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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 2180653" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="http://estaticos.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2017/02/12/14869241297095.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p> <p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>El Sureste Asiático, en el ojo del Estado Islámico</strong></span></u></p><p>En 2016, el Sureste Asiático -hasta entonces, inmune al fenómeno del extremismo islamista salvo en el caso filipino- comenzó a padecer incidentes, aparentemente aislados, que revelaban la infiltración, casi invisible pero pertinaz, del temido Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés), resultado de su red de captación en las redes y también del regreso de los lobos solitarios de Irak y Siria tras años de entrenamiento.</p><p></p><p>A finales de junio, un ataque con una granada de mano contra una discoteca en Malasia dejaba ocho heridos: las autoridades afirmaron que se trataba del primer ataque del IS en su territorio. Una semana después, en la isla indonesia de Solo (Java), un suicida vinculado al IS se hacía estallar frente a un cuartel de Policía, evidenciando la vulnerabilidad de la región hacia un fenómeno que busca expandirse en el corazón del sureste asiático. En Filipinas, el anuncio de la primera provincia del IS entre las bandas armadas que operan en Basilan, Sulu y Mindanao confirmaba las peores sospechas. Pero el contagio no ha hecho más que empezar.</p><p></p><p>Pese a los avisos, la falta de una colaboración eficaz entre los Estados expone toda la región al radicalismo del IS, concluyen el representante regional de la Oficina para Crimen y Drogas de la ONU Jeremy Douglas y su predecesor en el cargo para Pakistán y actual consultor sobre terrorismo, Joseph Gyte en un artículo conjunto publicado hoy por el Bangkok Post. En el texto, Douglas y Gyte lamentan que "sin una colaboración efectiva de los países miembro de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) puede predecirse que el nivel de violencia terrorista va a aumentar próximamente. 'Daesh' ha mostrado un gran interés en la región. En junio del pasado año, un vídeo de propaganda ordenaba a sus adeptos que se concentren en el Sureste Asiático, animándoles a unirse a su rama regional en Filipinas si no pueden llegar a Siria o Irak", se recuerda en el artículo.</p><p></p><p>Se estima que un millar de yihadistas de países de la ASEAN han viajado a Oriente Próximo, si bien el fenómeno se ha rebajado por el aumento del control de las autoridades. Sólo en Indonesia, el año pasado fueron rechazadas 1.400 solicitudes de pasaportes ante el temor de que sus titulares los usaran para emprender su particular yihad; pese a ello, Indonesia espera la deportación de entre 15 y 25 individuos arrestados por Turquía al intentar entrar de forma clandestina en Siria.</p><p></p><p><strong>El doble de radicales que en 2015</strong></p><p>A principios de febrero, fue devuelto desde Turquía un oficial del Ministerio de Finanzas de Yakarta y su familia arrestados tras intentar entrar en territorio sirio: habían vendido todas sus pertenencias para costear el viaje y cumplir así su deseo de vivir bajo el califato, convirtiéndose en ejemplo de la infiltración de la ideología del IS a todos los niveles. El funcionario había dimitido en febrero: terminó siendo puesto en libertad tras ser interrogado por las autoridades. "No todos los que se unen al IS están sedientos de sangre: es todo mucho más complejo", evaluaba entonces Noor Huda Ismail, responsable de International Peace Building Institute, la primera organización privada dedicada a la desradicalización de islamistas. Para el experto, el ejemplo del funcionario no debe parecer irrelevante. "Su caso es poco frecuente, la punta del iceberg de la radicalización con la administración gubernamental como escenario, y por ello debe ser tratado de forma seria", añadió. En 2016, según Douglas y Gyte, fueron arrestados o abatidos 170 sospechosos de terrorismo islámico en Indonesia, el doble de los que sufrieron esa suerte en 2015.</p><p></p><p>Las dificultades para llegar a Oriente Próximo hace que muchos simpatizantes asiáticos reconsideren viajar al califato de Abu Bakr al Bagdadi. El jefe de la Inteligencia Estatal indonesia, general Sutiyoso, admitía en verano que "hay un número de simpatizantes del IS que han decidido no viajar a Siria e Irak; al contrario, su objetivo es atacarnos aquí". Ese capital humano trata de ser explotado por el IS, que lanzó el pasado verano su primera publicación en un idioma regional (malasio), la revista 'Al Fatihin', el conquistador, destinada a "extranjeros que hablen malasio del Estado Islámico y para audiencias malasias en Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur, Brunei y Tailandia", un instrumento de propaganda para reclutar posibles adeptos. En su primera edición se anunciaba la declaración de su 'wilayat' en Filipinas, el escenario más explosivo a merced del IS.