La industria de los drones crece en la Argentina con desarrollos locales
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Por Diego Landi
25 septiembre, 2014
Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es Superman? No. Es un “drone”. O por lo menos podría serlo. Atravesando los cielos de distintas partes del mundo, de un tiempo a esta parte, estos vehículos no tripulados (VANTs o UAVs, del inglés Vehículo Aéreo no Tripulado) generaron postales futuristas y muchas expectativas en empresas, gobiernos y universidades privadas y estatales nacionales que desarrollan tecnología ligada a la aeronáutica.
Estos artefactos voladores pueden abarcar desde un cuadricóptero de poco menos de $ 5.000 —con una mínima autonomía de vuelo— hasta un avión no tripulado con fines militares, de más de una tonelada, con un costo que puede superar los US$ 4 millones y la capacidad de identificar, seguir, reconocer y aniquilar objetivos “enemigos”.
Aunque en la Argentina hubo experimentación en el diseño y producción de “drones” a principio de este siglo, tanto en el mundo militar como en el privado, la realidad se presenta alejada de, por ejemplo, la de Estados Unidos: según estima la Administración Federal de Aviación de ese país más de 30.000 UAVs de uso civil surcarán el espacio aéreo norteamericano en 2020.
“En la Argentina, el aporte más grande sobre los UAVs estuvo en tres lugares: Nostromo, Aerodreams y el Ejército, que con el Lipán I fue pionero”, dice a Information Technology Marcelo Martínez, fundador y manager de Tecnología de Nostromo Defensa, una de las primeras empresas en esta incipiente industria.
Marcelo Martínez Nostromo Defensa
Textual. “El Ejército fue pionero en el tema de los UAVs con el Lipán I”, sostiene Marcelo Martínez, fundador y manager de Tecnología de Nostromo Defensa. Foto: Gustavo Fernández.
Martínez, que se mantiene como accionista de la empresa, señala que el foco ahora lo tienen puesto en “desarrollar ingeniería de sistemas para el área militar”. Este ingeniero aeronáutico sostiene que “el negocio de los UAVs tiene una variabilidad grande y una escala muy chica. Hoy, producir uno solo no sirve. Lo quisimos hacer y nos fue muy mal”. Y agrega: “Para la escala nuestra, es mejor desarrollar propiedad intelectual que fabricar”.
Nostromo Defensa desarrolló los VANTs Yarará y Caburé y así se convirtió en pionero en la región. “En 2005 se acercaron desde el área de Defensa de Estados Unidos para pedirnos unidades no tripuladas. En poco tiempo nos dieron un contrato. Ahí nació el Yarará. Se hicieron tres unidades”, recuerda Martínez, quien también cuenta que le vendieron unidades a la española Indra.
Drones argentinos
En total se hicieron 15 equipos Yarará. La Fuerza Áerea Argentina, que tiene una escuela en Córdoba en la que se capacita a cadetes para el manejo de VANTs, dispone de cuatro y otros aviones de desarrollo propio. Los cuatro aviones “que alcanzaron un desarrollo operativo”, según Martínez, fueron el Yarará, Caburé, Strix (de Aerodreams, para uso civil y fotográfico) y el Lipán.
Avioneta Web
En vuelo. El UAV Yarará fue uno de los cuatro aviones desarrollados por Nostromo Defensa.
Los VANTs se dividen en tres tipos: los clase I —como el Caburé— tienen hasta siete kilos de peso, son portables y los puede transportar un efectivo militar. Los clase II —como el Yarará o el Stix— pesan hasta 200 kilogramos y tienen una autonomía de entre 10 y 16 horas. Poseen cámaras y sensores más sofisticados. Los clase III pesan más de 1.000 kilos, llevan radares y requieren de una pista adecuada y una logística más minuciosa.
“En total, si se suman todos los VANTs, tanto de uso militar como civil, no se llega a los 50 producidos en la Argentina”, calcula Martínez. La Armada hizo un prototipo que se llamaba Guardián, cuyo primer vuelo de prueba se hizo en diciembre de 2005. “Los fondos grandes apuntan al desarrollo de los sistemas complejos de UAVs: ahí está el mercado”, señala Martínez, dejando en un segundo plano al mercado robótico de cuadricópteros o hexacópteros como pueden ser, por ejemplo, los Parrot AR Drone 2.0, de iRobot, que se pueden conseguir en la Argentina a menos de $ 5.000.
“En 2006 se percibía que el negocio de los UAV crecería, pero no ocurrió —expresa Martínez—. El gran tema pasa por incorporar todo el sistema de aviónica y sensores para que funcionen armoniosamente y al mismo tiempo. Eso lo diferencia de un aeromodelo simple y común. Eso lleva tiempo, ingeniería y dinero. Hoy por hoy, ese ‘expertise’ en la Argentina es muy limitado. Se limita a gente que trabajó en algunos proyectos particulares.”
