Buenos días. Espero aportar algo a este tema.
Como primera medida aquellos que cometieron delitos deben responder ante la Justicia. Aquellos que con responsabilidad en la conducción no impidieron los delitos o no procesaron a los que cometieron delitos, son tambien responsables y deben rendir cuenta a la Justicia.
Las Fuerzas Armadas no son como el Club del Barrio donde si uno se manda una macana no pasa nada. Estan los reglamentos y las Leyes como bien dijeron todos, pero me parece que no hay una interpretación cabal y completa de esto.
En teoría nada puede suceder sin que el Jefe se entere. Nadie hace nada si no existe la Orden Previa para que ello suceda.
Los Suboficiales no estan autorizados para sancionar!!!!. El único que tiene la autoridad para imponer una sanción es el Jefe de la Compañía/Batería o El jefe de una Fracción Independiente, en éste último caso por el Cargo y no por la Jerarquía.
Asi que si un Soboficial impuso la sanción de Calabozo de Campaña, está cometiendo un delito "Abuso de autoridad". Si en cambio la sanción fue Estaquemiento (que es muy distinto del Calabozo de Campaña), está cometiendo otro delito mas grave.
En Mavinas era Subteniente y sabía perfectamente que no podía sancionar a nadie. Mi responsabilidad ante una falta o delito era darle la novedad a Mi Jefe de Batería y solicitarle la sanción correspondiente.
El calabozo de campaña, contemplado en los reglamentos, es el sancionado acostado en el suelo con un paño de carpa sostenido por 4 estacas. El sancionado no puede ser amarrado. Tiene que tener un Guardia que lo custodie y que vele por la seguridad físca del sancionado. El sancionado puede abandonar el calabozo de campaña para hacer sus necesidades fisiológicas, racionar, combatir o cuando hay un ataque enemigo o un alerta de ataque. En síntesis lo que se busca con el calabozo de campaña es que el sancionado quede aislado del resto. No dejarlo salir para las funciones que antes dije es una violación al reglamento y a los derechos del sancionado.
Estar amarrado (estaqueado) de por si Ya es un delito.
Por otro lado el JEFE es el responsable de lo que su tropa haga o deje de hacer. Si la tropa deja de comer es responsable el Jefe.
Si la comida se distribuye mal, es responsable el Jefe. Si los Oficiales y suboficiales comen y los soldados no, es responsable el Jefe.
En las FFAA el Jefe es el responsable de todo. Es por eso que desde los instituos de Formación nos enseñan que una Orden termina con el control. El Jefe debe estar presente, debe ver lo que sucede y si algo pasa sin su conocimiento, él es el responsable.
El reglamento es calro en este sentido y no deja librado nada a la imaginación.
Cuando un superior/Jefe hace uso de su jerarquía para obtener algún beneficio sobre sus subordinados como podría ser mejor comida o mejor abrigo, ha perdido las cualidades y condiciones de superior/Jefe. Este es el comienzo de la Indiciplina. No sólo por el hecho sino porque el Jefe sabe cual es su responsabilidad y es el que comete la primera falta y el Jefe de éste Jefe debe sancionarlo y si no lo hace a sabiendas de lo sucedido tambien comete la misma falta. Si no lo hace porque no se enteró, aún no deja de ser responsable pues no ejerció el control de las actividades, tal cual lo indica el reglamento. El individuo que hizo ésto no debe estar en las FFAA.
Ele jefe es el que se levanta primero que el resto, ordena y controla todo, come último despues de haber controlado que todos sus hombres comieron y se acuesta último despues de que se aseguró que toda su gente descansa adecuadamente.
Por eso si sucedieron las cosas que se dicen, motivo de investigación, no me caben dudas de que hay que sancionar con todo el rigor de la ley.
Por otro lado, los soldados tambien estudian las leyes militares que los rigen durante su servicio y firman un libro donde queda acentado que han recibido la instrucción necesaria para comprender esas leyes. Si aún asi cometieron la falta de disciplina o el delito, deben saber que son pasibles de la sanción.
Señores, no hay escusas para cometer un delito. Y no importan el ámbito ni la situación. De otra manera estaríamos de acuerdo en que el Padre de una Familia mate para robar y darle de comer a sus hijos.
Amé al Ejército como institución, al Ejército teórico, al que está escrito en los reglamentos y no por lo que fue o es en la actualidad. Me fuí en el año 1986. Esperé cuatro años para ver si se había aprendido algo, pero no. Me di cuenta que nada cambiaría.