</p><p></p><p>"A medida que 'Daesh' pierde control en Oriente Próximo, sus necesidades de dispersarse y moverse a otros escenarios se han convertido en una realidad acuciante. Como resultado, se puede predecir que mucho combatientes del Sureste Asiático ahora en Oriente Próximo regresarán a casa para continuar sus campañas potencialmente destinadas a declarar un califato", recuerdan Douglas y Gyte.</p><p></p><p>Los expertos recuerdan que varios grupos ya "han jurado lealtad a 'Daesh' y tienen el poder y las conexiones adecuadas para convertirse en una amenaza viable". El principal ejemplo es Filipinas, donde el pasado junio varios grupos islámicos armados como Abu Sayyaf, los Combatientes por la Libertad Islámica de Bangsamoro o el Grupo Maute, que reivindican un califato y se financian con actos criminales como secuestros, piratería o extorsión, se unieron bajo el nombre Dawlatul Islamiyah Waliyatul Masrik (DIWM), liderado por el antiguo líder de Abu Sayyaf Isnilon Hapilon para declarar su lealtad al IS en un vídeo donde se decapitaba a un rehén como prueba de su entrega.</p><p></p><p><strong>Una realidad aceptada en Filipinas</strong></p><p>Para Filipinas, la presencia del IS es toda una realidad aceptada: el presidente Rodrigo Duterte ha pedido al Frente Moro de Liberación Nacional y al Frente Moro de Liberación Islámica -con quien mantiene conversaciones de paz- que no den cobijo a los miembros del DIWM, bajo ataque militar en Mindanao, Basilán y Sulu: recientemente, 15 combatientes murieron en un ataque del Ejército cuando se desplazaban desde Basilán a Lanao del Sur "por encargo del ISIS". Su líder, Hapilon, resultó herido en una operación en la que se detectaron a voluntarios extranjeros a los que se presume miembros del Estado Islámico encargados de coordinar a los filipinos. "He oído que había entre cuatro y seis árabes, adoctrinándoles... Son los más peligrosos", admitió el líder populista.</p><p></p><p>El propio Duterte ha asegurado que "Hapilon ha sido enviado por el IS porque ha sido nombrado líder del Estado Islámico, creo que para Indonesia, Malasia, Brunei y Filipinas". Para el líder filipino, la ideología del IS está tan extendida en su país que "incluso algunos de sus primos" militan en la organización, a la que las autoridades responsabilizan de un atentado en Davao en septiembre de 2016 que causó 14 muertos. "Si Trump decide invadir Oriente Próximo y el IS pierde sus bases allí, comenzará a dispersarse por el mundo. Su objetivo favorito será el sur de Filipinas. Y será sangriento", aseguró Duterte en una entrevista reciente. El ministro de Defensa filipino, Delfin Lorenzana, también ha confirmado que los grupos armados están recibiendo financiación del IS mediante los mecanismos que suelen usar los trabajadores filipinos para enviar dinero a sus familias.</p><p></p><p>En otros países del entorno como Birmania, Malasia, Indonesia o Tailandia, las posibilidades de contagio aumentan gracias a los conflictos enquistados, aducen los expertos de la ONU. "Daesh ha usado con frecuencia el sufrimiento de los rohingya en Birmania como justificación de su causa. Ahora, la violencia sectaria en Rakhine ha llevado a incrementar los ataques contra intereses birmanos y la protestas en países con mayorías musulmanas, como Indonesia o Malasia (...) Los conflictos de largo recorrido como Filipinas o Tailandia también proveen un terreno fértil para el extremismo violento: las prolongadas insurgencias en ambos países dan a Daesh una oportunidad para explotar agravios enraizados para obtener apoyo, recursos y comenzar a ejercer un poder gradual".</p><p></p><p><strong>Birmania, caldo de cultivo del extremismo</strong></p><p>En Birmania, el primer grupo armado rohingya da sentido a esos temores: los miembros del Harakat al Yaqin o Movimiento de la Fe protagonizaron su primera acción el 9 de octubre, con un asalto simultáneo a tres posiciones de guardafronteras birmanos en el que murieron nueve agentes: la represión del Tatmadaw (Ejército) ha costado cientos de muertes, 90.000 desplazados o refugiados y una represión que recuerda a episodios de limpieza étnica, generando el caldo de cultivo perfecto para el extremismo.