Esperando a S.A.R.A.
“El salto en la Argentina lo va a dar el S.A.R.A., porque va a involucrar tecnología de empresas y universidades del país. El proyecto está aprobado y va reactivar el negocio”, vaticina Martínez. Se refiere al Sistema Aéreo Robótico Argentino (S.A.R.A), un proyecto oficial de largo plazo —su ejecución completa llevará alrededor de diez años— que prevé el desarrollo de una familia de aviones no tripulados clase II y clase III.
Control Remoto Drone
En ese contexto, en 2011, los ministerios de Defensa y Seguridad de la Nación firmaron un acuerdo con INVAP que será el integrador y se encargará del desarrollo e implementación del S.A.R.A., que deberá tener una fina interrelación entre ciencia, tecnología y defensa. Information Technology se comunicó con INVAP, pero se negaron a dar información sobre el estado actual del programa.
En la actualidad, más de 40 países están desarrollando aviones no tripulados. En Sudamérica, Colombia hace prototipos; también Venezuela, con la ayuda de Irán; Brasil tiene tres empresas que hacen UAVs, mientras que Chile tiene dos y la Fuerza Aérea peruana ya desarrolló un prototipo. Hace unos cuatro años, el Ejército uruguayo trabajó en el Charrúa pero, como no fue redituable, lo desechó. Pero otras empresas ya trabajan haciendo relevamientos en agricultura y de obras de construcción. Hoy lideran este mercado empresas de Estados Unidos e Israel.
Luis Canalí, doctor en Ingeniería y profesor de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con sede en Córdoba, confirma que “hay en desarrollo un drone en la Argentina, en el que trabajan un conjunto de empresas y eso involucra tareas de algunas universidades, entre ellas la UTN”. Y agrega: “No podemos dar detalles de qué, cómo y cuándo. Este desarrollo implica un cambio de dirección en la política de defensa de la Argentina”.
Canalí dice que le asusta “que las decisiones de un cambio tan radical de política de Defensa no ha sido consensuado por todos los actores políticos de la Argentina”, y sostiene que el proyecto “está pensado de una manera coherente” y debe continuarse como una política estatal para no seguir tirando “más plata”. Señala, además, que en la actualidad “hay algunos proyectos, con distinto grado de avance, pero no hay ningún vehículo concluido con una completa terminación nacional. Ninguno superó la fase de prototipo de laboratorio”.
Usos y futuro
El mundo de las empresas y de los medios está cada vez más atento a los drones. En Venezuela, PDVSA prueba drones para detectar derrames de hidrocarburos. También se los puede usar para inspeccionar tendidos eléctricos, fotografiar cultivos, incendios, lanzar un salvavidas al mar, ayudar en catástrofes o hasta para delivery.
En la Argentina se usa para, por ejemplo, coberturas de medios o films publicitarios. “Usamos un drone de fabricación estadounidense que genera imágenes estabilizadas de manera profesional”, dice Marcelo Guarnaccia, de la empresa Hexacam Argentina. En el partido de Tigre, se usa para “seguridad, filmación de siniestros, relevamiento de catastro”, entre otros usos, según cuenta Lucas Lanza, director de la Agencia de innovación y Tecnología de Tigre.
“En estos dos últimos años varias empresas nos contactaron para hacer un desarrollo local de tecnología. Estoy seguro de que en los próximos años habrá un crecimiento en el desarrollo de prototipos. Van a surgir nuevas empresas a medida que se encuentren nuevas aplicaciones”, cuenta Juan Giribet, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET.
Juan Giribet profesor UBA ConicetTextual. “En los últimos dos años varias empresas nos contactaron para hacer un desarrollo local de tecnología”, comenta Juan Giribet, profesor de la Facultad de Ingeniería de la UBA e investigador del CONICET. Foto: Gustavo Fernández.
Allí, Giribet trabaja en “diseño de sistemas de navegación, guiado y control”. En Ingeniería cuentan con tres prototipos, con un costo de desarrollo aproximado de $ 5.000, que se usan para hacer investigaciones.
Aunque todavía no hay una legislación respecto del uso del espacio aéreo que deben cumplir estos vehículos, en otras universidades también piensan en los drones. En la UTN de Resistencia (Chaco) desarrollaron uno que sobrevuela los montes detectando irregularidades en el manejo de los recursos naturales.
También en la Universidad de San Juan, en la Universidad Abierta Interamericana, en el Instituto Universitario Aeronáutico, en el ITBA, en la Universidad de 3 de Febrero y en la de La Plata hay proyectos sobre drones. Nadie quiere quedarse afuera de algo que ya despegó hace rato y cobra más vuelo día a día.
