EL CEMENTERIO ARGENTINO DE DARWIN, ABANDONADO
Nadie cuida a los muertos en Malvinas
Jorge Lanata viajó a las Malvinas para contar, desde el próximo domingo, qué pasa en las islas hoy, cómo viven los argentinos radicados en Puerto Argentino y qué piensan los kelpers del conflicto que estalló hace 25 años. Además, prepara un especial que se editará en DVD y saldrá a la venta con la edición de PERFIL del 1 de abril. Pero apenas comenzó su investigación el periodista llegó al cementerio de Darwin donde están enterrados los soldados argentinos caídos en la guerra y se encontró con un panorama desolador: tumbas abandonadas, cruces en malas condiciones y el Estado argentino ausente.
Desde el sábado a la tarde que me pregunto donde está Puerto Argentino. ¿Donde está Puerto Argentino? Escribo estas líneas en Stanley, la capital de una colonia británica en la que hay que pagar doscientas libras de multa por tirar una lata a la calle, una ciudad en la que nada hace ruido y donde conviven, hace veinticinco años, dos mil soldados con dos mil quinientos habitantes: lo que cualquiera llamaría un lugar seguro. Aqui no está Puerto Argentino; esta es la réplica exacta de Truman Show, habitada por británicos que sobreactúan su anglicanismo y por kelpers –no debo llamarlos asi, lo odian, se dicen a sí mismos “islanders”– que aclaran apenas se los conoce sus generaciones en las islas:muchas de estas familias están aquí desde 1840.
“Welcome to the Malvinas Islands” dice el letrero que se levanta en la entrada del muelle y las señoras gordas que bajan excitadas de los cruceros se tiran encima de dos islanders disfrazados de pingünos para sacarse una instantánea. Ellas no llegan a Puerto Argentino, y a veces –porque el crucero ya zarpa o porque simplemente se olvidaron– le sacan fotos al documental de pingüinos que se exhibe en una pantalla de plasma, a la entrada del Jetty Center: mejor llevar a casa un pingüino catódico que ningún pingüino.
Recién el miércoles encontré Puerto Argentino: está a casi dos horas de Stanley, mucho después de la base militar y en dirección a la Nada, por un camino de ripio resbaladizo, lleno de piedras filosas y grises, cruzando unos montes tímidos que apenas se elevan del piso. Nuestra camioneta es el único auto en toda la ruta y un helicóptero, después de más de una hora de camino, nos despertó de aquella sensación de fin del mundo. Después Nada otra vez. Piedras, ovejas torpes que asomaban en el camino y, de pronto, inmensos circulos de pasto y tierra quemada. Primero uno, luego decenas; irregulares, negros, a los costados del camino.
Bombardeos, dice alguien en el auto, como si hiciera falta aclararlo.
El camino se divide y una señal improvisada dice en letras blancas sobre una madera torcida: “Argentine Cemetery”. Comenzamos a bajar la loma hacia el cementerio; desde allí se alcanza a ver el poblado de Darwin: son sólo cinco o seis casas inglesas de dos plantas y una granja.
Fue entonces cuando vi, por primera vez, Puerto Argentino.
Known unto god (solo conocido por dios). En la página 3 del semanario Pengüin News (la unica fuente informativa de la islas)del 23 de febrero, perdida debajo de la noticia sobre un recital de caridad de las gemelas Goss y una aclaración de la compañía de teléfonos sobre los viejos códigos de acceso internacional, apareció un suelto sobre el cementerio argentino. “Fue cuestionada la decisión del gobierno de pagar el mantenimiento del cementerio argentino de Darwin –dice el artículo–. La Consejera Robertson afirmó que ha tratado en vano de comunicarse con la Comisión Argentina de Familiares,sin recibir ninguna respuesta. Ella afirmó que, siendo el corriente el año del aniversario, es escencial reparar y redecorar el cementerio, y (ante la ausencia de los argentinos), es el gobierno local quien debe asumir la responsabilidad”.
La del abandono, entonces, comenzaba a ser una historia argentina.