</p><p></p><p>En Malasia e Indonesia, los radicales usan la causa rohingya para captar adeptos. Según un informe del International Crisis Group, "Haraqat al Yaqin está liderado por rohingyas emigrados en Arabia Saudí y liderados sobre el terreno por rohingyas con entrenamiento internacional y experiencia en tácticas de guerrilla moderna", si bien su primera operación se realizó con armas blancas dado que estaba destinada a robar armamento a los uniformados. En enero, el responsable de la unidad antiterrorista de la Policía de Malasia, Ayub Khan Mydin Pitchay, advertía de que Birmania tiene un alto riesgo de sufrir ataques por parte de extranjeros reclutados en la región por el IS tras anunciar la detención de un indonesio que planeaba trasladarse a Birmania para atacar objetivos oficiales.</p><p></p><p>En la propia Malasia, donde las autoridades calculan que unos 50.000 habitantes simpatizan con el IS, el riesgo de infiltración quedó en evidencia a principios de febrero, cuando se conoció la detención de un guardia de seguridad de Malaysia Airlines miembro del Estado Islámico: los expertos en terrorismo confiaron entonces el temor a que el IS tenga agentes en todos los aeropuertos malasios, incluido el Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur.</p><p></p><p>También en Malasia, seis personas fueron detenidas hace una semana en la frontera con Tailandia con explosivos, bajo sospechas de simpatizar con el Estado Islámico: uno de ellos era nacional de Tailandia, donde la Junta militar en el poder insiste desde hace tiempo en los vínculos entre los insurgentes musulmanes del sur del país (el antiguo sultanato de Pattani, hoy las provincias de Pattani, Yala y Narathiwat) con el Estado Islámico, descartado hasta el momento por los expertos. El arrestado era miembro, según Malasia, del Frente Nacional Revolucionario, el grupo armado más activo del sur musulmán tailandés: desde 2004, los ataques de los insurrectos han costado más de 7.000 vidas.</p><p></p><p>"Las fronteras excepcionalmente porosas, combinadas con redes de contrabando altamente sofisticadas, proveen vías fáciles de entrada y movimiento para personas, armas y recursos en la región", insisten los expertos, que llaman a la cooperación entre unidades antiterroristas de la región y a la actualización de las diferentes legislaciones para acometer el reto que plantea el regreso de los militantes del IS a sus respectivos países del Sureste Asiático.</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/13/58a0558d468aeb59658b45a9.html">http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/13/58a0558d468aeb59658b45a9.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 2180653, member: 10064"] [CENTER][IMG]http://estaticos.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2017/02/12/14869241297095.jpg[/IMG] [U][SIZE=6][B]El Sureste Asiático, en el ojo del Estado Islámico[/B][/SIZE][/U][/CENTER] En 2016, el Sureste Asiático -hasta entonces, inmune al fenómeno del extremismo islamista salvo en el caso filipino- comenzó a padecer incidentes, aparentemente aislados, que revelaban la infiltración, casi invisible pero pertinaz, del temido Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés), resultado de su red de captación en las redes y también del regreso de los lobos solitarios de Irak y Siria tras años de entrenamiento. A finales de junio, un ataque con una granada de mano contra una discoteca en Malasia dejaba ocho heridos: las autoridades afirmaron que se trataba del primer ataque del IS en su territorio. Una semana después, en la isla indonesia de Solo (Java), un suicida vinculado al IS se hacía estallar frente a un cuartel de Policía, evidenciando la vulnerabilidad de la región hacia un fenómeno que busca expandirse en el corazón del sureste asiático. En Filipinas, el anuncio de la primera provincia del IS entre las bandas armadas que operan en Basilan, Sulu y Mindanao confirmaba las peores sospechas. Pero el contagio no ha hecho más que empezar. Pese a los avisos, la falta de una colaboración eficaz entre los Estados expone toda la región al radicalismo del IS, concluyen el representante regional de la Oficina para Crimen y Drogas de la ONU Jeremy Douglas y su predecesor en el cargo para Pakistán y actual consultor sobre terrorismo, Joseph Gyte en un artículo conjunto publicado hoy por el Bangkok Post. En el texto, Douglas y Gyte lamentan que "sin una colaboración efectiva de los países miembro de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) puede predecirse que el nivel de violencia terrorista va a aumentar próximamente. 