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Luego de reunirme con algunos camaradas y conversar sobre alguna historia de a bordo, la mayoría coincidió en que poco importan, pero ninguno dejo de hacer comentarios, escarbando en la memoria, por eso los tome como un “contate esto”. Es realmente un poco apenante ver envejecer a aquellos jóvenes, y no tan jóvenes, que llenos de energía y fe se mantuvieron firmes a la espera de una vuelta del destino que reafirmara sus convicciones y les dijera que no estaban equivocados, hoy para muchos los días se han convertido en la apatía del soldado que solo espera el tiro del final.
DE LAS MUERTES SIMPLES Y ………
“No crecen rosas en la tumba del marino”, forma una de las estrofas de una marcha alemana, es una suerte que alguien sea testigo de hechos y cuenten la historia de marinos que eran muy jóvenes, no pidieron morir como héroes, que hubieran preferido vivir para aquellos que querían y que aquellos querían, a sabiendas de saber que tal vez no tendrían tumba obraron del único modo que sabían.
Lo que recabe de dos de “mis aspirantitos” a veces me avergüenza de haber tenido suerte; el primero, el “flaco”, de casi 1,90, morocho y dienton, del gran Buenos Aires e hijo único, siempre me fastidiaba con “vístase bien cabo, un Jean, un blazer, unas botitas canadienses y una camisa clara van a dejar de verlo como un villero”, obviamente me hacia perder el tiempo un rato haciéndolo arrastrar por debajo de las camas de punta a punta de la cuadra limpiando el piso.
El segundo, un caso de terror, un “tiernito”, de rostro infantil, medio orejón, chiquilín al extremo, de un pueblo del norte de Buenos Aires, se desvivía por su hermanito, un llorón insoportable, victima siempre de alguien.
Terminado el curso en la ESMA, egresaron como marineros primeros artilleros, después de dos años de curso, fueron destinados al crucero “General Belgrano”, en varias oportunidades los encontré haciendo guardia de centinela en la escollera, frente al apostadero natural del buque, estaban satisfechos donde estaban, el “flaco” pensaba dedicarse a la electrónica y el “tiernito” había comenzado el curso de nadador de rescate.
Durante el torpedeo ambos habían salido ilesos, el flaco vestía faena gris y gabán, junto con otros había bajado a cubiertas bajas en reiteradas oportunidades a auxiliar y sacar heridos, hasta que el es sacado exánime y puesto en cubierta, no presentaba heridas visibles, no se sabe que sucedió abajo, pero se había ido. Lo envolvieron en una frazada y lo depositaron dentro de la torre 5. Digno final para un artillero, pero no creo que eso consuele a su familia, su madre falleció en el 96, siempre preguntando, “¿que le paso a josecito?”, aun hoy su tía pregunta, una plaza lleva su nombre San Justo o Casanova, casi nadie sabe quien es, se navega al olvido.
El “tiernito” vestía el traje de neoprene de nadador de rescate bajo la ropa de faena, durante el abandono ayudo a muchos que habían caído al agua a subir, nadando de un lado a otro mientras pudo, cuando ya no fue necesario subió a una balsa y se acomodo. Cuando llego el rescate y evacuar la balsa, descubrieron que se había dormido por el cansancio, su cuerpo se enfrió y no despertó; ese “llorón y quejoso”, se fue sin una queja, lamento o un ay.
En las reuniones que se suelen realizar, se evita decirle a la familia el final, no por que este establecido, sino individualmente por cada uno, es algo que debemos aceptar, murieron jóvenes y con fe, ¿Cómo podría una familia tener fe en algo de saber que a pasar de su bonhomía y sacrificio los perdieron?, puede enorgullecer a otros, a la familia lo dudo, ¿fue justo?, no se; deberán aceptar la eterna gratitud de su país por una vida tan noblemente dada a su servicio le otorgue alguna medida de consuelo.