Según recuerda Federico Lorenz en su libro “Las guerras por Malvinas”, en noviembre de 1982 el gobierno británico presentó una nota a su par argentino explicando que en los recientes campos de batalla aun quedaban cuerpos insepultos que el verano austral estaba dejando al descubierto. La nota preguntaba qué quería hacer el Estado argentino con ellos. El gobierno militar recien respondió en enero siguiente autorizando el entierro de sus soldados caidos pero “reservándose el derecho de decidir, cuando sea adecuado, acerca del traslado de los restos de los soldados argentinos desde esa parte de su territorio al continente”. Los ingleses decidieron entonces designar una comisión para trasladar los cuerpos a Puerto Darwin.La prensa de entonces señaló la preocupación del general David Thorne por presionar al gobierno argentino para que se encargase del tema ya que de otro modo seria él quien, cumpliendo su deber como soldado, debería hacerlo. Finalmente, a fines de 1982, el gobierno argentino declaró oficialmente muertos a los desaparecidos en la guerra. “La mayoría de los argentinos –señala Lorenz– fueron sepultados sin identificar, bajo cruces que simplemente indican “Known unto God”. El grueso de los tripulantes fallecidos en el hundimiento del crucero General Belgrano, por otra parte, jamas fueron recuperados”.
No existe hoy, veinticinco años después, una cifra consolidada de muertos argentinos en Malvinas: en “La Trama Secreta”, el clásico del género escrito por Cardozo, Kirchbaum y Van der Kooy, se menciona a 750 muertos, la BBC informó sobre 655 y otras estimaciones hablan de 694. En marzo de 1991 los familiares de los caidos realizaron su primer viaje a las islas bajo el auspicio de la Cruz Roja. Llegaron al aeropuerto militar de Mount Pleasant en un Jumbo de Aerolineas que debió borrar la palabra “argentinas” de su fuselaje y visitaron en Darwin las 235 cruces blancas de madera de cedro talladas por un carpintero inglés. Los familiares eran 354, y las tumbas identificadas solo 125, el resto eran soldados “Sólo conocidos por Dios”.
El 14 de julio de 1999 se firmó una declaración, “bajo el paraguas de la soberanía”, en la que se estalece que se construirá un monumento en Darwin en memoria de los caidos en combate. Finalmente el cementerio se construyó en 2004, mediante una donación de Eduardo Eurnekian (que, según se dijo oficialmente, fue cercana al millón de dólares), quien le fue presentado a los familiares de los caidos por el entonces embajador inglés, Robin Cristopher. La Comisión de Familiares viajó entonces con el apoyo económico de la Cancilleria para fiscalizar la finalización de la obra.
“Desde que se construyó, nadie más se ocupó del cementerio argentino”, dijo a PERFIL el Consejero Legislativo de las islas, Mike Summers. Summers aseguró que “tampoco trajeron la Virgen de Luján que iban a poner, de modo que hay todavía un agujero esperando la Virgen que nunca apareció”. Uno de los paneles de marmol que encuadra el cementerio está, en efecto, vacío: hay quienes afirman que iba a ponerse allí una bandera argentina, lo que fue prohibido por los británicos. La alternativa de llevar allí a la Virgen de Luján también presenta su dificultad: el manto de la Virgen es celeste y blanco. Mientras el gobierno de las Malvinas se apresta a financiar el mantenimiento, trascendió que contratarían a un empleado local de Pradera del Ganso (Goose Green) (está a menos de dos kilómetros del lugar)o a Sebastián Socodo, un argentino residente en Stanley que se ofreció a hacer el trabajo. “Yo estuve ahí cuando se hicieron los pozos para las cruces nuevas –recordó Socodo ante PERFIL–, yo hice casi doscientos de esos pozos… Es una lástima que ahora esté tan arruinado. Al cementerio antes lo cuidaban los militares ingleses. Ellos iban y cortaban el pasto y lo mantenían limpio.No sé si financiados por el gobierno o no, pero si sé que los de la base militar eran los que se encargaban”. Sobre el cierre de esta edición llegó a este equipo un comunicado firmado por Eduardo Eurnekian brindando una versión curiosa de los hechos: según el titular de Aeropuertos 2000, “nos comprometimos con los familiares a hacer el mantenimiento del cementerio a nuestro cargo. Hace treinta días se firmó un contrato por cuatro años con una persona de las islas que va a hacerse cargo de dicho mantenimiento”. El comunicado es, por lo menos, inexacto: desde la inauguración del cementerio de Darwin donado por Eurnekian, esto es desde hace más de dos años, nadie se ha ocupado jamás de mantenerlo, lo que explica su actual estado de abandono. Por otra parte Sebastián Socodo, a quien entrevistamos, reconoció haber recibido una solicitud de presupuesto de los familiares, que contestó calculando el trabajo en 4 mil libras anuales, y hace tres semanas que no obtiene respuesta alguna, lo que explica que se haya presentado ahora como posible proveedor del gobierno británico de las islas para hacer las refacciones.