'Daesh' ha mostrado un gran interés en la región. En junio del pasado año, un vídeo de propaganda ordenaba a sus adeptos que se concentren en el Sureste Asiático, animándoles a unirse a su rama regional en Filipinas si no pueden llegar a Siria o Irak", se recuerda en el artículo. Se estima que un millar de yihadistas de países de la ASEAN han viajado a Oriente Próximo, si bien el fenómeno se ha rebajado por el aumento del control de las autoridades. Sólo en Indonesia, el año pasado fueron rechazadas 1.400 solicitudes de pasaportes ante el temor de que sus titulares los usaran para emprender su particular yihad; pese a ello, Indonesia espera la deportación de entre 15 y 25 individuos arrestados por Turquía al intentar entrar de forma clandestina en Siria. [B]El doble de radicales que en 2015[/B] A principios de febrero, fue devuelto desde Turquía un oficial del Ministerio de Finanzas de Yakarta y su familia arrestados tras intentar entrar en territorio sirio: habían vendido todas sus pertenencias para costear el viaje y cumplir así su deseo de vivir bajo el califato, convirtiéndose en ejemplo de la infiltración de la ideología del IS a todos los niveles. El funcionario había dimitido en febrero: terminó siendo puesto en libertad tras ser interrogado por las autoridades. "No todos los que se unen al IS están sedientos de sangre: es todo mucho más complejo", evaluaba entonces Noor Huda Ismail, responsable de International Peace Building Institute, la primera organización privada dedicada a la desradicalización de islamistas. Para el experto, el ejemplo del funcionario no debe parecer irrelevante. "Su caso es poco frecuente, la punta del iceberg de la radicalización con la administración gubernamental como escenario, y por ello debe ser tratado de forma seria", añadió. En 2016, según Douglas y Gyte, fueron arrestados o abatidos 170 sospechosos de terrorismo islámico en Indonesia, el doble de los que sufrieron esa suerte en 2015. Las dificultades para llegar a Oriente Próximo hace que muchos simpatizantes asiáticos reconsideren viajar al califato de Abu Bakr al Bagdadi. El jefe de la Inteligencia Estatal indonesia, general Sutiyoso, admitía en verano que "hay un número de simpatizantes del IS que han decidido no viajar a Siria e Irak; al contrario, su objetivo es atacarnos aquí". Ese capital humano trata de ser explotado por el IS, que lanzó el pasado verano su primera publicación en un idioma regional (malasio), la revista 'Al Fatihin', el conquistador, destinada a "extranjeros que hablen malasio del Estado Islámico y para audiencias malasias en Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur, Brunei y Tailandia", un instrumento de propaganda para reclutar posibles adeptos. En su primera edición se anunciaba la declaración de su 'wilayat' en Filipinas, el escenario más explosivo a merced del IS. "A medida que 'Daesh' pierde control en Oriente Próximo, sus necesidades de dispersarse y moverse a otros escenarios se han convertido en una realidad acuciante. Como resultado, se puede predecir que mucho combatientes del Sureste Asiático ahora en Oriente Próximo regresarán a casa para continuar sus campañas potencialmente destinadas a declarar un califato", recuerdan Douglas y Gyte. Los expertos recuerdan que varios grupos ya "han jurado lealtad a 'Daesh' y tienen el poder y las conexiones adecuadas para convertirse en una amenaza viable". El principal ejemplo es Filipinas, donde el pasado junio varios grupos islámicos armados como Abu Sayyaf, los Combatientes por la Libertad Islámica de Bangsamoro o el Grupo Maute, que reivindican un califato y se financian con actos criminales como secuestros, piratería o extorsión, se unieron bajo el nombre Dawlatul Islamiyah Waliyatul Masrik (DIWM), liderado por el antiguo líder de Abu Sayyaf Isnilon Hapilon para declarar su lealtad al IS en un vídeo donde se decapitaba a un rehén como prueba de su entrega. [B]Una realidad aceptada en Filipinas[/B] Para Filipinas, la presencia del IS es toda una realidad aceptada: el presidente Rodrigo Duterte ha pedido al Frente Moro de Liberación Nacional y al Frente Moro de Liberación Islámica -con quien mantiene conversaciones de paz- que no den cobijo a los miembros del DIWM, bajo ataque militar en Mindanao, Basilán y Sulu: recientemente, 15 combatientes murieron en un ataque del Ejército cuando se desplazaban desde Basilán a Lanao del Sur "por encargo del ISIS". Su líder, Hapilon, resultó herido en una operación en la que se detectaron a voluntarios extranjeros a los que se presume miembros del Estado Islámico encargados de coordinar a los filipinos. "He oído que había entre cuatro y seis árabes, adoctrinándoles... Son los más peligrosos", admitió el líder populista. El propio Duterte ha asegurado que "Hapilon ha sido enviado por el IS porque ha sido nombrado líder