“Argentina y las Islas Malvinas”
Con el fin de comprender mejor el conflicto de las islas Malvinas, es necesario primero ubicarlo en su marco histórico, a partir del siglo XV. Veremos luego el desafío geopolítico que representan estas islas, para tomar de manera más precisa su importancia. Finalmente, en conclusión, estudiaremos las implicancias y las consecuencias de este conflicto en el conjunto de la escena mundial.
El marco histórico
Luego del descubrimiento del continente americano por Cristobal Colón el 12 de octubre de 1492, el papa Alejandro VI, por la bula Inter Caetera del 04 de mayo de 1493, define los dominios que le corresponden a la Corona española. De este modo Alejandro VI divide al Nuevo Mundo en una zona española y una zona portuguesa, la frontera pasa 270 millas al oeste de las Azores. La Santa Sede es en la época el árbitro, el defensor del orden universal. El derecho público europeo le reconoce entonces la autoridad necesaria para disponer de territorios que no le pertenecen a nadie. (Inglaterra se había beneficiado de este procedimiento desde 1155 cuando Enrique II obtuvo Irlanda por una bula papal). En 1494, el límite establecido por la bula pontificia es movido a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde durante la firma del tratado de Tordesillas entre Portugal y España.
Hernando de Magallanes deja España en 1519 con el fin de dar la vuelta al mundo. Esta expedición avista por primera vez las islas Malvinas, bautizadas entonces con el nombre de Sanson y Patos. El cosmógrafo Santa Cruz, en su Islario de 1541, lo tiene en cuenta. El mapa de Pedro Reinel de 1524 y los mapas de Bartolomé Olives de 1526 también las señalan. Tres armadas bajo bandera española, Loayza en 1526, Alcazaba en 1534 y Camargo en 1539, recorren la región de las Malvinas luego de la expedición de Magallanes y antes de que cualquier otra flota llegue al lugar.
Tomando como referencia el Islario de Alonso de Santa Cruz, la Geografía de Ptolomeo oficializada por el Senado de Venecia, y comparada con el mapa de Weimar de 1521, una conclusión definitiva se impone: los españoles fueron los primeros que avistaron y descubrieron las islas Malvinas. En el Congreso internacional de geografía, que se llevó a cabo en Amsterdam en 1938, pudimos apreciar la autenticidad de los mapas españoles.
Hacia fines del siglo XVI, Felipe II de España debe a la vez superar la victoria de Lepanto contra los turcos en 1571 y el fracaso de 1588, la destrucción de la Armada Invencible. Es en esta época que se desarrolla una intensa rivalidad entre los buques de la reina Elizabeth de Inglaterra y los españoles; las expediciones inglesas de Ratcliff y John Hawkins, de Drake y de Cavendish asolan los mares. Y, en 1592, John Davis, desertor de la expedición de Cavendish, afirma haber visto las islas Malvinas.
El 12 de febrero de 1580, frente a un notario público, Felipe II sanciona: “... A partir de este instrumento, con el fin de que sea conocido por todos, y que ninguna nación bárbara, ni política católica o no católica, fiel o infiel, pueda pretender tener un pretexto, a causa de su ignorancia, para entrar, sin autorización del poderosísimo Señor rey de Castilla y León y sus Herederos, permanecer o poblar las regiones del estrecho comúnmente llamado de Magallanes. Nadie puede creer que estas tierras son tierras que no tienen ni señor, ni rey…. Estas tierras caen dentro de los límites reconocidos por las bulas papales y pertenecen al rey de Castilla y León y a sus Herederos…” el res nullius no existía y estos territorios pertenecían a la Corona española. La aplicación ulterior del utis possidetis juris, una vez declarada la independencia de las antiguas colonias españolas, hicieron que estos territorios constituyeran una parte de las nuevas naciones latinoamericanas.
En 1690, una tempestad atrae al capitán inglés John Strong a las costas de las Malvinas. En 1701, buques franceses comienzan a visitar estas islas, primero por casualidad, luego con el fin de localizar y explotar nuevas zonas de pesca. Entre 1740 y 1741, Gran Bretaña proyecta una expedición científica que el gobierno español consigue impedir. Los británicos manifiestan un interés creciente por estas islas cercanas al estrecho de Magallanes. Quince años más tarde, los acuerdos de París de 1763, firmados luego de la guerra de los Siete Años, atribuyen Luisiana y el Canadá francés a Gran Bretaña.
Louis de Bougainville, con fuerte aprobación de Luis XV, proyecta poblar las Malvinas. El 02 de febrero de 1764, la bandera francesa es izada en Puerto Soledad, bautizado Port Saint-Louis por los franceses. El 25 de enero de 1765, los ingleses desembarcan secretamente en Puerto Cruzado rebautizándolo Port Eg mont.
