02 de Febrero de 2015
En Pipinas, el lado social de la política de soberanía satelital
En el Polo Espacial de Punta Indio, un pueblo renace mirando al cielo
Allí se prueba el lanzador Tronador II, un desarrollo nacional que a fines de 2015 pondría en órbita "nanosatélites" que funcionarán "en constelación". Y también se da trabajo a los habitantes de una ciudad que fue desmantelada en los '90.
Gustavo Sarmiento
Visitas guiadas - Turistas en tránsito hacia la Costa Atlántica hacen un alto en la Ruta 36, en Pipinas. El Polo Espacial fue inaugurado el 23 de diciembre pasado - Foto: mariano vega
La historia de lo que sucede hoy en Pipinas tiene dos vertientes: la de la política espacial de un país y la de un pueblo que quiere sanar una herida generada en los '90. Eso puede apreciar quien transite por la ruta provincial 36, antes de rumbear a los balnearios de la Costa Atlántica, y se detenga a conocer el Polo Espacial que se desarrolla en este pueblo del partido de Punta Indio.
La premisa es fácil de resumir, aunque los procesos duran años: la soberanía espacial, la capacidad de colocar en órbita satélites propios, algo que sólo diez países del mundo tienen, ninguno del hemisferio sur.
La piedra basal es el primer lanzador satelital Tronador II. Ya se hicieron dos pruebas, en febrero y en agosto de 2014, en Punta Indio. La segunda fue la exitosa, cuando el VEX1B concretó la trayectoria programada volando 27 segundos hasta alcanzar una altura de 2200 metros. Probaron el sistema de propulsión y los de navegación, guiado y control.
Se prevén de dos a tres pruebas más este año, con vistas a lanzar el Tronador II a fines de 2015 o principios de 2016, pensado para el proyecto de satélites SARE de arquitectura segmentada (ver recuadro).
Así lo refleja un video que se proyecta en el microcine del Polo Espacial Punta Indio. El Polo, de 2000 m², se inauguró el 23 de diciembre pasado. Incluye pantallas interactivas, folletos, merchandising y monitores con juegos de preguntas y respuestas.
Es fácil ubicarlo, gracias al modelo en escala del lanzador Tronador II, exhibido anteriormente en Tecnópolis, que ahora puede verse a la vera de la ruta, a la altura del kilómetro 140, y junto al que se fotografian los turistas. "Tenemos más de 400 visitantes por día. Estamos de 9 a 21, todos los días, hasta Semana Santa. Luego quizás estemos los fines de semana", cuenta el coordinador del equipo de guías, Alejandro Zangla, oriundo de Pipinas. La premisa fue que todos sean del partido de Punta Indio. Para afrontar el desafío recibieron charlas y capacitaciones del personal de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), la agencia dependiente del Ministerio de Planificación Federal, encargada del Plan Espacial argentino.
Dentro del Polo Espacial, una guía explica a un grupo de visitantes bonaerenses que "de los 64 mil kilogramos que pesa el cohete, quedarán en órbita sólo 250" y que el Plan Espacial "busca no depender de otros países para colocar un satélite". El público sonríe. Al final de la explicación, se oyen
. Un padre le pregunta a la guía si "esto es lo que manejan desde Benavídez, lo que lanzaron desde la Guyana Francesa".
Damián Battistini, del Centro Espacial de Córdoba, es uno de los encargados del buen funcionamiento de los sistemas de comunicación del Tronador II: "Durante los días previos al lanzamiento no se come, no se duerme, se transpira mucho. Pero es lindo. Para cualquier país del mundo es importante tener una plataforma espacial, se genera toda una industria alrededor, con el desarrollo de materiales, innovaciones que pueden servir para otras áreas, o para buscar la forma de fabricar acá un dispositivo que hoy se importa."
UN PUEBLO RECUPERADO. La ruta del desarrollo espacial en Pipinas llega hasta el centro de ensayos de los vehículos experimentales, en Capetinas, a 17 kilómetros. Ahí está la plataforma desde la que lanzaron los VEX1 A/B, adonde se llega atravesando un desierto de campos secos.
En ese sitio, frente al río, se construye una segunda plataforma más amplia, y un centro de ensayo de grandes motores.
Pipinas, rodeada por los ríos Salado y Samborombón, debe su nombre al apodo con que llamaban a dos sobrinas de Ernesto Tornquist, y durante años sólo tuvo la estación de tren y "la pulpería". Lo que dio vida al pueblo tiene un nombre concreto: Corcemar.
La Corporación Cementera Argentina desembarcó en 1938 con cien hombres. Tuvo nueve edificios, desde molinos hasta caldera y horno, que pueblan las once hectáreas del predio, y hasta un hotel, consultorios médicos, un club con pileta, un cine, una capilla. El pueblo llegó a superar los 3500 habitantes, pero hoy rondan los 954. ¿Qué pasó en el medio? Pasó Loma Negra.
En el año 1991, la empresa de Amalia Lacroze de Fortabat compró a su competidora. La fue vaciando hasta mayo de 2001 cuando, con apenas 28 trabajadores, anunció su cierre. En 2003, Pipinas tenía más de 60 casas abandonadas, muchas aún se ven vacías. Pasó a ser casi un pueblo fantasma.
En este contexto comenzó, hace dos años, el proyecto Tronador II, que incluyó la puesta en valor del club abandonado, utilizando un sector para el Centro de Control del Lanzador, donde se "aprieta el botón" de lanzamiento.
