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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 1733411" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>El Estado Islámico se asoma a la cuenca sur del Mediterráneo</strong></span></u></p><p>Días atrás, una noticia inquietante para el futuro del Mediterráneo pasó casi inadvertida, escondida bajo la crisis de Ucrania y los esfuerzos diplomáticos para acabar con la guerra en el este de Europa.</p><p></p><p>Fuentes de seguridad en la ciudad libia de Sirte advertían de que grupos afines al Estado Islámico (EI) habían entrado en esta localidad de la costa sur del Mediterráneo y elevado su pendón negro sobre la radio local.</p><p></p><p>Controladas las ondas, comenzaron a lanzar proclamas en favor de su autoproclamado califa, Abu Bakr al Bagdadi, y a instar a la "guerra santa" contra toda forma de gobierno en Libia: contra las milicias islamistas que apoyan al gobierno rebelde en Trípoli, y contra los mercenarios gadafistas que luchan a favor del Parlamento internacionalmente reconocido en Toubruk.</p><p></p><p>Apenas una semana después, la difusión de un vídeo con el asesinato de una veintena de coptos en Sirte y el subsiguiente bombardeo del Ejército egipcio han llevado al primer plano dos realidades amenazantes.</p><p></p><p>La primera, el alarmante crecimiento en Libia de los grupos afines al EI, que, tras afianzarse en Derna, avanzan hacia la costa norte. Y la segunda, que la guerra secreta que los servicios de inteligencia -especialmente árabes, egipcios y tunecinos, pero también franceses y de otros países occidentales- libran desde que la OTAN contribuyera en 2011 a derrocar el régimen dictatorial de Muamar al Gadafi, no parece suficiente para frenarlos.</p><p></p><p>"La llegada de los yihadistas a Sirte hace que el acuerdo de paz sea cada vez más urgente", advierte a Efe un diplomático evacuado de Libia a Túnez. "Mientras la división política siga y no haya un gobierno central, los radicales tendrán espacio para avanzar", alerta.</p><p></p><p>En la misma línea se pronuncia el abogado tunecino Naser al Hani, especialista en movimientos islamistas, para quien la posible consolidación del EI en Libia supone "la principal amenaza para la seguridad de todo el norte de África".</p><p></p><p>"Existe un efecto contagio. En Túnez es menos posible, dada su estructura tribal y su carencia de recursos naturales, pero si en Argelia, donde hay muchos factores a favor", explica a Efe Al Hani.</p><p></p><p>Un miembro de los servicios secretos occidentales recalca, igualmente, que "en el sur de Argelia y de Túnez, y en el norte de Mali, Níger o Chad hay mucho fermento. Tenemos a los milicianos de Al Qaeda en el Magreb Islamico (AQMI), que al igual que en Siria pueden dejar esa organización y pasarse al EI, cediéndole toda su infraestructura".</p><p></p><p>"Y vemos como incluso Boko Haram (el grupo yihadista nigeriano) comienza a subir por Chad", agrega el agente, que trabaja en el norte de África y que prefiere no ser identificado.</p><p></p><p>En este sentido, el vacío de poder que sufre Libia -con dos Parlamentos enfrentados y miles de milicias fuertemente armadas combatiendo en diferentes lugares del país- facilita la acción de los radicales y el efecto llamada, coinciden.</p><p></p><p>Desde la caída de Gadafi, Libia es una nación dividida, con un gobierno rebelde en Trípoli y otro internacionalmente reconocido en Toubruk, que luchan por el control de la política y de los recursos naturales -en especial el crudo- apoyados por seguidores del antiguo régimen, milicias islamistas y nacionalistas, líderes tribales y señores de la guerra que trafican con armas, personas y drogas.</p><p></p><p>En este espacio de anarquía militar y conflicto político, las fuerzas yihadistas lograron meses atrás un espacio propio en la ciudad de Darna, en el este del país, donde comenzaron a replicar los patrones del EI.</p><p></p><p>En su barrios se han asentado radicales libios, pero también egipcios, tunecinos, argelinos y de otras naciones del Sahel, como Mali, Chad o Níger -algunos regresados de la propia Siria tras recibir entrenamiento y combatir-, para espanto tanto del gobierno en Toubruk como del Parlamento rebelde y pro islamista en Trípoli.</p><p></p><p>Este último, el denominado Congreso Nacional General (CNG), acordó el domingo formar una fuerza conjunta para mantener la seguridad en Sirte, después de que los diputados exigieran al gobierno y a la inteligencia militar la formación de un comité de coordinación de operaciones que sirva para devolver "la legitimidad del Estado libio a las instalaciones e instituciones" de la zona.</p><p></p><p>La misión de ese comité será supervisar la situación militar y de seguridad y coordinar la acción de los miembros de la fuerza conjunta, el Ministerio de Interior, el Estado Mayor y los aparatos de inteligencia policial e inteligencia militar, explicaron.