España protesta simultáneamente frente a los reyes de Francia y de Gran Bretaña. Y, el 01 de abril de 1767, la Corona española recibe las Malvinas de Louis de Bougainville en persona. El capitán español Felipe Ruiz Puente se transforma en gobernador. Cuando se dice que Francia no se ha pronunciado sobre el fondo de la disputa que enfrenta a Inglaterra y Argentina, podemos preguntarnos si la política de un Estado comienza y termina con tal o cual gobierno. Luis XV reconoció los derechos de España de ejercer su soberanía en las islas Malvinas en nombre de Francia y esto es una posición “sobre el fondo de la disputa” adoptada en el pasado por una Nación.
Un tercer pacto de familia es firmado en 1763, en el momento en que las ambiciones inglesas sobre los territorios españoles y franceses del continente se hacen más ofensivas. Belice, Trinidad y Tobago, Luisiana, Canadá, Malvinas, etc, formaban un conjunto disputado por los ingleses a los españoles y franceses. La actitud inglesa, a la que se suman las tensiones en Europa, condujo a Luis XV y a Carlos III de España a firmar esta alianza.
En diciembre de 1769 ingleses y españoles se enfrentan en Malvinas, en el estrecho de San Carlos. El duque de Choiseul hace saber a España que Francia se mantendrá a su lado. Lord Rochfort le reconoce entonces al embajador español Masserano que su gobierno no tiene ningún interés en ocupar las islas y que se trata sólo de un capricho de Lord Egmont. Los ingleses no reclaman Puerto Soledad dónde los españoles están establecidos sólidamente. Les piden solamente que sea lavada la injuria constituida por el enfrentamiento de diciembre de 1769. Weymouth precisa a Masserano: “Inglaterra desea sinceramente que los hechos de Puerto Egmont sean arreglados amigablemente dentro de los límites tolerados por el honor de la Corona. Hay que poner fin a la hostilidad declarada, emprender un período de paz volviendo a la situación anterior, y, a partir de esto, discutir el derecho que cada una de las partes pretende tener sobre estas regiones”.
Carlos III no acepta esta proposición. No quiere desaprobar ni al gobernador español de Buenos Aires, Bucareli, ni a los marinos que expulsaron a los ingleses de las Malvinas. Pero en Gran Bretaña la "cuestión" de Malvinas se transforma en un problema nacional. El embajador español insiste en el hecho de que las Islas fueron descubiertas por Magallanes y que la bula papal de 1493 se las otorgó a España. El 22 de enero de 1771, el príncipe Masserano le informa al ministro inglés que el rey de España no reprueba la acción de los ingleses pero que su amor por la paz lo obliga a poner las cosas en su lugar. La decisión es acompañada de necesarias aclaraciones por parte del embajador español: “la acción no afecta la cuestión del derecho a la soberanía española sobre las islas Malvinas, que no pueden ser llamadas F#lklands”. El gobierno inglés da su acuerdo y parece satisfecho de las precisiones aportadas por el príncipe Masserano. El 22 de mayo de 1774, el teniente Samuel Clayton restituye Puerto Egmont a las fuerzas españolas.
En 1776, el mismo año en que Estados Unidos se declara independiente de Gran Bretaña, España crea el virreinato del Rio de la Plata. La idea de un virreinato del Rio de la Plata emerge en el momento del diferendo con Gran Bretaña sobre las Malvinas. Su creación tiene como objetivo ser un obstáculo a los ataques de los portugueses, aliados de Gran Bretaña, y defender a Perú y la Patagonia contra eventuales ataques ingleses a lo largo de las costas. Cada virreinato es organizado como una verdadera nación de ultramar. Desde 1774, los españoles llegan a Malvinas con ganado, plantas y hasta barriles de tierra. Veinte gobernadores españoles administran las Malvinas de 1767 a 1811. Pero, el 25 de mayo de 1810, el primer gobierno patrio se forma en Buenos Aires, y, el 9 de julio de 1816, los territorios que formaban parte del virreinato del Rio de la Plata se declaran independientes de España.
En noviembre de 1820, David Jewett toma posesión de Malvinas en nombre del gobierno de Buenos Aires y la bandera argentina es izada. El 10 de junio de 1829 es creado en Buenos Aires el Mando político y militar de las Islas con asiento en Puerto Soledad y, unos días más tarde, Luis Vernet se transforma en el primer comandante político y militar argentino de una región que iba desde Malvinas a las islas próximas al Cabo de Hornos.
El 31 de diciembre de 1831, la corbeta norteamericana Lexington, portando pabellón francés, ataca Puerto Soledad, incendia las casas, destruye los depósitos de armas, etc. Luego de este incidente, el gobierno de Estados Unidos envía a Francis Baylies para negociar con las autoridades argentinas, pero este último es expulsado de Buenos Aires por el gobierno. Es interesante sin embargo señalar la correspondencia confidencial intercambiada entre el representante norteamericano y el embajador británico en Buenos Aires: “Si Inglaterra establece su influencia sobre el Rio de la Plata, esto debe permitirle ejercer su dominio sobre sus mares y tendrá consecuencias importantes, sobre todo en el comercio. Si esto no ocurriera, Buenos Aires y todos los puertos de la región se harían puertos refugios para los piratas”. El conjunto de las conversaciones de los dos diplomáticos es transcripto en sus correspondencias regulares con sus gobiernos. “…Constaté, declaraba Fox, embajador británico en Buenos Aires, que Baylies y su gobierno ya estaban al corriente y dispuestos a reconocer los derechos soberanos de su Majestad británica en las islas F#lkland”.