del Estado Islámico, creo que para Indonesia, Malasia, Brunei y Filipinas". Para el líder filipino, la ideología del IS está tan extendida en su país que "incluso algunos de sus primos" militan en la organización, a la que las autoridades responsabilizan de un atentado en Davao en septiembre de 2016 que causó 14 muertos. "Si Trump decide invadir Oriente Próximo y el IS pierde sus bases allí, comenzará a dispersarse por el mundo. Su objetivo favorito será el sur de Filipinas. Y será sangriento", aseguró Duterte en una entrevista reciente. El ministro de Defensa filipino, Delfin Lorenzana, también ha confirmado que los grupos armados están recibiendo financiación del IS mediante los mecanismos que suelen usar los trabajadores filipinos para enviar dinero a sus familias. En otros países del entorno como Birmania, Malasia, Indonesia o Tailandia, las posibilidades de contagio aumentan gracias a los conflictos enquistados, aducen los expertos de la ONU. "Daesh ha usado con frecuencia el sufrimiento de los rohingya en Birmania como justificación de su causa. Ahora, la violencia sectaria en Rakhine ha llevado a incrementar los ataques contra intereses birmanos y la protestas en países con mayorías musulmanas, como Indonesia o Malasia (...) Los conflictos de largo recorrido como Filipinas o Tailandia también proveen un terreno fértil para el extremismo violento: las prolongadas insurgencias en ambos países dan a Daesh una oportunidad para explotar agravios enraizados para obtener apoyo, recursos y comenzar a ejercer un poder gradual". [B]Birmania, caldo de cultivo del extremismo[/B] En Birmania, el primer grupo armado rohingya da sentido a esos temores: los miembros del Harakat al Yaqin o Movimiento de la Fe protagonizaron su primera acción el 9 de octubre, con un asalto simultáneo a tres posiciones de guardafronteras birmanos en el que murieron nueve agentes: la represión del Tatmadaw (Ejército) ha costado cientos de muertes, 90.000 desplazados o refugiados y una represión que recuerda a episodios de limpieza étnica, generando el caldo de cultivo perfecto para el extremismo. En Malasia e Indonesia, los radicales usan la causa rohingya para captar adeptos. Según un informe del International Crisis Group, "Haraqat al Yaqin está liderado por rohingyas emigrados en Arabia Saudí y liderados sobre el terreno por rohingyas con entrenamiento internacional y experiencia en tácticas de guerrilla moderna", si bien su primera operación se realizó con armas blancas dado que estaba destinada a robar armamento a los uniformados. En enero, el responsable de la unidad antiterrorista de la Policía de Malasia, Ayub Khan Mydin Pitchay, advertía de que Birmania tiene un alto riesgo de sufrir ataques por parte de extranjeros reclutados en la región por el IS tras anunciar la detención de un indonesio que planeaba trasladarse a Birmania para atacar objetivos oficiales. En la propia Malasia, donde las autoridades calculan que unos 50.000 habitantes simpatizan con el IS, el riesgo de infiltración quedó en evidencia a principios de febrero, cuando se conoció la detención de un guardia de seguridad de Malaysia Airlines miembro del Estado Islámico: los expertos en terrorismo confiaron entonces el temor a que el IS tenga agentes en todos los aeropuertos malasios, incluido el Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur. También en Malasia, seis personas fueron detenidas hace una semana en la frontera con Tailandia con explosivos, bajo sospechas de simpatizar con el Estado Islámico: uno de ellos era nacional de Tailandia, donde la Junta militar en el poder insiste desde hace tiempo en los vínculos entre los insurgentes musulmanes del sur del país (el antiguo sultanato de Pattani, hoy las provincias de Pattani, Yala y Narathiwat) con el Estado Islámico, descartado hasta el momento por los expertos. El arrestado era miembro, según Malasia, del Frente Nacional Revolucionario, el grupo armado más activo del sur musulmán tailandés: desde 2004, los ataques de los insurrectos han costado más de 7.000 vidas. "Las fronteras excepcionalmente porosas, combinadas con redes de contrabando altamente sofisticadas, proveen vías fáciles de entrada y movimiento para personas, armas y recursos en la región", insisten los expertos, que llaman a la cooperación entre unidades antiterroristas de la región y a la actualización de las diferentes legislaciones para acometer el reto que plantea el regreso de los militantes del IS a sus respectivos países del Sureste Asiático. [URL]http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/13/58a0558d468aeb59658b45a9.html[/URL] [/QUOTE]
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