Hace 118 años, Argentina inició su vida antártica. Lo hizo a partir de una experiencia que demandó tenacidad y coraje, cuando allá por 1902 el Alférez de Navío José María Sobral acompañó a la expedición del geólogo polar sueco Otto Nordenskjöld para efectuar investigaciones en ese desconocido continente y, a raíz del naufragio del barco que los llevó, debieron pasar dos años en uno de los lugares más fríos de la Tierra.
El entonces Teniente de Navío Julián Irízar, al mando de la corbeta ARA “Uruguay” –actualmente el buque a flote más antiguo de la Armada, convertido en museo–, estuvo a cargo de la operación para rescatar a la expedición científica. Cumplida la misión, el doctor Nordenskjöld donó las instalaciones mediante las cuales Argentina creó, el 22 de febrero de 1904, el Observatorio Meteorológico en la isla Laurie de las islas Orcadas del Sur. Desde entonces, nuestro país es el único que ha mantenido presencia ininterrumpida en el continente blanco.
Durante el primer medio siglo desde la fundación del Observatorio Meteorológico, nuestro país fue profundizando su interés por aquellas latitudes creando refugios en diferentes puntos estratégicos que permitieran expandir la exploración. Para mediados del siglo pasado, algunos de esos refugios se convirtieron en bases y se crearon otras nuevas.
De esta manera, Argentina cuenta hoy con 13 bases y más de 40 refugios. Siete de esas bases están habitadas durante todo el año. Ellas son las bases antárticas conjuntas permanentes Carlini, Orcadas, Petrel, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II; mientras que otras 6 bases sólo operan durante la época estival: Brown, Primavera, Decepción, Melchior, Matienzo y Cámara.
Cada verano, desde hace 118 años, buques de la Armada Argentina zarpan para brindar sostén logístico de las bases antárticas que permiten llevar adelante las investigaciones de la ciencia argentina y apoyar también a científicos de otros países.
Las Campañas Antárticas de Verano (CAV) contemplan el abastecimiento de víveres y materiales a las bases y el recambio del personal que cumple su misión en condiciones náuticas, meteorológicas y glaciológicas severas y cambiantes, que exigen capacitaciones específicas. También se ponen en servicio y se realiza el mantenimiento de balizas que brindan seguridad náutica en las maniobras de buques nacionales y extranjeros.
En 1959, la comunidad internacional estableció un acuerdo al que denominó Tratado Antártico, un instrumento que estableció normas específicas por las cuales la Antártida se configura como un continente de paz dedicado a la investigación científica por medio de la cooperación internacional. Por ello, ningún país puede llevar armamento de ningún tipo, debiendo proteger el medioambiente como premisa fundamental.
La política antártica nacional, además de fortalecer dicho Tratado del cual es parte, busca una mayor eficacia de la presencia argentina en el continente mediante el desarrollo de la ciencia y de la capacidad de prestar servicios y conocimientos necesarios a otros países para tareas antárticas.
La Dirección Nacional del Antártico (DNA), de la cual depende el Instituto Antártico Argentino (IAA), es quien diseña y coordina la ejecución de la actividad argentina en la Antártida; mientras que el Comando Conjunto Antártico –a través de la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea– asume el trabajo logístico para sostener las bases donde deben desarrollarse las actividades científicas y técnicas.
Las actividades de la DNA y del IAA integran el Programa Antártico Argentino, al que se suman otras instituciones nacionales y provinciales, incluidos el CONICET y Universidades Nacionales, que participan a través de la prestación de servicios como meteorología, relevamientos cartográficos e investigaciones de diversas áreas. También existen proyectos científicos en colaboración con programas antárticos extranjeros.
Asimismo, Argentina cumple con la responsabilidad SAR (búsqueda y rescate) en materia de seguridad náutica y de salvaguarda de la vida humana en el mar en toda la zona. Desde hace más de dos décadas lleva adelante, junto a la República de Chile y a través de sus Armadas, la Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC), que todos los años de noviembre a marzo, brinda un servicio de búsqueda, rescate y salvamento marítimo; control de la contaminación; y otorga seguridad a la navegación y salvaguarda de la vida humana en el mar.
En este momento, el rompehielos ARA “Almirante Irízar” –con helicópteros Sea King embarcados y lanchas EDPV—junto con el transporte ARA “Canal Beagle” y el aviso ARA “Puerto Argentino” se encuentran efectuando tareas de sostén logístico bajo la dirección del Comando Conjunto Antártico, mientras que el aviso ARA “Bahía Agradable” presta apoyo en el marco de la PANC.
Créditos: Gaceta Marinera Digital