman el eje de nuestro polo industrial naval.
Por otra parte, en lo respectivo a las capacidades requeridas para cumplir con la función primaria de la Armada, el Ministerio apoyó la consecución de los trabajos sobre el prototipo del Vehículo Anfibio a Oruga (VAO), correspondientes a la Infantería de Marina, así como la realización de la reparación de media vida del Submarino ARA San Juan en el Astillero Domecq García.
También se ha decidido priorizar la capacidad de vigilancia y control marítima, situación que se evidencia en la adquisición de la ingeniería básica para la construcción de los Patrulleros Oceánicos Multipropósito (POM). A ello debe sumarse también el comienzo de las reparaciones del Rompehielos Almirante Irizar, pieza además vital en la provisión de la capacidad de sostén logístico antártico, y a la finalización de la reparación de media vida de la Fragata ARA Libertad.
Capacidades terrestres
En cuanto al componente terrestre del instrumento militar, se determinó priorizar la capacidad de movilidad táctica y estratégica, para lo cual se modernizaron, vehículos M113 y tanques del tipo PATAGON, y la capacidad de apoyo logístico, adquiriéndose así, entre otras cuestiones, vehículos cisternas de transporte de combustibles y camiones pesados con semi-remolque para el transporte de munición. En adición, se decidió avanzar también en el desarrollo del Proyecto GAUCHO, vehículo todo terreno militar 4x4, aerolanzable y helitransportable.
Por otra parte, también la capacidad de comando, control y comunicación ha sido atendida a través, en otras acciones, del completamiento de los equipos de comunicaciones de campaña, mediante la adquisición de equipos de alta frecuencia.
Conclusiones
Concluyendo, es importante destacar que luego de décadas de desinversión presupuestaria y de carencia de lineamientos estructurales de acción, sumado a la inexistencia de un sistema de planeamiento logístico acorde al imperativo normativo de la CONJUNTEZ, EFICIENCIA Y TRANSPARENCIA en la administración de los recursos de la jurisdicción, el Ministerio de Defensa ha dispuesto un plan integral de acción para revertir tal crítica situación.
El sistema de planeamiento logístico descripto, sumado a una nueva política presupuestaria para el sector y, en lo específico, a los vigentes programas de recuperación y mantenimiento de capacidades operativas actualmente en estado crítico, sientan las bases para una adecuada implementación inicial del nuevo diseño de fuerza a ser identificado luego de la aplicación del Ciclo de Planeamiento, en base al diagnóstico estratégico del CODENA.
A partir de la consolidación de las reformas iniciadas, y apuntando a tomar las lecciones aprendidas del conflicto bélico del Atlántico Sur, el sector defensa contará con un sistema integral de gestión de recursos y de planeamiento logístico y operativo acorde a las necesidades que el instrumento militar posee para cumplir con su función legal de garantizar y salvaguardar de modo permanente los intereses vitales de la nación.
En En retrospectiva, desde la recuperación democrática, la conducción política ha tropezado ciertamente en la generación de un mecanismo institucionalizado de planeamiento del que se originara un diagnóstico y evaluación del entorno internacional, la postura que el país debiera asumir frente a él y en consecuencia, el modelo de instrumento militar necesario. Modelo, éste último, que una vez definido debiera describir con coherencia estratégica y precisión “el deber ser” de la magnitud, organización, despliegue y equipamiento de las Fuerzas Armadas.
En definitiva, se ha carecido de un diseño teórico del instrumento militar que orientara el curso de los esfuerzos. Estas indefiniciones sumadas al drástico ajuste en el volumen de recursos para el sector en los últimos 25 años derivaron en un esquema de adaptación caótica mediante el cual, sin instrucciones superiores, los distintos componentes del sistema de defensa en su conjunto pretendieron sostener estructuras y capacidades históricas, proyectadas en un contexto de prioridades nacionales distintas. El resultado fue un progresivo deterioro del estado material de todos los sistemas de armas, una creciente brecha entre dotación efectiva de personal y cuadros orgánicos y una pronunciada caída de los niveles de adiestramiento operacional. En resumen, lo que hubiera debido ser un resizing planificado fue, en cambio, un downsizing improvisado.
Por lo dicho, el ajuste que el instrumento militar adoptó frente a la crónica contracción de recursos resulto parcial e insuficiente. Si bien en las últimas dos décadas se instrumentaron medidas que implicaron ahorros significativos y se resignaron la mayoría de los planes de modernización de los sistemas de armas existentes o la adquisición de nuevos, lo cierto es que los presupuestos asignados año tras año implicaron siempre asignaciones por debajo de las mínimas necesarias para sostener adecuadamente los niveles operativos de adiestramiento (días de ejercicios de unidades terrestres, horas de vuelo de aeronaves y días de navegación de buques).
