Un conflicto que es terreno fértil para los mercenarios del mundo

Shandor

Colaborador
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WASHINGTON.- La convocatoria es directa. "Busco 6 expatriados con credenciales de acceso [emitidas por el Pentágono] válidas para convoyes de seguridad a través de Irak. El salario es 13.000 dólares por mes. Cada 90 días tienes derecho a una semana de vacaciones paga", pero con pasajes aéreos por su propia cuenta.

El mensaje figura en uno de los portales para los contratistas en los antiguos dominios de Saddam Hussein. Esta es la guerra de los mercenarios. No hay cifras oficiales de cuántos son, de dónde vienen o cuántos regresaron en ataúdes. Pero el primer "censo" informal del Departamento de Defensa confirmó las sospechas.

Junto a los 130.000 soldados norteamericanos, en Irak trabajan 100.000 "contratistas", un eufemismo que abarca casi todo: de ingenieros a cocineros, traductores, camioneros y "soldados cazafortunas".

El Pentágono aplicó en Irak uno de los principios dominantes en las empresas globalizadas: extendió la tercerización de servicios que le eran propios en las guerras de Corea y Vietnam, y también en la invasión de Panamá, pero ya en menor medida en la Guerra del Golfo.

Ya en Irak, no fueron los soldados, sino custodios privados quienes cuidaron a Paul Bremer, el funcionario norteamericano que asumió las riendas del país tras la invasión. Cobraron 21 millones de dólares por 11 meses. Y lo mismo ocurre con los generales o los embajadores en la Zona Verde, cuyos perímetros también son resguardados por las "compañías de seguridad privada", como prefieren que las llamen.

Sus bajas tampoco cuentan. El Pentágono sólo anunció las muertes de 3379 soldados propios. Pero también cayeron cerca de 800 contratistas, de acuerdo con los registros de una oscura oficina del Departamento de Trabajo.

Pero los contratistas cuentan con una ventaja. Por orden de Bremer, son inmunes a las leyes iraquíes. Sólo responden ante los mandos norteamericanos, lo que creó un aura de "intocables" alrededor de las fuerzas privadas, alentando el rencor chiita y sunnita.

Su despliegue en Irak causó otra secuela inesperada. Cientos de soldados de las fuerzas especiales norteamericanas pidieron la baja en los últimos cuatro años para pasarse al sector privado, donde la paga anual es entre 5 y 10 veces más alta.

Sin embargo, el mundo privado reproduce otros efectos de la globalización. Primero, a mejor capacitación, mejor paga; segundo, la contratación de veteranos de zonas periféricas, como América latina, Europa del Este, Oceanía y Africa, para las tareas de segundo orden. Así, mientras un ex suboficial de la fuerza Delta, la elite norteamericana, puede embolsar entre 145.000 y 240.000 dólares al año, libres de impuestos, en asignaciones de 60 días de servicio y 30 de descanso, los latinoamericanos -chilenos, peruanos y hondureños, entre otros-, suelen cobrar entre 15.000 y 75.000 dólares, según corroboró LA NACION.
Un periodista argentino fallecido en Irak, Mario Podestá, tenía información de que siete militares argentinos retirados que habían cometido abusos durante la dictadura trabajaban allí tras la invasión de 2003. Hasta anoche, LA NACION sólo logró confirmar la presencia de un contratista argentino, un ingeniero que trabajó en la red petrolera del norte, entre los kurdos.

En rigor, las empresas contratistas del Pentágono incluyen de todo. Desde multinacionales como Halliburton -con más de 50.000 empleados desplegados para obras de infraestructura, logística y seguridad- hasta empresas de seguridad de todos los tamaños. Las compañías más conocidas son Blackwater -que facturó más de 320 millones de dólares desde julio de 2004-, DynCorp y Triple Canopy. Les siguen otras, como OSSI, Zapata Engineering y Global Risk Strategies, que suma sudafricanos y gurkas en sus filas.