Fuentes de la Cancilleria consultadas en Buenos Aires alegaron desconocer que las autoridades de las islas se hubieran ocupado alguna vez del cementerio argentino. “No hay ninguna constancia de eso en la Cancilleria”, dijeron. “De hecho, eso no les corresponde, y es la primera vez que lo escuchamos”.
La información de la cancilleria sobre las islas parece escasa: los funcionarios se niegan a viajar porque, de permitir que les sellaran el pasaporte estarían reconociendo la situación de hecho, por lo mismo que desalientan los viajes de ciudadanos particulares. De modo que la situación, por asi decirlo es…diplomática: desconocen una situación de hecho en la que sin embargo influyen financiando los viajes de los familiares.Consultados los hombres de la diplomacia por quienes podrían financiar las obras ya que no es, según ellos, asunto del Estado, sugirieron la búsqueda de donaciones particulares.
¿Donde están enterrados los soldados britanicos? En Inglaterra, junto a sus familiares. A excepción de diez de ellos cuyos parientes decidieron enterrarlos en Stanley.
“Estuve en el cementerio anterior y en el nuevo”, relató a PERFIL el ex comandante de la Royal Marine, Gary Clement. “Personalmente, creo que el anterior era mucho mejor, es una vergüenza lo que han hecho. Yo fui muchas veces al anterior y recuerdo que las familias habian dejado rosarios, flores y fotos en todas las tumbas. Era un lugar especial. En cambio ahora no hay nada, te hace sentir como si estuvieran abandonados. Como soldado británico, no me gustaria estar enterrado ahí de esa manera. Es una vergüenza para la Argentina”.
En Darwin está Puerto Argentino: hay cruces despintadas, y bosta de oveja entre las tumbas, y un viento que nunca termina de soplar.
*Desde las Islas Malvinas
Investigacion: J L/Tamara Florín
(en Malvinas) Romina Manguel/
http://www.perfil.com/contenidos/2007/03/11/noticia_0001.html
Este es el país en serio en el que vivimos señores. Despiertense. Para la foto todos están con los ex-combatientes, pero a ningún gobierno le importo jamás los soldados que mes a mes agrandan el listado de los suicidios. Si poco le importan los vivos, que les va a importar los muertos.
Es una vergüenza, pido perdón a todos los caidos, ex-combatientes y a sus familiares por tener que vivir esta ignominia, tener que enterarse así en la forma que su país trata a sus muertos en combate.
¿Por que somos así?
Nadie cuida a los muertos en Malvinas
Jorge Lanata viajó a las Malvinas para contar, desde el próximo domingo, qué pasa en las islas hoy, cómo viven los argentinos radicados en Puerto Argentino y qué piensan los kelpers del conflicto que estalló hace 25 años. Además, prepara un especial que se editará en DVD y saldrá a la venta con la edición de PERFIL del 1 de abril. Pero apenas comenzó su investigación el periodista llegó al cementerio de Darwin donde están enterrados los soldados argentinos caídos en la guerra y se encontró con un panorama desolador: tumbas abandonadas, cruces en malas condiciones y el Estado argentino ausente.
Desde el sábado a la tarde que me pregunto donde está Puerto Argentino. ¿Donde está Puerto Argentino? Escribo estas líneas en Stanley, la capital de una colonia británica en la que hay que pagar doscientas libras de multa por tirar una lata a la calle, una ciudad en la que nada hace ruido y donde conviven, hace veinticinco años, dos mil soldados con dos mil quinientos habitantes: lo que cualquiera llamaría un lugar seguro. Aqui no está Puerto Argentino; esta es la réplica exacta de Truman Show, habitada por británicos que sobreactúan su anglicanismo y por kelpers –no debo llamarlos asi, lo odian, se dicen a sí mismos “islanders”– que aclaran apenas se los conoce sus generaciones en las islas:muchas de estas familias están aquí desde 1840.
“Welcome to the Malvinas Islands” dice el letrero que se levanta en la entrada del muelle y las señoras gordas que bajan excitadas de los cruceros se tiran encima de dos islanders disfrazados de pingünos para sacarse una instantánea. Ellas no llegan a Puerto Argentino, y a veces –porque el crucero ya zarpa o porque simplemente se olvidaron– le sacan fotos al documental de pingüinos que se exhibe en una pantalla de plasma, a la entrada del Jetty Center: mejor llevar a casa un pingüino catódico que ningún pingüino.