La respuesta institucional de las Fuerzas Armadas a esta última realidad de presupuestos operativos insuficientes fue de naturaleza compuesta. Por un lado, se fueron disminuyendo las metas de adiestramiento, reversando muchas capacidades a un mínimo estado de latencia. Por otro, se naturalizó un relajamiento de los estándares logísticos, apelando a recursos (entendido entonces provisorios) como el consumo de las reservas de repuestos y materiales, extensiones inapropiadas de los ciclos de mantenimiento de los sistemas, la canibalizacion, la suspensión de los programas de actualización técnica (documentación, capacitación), etc. La recurrencia sistemática (y por un tiempo invisible) a estas soluciones de cortísimo plazo fue consolidando las bases de la crisis logística que estructuralmente aqueja al sector.
Bases del nuevo modelo logístico
En vistas a revertir las problemáticas planteadas, y bajo los parámetros de los objetivos trazados, el Ministerio de Defensa ha emprendido una serie de reformas estructurales en el plano logístico y operativo, las cuales se fundamentan en la necesidad última de redefinir el diseño de fuerza del instrumento militar argentino y asegurar su eficiente funcionamiento.
Los resultados de la convocatoria del Consejo de Defensa Nacional (CODENA) son esenciales en este esquema, ya que aportarán el diagnóstico estratégico sobre la base del cual deberá planificarse la política de defensa y, por ende, la organización, despliegue y equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas.
La dinámica institucional que motoriza este rediseño ha sido establecida por el Ciclo de Planeamiento para la Defensa, documento que, erigido a partir de los criterios fijados por los Decretos Nº 727/06 (Reglamentación de la Ley de Defensa Nacional) y Nº 1691/06 (Organización y Funcionamiento de las Fuerzas Armadas), determina las instancias, plazos y definiciones que deben cumplirse para planificar la distintas categorías de capacidades con las que debe contar el instrumento militar argentino.
El mencionado Ciclo representa la reglamentación de la etapa inicial del Sistema de Planes, Programas y Presupuesto (S3P), previsto en la Ley Nº 24.948 (Reestructuración de las Fuerzas Armadas), y la definitiva implementación del modelo de planeamiento por capacidades.
El diseño de capacidades que la aplicación del Ciclo establezca como necesario, requiere a su vez de una fluida articulación entre la planificación logística y la presupuestaria del instrumento militar, a los fines de que, lo que por un lado se planea como capacidades necesarias a desarrollar en un determinado período para alcanzar el diseño de fuerza previsto, tenga, por otro, su correlato en la distribución de las asignaciones presupuestarias que anualmente se le otorgan a la jurisdicción defensa en su conjunto para la recuperación, modernización e incorporación de equipamiento.
Reformas, Planes y Programas implementados
Con el objeto de coordinar tal articulación de funciones, al igual que consensuar lineamientos estructurales que garanticen la conjuntez en el accionar del instrumento militar, el Ministerio de Defensa dispuso la creación del Comité de Política Presupuestaria (CPP) y del Comité de Logística Conjunta (CLC), integrados ambos por funcionarios civiles y personal militar especializado del Estado Mayor Conjunto y de las Fuerzas Armadas.
La conformación del Comité de Logística Conjunta responde a la mencionada necesidad de avanzar hacia la constitución de una instancia centralizada de planificación y ejecución en materia logística y operativa (modelo que tiene sus antecedentes en países tales como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Canadá y España), bajo la cual se consensúen y supervisen planes y programas contribuyentes.
Ha sido bajo este mecanismo que se ha aprobado la implementación de un nuevo Sistema Integral de Gestión de Inversiones para la Defensa (SIGID), cuerpo normativo que reglamenta el proceso de conformación, postulación y aprobación de los proyectos de inversión pública y militar del sector, asegurando que éstos respondan a la matriz de capacidades requeridas para el diseño de fuerza adoptado.
En combinación con la serie de reformas presupuestarias, el SIGID se erige como una herramienta fundamental para la generación de un sistema eficiente y transparente de administración de recursos en el sector. El SIGID, por otro lado, otorga un rol fundamental al Estado Mayor Conjunto en la gestión de las inversiones de la jurisdicción, debido a que efectiviza, tal como ya lo dispusiera la Ley 24.948, el ejercicio de su responsabilidad en la ponderación de los criterios de aptitud y aceptabilidad de los proyectos de inversión que cada fuerza, desde su ámbito especifico, propone.
Producto también de la labor del CLC ha sido el diseño e implementación del Programa de Abastecimiento Conjunto de Insumos Comunes (PACIC), destinado a identificar, consolidar y contratar conjuntamente aquellos insumos que son de uso común entre las Fuerzas Armadas, centralizándose el proceso administrativo en el Estado Mayor Conjunto. Esta iniciativa resulta esencial a los fines de generar las condiciones para la emergencia de economías de escala que redunden en mejores condiciones colectivas de negociación y por ende, mejores precios.
