LA LUCHA CONTRA LA PESCA ILEGAL
Vigilan a barcos extranjeros que vienen por el calamar
Señor, le informo que su barco está a ocho cables de la zona económica exclusiva de la Argentina.
-Sí, sí, correcto, esa es nuestra posición, pero esté tranquilo, no es nuestra intención acercarnos a vuestras aguas.
Ocho "cables" son 1481 metros, nada en la inmensidad del mar. Por eso el capitán del guardacostas Prefecto Fique, Ricardo Salvo, no se conformó con la advertencia radial. Tomó los prismáticos y por diez minutos apuntó hacia el pesquero español. El buque extranjero se mantuvo a raya, la disuasión funcionó. Pero hay otros 120 barcos al acecho, asiáticos y europeos, dispuestos a llevarse el calamar.
Las 200 millas marinas constituyen la última frontera argentina. Es una línea imaginaria -paralela a la costa, pero a 370 kilómetros de distancia- que separa a nuestro mar de las aguas internacionales del Atlántico. Sobre esa línea navegan los enviados especiales de Clarín.
Se tarda casi dos días en llegar. Hay que atravesar un desierto de olas azules, formado por la expansión de las áreas de veda para la pesca de merluza, que había sido objeto de depredación en los 90. Ningún barco puede pescar allí hasta que la especie vuelva a reproducirse en abundancia, ni siquiera un barco nacional. Pero en el viaje hacia la "milla 201" aparece uno, a babor, en plena puesta de sol. El capitán vuelve a la radio:
-Atento, atento, necesitamos saber los datos de su embarcación.
-Cómo no, jefe, estamos en el "Rafaela", salimos de Mar del Plata y estamos al garete. En un rato haremos unas maniobras y trataremos de pescar algo.
-Ah, muy bien, no hay problema, buena pesca entonces.
-Gracias. Y buena "caza".
El "Rafaela" tiene el permiso de pesca en orden, según el chequeo inmediato que hacen los efectivos de la Prefectura en las computadoras del puente de mando. Es uno de los 40 buques argentinos en la zona, 40, contra 120 chinos, coreanos, taiwaneses y españoles que están expectantes y tentados a cruzarse, si los cardúmenes de calamares migran hacia la zona argentina.
La desventaja de tres a uno es confirmada por los ecos que capta el radar. Una pantalla de fondo negro y muecas verdes (una por barco) muestra el surco fronterizo, una línea virtual, pero cierta. De un lado está despoblado, del otro, demasiado habitado. Hacia allí va el guardacostas.
El sol termina de apagarse y un revuelo de nubes naranjas lo despide. En la cabina del Fique, las voces comienzan a quedarse sin rostro. Se navega a oscuras. Los pesqueros también tienen radares y pueden detectar su presencia, pero el avance es en sigilo. Es común que si un buque extranjero es advertido, se corra la voz entre los demás. "Cuidado, que anda 'La Palomita'", es una de las contraseñas que suelen pasarse, con distintas traducciones.
-El que se equivoca, termina pintado de negro- suelta un oficial. Se refiere a un curioso método de registración que tiene la patrulla, que consiste en estampar, a sus costados, la silueta de los pesqueros que se atreven a pasar la frontera marítima y terminan capturados. Hay 11 barquitos pintados en el Fique y corresponden a operativos de los últimos 22 años. Contando los procedimientos de la Armada, la Fuerza Aérea y la Prefectura, van más de 60 capturas de buques desde 1983. La última fue en 2006 y produjo tensión diplomática, porque se trataba del barco inglés John Cheek, que había obtenido su licencia pesquera de los kelpers.
En diciembre, Clarín informó que el Gobierno planeaba reforzar la vigilancia contra la pesca ilegal de buques extranjeros. Se sugirió incluso que iban a abordarse barcos extranjeros para su inspección más allá de la línea marítima argentina, pero que aún no ha sucedido. Estos anuncios se difundieron luego de las quejas del sector pesquero argentino por la abrupta pérdida de rentabilidad sufrida el último año. La exportación de pescado también tiene retenciones, del 5 al 10 por ciento, y compite en desventaja con barcos asiáticos que apelan a la mano de obra esclava para abaratar sus costos.
El calamar -junto a la merluza y el langostino- es uno de los principales recursos del Mar Argentino. Su captura fluctúa según la temporada. El año pasa do hubo un pico: los argentinos pescaron 232 mil toneladas y los extranjeros, en la milla 201, más del doble. Eso provocó el derrumbe de los precios internacionales. Otros años escasea o está del lado argentino, y hay que vigilar que no se lo roben.