Recién el miércoles encontré Puerto Argentino: está a casi dos horas de Stanley, mucho después de la base militar y en dirección a la Nada, por un camino de ripio resbaladizo, lleno de piedras filosas y grises, cruzando unos montes tímidos que apenas se elevan del piso. Nuestra camioneta es el único auto en toda la ruta y un helicóptero, después de más de una hora de camino, nos despertó de aquella sensación de fin del mundo. Después Nada otra vez. Piedras, ovejas torpes que asomaban en el camino y, de pronto, inmensos circulos de pasto y tierra quemada. Primero uno, luego decenas; irregulares, negros, a los costados del camino.
Bombardeos, dice alguien en el auto, como si hiciera falta aclararlo.
El camino se divide y una señal improvisada dice en letras blancas sobre una madera torcida: “Argentine Cemetery”. Comenzamos a bajar la loma hacia el cementerio; desde allí se alcanza a ver el poblado de Darwin: son sólo cinco o seis casas inglesas de dos plantas y una granja.
Fue entonces cuando vi, por primera vez, Puerto Argentino.
Known unto god (solo conocido por dios). En la página 3 del semanario Pengüin News (la unica fuente informativa de la islas)del 23 de febrero, perdida debajo de la noticia sobre un recital de caridad de las gemelas Goss y una aclaración de la compañía de teléfonos sobre los viejos códigos de acceso internacional, apareció un suelto sobre el cementerio argentino. “Fue cuestionada la decisión del gobierno de pagar el mantenimiento del cementerio argentino de Darwin –dice el artículo–. La Consejera Robertson afirmó que ha tratado en vano de comunicarse con la Comisión Argentina de Familiares,sin recibir ninguna respuesta. Ella afirmó que, siendo el corriente el año del aniversario, es escencial reparar y redecorar el cementerio, y (ante la ausencia de los argentinos), es el gobierno local quien debe asumir la responsabilidad”.
La del abandono, entonces, comenzaba a ser una historia argentina.
Según recuerda Federico Lorenz en su libro “Las guerras por Malvinas”, en noviembre de 1982 el gobierno británico presentó una nota a su par argentino explicando que en los recientes campos de batalla aun quedaban cuerpos insepultos que el verano austral estaba dejando al descubierto. La nota preguntaba qué quería hacer el Estado argentino con ellos. El gobierno militar recien respondió en enero siguiente autorizando el entierro de sus soldados caidos pero “reservándose el derecho de decidir, cuando sea adecuado, acerca del traslado de los restos de los soldados argentinos desde esa parte de su territorio al continente”. Los ingleses decidieron entonces designar una comisión para trasladar los cuerpos a Puerto Darwin.La prensa de entonces señaló la preocupación del general David Thorne por presionar al gobierno argentino para que se encargase del tema ya que de otro modo seria él quien, cumpliendo su deber como soldado, debería hacerlo. Finalmente, a fines de 1982, el gobierno argentino declaró oficialmente muertos a los desaparecidos en la guerra. “La mayoría de los argentinos –señala Lorenz– fueron sepultados sin identificar, bajo cruces que simplemente indican “Known unto God”. El grueso de los tripulantes fallecidos en el hundimiento del crucero General Belgrano, por otra parte, jamas fueron recuperados”.
No existe hoy, veinticinco años después, una cifra consolidada de muertos argentinos en Malvinas: en “La Trama Secreta”, el clásico del género escrito por Cardozo, Kirchbaum y Van der Kooy, se menciona a 750 muertos, la BBC informó sobre 655 y otras estimaciones hablan de 694. En marzo de 1991 los familiares de los caidos realizaron su primer viaje a las islas bajo el auspicio de la Cruz Roja. Llegaron al aeropuerto militar de Mount Pleasant en un Jumbo de Aerolineas que debió borrar la palabra “argentinas” de su fuselaje y visitaron en Darwin las 235 cruces blancas de madera de cedro talladas por un carpintero inglés. Los familiares eran 354, y las tumbas identificadas solo 125, el resto eran soldados “Sólo conocidos por Dios”.
El 14 de julio de 1999 se firmó una declaración, “bajo el paraguas de la soberanía”, en la que se estalece que se construirá un monumento en Darwin en memoria de los caidos en combate. Finalmente el cementerio se construyó en 2004, mediante una donación de Eduardo Eurnekian (que, según se dijo oficialmente, fue cercana al millón de dólares), quien le fue presentado a los familiares de los caidos por el entonces embajador inglés, Robin Cristopher. La Comisión de Familiares viajó entonces con el apoyo económico de la Cancilleria para fiscalizar la finalización de la obra.