La paga es alta porque los riesgos lo son aún más. El recordatorio más brutal llegó en marzo de 2004, cuando insurgentes emboscaron un convoy de Blackwater. Cuatro de sus empleados fueron baleados, arrastrados por las calles, incendiados, mutilados y colgados de un puente en Fallujah.

Pero las muertes privadas conllevan menos costos políticos, explica Deborah Avant, profesora de la Universidad George Washington. "Cada vez que hay algo que el gobierno norteamericano quiere que hagan los militares y no se puede, se convoca a contratistas -dice-. Cuando vemos 3000 soldados muertos es porque probablemente hay otras 1000 muertes que no vemos."
 
-La herencia de los “GANZOS SALVAJES” sigue perdurando

-Hace unos días atrás en el Nacional Geografic presentaron un reportaje sobre estos “contratistas” y la labor que llevan a cabo en Irak, algo muy llamativo es que viven en el interior de fortalezas con todos los lujos y que
al momento de la salida de esta es como si se dirigiesen a territorio Indio
en los tiempos del Lejano Oeste

-En el caso de los elementos a los que se refería el reportaje trabajaban
para una empresa constructora la cual tenia la labor de construir los
cuarteles de la nueva Policía Iraki, y entre la gente havia ex SAS, Delta
Forcé y Legionarios.

-Un importante reclutador de estos “contratistas” por estos lados es un Chileno de alta “curnea” ex oficial del Ejercito de ese país y que en un
tiempo escribió para la Revista Tecnología Militar




Saludosss:cool:
 
WASHINGTON (AFP) - US private security companies are getting increasingly involved in military action in Iraq, fighting insurgents, enduring attacks and taking hundreds of casualties that have been sometimes concealed, The Washington Post reported Saturday.
Citing unnamed US and Iraqi officials and company representatives, the newspaper said that while the military has built up troops in Baghdad, the security companies, funded by billions of dollars in US military and State Department contracts, have been engaged in a parallel surge.
They have boosted manpower, added expensive armor and stepped up evasive action as attacks increase, the report said.
One in seven supply convoys protected by private forces has come under attack this year, the paper said, citing previously unreleased statistics.
One security company reported nearly 300 "hostile actions" in the first four months.
The majority of the more than 100 security companies operate outside of Iraqi law, The Post said.
Blackwater USA, a North Carolina firm that protects US Ambassador Ryan Crocker, and several other companies have not applied for Iraqi licenses, according to the report.
Blackwater said that it obtained a one-year license in 2005 but that shifting Iraqi government policy has impeded its attempts to renew, the paper said.
The security industry's enormous growth has been facilitated by the US military, which uses the 20,000 to 30,000 contractors to offset chronic troop shortages, according to The Post.
Armed contractors protect all convoys transporting reconstruction materiel, including vehicles, weapons and ammunition for the Iraqi army and police. They guard key US military installations and provide personal security for at least three commanding generals.
US officials and security company representatives emphasized that contractors are strictly limited to defensive operations, the report said.
But company representatives in the field said insurgents rarely distinguish between the military and private forces, drawing the contractors into a bloody and escalating campaign, the paper reported.
The US military has never released complete statistics on contractor casualties or the number of attacks on privately guarded convoys, The Post said.
According to Victoria Wayne, who served at the Reconstruction Logistics Directorate of the Corps of Engineers in Iraq, the military wanted to hide information showing that private guards were fighting and dying in large numbers because it would be perceived as bad news, the paper said.
In an operational overview updated last month, the logistics directorate reported that 132 security contractors and truck drivers had been killed and 416 wounded since fall 2004. Four security contractors and a truck driver remained missing, and 208 vehicles were destroyed. Only convoys registered with the logistics directorate are counted in the statistics, and the total number of casualties is believed to be higher.
 
Esta debe ser la foto donde mencionan que mercenarios fueron colgados en un puente enFallujah, Irak.