En adición, atendiendo a que el ya mencionado Decreto Nº 1691/06 ha identificado a la participación de las Fuerzas Armadas en el marco de las operaciones multilaterales de Naciones Unidas como una función subsidiaria del instrumento militar, el Ministerio de Defensa determinó la creación del Plan de Equipamiento Conjunto para Operaciones de Paz (PECOMP). Éste apunta a generar un círculo virtuoso a partir de los reembolsos que el Estado recibe por el despliegue de medios materiales en dichas operaciones, afectándolos al financiamiento de un plan para modernizar e incorporar, en forma conjunta, nuevos medios especialmente idóneos para ser empleados en dicho contexto.
Debe destacarse también la creación del Sistema de Capacidades de Mantenimiento de las Fuerzas Armadas (SICAMAN), instrumento que tiene por objeto facilitar el aprovechamiento conjunto de las capacidades técnicas de los talleres, arsenales y demás unidades de mantenimiento del instrumento militar, apuntando a profundizar su integración logística, y fomentando el empleo de las capacidades ociosas de las mencionadas unidades tras la atención primaria de las necesidades internas de cada Fuerza.
La importancia de la cooperación técnica y académica
Dichos programas específicos desarrollados sobre la base de las capacidades propias del Ministerio y la jurisdicción, han sido complementados con una serie de iniciativas implementadas en conjunto con otros organismos públicos y privados especializados en la materia, lo cual le ha permitido al Ministerio hacerse de nuevas herramientas que fortalecieron su capacidad de conducción de la política de defensa.
Tal ha sido el caso, entre otros, del desarrollo de la primera auditoría de los medios aéreos de las Fuerzas Armadas, realizada en conjunto con la Universidad de la Plata (UNLP); la eficiente contratación internacional de las consolas de los Centros de Control de Área de Ezeiza y Córdoba, encomendada a la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI); la constitución de una Comisión para el análisis de las contrataciones de material aeronáutico, conformada con el aporte del Consejo Profesional de la Ingeniería Aeronáutica y Espacial (CPIAYE) y la implementación de un estudio sobre el control de gestión de los arsenales de las Fuerzas Armadas, ejecutado en conjunto con la Universidad de San Andrés (UDESA), la Asociación para las Políticas Publicas (APP) y bajo el auspicio de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La dimensión operativa
Todas las reformas logísticas mencionadas apuntan a garantizar el correcto desarrollo y funcionamiento del nuevo diseño de fuerza en gestación, a pesar de que ya se encuentren plenamente vigentes y hayan sido complementadas con una seria de decisiones operativas puntuales tendientes a recuperar capacidades militares.
La priorización de los medios materiales a ser recuperados, hasta tanto la aplicación del Ciclo de Planeamiento (bajo el diagnóstico estratégico del CODENA) determine la matriz de capacidades necesarias para desarrollar el diseño de fuerza proyectado, tuvo lugar en base a: (1) la necesidad de garantizar las condiciones adecuadas de seguridad en la operación de tales medios, (2) el imperativo legal de concentrar los recursos de la jurisdicción en aquellas tareas tendientes a cumplir con la función primaria, permanente e indelegable del instrumento militar: conjurar y repeler toda agresión externa militar estatal y, (3) la necesidad de cumplir con los distintos requerimientos recibidos sobre la base de las distintas misiones subsidiarias asignadas a las Fuerzas Armadas.
Bajo este marco, los esfuerzos presupuestarios se han concentrado en la recuperación de los medios materiales contribuyentes al mantenimiento de capacidades críticas en los ámbitos aéreo, naval y terrestre.
Capacidades aéreas
En cuanto al componente aéreo del instrumento militar, en primer lugar debe remarcarse la creación de un nuevo régimen de aeronavegabilidad militar al que deberán ajustarse, en una última instancia, todas las aeronaves de las Fuerzas, con el objeto de certificarlas en base a requisitos análogos a los que exige la autoridad aeronáutica en la aviación civil. Dicho reglamento se complementa con directivas de habilitación de tripulantes militares y personal técnico que operen y cumplan tareas de mantenimiento en dichos medios aéreos, las cuales también son compatibles con la normativa civil.
A los fines de que las Fuerzas estén en condiciones de cumplir con estos nuevos requisitos, superándose así las falencias evidenciadas por la mencionada auditoría, el Ministerio ha dispuesto la implementación de un Plan de Acción Progresivo (PAP) para recuperar y mantener las capacidades necesarias, el cual implica modificar las estructuras orgánicas, actualizar equipamientos y documentación técnica, modernizar infraestructura, incorporar tecnología, capacitar personal y adaptar sistemas logísticos.