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Por Diego Landi
25 septiembre, 2014
Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es Superman? No. Es un “drone”. O por lo menos podría serlo. Atravesando los cielos de distintas partes del mundo, de un tiempo a esta parte, estos vehículos no tripulados (VANTs o UAVs, del inglés Vehículo Aéreo no Tripulado) generaron postales futuristas y muchas expectativas en empresas, gobiernos y universidades privadas y estatales nacionales que desarrollan tecnología ligada a la aeronáutica.
Estos artefactos voladores pueden abarcar desde un cuadricóptero de poco menos de $ 5.000 —con una mínima autonomía de vuelo— hasta un avión no tripulado con fines militares, de más de una tonelada, con un costo que puede superar los US$ 4 millones y la capacidad de identificar, seguir, reconocer y aniquilar objetivos “enemigos”.
Aunque en la Argentina hubo experimentación en el diseño y producción de “drones” a principio de este siglo, tanto en el mundo militar como en el privado, la realidad se presenta alejada de, por ejemplo, la de Estados Unidos: según estima la Administración Federal de Aviación de ese país más de 30.000 UAVs de uso civil surcarán el espacio aéreo norteamericano en 2020.
“En la Argentina, el aporte más grande sobre los UAVs estuvo en tres lugares: Nostromo, Aerodreams y el Ejército, que con el Lipán I fue pionero”, dice a Information Technology Marcelo Martínez, fundador y manager de Tecnología de Nostromo Defensa, una de las primeras empresas en esta incipiente industria.
Marcelo Martínez Nostromo Defensa
Textual. “El Ejército fue pionero en el tema de los UAVs con el Lipán I”, sostiene Marcelo Martínez, fundador y manager de Tecnología de Nostromo Defensa. Foto: Gustavo Fernández.
Martínez, que se mantiene como accionista de la empresa, señala que el foco ahora lo tienen puesto en “desarrollar ingeniería de sistemas para el área militar”. Este ingeniero aeronáutico sostiene que “el negocio de los UAVs tiene una variabilidad grande y una escala muy chica. Hoy, producir uno solo no sirve. Lo quisimos hacer y nos fue muy mal”. Y agrega: “Para la escala nuestra, es mejor desarrollar propiedad intelectual que fabricar”.
Nostromo Defensa desarrolló los VANTs Yarará y Caburé y así se convirtió en pionero en la región. “En 2005 se acercaron desde el área de Defensa de Estados Unidos para pedirnos unidades no tripuladas. En poco tiempo nos dieron un contrato. Ahí nació el Yarará. Se hicieron tres unidades”, recuerda Martínez, quien también cuenta que le vendieron unidades a la española Indra.
Drones argentinos
En total se hicieron 15 equipos Yarará. La Fuerza Áerea Argentina, que tiene una escuela en Córdoba en la que se capacita a cadetes para el manejo de VANTs, dispone de cuatro y otros aviones de desarrollo propio. Los cuatro aviones “que alcanzaron un desarrollo operativo”, según Martínez, fueron el Yarará, Caburé, Strix (de Aerodreams, para uso civil y fotográfico) y el Lipán.
Avioneta Web
En vuelo. El UAV Yarará fue uno de los cuatro aviones desarrollados por Nostromo Defensa.
Los VANTs se dividen en tres tipos: los clase I —como el Caburé— tienen hasta siete kilos de peso, son portables y los puede transportar un efectivo militar. Los clase II —como el Yarará o el Stix— pesan hasta 200 kilogramos y tienen una autonomía de entre 10 y 16 horas. Poseen cámaras y sensores más sofisticados. Los clase III pesan más de 1.000 kilos, llevan radares y requieren de una pista adecuada y una logística más minuciosa.
“En total, si se suman todos los VANTs, tanto de uso militar como civil, no se llega a los 50 producidos en la Argentina”, calcula Martínez. La Armada hizo un prototipo que se llamaba Guardián, cuyo primer vuelo de prueba se hizo en diciembre de 2005. “Los fondos grandes apuntan al desarrollo de los sistemas complejos de UAVs: ahí está el mercado”, señala Martínez, dejando en un segundo plano al mercado robótico de cuadricópteros o hexacópteros como pueden ser, por ejemplo, los Parrot AR Drone 2.0, de iRobot, que se pueden conseguir en la Argentina a menos de $ 5.000.
“En 2006 se percibía que el negocio de los UAV crecería, pero no ocurrió —expresa Martínez—. El gran tema pasa por incorporar todo el sistema de aviónica y sensores para que funcionen armoniosamente y al mismo tiempo. Eso lo diferencia de un aeromodelo simple y común. Eso lleva tiempo, ingeniería y dinero. Hoy por hoy, ese ‘expertise’ en la Argentina es muy limitado. Se limita a gente que trabajó en algunos proyectos particulares.”