Aca hay un video de un sniper mercenario de Blackwater USA.http://youtube.com/watch?v=RXgcQNsUKO0

Saludos.
 

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Colaborador
hace unos dias vi una web con los nombres de fallecidos contratados en iraq, habia 2 argentinos y varios chilenos q recuerdo en este momento.
 

_DAGO_

Forista Sancionado o Expulsado
Mafia: Son varios los militares retirados (y algunos en actividad) que han recibido ofertas, yo he visto un par de ellas y la verdad es que son muy tentadoras. Mientras más capacidades o conocimientos tengas, mejor, mientras mas "técnico" sea, también.

Tengo un amigo de sangre en el 75º Rangers, quién ya firmó un precontrato para cuando reciba la baja del Army.
 
Mercenarios Latinoamericanos en Irak?

11-02-07.Fuente: DW-WORLD.DE

En Irak trabajan muchos latinoamericanos como efectivos para empresas privadas militares y de seguridad. DW entrevistó a Amanda Benavides, presidenta del Grupo de Trabajo de la ONU sobre la utilización de mercenarios.
El gobierno del presidente George Bush se ve confrontado a crecientes críticas por la guerra en Irak. A los críticos se unen ahora los familiares de civiles muertos en combate. Reclamaron frente al Congreso que sus maridos o hijos fueron enviados a Irak sin recibir una formación adecuada. Son los llamados “soldados secretos” de George Bush: unos 100 000 ciudadanos estadounidenses que trabajan para empresas civiles, como Halliburton, por encargo del Pentágono. Su misión oficial es reconstruir Irak y dar apoyo logístico a las fuerzas armadas estadounidenses.
Cerca de 800 de ellos han muerto. Sin embargo esta cifra no pasa a engrosar las estadísticas oficiales de los soldados caídos en Irak. De lo contrario, el número de víctimas, que ya supera las 3.000, crecería un 25% más.

Mano de obra barata

Lo que la opinión pública en EEUU ignora es que entretanto, las empresas contratistas estadounidenses se han desplazado hacia el sur del continente americano. La privatización de la guerra, sobre la que la ONU viene alertando desde que estallaran los conflictos de Yugoslavia, Angola y Sierra Leona a comienzos de los años noventa, obedece a la ley del mercado: el objetivo es reducir costos. Por lo tanto, las empresas de seguridad privadas contratan a su “personal” donde más barato les resulte.
“Se están aprovechando de la situación de precariedad de empleo, de condiciones de nuestros ciudadanos latinoamericanos para ofrecer salarios que resultan atractivos para estas personas, pero que son muy bajos comparados con los estándares de otras que realizan labores similares en la zonas de conflicto y que están sin ningún tipo de control”, dice Amanda Benavides, la presidenta del Grupo de Trabajo de la ONU sobre la utilización de mercenarios. Los cinco integrantes de este equipo recorrieron diversos países latinoamericanos, entre ellos Honduras, Ecuador, Colombia, Perú y Chile.
Cuando Amanda Benavides habla de “salarios atractivos”, se refiere a la suma de mil dólares por día, y añade: “Para un estándar latinoamericano es alto, pero no es comparable con lo que gana una persona en esa misma labor si proviene de EEUU, de Francia, o de cualquier país del primer mundo.”
Con un total de 25 000 efectivos en Irak, las empresas privadas militares y de seguridad constituyen la segunda fuerza de ocupación, detrás de las fuerzas armadas oficiales estadounidenses y aún por delante del Ejército británico. La presidenta del Grupo de Trabajo de la ONU sobre el uso de mercenarios sabe quiénes son los que van a hacer los trabajos sucios a la Guerra de Irak:
“Por lo general son personas que ya tienen experiencia como guardias de seguridad en sus países de origen o han trabajado en el campo militar o de la policía, ex soldados o ex policías, que se encuentran recibiendo muy bajos salarios en sus países de origen o están desempleados, y que, sabiendo el riesgo que corren, lo asumen por la necesidad que están sufriendo en sus países.”

