CHINA: EL SUELO AFGANO CODICIADO POR SU FORMIDABLE RESERVA DE MINERALES
Cobre, hierro, “tierras raras” y litio, además de oro, plata y zinc, en Afganistán. Descubiertos por los soviéticos, los chinos apuestan a asegurar su futuro tecnológico.
En medio de un mundo que al menos en teoría se propone dejar atrás la era del petróleo y el gas (los combustibles fósiles fuente primera de contaminación atmosférica) Afganistán tiene todo lo necesario para quien quiera portarse bien en términos ecológicos y quien parece ya haberse hecho de sus yacimientos es China.
Tiene el cobre, básico en la producción de cables eléctricos; el litio, necesario para las baterías recargables en las que se almacenará la energía de los nuevos futuros tiempos; y las tierras raras, un grupo de 17 elementos esenciales para la construcción de los paneles de los parques solares y los generadores de energía eólica, así como para el desarrollo de los automóviles eléctricos. China, junto con Australia y la República Democrática del Congo, son hoy las potencias en materia de litio y tierras raras.
Llegó ahora el tiempo del litio y las tierras raras, y a fuerza de haber financiado a los talibanes los últimos años y sin tirar ni una sola bala, China está negociando la letra fina o ya se quedó con los yacimientos conocidos en Afganistán
Negocia con Bolivia, dueño de la mayor reserva mundial. En Groenlandia ya explota “tierras raras” de los bordes del Círculo Polar Ártico.
Como además es dueña en su propio territorio de las minas de Bayan Obo, la más grande reserva mundial, ha ganado un poder de suministro único.
Hoy, EEUU y Europa dependen (82 y 98%) de la provisión de tierras raras suministrada por China. Sería como decir que el desarrollo de Occidente está sujeto a la potencia de Oriente
Así que con una inmensa billetera que destinó a financiar el fundamentalismo talibán, China puso bajo su órbita geopolítica a los cultores del medioevo afgano, que no ignoran que además de sus minerales la potencia asiática tiene otros intereses geoestratégicos.
China comparte con Afganistán una frontera mínima de apena 210 kilómetros de largo, el Corredor de Wakhan.
Se trata de un terreno complicado para las construcciones viales pero de una situación geográfica vital para la seguridad y la viabilidad del Corredor Económico China-Pakistán, una parte decisiva de la Nueva Ruta de la Seda, el ambicioso complejo carretero-ferroviario-marítimo en el que China trabaja con su socio geopolítico Paquistán, para unir sus puertos con el extremo occidental europeo.
En todos los rubros minerales estratégicos, China - que es la única potencia que se ensució las manos solamente vía financiamiento oculto en la aventura intervencionista afgana y puede afirmar con absoluta veracidad que no disparó ni una sola bala - lleva la delantera.
Es la que suministra lo que ni EEUU ni Europa producen y la única que ya introdujo sus empresas en el territorio que ahora es el califato de los talibanes.
Quien quiera meterse en el negocio deberá tener en cuenta las predicciones de la Agencia Internacional de Energía, que estima que se necesita un promedio de 16 años desde el descubrimiento de un yacimiento de litio o tierras raras para que una mina empiece a producir.
Además del tiempo de espera se requieren una gran inversión y unos conocimientos técnicos que, por ahora, China domina plenamente, aunque valiéndose de técnicas altamente toxicas que la han transformado en la principal potencia contaminante del mundo.
Asistencia
China ya estaba a la vuelta de la esquina, esperando el momento para hincarle el diente al subsuelo afgano. Solo estaba al acecho del esperado zarpazo talibán.
Su objetivo número uno es la gigantesca mina de cobre de Aynak, una región árida situada 30 km al sur de Kabul.
No es poco pero China aspira y apunta hacia infinitamente más: al litio, el hierro, el aluminio, el oro, la plata, el zinc, el mercurio, las piedras preciosas y otras tantas riquezas.
Y sobre todo a las reservas de las caprichosamente llamadas “tierras raras”, un conjunto de 17 elementos estratégicos de nombre desconocido fuera de los ateneos científicos.
El 18 de agosto, sólo tres días después de la caída de Kabul, China "blanqueó" que ya había tenido contactos desde hacía años con los talibanes para ofrecerles su “asistencia” en la etapa de desarrollo minero que se avecina.
Al igual que en Groenlandia, donde entró con el Shenghe Resource Holding y la Greenland Minerals (en este caso asociada con mineras australianas), no necesitó hacer ni siquiera estudios de factibilidad en Afganistán.
Se apoya en las investigaciones previas rusas realizadas en la década de los 80 durante la invasión y ocupación del país por parte de la Unión Soviética. Y que ahora Rusia le entregó a China a cambio de una participación discreta y sin alaracas en los negocios del suelo afgano que el califato de la barbarie y la oscuridad medievales administrará a sus anchas y con total impunidad.