Ya es de noche en el mar desbravado. El desierto azul quedó atrás y la Guía de Posicionamiento Satelital (GPS) anuncia que la milla 201 está cerca. El guardacostas navega sobre una profundidad de 102 metros. De pronto, el cielo y el mar se parecen, son iguales: luceros arriba y miles de luces abajo, una ciudad iluminada. Son 2500 bujías por reflector, para atraer a los calamares, moluscos voraces que van detrás de un señuelo fosforescente, una "pota", que los atrapa y los lleva a terminar como un plato de rabas.
-Hoy están más allá, se ve que hay bastante calamar del otro lado- se escucha entre las penumbras de la cabina.
De norte a sur dos horas, con la proa hacia Malvinas. De sur a norte otras dos, con Africa a estribor. El guardacostas va y viene sobre la línea prohibida. La madrugada no baja en tensión, pero no encuentra pesqueros furtivos.
A las 8 de la mañana, un lobo marino hace la plancha y tres toninas saltan a un costado. Una onomatopeya formada por erres suena más lejos de lo que la estela del barco permite ver. Avisa que algo se aproxima. Es un avión, parecido a una gaviota, pero de acero y con funciones policiales. Pasa a 15 metros de la cubierta, saluda, coordina rumbos con el capitán del Fique y va hacia la zona crítica de pesqueros extranjeros. A los 20 minutos, llega su reporte:
-En estos momentos, hay 46 barcos entre la milla 210 y la milla 240, entre las latitudes 45 grados y 20 minutos y 47 grados 07 minutos. Todo en orden, entonces.
Como dato de referencia, el paralelo 46, sobrevolado por el avión de Prefectura, es la línea que separa a Chubut de Santa Cruz. Esas dos provincias, más Buenos Aires, Río Negro y Tierra del Fuego, que son las que tienen litoral marítimo, participan junto a la Armada y la Prefectura del Sistema Integrado de Control de la Actividad Pesquera, que vigila el movimiento de las flotas las 24 horas. Una pantalla centraliza la información e imprime gráficos ante eventuales invasiones, que sirven como prueba para aplicar sanciones o proceder al secuestro de la mercadería.
Cinco aviones, dos fragatas y los guardacostas están listos para actuar si los pesqueros quedan en off side. No alcanzan: si cuatro barcos son hallados en nuestro mar, el guardacostas los perseguirá, pero podrá capturar sólo a uno, admiten las autoridades.
Es hora de volver. La radio anuncia que un bloque gigante de hielo se acaba de desprender de la Antártida y los tripulantes se preguntan si llegará cerca. Pero no. Son dos días más de navegación hasta Comodoro Rivadavia, donde los taxistas juran que sobra el trabajo, los geólogos dicen que hay petróleo para 50 años y un restaurante, en su carta de pescados, alienta la leyenda de tesoros sumergidos tras el naufragio de un galeón. Muchos buscan esos tesoros.
Por qué es importante
1 Una tonelada de calamar se paga entre 500 y 1500 dólares. Tomando el precio máximo, es un negocio que mueve 1.000 millones al año, sólo en el Atlántico Sur.
2 Argentina decidió reforzar los patrullajes de las áreas sensibles, tras la depredación sufrida por la merluza en los 90 y quejas de la industria pesquera.
3 Hoy, en la "milla 201", por cada pesquero argentino hay tres extranjeros, principalmente de países asiáticos, que llegan en busca del calamar.
4 Si pescan en forma ilegal, reciben una multa. Pero si se resisten a la inspección o quieren escapar (algo usual) la carga y la embarcación pueden ser secuestradas.
5 Existe un agravante geopolítico: las licencias ilegítimas que otorgan los kelpers para pescar en la zona que rodea a las islas Malvinas.
Cámaras a bordo
El Gobierno analiza instalar cámaras de video en cada uno de los barcos de la flota pesquera nacional, para apuntalar tareas de control.
La idea es monitorear el volumen de las capturas y los procedimientos, indicaron fuentes del sector.
La flota local tiene 652 barcos. Es una cantidad módica para la cantidad de recursos que tiene el Mar Argentino. A modo de comparación, Italia tiene 15 mil barcos y China, con fuerte presencia en aguas australes. 40 mil.
Clarín