Un negocio más

Con el fin de abaratar los costos de la Guerra, el estado ha comenzado a ceder a particulares su monopolio del uso de la fuerza, critica Amanda Benavides:
“Estamos hablando de empresas que generalmente tienen grandes contratos con el Departamento de Estado de EEUU, y que están trabajando en esta nueva modalidad de la privatización de los servicios de seguridad y fuerza del estado, asumiendo funciones que anteriormente correspondían a los ejércitos nacionales y que ahora se están cediendo a este tipo de empresas.”
El Pentágono y el Departamento de Estado de EEUU han otorgado, desde 2003, contratos por un valor superior a 766 millones de dólares a estas empresas privadas. “Con la mundialización de la economía, el uso de la fuerza se ha convertido en un negocio más que hay que privatizar a toda costa. Se estima que el valor de esa industria ha pasado de 33 mil millones de dólares en 1990 a uno 100 mil millones en 2006, calculándose que alcanzará en 2010 más de 200 mil millones”, escribe José Luis Gómez del Prado, miembro del Grupo de Trabajo de la ONU sobre el uso de mercenarios en un artículo publicado recientemente en Internet.
El desplazamiento de las empresas contratistas al sur se debe, según Amanda Benavides, no sólo a las “mejores condiciones de mercado”.
“En los sitios donde está más precaria, más limitada o que no existe una legislación sobre estas empresas hay un nicho para que ellas se instalen y lleven a estas personas para trabajar en esas zonas de riesgo.”
Así, en Ecuador y Honduras pudieron operar empresas de seguridad privadas estadounidenses, que sin estar registradas en esos países, reclutaban mercenarios mediante anuncios en los periódicos. Según el Grupo de Trabajo de la ONU, más de 200 hondureños, 100 chilenos y 20 nicaragüenses fueron contratados como personal de seguridad. A su regreso, muchos de ellos denunciaron que habían sido obligados a desempeñarse como un militar más en combate. Amanda Benavides denuncia otros casos de abuso y maltrato:
"Personas que en ejercicio de sus funciones como guardias habían sufrido una fractura de piernas o brazos fuero atendidos con paliativos muy mínimos, e incluso, estando en esas condiciones, tenían que ir a cumplir la guardia. Una persona que aparentemente había ido con un buen estado de salud - y así lo certifica un certificado médico que tuvo antes de salir de Perú – luego regresó con una leucemia aparentemente producida por el contacto con materiales radioactivos."

Protegiendo sus ingresos

Sin embargo, lamenta Amanda Benavides, durante sus visitas a los países latinoamericanos se encontró con que muchos excombatientes o familias de éstos no se atreven a denunciar malos tratos o irregularidades, por miedo a perder el sueldo. Por otra parte, dice, las estructuras del mercado mundial de la seguridad y los servicios militares privados son poco transparentes.
"Nadie responde a los familiares de estas personas porque el seguro no los cubre, se dice que no sufrió el accidente en horas de trabajo, porque la empresa que las contrató se exime de responsabilidades, porque el país de origen de las personas dice que era un contrato privado, entonces hay un absoluto limbo en la situación de estas personas."
Tres son los objetivos que persigue el Grupo de Trabajo de la ONU sobre el uso de mercenarios. En primer lugar crear una mesa redonda internacional para discutir sobre la cesión del monopolio del uso de la fuerza por parte del estado, situación que de hecho ya se está produciendo, según Amanda Benavides.
"Lo que queremos es alertar sobre las consecuencias que esto trae, los efectos a corto y a largo plazo que trae este fenómeno. Y que las naciones discutan hasta dónde están dispuestas a ceder el monopolio del uso de la fuerza, y que sean muy concientes de las consecuencias que tiene la cesión de este monopolio del uso de la fuerza, y cuáles serán los controles que se ejercen sobre estos actores privados a los que se les cede este monopolio."
En segundo lugar, el Grupo de Trabajo apela a las naciones latinoamericanas a fortalecer su legislación de control sobre las empresas contratistas, sean éstas extranjeras o nacionales.
"Ojalá no haya coalición de competencias entre personas que actualmente están en los ejércitos nacionales o que ocupan cargos de estado como dueños de estas empresas, porque aquí se presentan muchas irregularidades, por ejemplo, como lo hemos podido evidenciar, que muchas de esas personas ha sido entrenadas en instalaciones de los ejércitos de todos los países."
Amanda Benavides hace un llamamiento a los países de la región a ratificar la Convención de la ONU contra el mercenarismo:
"Mientras más países tengamos adheridos a la convención, hay una presión internacional para que ella se reforme y se actualice. O poder hacer un protocolo adicional para que entren en la convención actores que no están ahora establecidos como por ejemplo las empresas privadas de seguridad y empresas militares privadas, que no siendo exactamente mercenarios, porque no cumplirían la definición que está consignada en la convención, sí hace actividades relativas o conexas al mercenarismo."
Los primeros pasos ya se están dando. A finales del año pasado, el gobierno peruano ratificó la Convención contra el mercenarismo. También Honduras y Ecuador han iniciado los respectivos procesos parlamentarios de adopción y ratificación de dicho documento.