LA HERMANDAD DEL DESTINO
Dentro del ámbito naval se suelen producir ciertos hechos que parecen inverosímiles; sin embargo parece que el destino de las personas tiende a tejerse mucho antes, hasta que en la puntada final, este con una mueca siniestra corta el hilo y nos cambia la vida.
Estas historias comienzan en diciembre del 79, egresan los artilleros de segundo año como marineros de primera, entre ellos “el paisa”, que tenia un hermano en primero, también artillero, y los cabos encargados en donde se destacaba el “perro”, un *** con mayúsculas, antes de irse nos dirigió unas palabras, recorrió la formación con su basilisco mirada, Rasputin parecería un monje franciscano,
“Con suerte nos veremos en puerto, si alguien tiene algo que decir hágalo ahora, así voy a sufrir menos su ausencia, lacras”
Entre los mas viejos de mi promoción teníamos al “nono”, de 19 años, la mayoría tenia 16 y 17, este con un poco de rabia contenida le contesto,
“Si te llego a cruzar por puerto te parto la cabeza con un fierro”, el “perro” se acerco lentamente, lo miro de arriba abajo, esbozo una sonrisa y le aplico un puñete en el pecho sentándolo en plaza de armas, “dudo que tenga bolas animal” y se fue. El “perro” y el “paisa” fueron al “Piedrabuena”
En diciembre del 81 egresamos, el “nono” y el hermano del “paisa” fueron al crucero, uno a sistemas de control tiro y el otro a la batería de 5”. Los impactos de los torpedos no los afectaron por estar en cubiertas elevadas en ese momento, fuera del alcance de las explosiones, se mantuvieron en sus puestos hasta que se ordeno abandono, bajaron a la balsa que tenían asignada, a causa del viento estas se recostaban contra el casco escorado del buque, comenzaron a desplazarse hacia proa, cuando llegaron al extremo parte de la sección de la proa se desprendió cayendo al mar, esto produjo que el ancla y la cadena cayese sobre la balsa, arrastrándola a las profundidades. El efecto de soplo de aire de adentro de la balsa hizo que el “nono” y tres mas salieran despedidos de la misma, medio desmayado fue recatado de inmediato por otra balsa.
Es a partir de aquí donde el destino obra de manera compleja y hasta cruel.
Cuando sube por la escala una mano férrea toma la de el y lo sube a bordo, cuando levanta la vista y ve quien lo había ayudado solo atino a decir “huy, el “perro””, este lo abrazo, le dio un beso y lo llevo a atender; estaba en el “Piedrabuena”, en tanto el “paisa” iba de sobreviviente en sobreviviente preguntando si alguien había visto a su hermano, nadie pudo.
Irónicamente a bordo del “Bouchard”, el cabo Laciar hacia lo mismo, su hermano también había corrido la misma suerte, en tanto una situación similar vivía el cabo Pardou en Puerto, esperando noticias de su hermano jorge, que nunca llegaron.
Amigos, padres, hijos y hermanos, por mas que nos pese se vieron enredados en la telaraña del destino que es difícil de comprender o hallar una explicación, pero en mi caso pienso que es algo que tenemos que aceptar, todos tenemos nuestro tiempo y no es o fue fácil vivirlo
UNA GRAN MISION PARA TAN POCA SERIEDAD
En esos tiempos el cabo principal Miguel, a la cabeza de un grupo de cinco, se le asigno la tarea de plantar campos minados en distintos lugares del sur del litoral argentino y alrededor de las islas. Este cabo principal se había convertido, en base a su aplicación al estudio de estas artes, en alguien muy capacitado para este menester.