</p><p></p><p>"Es fundamental acabar con el efecto llamada en Libia. Y eso no es posible ni no se acaba antes con la guerra civil y se halla una solución política. De lo contrario, es posible que se repita lo de Siria e Irak en la puerta sur de Europa. Por eso es tan importante que se apoye el diálogo emprendido por la ONU", apostilla el diplomático evacuado. </p><p></p><p>EFE</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 1733411, member: 10064"] [CENTER][U][SIZE=6][B]El Estado Islámico se asoma a la cuenca sur del Mediterráneo[/B][/SIZE][/U][/CENTER] Días atrás, una noticia inquietante para el futuro del Mediterráneo pasó casi inadvertida, escondida bajo la crisis de Ucrania y los esfuerzos diplomáticos para acabar con la guerra en el este de Europa. Fuentes de seguridad en la ciudad libia de Sirte advertían de que grupos afines al Estado Islámico (EI) habían entrado en esta localidad de la costa sur del Mediterráneo y elevado su pendón negro sobre la radio local. Controladas las ondas, comenzaron a lanzar proclamas en favor de su autoproclamado califa, Abu Bakr al Bagdadi, y a instar a la "guerra santa" contra toda forma de gobierno en Libia: contra las milicias islamistas que apoyan al gobierno rebelde en Trípoli, y contra los mercenarios gadafistas que luchan a favor del Parlamento internacionalmente reconocido en Toubruk. Apenas una semana después, la difusión de un vídeo con el asesinato de una veintena de coptos en Sirte y el subsiguiente bombardeo del Ejército egipcio han llevado al primer plano dos realidades amenazantes. La primera, el alarmante crecimiento en Libia de los grupos afines al EI, que, tras afianzarse en Derna, avanzan hacia la costa norte. Y la segunda, que la guerra secreta que los servicios de inteligencia -especialmente árabes, egipcios y tunecinos, pero también franceses y de otros países occidentales- libran desde que la OTAN contribuyera en 2011 a derrocar el régimen dictatorial de Muamar al Gadafi, no parece suficiente para frenarlos. "La llegada de los yihadistas a Sirte hace que el acuerdo de paz sea cada vez más urgente", advierte a Efe un diplomático evacuado de Libia a Túnez. "Mientras la división política siga y no haya un gobierno central, los radicales tendrán espacio para avanzar", alerta. En la misma línea se pronuncia el abogado tunecino Naser al Hani, especialista en movimientos islamistas, para quien la posible consolidación del EI en Libia supone "la principal amenaza para la seguridad de todo el norte de África". "Existe un efecto contagio. En Túnez es menos posible, dada su estructura tribal y su carencia de recursos naturales, pero si en Argelia, donde hay muchos factores a favor", explica a Efe Al Hani. Un miembro de los servicios secretos occidentales recalca, igualmente, que "en el sur de Argelia y de Túnez, y en el norte de Mali, Níger o Chad hay mucho fermento. Tenemos a los milicianos de Al Qaeda en el Magreb Islamico (AQMI), que al igual que en Siria pueden dejar esa organización y pasarse al EI, cediéndole toda su infraestructura". "Y vemos como incluso Boko Haram (el grupo yihadista nigeriano) comienza a subir por Chad", agrega el agente, que trabaja en el norte de África y que prefiere no ser identificado. En este sentido, el vacío de poder que sufre Libia -con dos Parlamentos enfrentados y miles de milicias fuertemente armadas combatiendo en diferentes lugares del país- facilita la acción de los radicales y el efecto llamada, coinciden. Desde la caída de Gadafi, Libia es una nación dividida, con un gobierno rebelde en Trípoli y otro internacionalmente reconocido en Toubruk, que luchan por el control de la política y de los recursos naturales -en especial el crudo- apoyados por seguidores del antiguo régimen, milicias islamistas y nacionalistas, líderes tribales y señores de la guerra que trafican con armas, personas y drogas. En este espacio de anarquía militar y conflicto político, las fuerzas yihadistas lograron meses atrás un espacio propio en la ciudad de Darna, en el este del país, donde comenzaron a replicar los patrones del EI. En su barrios se han asentado radicales libios, pero también egipcios, tunecinos, argelinos y de otras naciones del Sahel, como Mali, Chad o Níger -algunos regresados de la propia Siria tras recibir entrenamiento y combatir-, para espanto tanto del gobierno en Toubruk como del Parlamento rebelde y pro islamista en Trípoli. Este último, el denominado Congreso Nacional General (CNG), acordó el domingo formar una fuerza conjunta para mantener la seguridad en Sirte, después de que los diputados exigieran al gobierno y a la inteligencia militar la formación de un comité de coordinación de operaciones que sirva para devolver "la legitimidad del Estado libio a las instalaciones e instituciones" de la zona. La misión de ese comité será supervisar la situación militar y de seguridad y coordinar la acción de los miembros de la fuerza conjunta, el Ministerio de Interior, el Estado Mayor y los aparatos de inteligencia policial e inteligencia militar, explicaron. "Es fundamental acabar con el efecto llamada en Libia. Y eso no es posible ni no se acaba antes con la guerra civil y se halla una solución política. De lo contrario, es posible que se repita lo de Siria e Irak en la puerta sur de Europa. Por eso es tan importante que se apoye el diálogo emprendido por la ONU", apostilla el diplomático evacuado. EFE [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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