"....Volvimos al camarote e inmediatamente la escondimos junto con los cigarrillos que eran también elemento prohibido. Por supuesto, después del almuerzo, volvió a aparecer el oficial inglés a revisarnos para sacarnos de nuevo la brújula. Nos manifestó que su mayor decía que teníamos que entregarla. Entonces el capitán F.T. –con gran rapidez- le respondió que al bajar a almorzar uno de sus paracaidistas “boina roja” le había cambiado la brújula por cigarrillos. Se armó un escándalo infernal y el inglés se pasó horas buscando al supuesto paracaidista que se había vendido al enemigo por una brújula, ese tan estratégico elemento que su mayor le había ordenado requisar.
A partir de ese momento los cuatro comandos que éramos los ocupantes del camarote 25 del Meridian Room pasamos a ser los insurrectos. Nos revisaban todo el tiempo. Nos habíamos hecho fama de que ciertos elementos de confort se nos “pegaban”: almohadas, perchas, comida, etcétera. En realidad, teníamos de todo en la habitación.
A mí, como médico, me habían venido a ofrecer los de la Cruz Roja el trato y alojamiento preferencial que debía de tener de acuerdo con la Convención de Ginebra; pero me quedé con los comandos que era mucho más divertido.
En la cena nos colocaban cartelitos con algunas noticias. Algún resultado de Argentina en el Mundial, que Galtieri había renunciado, que el Papa estuvo en Buenos Aires.
Otra noche, ya cerca de Puerto Madryn, nos pusieron la foto de una mujer desnuda. Acá recuerdo que a prisioneros argentinos heridos se les ofrecieron revistas pornográficas, que se ve son elemento común a bordo; pero no fueron aceptadas.
Volviendo a la foto de la chica desnuda, yo le pregunté al que repartía la comida si era su hermana a lo que con gran rapidez me dijo que no, pero que evidentemente debía ser mi madre. Pero todo terminó entre risas de todos. El espíritu de ellos no era de molestarnos; por otra parte, uno de nuestros buques de guerra navegaba a su lado, la cosa se había acabado y todos –incluso ellos- habíamos sufrido bastante.
"... Llegamos a Madryn, y de una zona de reunión volamos a Palomar y luego a casa, pasando por la Escuela Lemos.
¿Si volvería a Malvinas? Sí, volvería. Cuando los ingleses estaban intentando negociar con la situación de mis camaradas que mantenían como rehenes, yo no quería saber nada. Posteriormente, ellos me confirmaron que pensaban igual.
En los combates que tuvimos con ellos, los corrimos. Peleamos contra seres humanos que no querían morir, que tenían hambre, que tenían frío. Y eso que eran gente muy profesional y muy capacitada. Los salvadores de Occidente, la fuerza dela OTAN, los que van a parar al torbellino del Este. Sin embargo, nosotros –las compañías 601 y 602 con todos cuadros, oficiales y suboficiales- los corrimos. Abandonaban todo: radio, claves, mochilas completas. Aun sucedió cuando nos golpearon ellos primero y nos sorprendieron.
Por eso lo que yo deseo de mi ejército es que se transforme en uno de profesionales. Cuando se trataba de cuadros contra cuadros, en patrullas de comandos, terminaban por irse excepto cuando tenían la ventaja de una enorme superioridad numérica y de medios de apoyo como artillería y helicópteros. Por algo el general Jeremy Moore dijo que dondequiera que sus tropas se toparon con efectivos profesionales debieron luchar duramente para dominarlos y que fue tan difícil como despegar mejillones de las rocas. Lo que Moore no puede decir es que cuando consiguió “despegarnos” fue por abrumadora superioridad de medios o numérica pero cuando así no fue, ellos debieron correr. Hubo soldados que se destacaron y mucho, verdaderos héroes, pero los años de instrucción de un profesional no se pueden discutir”. FIN. (Creditos de la entrevista a quien corresponda...Gracias por realizarla!!!)
A partir de ese momento los cuatro comandos que éramos los ocupantes del camarote 25 del Meridian Room pasamos a ser los insurrectos. Nos revisaban todo el tiempo. Nos habíamos hecho fama de que ciertos elementos de confort se nos “pegaban”: almohadas, perchas, comida, etcétera. En realidad, teníamos de todo en la habitación.
A mí, como médico, me habían venido a ofrecer los de la Cruz Roja el trato y alojamiento preferencial que debía de tener de acuerdo con la Convención de Ginebra; pero me quedé con los comandos que era mucho más divertido.
En la cena nos colocaban cartelitos con algunas noticias. Algún resultado de Argentina en el Mundial, que Galtieri había renunciado, que el Papa estuvo en Buenos Aires.
Otra noche, ya cerca de Puerto Madryn, nos pusieron la foto de una mujer desnuda. Acá recuerdo que a prisioneros argentinos heridos se les ofrecieron revistas pornográficas, que se ve son elemento común a bordo; pero no fueron aceptadas.
Volviendo a la foto de la chica desnuda, yo le pregunté al que repartía la comida si era su hermana a lo que con gran rapidez me dijo que no, pero que evidentemente debía ser mi madre. Pero todo terminó entre risas de todos. El espíritu de ellos no era de molestarnos; por otra parte, uno de nuestros buques de guerra navegaba a su lado, la cosa se había acabado y todos –incluso ellos- habíamos sufrido bastante.
"... Llegamos a Madryn, y de una zona de reunión volamos a Palomar y luego a casa, pasando por la Escuela Lemos.
¿Si volvería a Malvinas? Sí, volvería. Cuando los ingleses estaban intentando negociar con la situación de mis camaradas que mantenían como rehenes, yo no quería saber nada. Posteriormente, ellos me confirmaron que pensaban igual.
En los combates que tuvimos con ellos, los corrimos. Peleamos contra seres humanos que no querían morir, que tenían hambre, que tenían frío. Y eso que eran gente muy profesional y muy capacitada. Los salvadores de Occidente, la fuerza dela OTAN, los que van a parar al torbellino del Este. Sin embargo, nosotros –las compañías 601 y 602 con todos cuadros, oficiales y suboficiales- los corrimos. Abandonaban todo: radio, claves, mochilas completas. Aun sucedió cuando nos golpearon ellos primero y nos sorprendieron.
Por eso lo que yo deseo de mi ejército es que se transforme en uno de profesionales. Cuando se trataba de cuadros contra cuadros, en patrullas de comandos, terminaban por irse excepto cuando tenían la ventaja de una enorme superioridad numérica y de medios de apoyo como artillería y helicópteros. Por algo el general Jeremy Moore dijo que dondequiera que sus tropas se toparon con efectivos profesionales debieron luchar duramente para dominarlos y que fue tan difícil como despegar mejillones de las rocas. Lo que Moore no puede decir es que cuando consiguió “despegarnos” fue por abrumadora superioridad de medios o numérica pero cuando así no fue, ellos debieron correr. Hubo soldados que se destacaron y mucho, verdaderos héroes, pero los años de instrucción de un profesional no se pueden discutir”. FIN. (Creditos de la entrevista a quien corresponda...Gracias por realizarla!!!)
Y VIVA LA PATRIA, COLEGA!!!!