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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 1813164" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="http://estaticos04.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/06/10/14339499676479.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p> <p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>El Estado Islámico amenaza el oeste libio desde su bastión de Sirte</strong></span></u></p><p>Yusef no fuma y, si le preguntan, dice que tampoco escucha música, una mentira piadosa que le puede salvar la vida. A él le interrogaron dos tunecinos a los que reconoció por el acento en el checkpoint de entrada y salida a Sirte. "Si dices que sí, no sabemos cómo pueden reaccionar", comenta el médico veinteañero en voz queda y relajado en un café de Trípoli, "quizá solo te registren, pero es posible que te maten".</p><p></p><p>Aquellos tunecinos enmascarados pertenecían al Estado Islámico, que en febrero se hizo con el control de la perla mediterránea de Muamar Gadafi en la costa central de Libia. Entraron hasta el hospital Ibn Sina, el principal de la ciudad. "Uno de ellos, una especie de portavoz (del IS) nos dijo: 'Es vuestro hospital', ellos tenían su propio doctor y si queríamos irnos, era cosa nuestra", recuerda, "nos quedamos, pero no nos forzaron; yo me quedé porque aún había gente (enfermos crónicos) que nos necesitaba".</p><p></p><p>Así fue como Yusef y una decena más de empleados del Ibn Sina convivieron durante semanas con los esbirros de Abu Bakr el Bagdadi, líder del IS y autoproclamado califa. Él mismo decidió salir en mayo, tras valorar que aquello iba para largo: "Ellos tienen la última palabra, dijeron que se asentarían y se han asentado, dijeron que se expandirían y se han expandido, así que no sé hasta cuándo esto seguirá así".</p><p></p><p>Según pudo comprobar EL MUNDO en enero, la presencia de IS en Sirte era poco más que un rumor disfrazado de mutawa, o policía religiosa. Trabajadores cristianos se quejaban de acciones de acoso en sus propias casas por individuos armados con vestiduras islámicas. Hasta las discusiones tras el rezo de los viernes se estaban volviendo "agresivas", apunta Yusef. La ejecución, difundida en febrero, de 20 egipcios coptos y un ghanés, hizo saltar la alarma.</p><p></p><p><u><strong>Modo sigiloso</strong></u></p><p>"Fue algo progresivo", comenta el médico, "al principio (parecía que) no eran tan malos, luego se decía '¿y si nos unimos?', después fue: 'deberíamos unirnos', y luego ya era tarde, estabas con ellos o contra ellos". El modo sigiloso en que el IS se introdujo en Sirte desde su bastión oriental de Derna, la primera colonia fuera de Irak y Siria, da cuenta de la estrategia que ha permitido al grupo asentarse en Libia gracias al vacío de poder que han generado sus dos gobiernos y parlamentos enfrentados desde el pasado verano.</p><p></p><p>"En Derna no hay muchos (combatientes del IS) ahora", dice Bilal, médico residente en el hospital de Zawia, al oeste de Trípoli. El joven, original de Derna, solo recorre en coche los 50 kilómetros que le separan de su familia, ahora en la capital, de vez en cuando. "Quedan muy pocos", insiste, "en Sirte hay muchísimos más".</p><p></p><p>Fuentes del Gobierno de Trípoli lanzan como cálculo unos 3.000 yihadistas en el trasvase desde el este y la llegada, a través del desierto meridional, de refuerzos, muchos de Túnez y Egipto. La espantada ha permitido a dos brigadas islamistas, sospechosas de afiliación a Al Qaeda, pasar a la ofensiva en Derna tras la muerte de dos de sus líderes. Los combates han dejado al menos una decena de muertos en un solo desde que se iniciasen el martes, según medios locales.</p><p></p><p>El avance del IS preocupa a las autoridades no reconocidas por la comunidad internacional en la capital y su brazo militar, Fayer Libia, liderado por combatientes misratíes. En menos de una semana, siete milicianos han muerto en dos ataques a las puertas de Misrata, la tercera ciudad libia.</p><p></p><p><u><strong>La toma de Harawa</strong></u></p><p>A ello se suma la toma de una nueva localidad, Harawa, y de dos infraestructuras vitales a las afueras de Sirte: la central eléctrica que suministra energía a buena parte del centro y el oeste del país y el aeropuerto de Gardabiya, al sur, destrozado por la OTAN en 2011. Con ambas conquistas, el grupo se ha impuesto en la carretera que une Sirte con las instalaciones petrolíferas del Golfo de Bengasi.</p><p></p><p>El temor a que el IS continúe hacia Misrata o Trípoli ha facilitado hasta una tregua entre milicias afiliadas a cada uno de los bandos en guerra en el oeste del país. "Daesh (acrónimo despectivo en árabe para referirse al IS) es más peligroso que Zintán", conviene en el frente de Zawia Naji, subcomandante de 36 años, en referencia a sus enemigos, aliados del Parlamento reconocido por Occidente en Tobruk, "queremos detener (los enfrentamientos) para que todos, Zawia, Zintán, Misrata, vayamos (a luchar) a Sirte".