Saludos.
 
Litio71 dijo:
-Hace unos días atrás en el Nacional Geografic presentaron un reportaje sobre estos “contratistas” y la labor que llevan a cabo en Irak, algo muy llamativo es que viven en el interior de fortalezas con todos los lujos y que
al momento de la salida de esta es como si se dirigiesen a territorio Indio
en los tiempos del Lejano Oeste

Lo vi. Me pregunto a cuanta gente inocente se habran cargado durante sus desplazamientos, ya que por lo visto todo lo que parecia remotamente sospechoso quedaba habilitado para comerse una rafaga gratis.

Tampoco dijeron cuantos muertos llevan.

Me sorprendio las 4x4 blindadas con 5 monos arriba y que se desplazaban a 193 km/h.:eek:
 

Artrech

Colaborador
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Si, yo tambien lo vi. Con respecto a las camionetas, seguramente deberia ser una de esas yankees nafteras con motor V8.
 
Nota sobre el diario de un mercenario chileno en Irak aparecido hoy en El Mercurio en su revista de El Sábado

http://diario.elmercurio.com/2007/07/28/el_sabado/reportajes/noticias/A5912D8B-CEC7-4373-B7F1-471ECFFF0DF2.htm?id={A5912D8B-CEC7-4373-B7F1-471ECFFF0DF2}


saludos
Lautaro
 
Parece que el link no conecta, vamos con la nota completa:

sábado 28 de julio de 2007



Diario de un "mercenario" chileno en irak



Han estado en la mira de la ONU en las últimas semanas, que los investiga para aclarar su real labor en el conflicto y su eventual participación en combates. Patricio Sepúlveda, ex carabinero, es uno de los más de 700 compatriotas que, según cifras del organismo internacional, han estado en Bagdad. Aquí revela los peligros que vivió en Irak y los problemas que ha tenido para reinsertarse en Chile.


Por Hugo Infante

OCTUBRE, 2001: LA DESTRUCCION EN NY
Camino por un World Trade Center en ruinas. Ya no están los edificios que solía admirar la primera vez que vine, cuando tenía 12 años. Ahora hay escombros humeantes y bomberos que siguen buscando cuerpos. Ya ha pasado un mes desde esa mañana del 11 de septiembre. Como muchos chilenos que tenían parientes allá, pesqué el primer vuelo que pude. No sabía qué había pasado con mis tías y mi abuela, que viven hace más de 30 años en Nueva York. Me sentía abatido, desmoralizado. Habían atacado a un país al que quiero.