El 3 de enero de 1833, el capitán inglés Onslow, al mando de la fragata Clio, desembarca en las Malvinas y es el principio de una ocupación ilegítima que todavía persiste hoy. Los habitantes argentinos de las islas son expulsados y reemplazados por colonos británicos que se definen como "F#lklanders". Cuando el gobierno británico declara que hay que tener en cuenta la voluntad de los habitantes actuales de las islas Malvinas olvida que en 1833 no tuvo en cuenta la voluntad de los argentinos y de los españoles que fueron expulsados manu militari.
Aunque en el curso del siglo XIX, Argentina haya tomado el cuidado de utilizar la vía diplomática para reclamar la aplicación de sus derechos legítimos, se encontró frente a un muro de silencio británico. Sir Walter Raleigh lo expresó claramente precisando que: “El que domina el mar, controla el comercio. El que controla el comercio, domina las riquezas del mundo”. La batalla de Trafalgar confirmó la supremacía marítima británica sobre todos los océanos, la supremacía que se mantendrá durante casi un siglo y medio.
Hay que recordar que en la misma época, Inglaterra busca atribuirse el mayor número de territorios en un vasto sector del Atlántico Sur. Ocupa el cabo de Buena Esperanza en 1806. Buenos Aires y Montevideo rechazan dos invasiones inglesas en 1806 y 1807; la isla de Santa Elena se hace inglesa en 1815, las islas de Ascensión y Tristán y Cunha en 1816 y las islas Malvinas en 1833. Después de un período aislacionista, las flotas de guerra inglesa garantizan la "pax británica". Para Gran Bretaña, la posesión de las islas Malvinas es de una importancia primordial: por su situación geográfica, en la entrada del estrecho de Magallanes, controlan el conjunto del tráfico comercial entre el océano Atlántico y el océano Pacífico.
Pero ahora nos falta considerar las acciones emprendidas por Argentina a lo largo del siglo XX concernientes a las Malvinas. En 1933, en Montevideo, en el curso de la VIIª Conferencia internacional de Estados americanos, se estableció que: “Los Estados miembros consagran de manera definitiva, como norma de conducta, la necesaria obligación de no reconocer las adquisiciones territoriales o las ventajas especiales que sean obtenidas por la fuerza, sean por el uso de las armas o por presiones diplomáticas obtenidas bajo amenaza de un hipotético uso de armas. El territorio de los Estados es inviolable y no puede ser objeto de ocupación militar ni de ninguna otra presión ejercida por otros Estados, de manera directa o indirecta, bajo ninguna justificación, incluso ni de modo transitorio”.
En 1945, Argentina firma la Carta de las Naciones Unidas y, en la reunión de San Francisco, expresa su posición en cuanto a sus derechos sobre las islas Malvinas. Desde la creación de las Naciones Unidas, Argentina recuerda, durante cada reunión de la Asamblea general, sus derechos legítimos sobre las Islas. De la misma manera, este reclamo es llevado a la Organización de Estados Americanos (OEA). La Xª Conferencia interamericana, reunida en Caracas en 1954, aprueba la resolución 96 concerniente a las colonias y los territorios ocupados en el continente americano. Esta resolución declara: “Es voluntad de los pueblos del continente americano que sea eliminado definitivamente el colonialismo mantenido contra el sentimiento de los pueblos y también la ocupación de los territorios”. Ella proclama también “la solidaridad de las Repúblicas americanas asociadas con los justos reclamos de los pueblos de América en relación con los territorios ocupados por países extracontinentales”.
La larga y laboriosa acción argentina en el seno de las Naciones Unidas fue coronada el 16 de diciembre de 1965 por la resolución 2065, aprobada sin oposición (14 abstenciones) por la reunión plenaria de la Asamblea general. Ella establece: “...Considerando que la resolución 1514 (XV) del 14 de diciembre I960 se inspiró en la declaración del deseo de poner fin al colonialismo en todas partes y bajo todas sus formas, una de ellas es el caso de las islas Malvinas (F#lkland Islands)”. “Teniendo en cuenta la existencia de un litigio entre Argentina y Gran Bretaña sobre la soberanía en estas islas”. “Se invita a los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña a proseguir sin retrasos las negociaciones indicadas por el Comité especial encargado de examinar la situación en relación a la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia de los países y pueblos colonizados a los fines de encontrar una solución pacífica al problema. Esto teniendo en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y de la resolución 1514 (XV), asi como los intereses de la población de las islas Malvinas (F#lkland Islands)”.
Continúa...