Retorno el Twin otter T-86 de Canada

Rescate en Base Calderón abril 1982

TWIN OTTER EN MALVINAS
8/09/08

OPERACIÓN DE UN TWIN OTTER Y UN FOKKER F-27 EN MALVINAS

El SM. (R) Pedro César Bazán relata la exitosa misión que consistió en la recuperación de heridos que se encontraban en la Base Ten. Calderón
Suboficial Mayor (R) Pedro César Bazán

Durante la segunda quincena de abril de 1982 se organizó la Sección Operativa de Búsqueda y Salvamento (SOBS) con la finalidad de rescatar a pilotos eyectados en combate. Para ello, se sumaron a los aviones ya asignados, un Twin Otter T-82 perteneciente a la IX Brigada Aérea y un Fokker F-27.

El 24 de mayo a las 09: 24 despegó la Escuadrilla “Oro” compuesta por tres Mirage M-V Dagger desde San Julián, Santa Cruz. Al finalizar su misión, los “OROS” debían informar por radio el resultado y emprender el regreso. Pero transcurrido el tiempo equivalente al consumo total de combustible de un avión de esas características, se activó la alarma para la SOBS del comando de la Fuerza Aérea Sur.

Se investigaron los mensajes radiales y se interrogaron a las unidades en tierra, sin resultados positivos. Horas después, personal de la Armada Argentina informó que la Base Ten. Calderón había encontrado a “Oro 3” quien dijo haber visto a otro M-V mientras era alcanzado por un misil. Al día siguiente, enviaron un escueto mensaje: “Oro 1 ha llegado”. Se trataba del mayor Luis Puga que también fue alcanzado por un misil a 25 Km. mar adentro, distancia que debió cubrir nadando luego de verse obligado a abandonar el equipo de supervivencia.

Se realizaron varios intentos por llegar a la base Ten. Calderón pero sin éxito y la salud de los heridos empeoraba. El 28 de mayo se planificó un vuelo con dos aeronaves, un T-82 Twin Otter y un Fokker 27, la primera realizaría el rescate sanitario y la otra actuaría de distracción y apoyo.

Al día siguiente, el T-82 con el indicativo “Romeo 1” despega rumbo a Malvinas. La tripulación estaba formada por el primer teniente Marcelo Uriona, el teniente Omar Poza y yo, Pedro Bazán, que era cabo principal, mecánico de aeronave.

Al aterrizar, detuvimos el avión con los motores en reverso al máximo, quedando junto al cráter de una bomba rompe pista. Esta maniobra produjo tanto ruido que era indudable que todos los ingleses de las Islas sabían de nuestra llegada.

Rápidamente, apareció junto al avión el mayor Puga ordenando el abandono del aeronave porque estaban explotando bombas con espoletas de retardo que sembraron una hora antes los aviones Harrier. Me vi corriendo con una ametralladora Halcón de 9mm que me golpeaba la espalda y un botiquín de primeros auxilios en los brazos, ¡cómo pesaba!

Entramos en una turbera kelper que hacía a la vez de refugio antiaéreo. Barbudas caras sonrientes nos daban la bienvenida y preguntas de todo tipo se amontonaron en nuestros oídos mientras se extendían muchas manos para estrechar las nuestras. No había distinción de arma ni jerarquía.

En la base Calderón esperaban ser evacuadas 17 personas, pero al enterarse de que sólo podríamos llevar a cinco, se hizo un silencio total. Pronto se estableció el manifiesto de pasajeros: tres pilotos de FAA, tres pilotos de la Armada, y un soldado infante de marina.

La puesta en marcha se hizo eterna, en especial para los evacuados que vivieron momentos muy traumáticos en las islas y no tenían la seguridad de que el avión que los estaba rescatando pudiera salir de allí. Fueron diez minutos de espera de un posible ataque aéreo, bombardeo naval, de premoniciones funestas que desorbitaban los ojos en esa oscuridad tratando de adivinar un movimiento extraño fuera del avión.

Para asegurar el despegue, el piloto acelera a pleno parado sobre los frenos, la aeronave salta rugiendo sus motores en el silencio absoluto de la turba malvinense. Pero aun así, en la corta carrera de despegue, no se obtiene la velocidad de rotación. Un frío primer teniente Uriona empuja los comandos saltando en caída libre al oscuro vacío y así, obtiene la velocidad necesaria para el vuelo y nivela el avión cerca del agua.

Durante 40 minutos ambas aeronaves se alejan rumbo al continente. Por el navegador Omega sabemos de la cercanía del continente pero ningún patagónico enciende su luz. Cuando de pronto efectuamos la comunicación con el Aeródromo Deseado: ‘Romeo 1 prosiga, a cinco minutos de su vertical, autorizado directo’. Volvimos a casa, concluyendo así nuestra misión.

Lo copié de este link http://www.conflictomalvinas.com.ar/relatos/relato-20.html

No se si está posteado. si es así por favor eliminarlo.
 
Arriba