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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 2346696" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="http://www.wanafrica.com/wp-content/uploads/Jalifa-Haftar-1.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p> <p style="text-align: center"><span style="font-size: 26px"><strong><u>Libia, la guerra del general Jalifa Haftar</u></strong></span></p><p>Seis años después de la revolución que hizo caer al dictador Muamar al Gadafi, Libia ha pasado de ser uno de los países más ricos del mundo a convertirse en un estado fallido, inmerso en una guerra civil de baja intensidad que a partir de 2014 enfrentó a dos gobiernos rivales asentados en las ciudades de Trípoli y Tobruk. Éste último apoyado por el general Jalifa Haftar, cuyas victorias militares le han convertido en árbitro de la situación del país.</p><p></p><p>Una situación de anarquía a la que Naciones Unidas quiso poner fin con la firma, el 17 de diciembre de 2015, del "Acuerdo Político Libio" entre los representantes de los dos parlamentos que funcionaban de manera simultánea y antagonista en el país: el Congreso Nacional General (GNC), en Trípoli, y la Cámara de Representantes (HoR) o Parlamento de Tobruk.</p><p></p><p>El tratado estipulaba la creación de un gobierno de unidad nacional, el Acuerdo Nacional (GNA) dirigido por un político prooccidental, Fayez al-Sarraj, que también estaría al frente del Consejo Presidencial, la más alta institución del Estado. Asimismo establecía un Alto Consejo de Estado, con sede en Trípoli, en el que se integrarían los representantes del Parlamento de Trípoli. Mientras que el de Tobruk era reconocido como único Parlamento legítimo de Libia.</p><p></p><p>A pesar de que las intenciones del plan eran integrar los distintos poderes en una única estructura nacional, la realidad es que Libia cuenta ahora con varios centros de poder. El primero sería el Consejo Presidencial, nacido en virtud del Tratado impulsado por Naciones Unidas y dirigido por al-Sarraj. El problema es que la falta de apoyo del Parlamento de Tobruk y de algunas milicias ha impedido que pueda ejercer su autoridad.</p><p></p><p>No obstante, al-Sarraj ha dado pasos importantes en la consolidación de su base de poder al conseguir la lealtad de las dos instituciones económicas más poderosas: el Banco Central y la Corporación Nacional del Petróleo. Y desde el punto de vista militar ha logrado desalojar a los yihadistas del Daesh de la ciudad costera de Sirte. Un triunfo, no obstante, ensombrecido por ser consecuencia de la movilización de milicias y no por la acción de un ejército nacional integrado.</p><p></p><p>Apoyado por Tobruk aparece el verdadero hombre fuerte de Libia, el general Jalifa Haftar, jefe del Ejército Nacional Libio (LNA), cuya figura se ha visto reforzada por tres años de enfrentamientos exitosos contra las fuerzas islamistas del "Amanecer Libio". Sus victorias en la región de Bengasi han colocado bajo su control la infraestructura petrolera clave, los principales emplazamientos militares e importantes centro de población, lo que ha hecho del general Jalifa el árbitro de la situación en Libia.</p><p></p><p>A su vez, en suelo libio se libra un combate entre las distintas corrientes ideológicas que sacuden el mundo árabe. El apoyo de Qatar y Turquía al Gobierno de Fayez al-Sarraj, y de Egipto y Emiratos Árabes Unidos al de Tobruk, han convertido a Libia en una pieza más de las guerras por delegación que se libran en el mundo árabe.</p><p></p><p>En este contexto, el general Jalifa cuenta con una buena baza. Además del apoyo de Emiratos Árabes y de Egipto, temeroso de la llegada de yihadistas desde Libia, tiene el respaldo de Arabia Saudí, y de manera indirecta de Estados Unidos, Gran Bretaña y especialmente de Rusia, como demuestra la presencia del general en un portaaviones ruso en enero de 2017.</p><p></p><p>A modo de conclusión, el Ejecutivo de Fayez al-Sarraj no se ha consolidado como un gobierno de unidad capaz de acabar con la guerra civil, ni ha logrado crear un ejército unificado que garantice la segridad de los ciudadanos e integre a las diversas milicias. Muy al contrario ha reforzado las divisiones e introducido otro gobierno competidor en la escena política libia. Además, el predominio militar de Haftar es cuestionable porque -aunque sea más numeroso y esté mejor organizado- su cohesión y supervivencia dependen del acuerdo entre una amplia gama de tribus, unidas exclusivamente por su oposición a las milicias islamistas del "Amanecer Libio".</p><p></p><p>Todo dependerá de los resultados de las operaciones militares y de si las fuerzas del general Jalifa Haftar son capaces de tomar Trípoli, lo que permitiría al gobierno de Tobruk negarse a cualquier compromiso con al-Sarraj ante la perspectiva de una victoria facilitada por los triunfos militares de Haftar. Pero también puede ocurrir lo contrario, que el avance militar de Jalifa Haftar fracase o se descomponga su coalición, lo que generaría nuevas oportunidades para iniciar una ronda de conversaciones en las que el general perdería su papel de figura principal en el futuro de Libia.</p><p></p><p>NOTA: Este artículo forma parte del servicio de firmas de la Agencia EFE al que contribuyen diversas personalidades, cuyos trabajos reflejan exclusivamente las opiniones y puntos de vista de sus autores.