Soy soltero y hace un tiempo ya que me retiré de Carabineros. Desde entonces, he trabajado como asesor de seguridad y vendiendo joyas. Pero mientras recorría Manhattan, no imaginé que en el futuro sería parte de una de las principales consecuencias de ese ataque a las Torres: la invasión a Irak.

OCTUBRE, 2003: NO ERA LA LEGIÓN EXTRANJERA
El aviso en el diario era claro: "Se necesitan ex militares o ex miembros de las Fuerzas de Orden y Seguridad para cumplir labores de seguridad en zonas de conflicto". Llevaba un tiempo sin trabajo y mi situación económica era apretada. Creía que era la Legión Extranjera de Francia, a la cual había postulado hace unos meses.

A los pocos días, me presenté. Una larga fila se había formado en un edificio de Providencia. Pronto supe que no eran los franceses, pero sí otra Legión. Había muchos como yo ese día. Casi 700. Ex militares, ex infantes de Marina, ex Fuerza Aérea. La mayoría eran jóvenes, con 10 o 20 años de servicio en las Fuerzas Armadas. Todos habían dejado las instituciones por problemas personales o estaban jubilados. Las causas eran variadas, pero la situación laboral era la misma: cesantes o con trabajos mal pagados.

El proceso fue avanzando y conocimos a este chileno con cara de gringo, José Miguel Pizarro, quien reclutaba gente para ir a Irak como guardias de seguridad. A la guerra, a custodiar personas. De "mercenarios", como se nos empezaba a llamar. Era mi oportunidad. Hablaba inglés, no tenía dinero y conocía bien mi trabajo. No era el único que vio esto como una salida a los problemas. No más Dicom.

A pesar de los peligros, el dinero que nos ofrecían era imposible en Chile: 3 mil dólares al mes. Todos sabían que era mejor este millón y medio de pesos que los 150 mil pesos que muchos recibían por perseguir "mecheros" en supermercados.

El miedo que sentía se disipó momentáneamente cuando supe quiénes eran los 61 seleccionados. Mi nombre estaba entre ellos.

FEBRERO, 2004: RUMBO A BLACK WATER
Día 1: El 17 de febrero dejé mi casa rumbo al aeropuerto. Irak estaba cada vez más cerca, y día a día comenzaban a aparecer en la prensa artículos sobre nuestro viaje. Los mercenarios esto, los mercenarios lo otro... A esas alturas, lo único que nos importaba era pasar los test en Moyock (Carolina del Norte), donde se erigían los cuarteles de Black Water, la compañía que nos había contratado como operadores de seguridad.

Aprendimos técnicas para repeler ataques, a usar el armamento norteamericano y a entender al iraquí. Pronto, los 61 chilenos pasamos las pruebas médicas y tácticas en el campo de tiro de Black Water. Oficialmente, ya éramos empleados de la compañía. Mi nombre de combate era Gladiador.

En Moyock vivimos en el limbo antes de pasar a un pequeño infierno.

MARZO, 2004: BOMBAS DE BIENVENIDA
Día 15: El charter que nos traía desde Kuwait aterrizó en el militarizado aeropuerto de Bagdad, esquivando bolsas de arena y posiciones de defensa. Llegamos tranquilos. Pero nuestra bienvenida fue ahí mismo. Mientras caminábamos por la pista, un silbido que venía desde todas partes anunciaba un ataque. Era la primera vez que escuchábamos uno real. Las explosiones se sucedieron unas tras otra y sólo atinamos a mirar, mientras el personal del aeropuerto corría desesperadamente a refugiarse en los búnkers cercanos. Nosotros, estáticos, en silencio, veíamos las columnas de humo que dejaban las bombas.

