El rompehielos Irízar, por dentro
Tras el incendio de 2007, el buque espera la prueba de hélices para volver al mar
Inmovilizado desde el incendio ocurrido en abril de 2007, el rompehielos Irízar está finalmente a punto de volver a navegar. Después de una postergación de la prueba en el Río de la Plata que había sido prevista para el 3 del actual en estos días se definirá el momento en que ese coloso hará girar por primera vez sus hélices. El chequeo de sistemas en puerto ya fue completado y entre febrero y marzo próximo el Irízar estaría en condiciones de hacer un corto periplo de chequeo.
"El trabajo está prácticamente terminado", señaló Mario Fadel, que fue presidente del Astillero Tandanor hasta la semana pasada. "Esto más que la reparación de un rompehielos fue una reconstrucción y modernización para transformarlo en un barco multipropósito que además puede cumplir la función de un rompehielos, se amplió la capacidad de investigación científica con zonas de laboratorios que pasaron de tener 74 metros cuadrados a 415 metros cuadrados", explicó Fadel durante una recorrida de LA NACION por el buque.
Más allá de la polémica que rodeo al proyecto, el rompehielos Irízar entra finalmente en su etapa final de reconstrucción. La cabina de mando ya tiene todos los instrumentos en funcionamiento, con varios sistemas adicionales de control para evitar la repetición del evento que destruyó el buque en 2012. Incluso se dotó al barco con una caja negra, similar a la utilizada en aviones, donde quedarán grabadas hasta las conversaciones en el puesto de mando.
Además del casco poco quedó del anterior Irízar, sólo se mantiene la vieja caja fuerte en el camarote del comandante y un horno de panificación. Entre las principales características internas que tiene el navío figuran:
Se cambió la capacidad de alojamiento de 233 a 313 personas en 102 camarotes.
De un laboratorio montado en una zona de carga se pasó a ocho sectores especialmente diseñados para trabajos científicos,con un gabinete meteorológico y otro hidrográfico, y varias zonas de reuniones.
Se incorporaron cuatro botes salvavidas con capacidad de transportar a 80 personas cada uno y otras cuatro balsas para 20 personas.
Las bodegas pueden llevar hasta 384 barriles de 205 litros de combustible, 550 tubos de gas licuado y carga general en 1383 metros cuadrados, además de cámaras refrigerantes con capacidad de 120 metros cuadrados.
Se modernizó el radar para las operaciones de dos helicópteros con la incorporación de sistemas provistos por Invap y Citedef.
La reparación del Irízar fue una historia de idas y vueltas desde su comienzo. Fadel y los ingenieros que trabajan en ese proyecto defendieron su posición con comparaciones internacionales al expresar que los astilleros que arman ropehielos en Finlandia tardan un promedio de 45 meses en sus experimentadas líneas de montaje. En este caso valoran la capacitación local en una obra que no tenía antecedentes.
De todas maneras aceptaron los problemas que disminuyeron en su momento la velocidad del proceso. Relataron que en principio se tuvo que modificar totalmente el proyecto con que se inició la obra, basado entonces en un trabajo de la constructora STX que no pasó la inspección de clasificación internacional de riesgo. Cuando se recomenzó bajo un nuevo esquema presentado por Tandanor se encontró una no esperada falla en los acopladores hidráulicos y demandó ocho meses su construcción en el exterior. Incluso la importación de 300 mil metros de cables tuvo luego problemas al ser retenida ocho meses en la Aduana y cuando finalmente llegó el material la empresa ABB exigió una ampliación millonaria de costos para el tendido eléctrico que derivó en un arbitraje en París. "Ganamos, pero se llevó otros siete meses esa controversia", contó Fadel. En medio de esa situación se renegociaron además contratos con varias empresas internacionales como la propia ABB y Siemmens.
"El costo final es de 120 millones de dólares, pero de ese monto sólo 47 millones de dólares fueron girados a empresas extranjeras, el resto quedó en el mercado local", indicó Fadel y agregó que Sudáfrica gastó más al comprar en 2012 un nuevo rompehielos y que Chile tiene presupuestado valores similares para reemplazar al suyo.
Luego de las pruebas de propulsión del buque, el Irízar deberá enfrentar el testeo final ante el hielo antártico antes de ser reincorporado a las campañas de abastecimientos de bases.
LA NACION