Hace un siglo la evolución del desarrollo naval llevó a la Marina de Guerra Argentina a pensar en tener un arma submarina en consonancia con las Marinas del mundo que se mostraban interesadas en incorporar la novedosa arma silenciosa.
Los oficiales argentinos vislumbraron en los sumergibles un enorme beneficio para la defensa de nuestras costas; y en junio de 1916, el entonces Capitán de Fragata Segundo Storni, efectuó una disertación sobre la importancia de defender los intereses argentinos en el mar, en la que incluyó la necesidad de incorporar sumergibles a la Flota.
Los precursores
Los primeros submarinistas argentinos fueron cuatro oficiales que en 1917 viajaron a Boston, Estados Unidos de Norteamérica, para adiestrarse en la Armada de ese país, que estaba a punto de entrar en la Primera Guerra Mundial. Los Tenientes de Fragata Vicente Ferrer, Francisco Lajous, Eduardo Aquiles Ceballos y Osvaldo María Repetto fueron incorporados a la nueva Escuela de Submarinos de New London, Connecticut, donde realizaron el segundo curso dictado allí.
Los cuatro precursores embarcaron en distintos sumergibles y cuando terminaron el curso, la Escuela de New London remitió a la Marina de Guerra Argentina la orden de egreso de los oficiales navales argentinos, que se destacaron entre los primeros puestos, en un curso conformado por 58 oficiales norteamericanos. Una vez finalizada la capacitación, los marinos argentinos fueron adscriptos por 6 meses a la Comisión Inspectora del Departamento de la Marina en los Astilleros Lake.
En la navegación de retorno al país, los oficiales tradujeron al castellano un importante estudio cedido por el Jefe del Servicio de Submarinos norteamericano, en el que se esbozaba la política de Estados Unidos de Norteamérica sobre el uso de submarinos, como así también la organización de las flotillas, bases, tipos de submarinos y características de la escuela de capacitación.
Sobre la base de ese trabajo, los oficiales elaboraron una conclusión acerca de la determinación que debería tomar la República Argentina y sugirieron la costa de Mar del Plata como asiento para una base de operaciones de sumergibles.
Una década después, por gestiones del entonces Ministro de Marina, Almirante Manuel Domecq García, se promulgó la Ley de Renovación del Material Naval N° 11.378, que autorizaba al Estado Nacional a adquirir dos grupos de tres sumergibles cada uno y contemplar la construcción de la infraestructura necesaria para su reparación y mantenimiento en las tierras aledañas al puerto de la ciudad de Mar del Plata, el más apto por su proximidad a aguas profundas.
El 12 de octubre de 1927 en Génova, a bordo del acorazado “Belgrano”, se firmó el contrato por los “Tarantinos”, los primeros sumergibles de la Armada Argentina construidos en el Astillero Franco Tosi, en Taranto (Italia). Esos primeros sumergibles fueron bautizados como ARA “Santa Fe”, ARA “Salta” y ARA “Santiago del Estero”.
Las tres unidades zarparon hacia Buenos Aires el 26 de febrero de 1933 al mando del Capitán de Fragata Ramón A. Poch. Navegaron con tripulación argentina más de 7.000 millas, casi sin escalas, durante 40 días.
El 13 de abril, el Grupo de Sumergibles ancló en boya 18, donde fue revistado por el Presidente Agustín P. Justo; el Ministro de Marina, Contraalmirante Pedro Casal; y los Almirantes Manuel Domecq García e Ismael Galíndez, quienes habían intervenido en el proyecto de adquisición de los sumergibles y la construcción de la base naval para su asiento.
Finalmente, los sumergibles arribaron a la Base Naval Mar del Plata el 6 de junio del mismo año. No obstante, la Base Naval completó sus funciones y actividades el 3 de septiembre de 1933 con el arribo del guardacostas ARA “Belgrano” –incorporado como crucero acorazado en 1898–, buque madre de los sumergibles antes mencionados. Todo ello motivó, que cada 3 de septiembre se conmemore el Día del Submarinista y de la Fuerza de Submarinos.
Las generaciones posteriores
Los tres primeros sumergibles argentinos dejaron de prestar servicio a mediados del siglo XX y fueron reemplazados por la segunda generación de sumergibles: la clase Balao, adquiridos a la Marina de Estados Unidos. Nombrados como ARA “Santa Fe” y ARA “Santiago del Estero”, llegaron al país en noviembre de 1960.
Les siguió la tercera generación, la clase Guppy II, adquiridos también a los Estados Unidos en 1971. La cuarta generación estuvo compuesta por los submarinos clase 209 ARA “Salta” y ARA “San Luis”, construidos en Kiel, Alemania, y ensamblados en Tandanor, Buenos Aires.
Y finalmente, en 1977 comienza en Alemania, en el astillero Thyssen Nordseewerke, la construcción del ARA “Santa Cruz” y el ARA “San Juan”, los últimos submarinos de la clase TR-1700. El primero llegó a Mar del Plata en diciembre de 1984; mientras que el ARA “San Juan” lo hizo un año más tarde.
La formación de los marinos de las profundidades
La Escuela de Submarinos brinda capacitación de excelencia a los submarinistas. Su Adiestrador Táctico de Submarinos permite una recreación exacta de los equipos y sistemas intervinientes en el ataque con torpedos; y el Simulador de Periscopio, desarrollado íntegramente en el país, reproduce virtualmente los escenarios, la visualización de blancos y demás condiciones de la visión por periscopio. Ambos simuladores logran un alto grado de instrucción para los alumnos y un importante adiestramiento del personal submarinista ya que les permite visualizar en 3D cómo es operar en diferentes condiciones de mar y de visibilidad.
Los postulantes realizan exhaustivos exámenes psicotécnicos para determinar su aptitud; y una vez ingresados a la escuela, deben afrontar un año de mucha exigencia académica y física. Comienzan con el curso de buceo y a lo largo del ciclo lectivo, los alumnos son evaluados por su desempeño en el aula, la interacción con los compañeros y el comportamiento a bordo, entre otras cuestiones.
Dedicación, sacrificio y sólida camaradería son algunos de los pilares en la formación de éstos marinos.
El ARA “San Juan”, en patrulla eterna
En esta fecha tan especial para el arma submarina, la Armada honra a los 44 camaradas del ARA “San Juan”, así como al noble navío, que en noviembre de 2017 naufragó en ocasión del desarrollo de tareas de vigilancia y control del mar en los espacios de jurisdicción marítimos de la República Argentina.
En 2019, la Armada Argentina realizó en la Base Naval Mar del Plata una ceremonia con los familiares de los tripulantes del submarino ARA “San Juan”, quienes recibieron la condecoración “Medalla al Honor Militar” en representación de sus seres queridos. También se descubrieron placas evocativas en el monumento donde se encuentran los nombres de los 44 marinos de guerra; y se dio lectura al reconocimiento por parte de la Organización Marítima Internacional como “Cañón ARA San Juan”, al sector del lecho marino del Atlántico Sur, donde permanecen en patrulla eterna.
Asimismo, en 2020 mediante el Decreto 212/2020 publicado el 4 de marzo en el Boletín Oficial, se decretó el ascenso post mortem para los tripulantes del ARA “San Juan”. Coraje, valentía y profesionalismo, son solo algunos de los valores que caracterizan a estos tripulantes; ellos son el ejemplo fiel de un legado que nos marca una estela que por siempre permanecerá en nuestra memoria y nuestros corazones.
Créditos: Gaceta Marinera Digital