Todos nos miraban extrañados. Ninguno de los nuestros había buscado refugio hasta que cesó el fuego.
Esto es de verdad, pensé, mientras nos entregaban nuestro equipo: un fusil M-4, una pistola Glock, casco y chaleco antibalas. A medida que nos acercábamos a la casa de Black Water en la Zona Verde (el área donde el gobierno norteamericano tiene sus instalaciones en Bagdad), pude apreciar lo que había hecho la guerra. La destrucción y marginalidad habían borrado la imagen de una ciudad milenaria. Sólo se veía pobreza y en los rostros de la gente se notaban años de sufrimiento. No todo era culpa de los norteamericanos. Esto venía de antes.

Día 17: En la mañana, muy temprano, nos aprestamos para ir hacia nuestros destinos. El grupo había sido dividido. Unos partían a Diwaniya, otros quedaban a la espera de las órdenes para enfilar a Karbala. Mi grupo siguió una tortuosa e interminable ruta hacia Samawa. Debimos soportar cuatro horas en un minibús sin blindaje para llegar. Íbamos armados, oteando el camino y preparados para repeler cualquier ataque que nos surgiera en la larga ruta hacia el sur de Irak.

Atentos, mirábamos los techos de las casas, fijábamos nuestros ojos en vehículos sospechosos. Jamás perdimos la calma y, por suerte, nadie nos atacó. Parecíamos patos esperando que dieran en el blanco.

A las cinco de la tarde llegamos al que sería nuestro hogar durante cuatro meses: la gobernación de Samawa. La misión: proteger al personal gubernamental y no entregar la instalación.

Estuvimos una semana ambientándonos con los soldados del ejército holandés, quienes dirigían las operaciones militares en esa zona. Fueron días tranquilos. Nos explicaron lo que teníamos que hacer: fijar puestos de vigilancia estáticos. Lo mismo que en cualquier supermercado, pero con mejores armas y sueldos.

ABRIL 2004: ALERTA TOTAL
Los informes de inteligencia que se recibían eran cada vez más preocupantes. Los agentes infiltrados en la guerrilla iraquí anunciaban que la muerte de cuatro contratistas americanos en Fallujah y el alzamiento en Al Sadr City eran el preludio de una campaña mayor.

La instalación que custodiábamos, según los informes, iba a ser tomada por los insurgentes. Por ello, la orden fue evacuar al personal civil. Sólo quedaríamos los soldados holandeses, el gobernador y nosotros.

No aflojamos. Había que mantener la guardia más dura y soportar los constantes hostigamientos que recibíamos de noche cuando alguien, escondido detrás de los civiles, nos disparaba. Nadie respondía esos ataques. No tenía sentido.
Ya habían pasado casi 10 días desde el estado de alerta total. La noche del 18 de abril estaba en mi cama, sacándome de encima el calor y la tensión de estar en un puesto de vigilancia durante horas, cuando un intenso tableteo de ametralladoras seguido por una explosión me despertó. El ejército holandés respondió al ataque de los insurgentes, mientras nosotros saltamos a nuestros puestos y comenzamos a disparar.

Luego vino un silencio repentino. Fueron los dos minutos más largos de mi vida. Todos habíamos reaccionado como debíamos. Nadie dejó su puesto, pero nos quedó la sensación de que los iraquíes nos anunciaban algo, que nos decían: "Aquí estamos".

Por semanas, una calma desesperante se dejó caer en Samawa. El tedio de aquellos días lo combatíamos conectándonos a internet, hablando con nuestras familias. Messenger fue nuestra gran compañía. Entre todos nos apoyábamos y nos hacíamos bromas, añorando un vino tinto y una piscola.

Al tiempo dejé la ciudad y me vine de vacaciones a Chile para estar con mi familia. Acá me enteré de que las cosas con los guardias se comenzaban a poner complicadas. Ya nadie nos llamaba guardias, sino que simplemente "mercenarios".
No entendía por qué.

NOVIEMBRE 2004: SUMERGIDOS EN EL BARRO
Éramos el contingente más numeroso enviado hasta esa fecha a Irak. Nuestro trabajo había dado frutos y ya nos pedían de todos lados. José Miguel Pizarro había logrado un contrato con la empresa Triple Cannopy para que 130 chilenos custodiáramos a los bomberos de la compañía Boots and Coots que debían sofocar los incendios de los pozos petroleros de Kirkuk, al norte de Bagdad.

