Pero, también hay que reconocer que pelear contra poco más de 3.000 cancheritos con carabinas que hacian "revolución" de fin de semana, no és lo mismo que enfrentarse a la mejor infanteria de la OTAN, con su poder de fuego, apoyo aéronaval y una buena panda de aliados pesados. Así y todo resistimos 2 meses, con menos hombres -y tropa que apenas si sabia disparar-, casi sin munición, cualquier otro suministro a cuentagotas, y un Estado Mayor que no asumió la realidad ni por un momento de que los ingleses nos devolvieran la trompada hasta que ya los teníamos encima. De no ser por la bravura de quienes tuvieron que soportar la guerra en sus propios hombros, la verdad és que el generalato no podría haber actuado peor. Ilustres carreras de conflictos internos para demostrar una increible ingenuidad en una guerra de verdad.
A más de treinta años, es de esperarse que los mandos hayan estudiado lo suyo. Ojalá una improvisación semejante no se nos vuelva a presentar NUNCA más en lo que nos quede de historia. En el 82, unos pocos se batieron hasta el final con lo que tenían y nada más, porque de arriba no pudieron haber cometido más errores ni queriendo.
En fin, el tiempo pasa, las generaciones se van renovando. Espero de verdad que hayamos aprendido la lección.
Saludos!!!