</p><p></p><p><a href="http://www.lavanguardia.com/vida/20171220/433775455015/libia-la-guerra-del-general-jalifa-haftar.html">http://www.lavanguardia.com/vida/20171220/433775455015/libia-la-guerra-del-general-jalifa-haftar.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 2346696, member: 10064"] [CENTER][IMG]http://www.wanafrica.com/wp-content/uploads/Jalifa-Haftar-1.jpg[/IMG] [SIZE=7][B][U]Libia, la guerra del general Jalifa Haftar[/U][/B][/SIZE][/CENTER] Seis años después de la revolución que hizo caer al dictador Muamar al Gadafi, Libia ha pasado de ser uno de los países más ricos del mundo a convertirse en un estado fallido, inmerso en una guerra civil de baja intensidad que a partir de 2014 enfrentó a dos gobiernos rivales asentados en las ciudades de Trípoli y Tobruk. Éste último apoyado por el general Jalifa Haftar, cuyas victorias militares le han convertido en árbitro de la situación del país. Una situación de anarquía a la que Naciones Unidas quiso poner fin con la firma, el 17 de diciembre de 2015, del "Acuerdo Político Libio" entre los representantes de los dos parlamentos que funcionaban de manera simultánea y antagonista en el país: el Congreso Nacional General (GNC), en Trípoli, y la Cámara de Representantes (HoR) o Parlamento de Tobruk. El tratado estipulaba la creación de un gobierno de unidad nacional, el Acuerdo Nacional (GNA) dirigido por un político prooccidental, Fayez al-Sarraj, que también estaría al frente del Consejo Presidencial, la más alta institución del Estado. Asimismo establecía un Alto Consejo de Estado, con sede en Trípoli, en el que se integrarían los representantes del Parlamento de Trípoli. Mientras que el de Tobruk era reconocido como único Parlamento legítimo de Libia. A pesar de que las intenciones del plan eran integrar los distintos poderes en una única estructura nacional, la realidad es que Libia cuenta ahora con varios centros de poder. El primero sería el Consejo Presidencial, nacido en virtud del Tratado impulsado por Naciones Unidas y dirigido por al-Sarraj. El problema es que la falta de apoyo del Parlamento de Tobruk y de algunas milicias ha impedido que pueda ejercer su autoridad. No obstante, al-Sarraj ha dado pasos importantes en la consolidación de su base de poder al conseguir la lealtad de las dos instituciones económicas más poderosas: el Banco Central y la Corporación Nacional del Petróleo. Y desde el punto de vista militar ha logrado desalojar a los yihadistas del Daesh de la ciudad costera de Sirte. Un triunfo, no obstante, ensombrecido por ser consecuencia de la movilización de milicias y no por la acción de un ejército nacional integrado. Apoyado por Tobruk aparece el verdadero hombre fuerte de Libia, el general Jalifa Haftar, jefe del Ejército Nacional Libio (LNA), cuya figura se ha visto reforzada por tres años de enfrentamientos exitosos contra las fuerzas islamistas del "Amanecer Libio". Sus victorias en la región de Bengasi han colocado bajo su control la infraestructura petrolera clave, los principales emplazamientos militares e importantes centro de población, lo que ha hecho del general Jalifa el árbitro de la situación en Libia. A su vez, en suelo libio se libra un combate entre las distintas corrientes ideológicas que sacuden el mundo árabe. El apoyo de Qatar y Turquía al Gobierno de Fayez al-Sarraj, y de Egipto y Emiratos Árabes Unidos al de Tobruk, han convertido a Libia en una pieza más de las guerras por delegación que se libran en el mundo árabe. En este contexto, el general Jalifa cuenta con una buena baza. Además del apoyo de Emiratos Árabes y de Egipto, temeroso de la llegada de yihadistas desde Libia, tiene el respaldo de Arabia Saudí, y de manera indirecta de Estados Unidos, Gran Bretaña y especialmente de Rusia, como demuestra la presencia del general en un portaaviones ruso en enero de 2017. A modo de conclusión, el Ejecutivo de Fayez al-Sarraj no se ha consolidado como un gobierno de unidad capaz de acabar con la guerra civil, ni ha logrado crear un ejército unificado que garantice la segridad de los ciudadanos e integre a las diversas milicias. Muy al contrario ha reforzado las divisiones e introducido otro gobierno competidor en la escena política libia. Además, el predominio militar de Haftar es cuestionable porque -aunque sea más numeroso y esté mejor organizado- su cohesión y supervivencia dependen del acuerdo entre una amplia gama de tribus, unidas exclusivamente por su oposición a las milicias islamistas del "Amanecer Libio". Todo dependerá de los resultados de las operaciones militares y de si las fuerzas del general Jalifa Haftar son capaces de tomar Trípoli, lo que permitiría al gobierno de Tobruk negarse a cualquier compromiso con al-Sarraj ante la perspectiva de una victoria facilitada por los triunfos militares de Haftar. Pero también puede ocurrir lo contrario, que el avance militar de Jalifa Haftar fracase o se descomponga su coalición, lo que generaría nuevas oportunidades para iniciar una ronda de conversaciones en las que el general perdería su papel de figura principal en el futuro de Libia. NOTA: Este artículo forma parte del servicio de firmas de la Agencia EFE al que contribuyen diversas personalidades, cuyos trabajos reflejan exclusivamente las opiniones y puntos de vista de sus autores. [URL]http://www.lavanguardia.com/vida/20171220/433775455015/libia-la-guerra-del-general-jalifa-haftar.html[/URL] [/QUOTE]
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