Llegamos a un lugar inhóspito. Treinta guardias se habían quedado en el hotel de Kirkuk protegiendo al personal de Boots and Coots. El resto, debíamos lidiar con escombros y desechos para armar una base que brindara seguridad.
Sólo había despojos: containers, torres de extracción de petróleo, maquinaria pesada. Todo había sido abandonado tras la guerra. En menos de una semana construimos un fortín y hasta un casino que era administrado por los iraquíes y donde nos preparaban arroz con pollo, pollo con arroz, pepinos con tomates y tomates con pepino.

También habíamos hecho habitaciones, trincheras, puestos de vigilancia y un búnker. La voz se había corrido y las patrullas norteamericanas nos visitaban de vez en cuando para conocer el "fuerte hecho con despojos". No lo podían creer. Habíamos creado algo de la nada.

Poco a poco, los bomberos fueron extinguiendo los incendios. A veces, un ataque de morteros los sacaba de sus labores y debíamos escoltarlos y proteger el pozo. Fueron meses duros, en uno de los peores inviernos de Irak, sumergidos en el barro. José Miguel Pizarro se mantuvo junto a nosotros.

La rudeza del trabajo era agotadora. Tras los servicios, sólo pensábamos en descansar. No había tiempo para distracciones. Era una situación muy distinta de la de Samawa. Recorríamos grandes distancias patrullando el perímetro para evitar ataques o infiltraciones. La instalación era atacada constantemente con disparos de la insurgencia.

Un día, una andanada de misiles pasó por sobre nuestras cabezas. El plan de emergencia se activó y desde las patrullas que circundaban el perímetro nos advertían que podíamos ser atacados por tierra. Resistimos todo el día.

En febrero de 2005, se apagó el último foco de incendio. La base fue desmantelada y nos marchamos. Yo pasé los siguientes seis meses en las embajadas de Estados Unidos y Gran Bretaña en Kirkuk. Se repetía la misma historia: hostigamiento en las noches y uno que otro ataque de mortero. Finalmente, regresé a la espera de otra destinación.

JULIO 2007: CESANTE EN SANTIAGO
Desde hace casi dos años que no he vuelto a Irak ni he encontrado trabajo en Chile. Cargo, al igual que otros, con el estigma de ser un "mercenario". Me han cerrado las puertas, cuando mi trabajo es disuadir, tal como lo haría un guardia de un banco al repeler un asalto.

En Irak sentí que yo servía de algo. Que debía cuidar personas. Pero desde que la ONU comenzó a investigarnos, muchas compañías norteamericanas ya no nos quieren, como ha sucedido en Argentina y Perú. Ahora, volver a Bagdad es imposible.


Hugo Infante.







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Me refiero a que el tipo es un mercenario, lo cual es poco menos que decir "asesino a sueldo", y encima se queja de que nadie le da trabajo! Si el tipo decide ir a Irak, al conflicto más injusto e impopular desde Vietnam; no por defender a su patria, si no para ganar dinero trabajando para las empresas de los amigos de Bush, que no espere simpatía de nadie.
 
Me parece que tambien lo hace por convicciones, en la primera parte de la nota dijo que USA es un pais que el quiere mucho, ademas no creo que solamente por el sueldo una persona va a que le tiren tiros a la noche y que de vez en cuando le bombardeen el lugar donde trabaja.
Si son tipos entrenados para la guerra lo mas probable que encuentre su lugar en un conflicto como este, no creo que sea condenable eso.
 

Juanma

Colaborador
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tinchow dijo:
Conmovedor relato de la valentía y entrega de unos hombres que luchan por... su sueldo.

si es por eso, creo q nadie les dice mercenarios a uno de seguridad que cuida los bienes de un ricachon en un country
 
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