Esperando a S.A.R.A.
“El salto en la Argentina lo va a dar el S.A.R.A., porque va a involucrar tecnología de empresas y universidades del país. El proyecto está aprobado y va reactivar el negocio”, vaticina Martínez. Se refiere al Sistema Aéreo Robótico Argentino (S.A.R.A), un proyecto oficial de largo plazo —su ejecución completa llevará alrededor de diez años— que prevé el desarrollo de una familia de aviones no tripulados clase II y clase III.
Control Remoto Drone
En ese contexto, en 2011, los ministerios de Defensa y Seguridad de la Nación firmaron un acuerdo con INVAP que será el integrador y se encargará del desarrollo e implementación del S.A.R.A., que deberá tener una fina interrelación entre ciencia, tecnología y defensa. Information Technology se comunicó con INVAP, pero se negaron a dar información sobre el estado actual del programa.
En la actualidad, más de 40 países están desarrollando aviones no tripulados. En Sudamérica, Colombia hace prototipos; también Venezuela, con la ayuda de Irán; Brasil tiene tres empresas que hacen UAVs, mientras que Chile tiene dos y la Fuerza Aérea peruana ya desarrolló un prototipo. Hace unos cuatro años, el Ejército uruguayo trabajó en el Charrúa pero, como no fue redituable, lo desechó. Pero otras empresas ya trabajan haciendo relevamientos en agricultura y de obras de construcción. Hoy lideran este mercado empresas de Estados Unidos e Israel.
Luis Canalí, doctor en Ingeniería y profesor de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con sede en Córdoba, confirma que “hay en desarrollo un drone en la Argentina, en el que trabajan un conjunto de empresas y eso involucra tareas de algunas universidades, entre ellas la UTN”. Y agrega: “No podemos dar detalles de qué, cómo y cuándo. Este desarrollo implica un cambio de dirección en la política de defensa de la Argentina”.
Canalí dice que le asusta “que las decisiones de un cambio tan radical de política de Defensa no ha sido consensuado por todos los actores políticos de la Argentina”, y sostiene que el proyecto “está pensado de una manera coherente” y debe continuarse como una política estatal para no seguir tirando “más plata”. Señala, además, que en la actualidad “hay algunos proyectos, con distinto grado de avance, pero no hay ningún vehículo concluido con una completa terminación nacional. Ninguno superó la fase de prototipo de laboratorio”.
Usos y futuro
El mundo de las empresas y de los medios está cada vez más atento a los drones. En Venezuela, PDVSA prueba drones para detectar derrames de hidrocarburos. También se los puede usar para inspeccionar tendidos eléctricos, fotografiar cultivos, incendios, lanzar un salvavidas al mar, ayudar en catástrofes o hasta para delivery.
En la Argentina se usa para, por ejemplo, coberturas de medios o films publicitarios. “Usamos un drone de fabricación estadounidense que genera imágenes estabilizadas de manera profesional”, dice Marcelo Guarnaccia, de la empresa Hexacam Argentina. En el partido de Tigre, se usa para “seguridad, filmación de siniestros, relevamiento de catastro”, entre otros usos, según cuenta Lucas Lanza, director de la Agencia de innovación y Tecnología de Tigre.
“En estos dos últimos años varias empresas nos contactaron para hacer un desarrollo local de tecnología. Estoy seguro de que en los próximos años habrá un crecimiento en el desarrollo de prototipos. Van a surgir nuevas empresas a medida que se encuentren nuevas aplicaciones”, cuenta Juan Giribet, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET.
Juan Giribet profesor UBA ConicetTextual. “En los últimos dos años varias empresas nos contactaron para hacer un desarrollo local de tecnología”, comenta Juan Giribet, profesor de la Facultad de Ingeniería de la UBA e investigador del CONICET. Foto: Gustavo Fernández.
Allí, Giribet trabaja en “diseño de sistemas de navegación, guiado y control”. En Ingeniería cuentan con tres prototipos, con un costo de desarrollo aproximado de $ 5.000, que se usan para hacer investigaciones.
Aunque todavía no hay una legislación respecto del uso del espacio aéreo que deben cumplir estos vehículos, en otras universidades también piensan en los drones. En la UTN de Resistencia (Chaco) desarrollaron uno que sobrevuela los montes detectando irregularidades en el manejo de los recursos naturales.
También en la Universidad de San Juan, en la Universidad Abierta Interamericana, en el Instituto Universitario Aeronáutico, en el ITBA, en la Universidad de 3 de Febrero y en la de La Plata hay proyectos sobre drones. Nadie quiere quedarse afuera de algo que ya despegó hace rato y cobra más vuelo día a día.