</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2015/06/11/5578549a22601ddb348b459a.html">http://www.elmundo.es/internacional/2015/06/11/5578549a22601ddb348b459a.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 1813164, member: 10064"] [CENTER][IMG]http://estaticos04.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/06/10/14339499676479.jpg[/IMG] [U][SIZE=6][B]El Estado Islámico amenaza el oeste libio desde su bastión de Sirte[/B][/SIZE][/U][/CENTER] Yusef no fuma y, si le preguntan, dice que tampoco escucha música, una mentira piadosa que le puede salvar la vida. A él le interrogaron dos tunecinos a los que reconoció por el acento en el checkpoint de entrada y salida a Sirte. "Si dices que sí, no sabemos cómo pueden reaccionar", comenta el médico veinteañero en voz queda y relajado en un café de Trípoli, "quizá solo te registren, pero es posible que te maten". Aquellos tunecinos enmascarados pertenecían al Estado Islámico, que en febrero se hizo con el control de la perla mediterránea de Muamar Gadafi en la costa central de Libia. Entraron hasta el hospital Ibn Sina, el principal de la ciudad. "Uno de ellos, una especie de portavoz (del IS) nos dijo: 'Es vuestro hospital', ellos tenían su propio doctor y si queríamos irnos, era cosa nuestra", recuerda, "nos quedamos, pero no nos forzaron; yo me quedé porque aún había gente (enfermos crónicos) que nos necesitaba". Así fue como Yusef y una decena más de empleados del Ibn Sina convivieron durante semanas con los esbirros de Abu Bakr el Bagdadi, líder del IS y autoproclamado califa. Él mismo decidió salir en mayo, tras valorar que aquello iba para largo: "Ellos tienen la última palabra, dijeron que se asentarían y se han asentado, dijeron que se expandirían y se han expandido, así que no sé hasta cuándo esto seguirá así". Según pudo comprobar EL MUNDO en enero, la presencia de IS en Sirte era poco más que un rumor disfrazado de mutawa, o policía religiosa. Trabajadores cristianos se quejaban de acciones de acoso en sus propias casas por individuos armados con vestiduras islámicas. Hasta las discusiones tras el rezo de los viernes se estaban volviendo "agresivas", apunta Yusef. La ejecución, difundida en febrero, de 20 egipcios coptos y un ghanés, hizo saltar la alarma. [U][B]Modo sigiloso[/B][/U] "Fue algo progresivo", comenta el médico, "al principio (parecía que) no eran tan malos, luego se decía '¿y si nos unimos?', después fue: 'deberíamos unirnos', y luego ya era tarde, estabas con ellos o contra ellos". El modo sigiloso en que el IS se introdujo en Sirte desde su bastión oriental de Derna, la primera colonia fuera de Irak y Siria, da cuenta de la estrategia que ha permitido al grupo asentarse en Libia gracias al vacío de poder que han generado sus dos gobiernos y parlamentos enfrentados desde el pasado verano. "En Derna no hay muchos (combatientes del IS) ahora", dice Bilal, médico residente en el hospital de Zawia, al oeste de Trípoli. El joven, original de Derna, solo recorre en coche los 50 kilómetros que le separan de su familia, ahora en la capital, de vez en cuando. "Quedan muy pocos", insiste, "en Sirte hay muchísimos más". Fuentes del Gobierno de Trípoli lanzan como cálculo unos 3.000 yihadistas en el trasvase desde el este y la llegada, a través del desierto meridional, de refuerzos, muchos de Túnez y Egipto. La espantada ha permitido a dos brigadas islamistas, sospechosas de afiliación a Al Qaeda, pasar a la ofensiva en Derna tras la muerte de dos de sus líderes. Los combates han dejado al menos una decena de muertos en un solo desde que se iniciasen el martes, según medios locales. El avance del IS preocupa a las autoridades no reconocidas por la comunidad internacional en la capital y su brazo militar, Fayer Libia, liderado por combatientes misratíes. En menos de una semana, siete milicianos han muerto en dos ataques a las puertas de Misrata, la tercera ciudad libia. [U][B]La toma de Harawa[/B][/U] A ello se suma la toma de una nueva localidad, Harawa, y de dos infraestructuras vitales a las afueras de Sirte: la central eléctrica que suministra energía a buena parte del centro y el oeste del país y el aeropuerto de Gardabiya, al sur, destrozado por la OTAN en 2011. Con ambas conquistas, el grupo se ha impuesto en la carretera que une Sirte con las instalaciones petrolíferas del Golfo de Bengasi. El temor a que el IS continúe hacia Misrata o Trípoli ha facilitado hasta una tregua entre milicias afiliadas a cada uno de los bandos en guerra en el oeste del país. "Daesh (acrónimo despectivo en árabe para referirse al IS) es más peligroso que Zintán", conviene en el frente de Zawia Naji, subcomandante de 36 años, en referencia a sus enemigos, aliados del Parlamento reconocido por Occidente en Tobruk, "queremos detener (los enfrentamientos) para que todos, Zawia, Zintán, Misrata, vayamos (a luchar) a Sirte". [URL]http://www.elmundo.es/internacional/2015/06/11/5578549a22601ddb348b459a.html[/URL] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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