Los que tuvimos el honor de estar con el y recibir clases de minado, tuvimos ante nuestros ojos una planificación que demostraba que algunos habían echo uso muy serio del cacumen, desde el estrecho de Magallanes, boca de acceso al canal de Beagle, zonas de Santa Cruz y hasta Península de Valdez, y por supuesto las islas con sus probables rutas de aproximación. Puntos negros marcando el sector, ampliando el punto dentro de el puntos rojos numerados interiormente con la profundidad correspondiente y disposición de acuerdo al lugar. Para tal fin se contaba en esa época con 600 minas en distinto estado de armado, se había diseñado y construido a través del arsenal un sistema de rieles para ser llevado a bordo de distintas unidades, este debía funcionar como “planchada”, saliendo por la borda unos dos metros para que la mina se deslizase hacia la posición donde la mina debía ser tomada por la grúa del buque, estaba prevista para determinados buques, todo esto posteriormente a la graduación de la profundidad a la cual debía ser fondeada. Este grupo salio de Ushuaia, debía ir a la unidad designada, que llevaba un grupo de minas a bordo, fondear, ser llevados a otra unidad repetir el proceso y seguir a otra.
No se pudo hacer mucho, pues ya de entrada quien estaba a cargo, hoy ya fallecido, no esta mal hablar de quien no esta, solo le preocupo armarlas y graduarlas “así nomas”, llevarlas por los rieles y tirarlas en caída libre con el consiguiente peligro, enterado de esto hasta pretendió arrojarlas sin armarlas. El pretexto era que había poco tiempo, el personal de a bordo no estaba propenso a exponerse a un ataque mientras fondeaban, es cierto estaban cerca, pero es sumamente dudoso que sea verdad.
Su misión termino cuando estaban a bordo del “Buen Suceso”, obligados a embicar en la costa a causa de ataques, parte del personal queda en unos galpones, tratando de trabajar en el buque, parte del personal militar es llevado donde había agrupaciones del ejercito, el personal de cabos y conscriptos es asignado a “posiciones”, lo primero que hicieron fue quitarles los morrales donde llevaban mascaras, por que afectaban la moral, pero quienes las llevaban luego no pareció importarles, luego de 24 hs se presento al jefe, que se había acomodado para colaborar en la defensa del sector, para informar que tenia personal con solo faena gris e incluso uno con faena blanca y gabán, carecían de equipo y mucho menos vituallas dado que nadie estaba encargado de suministrarles algo, a las pocas horas durante un ataque, uno de los conscriptos es herido y decide retirar al resto a los galpones donde estaban los demás, cuando llego llamo a un cabo principal maquinista, Raúl, el “cordobés”
“hacete cargo”
“si vos sos mas antiguo”
“si, pero no voy a estar mucho tiempo”
Al poco tiempo llego personal del ejercito y se lo llevo, ya estaba conformado el consejo de guerra para juzgar sus actos.
Luego de escuchar sus objeciones, se decidió que “sus mariconadas no eran excusas”, y era sentenciado a ser pasado por las armas: esta no fue llevada a cabo por la intervención del jefe, que estaba en incomoda posición por sus actos, además no lo iban a mantener al pedo, incluso a sabiendas de que el personal de marinería y dotación del “Buen Suceso” iban a ser evacuados al “Bahía Paraíso” , por lo que debía agradecerle que le debía la vida. Una vez evacuados, fue llevado al Centro de Incorporación de Conscriptos e internado allí; durante 48 hs fue interrogado por personal “inteligente” en varias oportunidades, lo mas doloroso fue que uno era un suboficial que era vecino suyo y le pidió que le llevase noticias suyas a su esposa, se negó, era primero necesario saber si obraba en su poder documentación de del trabajo que debió realizar, seguro que no (al menos ahí), además de comprometerse y firmar un documento de no divulgación, no llego a hacerlo, esa noche se dirigió al alambrado perimetral, soborno al centinela y como salio de la base solo el lo sabe, a doce cuadras estaba su familia.
Los que conocimos su trabajo, pudimos apreciar lo serio y concienzudo del mismo, típico de un hombre de armas y con unos valores típicos del hombre de mar, lastima que quienes debían estar a su altura no lo estuvieron.