“Desde que se construyó, nadie más se ocupó del cementerio argentino”, dijo a PERFIL el Consejero Legislativo de las islas, Mike Summers. Summers aseguró que “tampoco trajeron la Virgen de Luján que iban a poner, de modo que hay todavía un agujero esperando la Virgen que nunca apareció”. Uno de los paneles de marmol que encuadra el cementerio está, en efecto, vacío: hay quienes afirman que iba a ponerse allí una bandera argentina, lo que fue prohibido por los británicos. La alternativa de llevar allí a la Virgen de Luján también presenta su dificultad: el manto de la Virgen es celeste y blanco. Mientras el gobierno de las Malvinas se apresta a financiar el mantenimiento, trascendió que contratarían a un empleado local de Pradera del Ganso (Goose Green) (está a menos de dos kilómetros del lugar)o a Sebastián Socodo, un argentino residente en Stanley que se ofreció a hacer el trabajo. “Yo estuve ahí cuando se hicieron los pozos para las cruces nuevas –recordó Socodo ante PERFIL–, yo hice casi doscientos de esos pozos… Es una lástima que ahora esté tan arruinado. Al cementerio antes lo cuidaban los militares ingleses. Ellos iban y cortaban el pasto y lo mantenían limpio.No sé si financiados por el gobierno o no, pero si sé que los de la base militar eran los que se encargaban”. Sobre el cierre de esta edición llegó a este equipo un comunicado firmado por Eduardo Eurnekian brindando una versión curiosa de los hechos: según el titular de Aeropuertos 2000, “nos comprometimos con los familiares a hacer el mantenimiento del cementerio a nuestro cargo. Hace treinta días se firmó un contrato por cuatro años con una persona de las islas que va a hacerse cargo de dicho mantenimiento”. El comunicado es, por lo menos, inexacto: desde la inauguración del cementerio de Darwin donado por Eurnekian, esto es desde hace más de dos años, nadie se ha ocupado jamás de mantenerlo, lo que explica su actual estado de abandono. Por otra parte Sebastián Socodo, a quien entrevistamos, reconoció haber recibido una solicitud de presupuesto de los familiares, que contestó calculando el trabajo en 4 mil libras anuales, y hace tres semanas que no obtiene respuesta alguna, lo que explica que se haya presentado ahora como posible proveedor del gobierno británico de las islas para hacer las refacciones.
Fuentes de la Cancilleria consultadas en Buenos Aires alegaron desconocer que las autoridades de las islas se hubieran ocupado alguna vez del cementerio argentino. “No hay ninguna constancia de eso en la Cancilleria”, dijeron. “De hecho, eso no les corresponde, y es la primera vez que lo escuchamos”.
La información de la cancilleria sobre las islas parece escasa: los funcionarios se niegan a viajar porque, de permitir que les sellaran el pasaporte estarían reconociendo la situación de hecho, por lo mismo que desalientan los viajes de ciudadanos particulares. De modo que la situación, por asi decirlo es…diplomática: desconocen una situación de hecho en la que sin embargo influyen financiando los viajes de los familiares.Consultados los hombres de la diplomacia por quienes podrían financiar las obras ya que no es, según ellos, asunto del Estado, sugirieron la búsqueda de donaciones particulares.
¿Donde están enterrados los soldados britanicos? En Inglaterra, junto a sus familiares. A excepción de diez de ellos cuyos parientes decidieron enterrarlos en Stanley.
“Estuve en el cementerio anterior y en el nuevo”, relató a PERFIL el ex comandante de la Royal Marine, Gary Clement. “Personalmente, creo que el anterior era mucho mejor, es una vergüenza lo que han hecho. Yo fui muchas veces al anterior y recuerdo que las familias habian dejado rosarios, flores y fotos en todas las tumbas. Era un lugar especial. En cambio ahora no hay nada, te hace sentir como si estuvieran abandonados. Como soldado británico, no me gustaria estar enterrado ahí de esa manera. Es una vergüenza para la Argentina”.
En Darwin está Puerto Argentino: hay cruces despintadas, y bosta de oveja entre las tumbas, y un viento que nunca termina de soplar.
*Desde las Islas Malvinas
Investigacion: J L/Tamara Florín
(en Malvinas) Romina Manguel/
http://www.perfil.com/contenidos/2007/03/11/noticia_0001.html
Este es el país en serio en el que vivimos señores. Despiertense. Para la foto todos están con los ex-combatientes, pero a ningún gobierno le importo jamás los soldados que mes a mes agrandan el listado de los suicidios. Si poco le importan los vivos, que les va a importar los muertos.
Es una vergüenza, pido perdón a todos los caidos, ex-combatientes y a sus familiares por tener que vivir esta ignominia, tener que enterarse así en la forma que su país trata a sus muertos en combate.
¿Por que somos así?