El PAP se implementará a lo largo de cinco años, al término de los cuales se habrá recuperado el 100% de la capacidad aérea de las tres Fuerzas, y abarca, en orden de prioridad, los siguientes sistemas operativos: 1) Aviones de transporte, 2) Aviones de enlace, de entrenamiento y helicópteros y 3) Aviones caza-bombarderos. Específicamente, en cuanto a la capacidad de transporte aéreo (primera etapa del PAP), el Ministerio ha llevado a cabo en este 2007 los procesos licitatorios correspondientes para la incorporación de una serie de aviones de transporte mediano (ATM).
Por otra parte, en lo relativo a la capacidad de vigilancia y control aéreo, debe destacarse la decisión de adquirir once nuevos radares del tipo 2-D para uso civil (comprados a la empresa argentina INVAP) y de cuatro del tipo 3-D para uso militar, así como la de recuperar y modernizar la estructura edilicia y tecnológica de los principales centros de control aeronáutico, los cuales llevaban décadas sin recibir la inversión necesaria para el cumplimiento adecuado de sus funciones.
Capacidades navales
En cuanto al componente naval del instrumento militar, el Ministerio de Defensa ha decidido priorizar el mantenimiento básico de las unidades de nuestra flota, razón por la cual ha emprendido el comienzo de la realización de la totalidad de los carenados atrasados así como las acciones de mantenimiento correctivo hasta ahora demoradas. Así mismo, en cuanto a la capacidad de sostén logístico naval, entre otras cuestiones, se determinó la recuperación de los diques del Arsenal Naval Puerto Belgrano y su infraestructura.
Estas acciones se encuentran en sintonía con la decisión de impulsar la industria naval nacional, esencial para aumentar la autonomía en materia de recuperación y modernización de unidades de mar. En vistas de ello, se decidió la reincorporación del astillero Tandanor a la órbita del Ministerio de Defensa, el cual, junto al astillero Domecq García, conforman el eje de nuestro polo industrial naval.
Por otra parte, en lo respectivo a las capacidades requeridas para cumplir con la función primaria de la Armada, el Ministerio apoyó la consecución de los trabajos sobre el prototipo del Vehículo Anfibio a Oruga (VAO), correspondientes a la Infantería de Marina, así como la realización de la reparación de media vida del Submarino ARA San Juan en el Astillero Domecq García.
También se ha decidido priorizar la capacidad de vigilancia y control marítima, situación que se evidencia en la adquisición de la ingeniería básica para la construcción de los Patrulleros Oceánicos Multipropósito (POM). A ello debe sumarse también el comienzo de las reparaciones del Rompehielos Almirante Irizar, pieza además vital en la provisión de la capacidad de sostén logístico antártico, y a la finalización de la reparación de media vida de la Fragata ARA Libertad.
Capacidades terrestres
En cuanto al componente terrestre del instrumento militar, se determinó priorizar la capacidad de movilidad táctica y estratégica, para lo cual se modernizaron, vehículos M113 y tanques del tipo PATAGON, y la capacidad de apoyo logístico, adquiriéndose así, entre otras cuestiones, vehículos cisternas de transporte de combustibles y camiones pesados con semi-remolque para el transporte de munición. En adición, se decidió avanzar también en el desarrollo del Proyecto GAUCHO, vehículo todo terreno militar 4x4, aerolanzable y helitransportable.
Por otra parte, también la capacidad de comando, control y comunicación ha sido atendida a través, en otras acciones, del completamiento de los equipos de comunicaciones de campaña, mediante la adquisición de equipos de alta frecuencia.
Conclusiones
Concluyendo, es importante destacar que luego de décadas de desinversión presupuestaria y de carencia de lineamientos estructurales de acción, sumado a la inexistencia de un sistema de planeamiento logístico acorde al imperativo normativo de la CONJUNTEZ, EFICIENCIA Y TRANSPARENCIA en la administración de los recursos de la jurisdicción, el Ministerio de Defensa ha dispuesto un plan integral de acción para revertir tal crítica situación.
El sistema de planeamiento logístico descripto, sumado a una nueva política presupuestaria para el sector y, en lo específico, a los vigentes programas de recuperación y mantenimiento de capacidades operativas actualmente en estado crítico, sientan las bases para una adecuada implementación inicial del nuevo diseño de fuerza a ser identificado luego de la aplicación del Ciclo de Planeamiento, en base al diagnóstico estratégico del CODENA.
A partir de la consolidación de las reformas iniciadas, y apuntando a tomar las lecciones aprendidas del conflicto bélico del Atlántico Sur, el sector defensa contará con un sistema integral de gestión de recursos y de planeamiento logístico y operativo acorde a las necesidades que el instrumento militar posee para cumplir con su función legal de garantizar y salvaguardar de modo permanente los intereses vitales de la nación.