Las FFAA fueron, son y serán PERFECTAS, los hombres que estan dentro pueden ser excelentes, buenos, mediocres, malos, inutiles y delincuentes. La doctrina que através de los años (desde que apareció el primer ejercito sobre la tierra) es la que ha perfeccionado su organización y que la debería seguir perfeccionando. Son los hombres, con sus debilidades humanas los que deshonran a la Institución.
No es facil ser Militar, podríamos decir que es lo anti-natural. Mientras en la Facultad de Medicina todos estudian las mil formas de salvar vidas, los militares estudiamos las mil formas de quitarla y mas aún nos preparamos para dar la orden con la cual van a morir varios de los que hasta un instante atrás almorzamos juntos. Mientras vemos y escuchamos por television o radio como cuidar mejor nuestra salud y ser mas longevos, los militares nos preparamos y mentalizamos para entregar la vida; hacemos ejercicios de alto riesgo, manejamos explosivos que pueden quitarnos la vida, etc, etc. Excactamente lo contrario, como que quisieramos vivir menos tiempo que el resto.
Carlos Pellegrini descia en su ultimo discurso parlamentario el dia 11 de junio de 1906:
Yo creo, señor Presidente, que se trata de algo fundamental, de algo que afecta nuestra misma organización política, nuestro porvenir como nación. No es admisible, en ningún caso, bajo ningún concepto, sin trastornar todas las nociones de organización política, equiparar el delito civil al delito militar, equiparar el ciudadano al soldado. Son dos entes absolutamente diversos. El militar tiene otros deberes y otros derechos; obedece a otras leyes, tiene otros jueces; viste de otra manera, hasta habla y camina de otra forma. Él está armado, tiene el privilegio de estar armado, en medio de los ciudadanos desarmados. A él le confiamos nuestra bandera, a él le damos las llaves de nuestra fortaleza, de nuestros arsenales; a él le entregamos nuestros conscriptos y le damos autoridad para que disponga de su libertad, de su voluntad, hasta de su vida. Con una señal de su espada se mueven nuestros batallones, se abren nuestras fortalezas, baja o sube la bandera nacional, y toda esta autoridad, y todo este privilegio, se lo damos bajo una sola y única garantía, bajo la garantía de su honor y de su palabra.
Nosotros juramos ante Dios y la Patria, con la mano puesta sobre los Evangelios; el militar jura sobre el puño de su espada, sobre esa hoja que debe ser fiel, leal, brillante como un reflejo de su alma, sin mancha y sin tacha. Por eso, señor, la palabra de un soldado tiene algo de sagrado, y faltar a ella es algo más que un perjurio.
Y bien, señor Presidente, es este el cartabón en que tienen que medirse nuestros jóvenes militares, para saber si tienen la talla moral necesaria para ceñir la espada, que es el legado más glorioso de aquellos héroes que nos dieron patria; para vestir ese uniforme lleno de dorados y galones, que sería un ridículo oropel si no fuera el símbolo de una tradición de glorias, de abnegación y de sacrificios que obligan como un sacerdocio al que lo lleva.
No, señor Presidente, no podemos equiparar el delito militar al delito civil. Sarmiento decía, una vez, repitiendo las palabras que San Martín pronunciara con relación a uno de los brillantes coroneles de la Independencia: “El ejército es un león que hay que tenerlo enjaulado para soltarlo el día de la batalla”.
Y esa jaula, señor Presidente, es la disciplina, y sus barrotes son las ordenanzas y los tribunales militares, y sus fieles guardianes son el honor y el deber.
¡Ay de una nación que debilite esa jaula, que desarticule esos barrotes, que haga retirar esos guardianes, pues ese día se habrá convertido esta institución, que es la garantía de las libertades del país y de la tranquilidad pública, en un verdadero peligro y en una amenaza nacional!
No, señor Presidente. Establezcamos la diferencia, salvemos la disciplina, siquiera sea en la forma benévola en que lo hace el Poder Ejecutivo; pero, de cualquier manera, establezcamos esta equivalencia que importa destruir lo más grande, lo más eficaz, lo más fundamental que tiene el ejército, más que el saber y más que los cañones de tiro rápido: las ordenanzas y la disciplina; y que nuestros regimientos repitan siempre lo que los viejos regimientos decían al terminar la lista de la tarde, cuando se unían en una sola voz la de los jefes y los soldados: ¡Subordinación y valor, para defender la patria!
Creo que Carlos Pellegrini tenía un concepto muy acertado de lo que deben ser las FFAA. Además advirtió que era lo que iva a suceder.
Espero haber colaborado.
Saludos.