En diciembre se anunció la compra por parte del Estado nacional del predio de la ex Corcemar, que estaba en poder de un productor agrario, y sus ruinas, hoy moles de cemento vacías. Un testaferro post Loma Negra "se llevó todo", literalmente, desde fierros hasta herramientas. La compra del terreno es estratégica para la CONAE: los edificios podrán ser readecuados para destinarlos a tareas que actualmente se llevan a cabo en Córdoba y en la Facultad de Ingeniería de La Plata.
Podrán acopiar materiales, fabricar componentes, integrar los vehículos lanzadores, ensamblarlos y ensayar equipos, todo en un mismo lugar. También tienen pensado refuncionalizar las vías y estación de tren, linderas a la ex fábrica, para traer material por un ramal que cerró en los ochenta.
"Esto viene a recuperar la ilusión de un pueblo, volver a darle vida. Se cambia la nostalgia y el recuerdo de la fábrica cerrada con el futuro del Tronador II", resalta Hernán Izurieta, el intendente de Punta Indio.
Los caminos de cemento hasta la fábrica se mantienen intactos, también los estacionamientos. Del mítico terreno sobresale la enorme chimenea, de unos 32 metros, casi la misma altura que el Tronador II, cuya réplica también se vislumbra a pocas cuadras. Carlos Dittman, de 59 años, integrante de la cementera hasta sus últimos días en 2001, propone pintarla de blanco y agregarle la punta para transformarla en un cohete, el símbolo que busca adoptar la ciudad. El intendente sonríe y agrega: "Punta Indio está condenado a mirar para arriba." «
las misiones de observación
El Proyecto SARE que se prevé concretar a través del lanzador Tronador II, se suma a otras misiones satelitales de observación de la Tierra (aparte de los ARSAT, satélites de telecomunicaciones).
SAC-D/Aquarius: Se puso en órbita el 10 de junio de 2011, en cooperación con las agencias espaciales de EE UU, Italia, Francia, Canadá y Brasil. Mide la salinidad en la superficie de mares y océanos, y detecta focos de alta temperatura en superficie para mapas de riesgo de incendios, entre otras aplicaciones.
SAOCOM: Dos satélites con tecnología de Radar de Apertura Sintética en banda L. Operarán en conjunto con cuatro satélites Cosmo-Skymed de la Agencia Espacial Italiana, en banda X. Ambas constelaciones integrarán el Sistema SIASGE (Sistema Ítalo-Argentino de satélites). Objetivo: medir la humedad del suelo.
SABIAMAR: Primera misión espacial binacional de América Latina, entre Argentina y Brasil. Objetivo: observar el mar y las costas, para estudios oceánicos globales y estudios costeros regionales.
"un lanzador especial"
La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) lleva adelante todo el proceso espacial en Punta Indio. Su titular, Conrado Varotto, habló a Tiempo sobre el proyecto de arquitectura segmentada de los satélites SARE, en los que se basa el Tronador II. Para el físico, las misiones basadas en el modelo clásico del satélite que se pone en órbita para obtener datos del territorio nacional suelen ser muy complejas "y la consecuencia es que entre que uno lo concibe y lo pone en órbita, pasan muchos años".
"Supongamos que aparece un problema agrícola serio, por una peste: sería importante poner un instrumento arriba para medir parámetros que ayuden a resolverlo. Estamos hablando de menos de un año. Y a su vez, si a algún satélite complejo le falla algún instrumento importante, perdiste la misión. ¿Cómo acortar los tiempos en ambos casos? Ahí aparece el concepto de arquitectura segmentada." En lugar de un único satélite importante, que lleva varios años de realización, se busca hacer "segmentos de satélites" que cumplan entre todos las funciones de un satélite grande, "como si lo desglosara en varios componentes que de alguna forma hago volar en formación o en constelación, pero que en conjunto me dan las prestaciones que necesito; si falla alguno, puedo remplazarlo arriba, o colocar otro instrumento".
"Para eso se necesita un lanzador especial, el Tronador II, cuyo objetivo es la arquitectura segmentada, está específicamente pensado para eso."
enjambre de satélites
El vehículo VEX 1B, que alcanzó una velocidad máxima de 828 km/h en la exitosa prueba de agosto pasado, es el segundo de una serie de tres cohetes experimentales que se prevé lanzar como prototipos para perfeccionar el lanzador satelital Tronador II.
La próxima etapa será el VEX 5, cuya prueba con el cuerpo completo se concretaría en este primer semestre. Si todo sale bien se pasará a las pruebas finales de cara al Tronador II, que por razones de seguridad se harán desde Puerto Belgrano, en el sudoeste bonaerense.
La iniciativa tiene como objetivo colocar en órbita satélites de hasta 250 kilogramos, los cuales forman parte de la serie de arquitectura segmentada (SARE). Se trata de un nuevo concepto tecnológico: varios satélites pequeños, livianos y simples, que operan en red, cada uno con una función específica, con el objetivo general de dar respuesta rápida a la demanda de datos sobre la superficie terrestre y marítima, como temperatura, nivel de los hielos, precipitaciones, incendios forestales, cenizas de un volcán, cosechas o plagas.
A diferencia de satélites como el ARSAT, estos “nanosatélites” son lanzados de forma individual. Al funcionar como una constelación de satélites, el cohete debe tener suficiente precisión para llegar hasta la órbita específica y depositar a cada uno en el punto justo.
Presupuesto
3897 millones
de pesos en políticas de satélites de observación de la Tierra ya lleva invertidos el gobierno nacional, incluido el proyecto del lanzador Tronador II.
http://tiempo.infonews.com/nota/144...punta-indio-un-pueblo-renace-mirando-al-cielo