Amigos les adelanto el Prologo del libro "LOS NIDOS DEL CONDOR".
Prólogo
Agradezco el doble honor que me han conferido al pedirme que redacte el “Prólogo” de Los Nidos del Cóndor escrito por Andrés Gazzo Barreto.
Primero, porque soy compañero del autor, como integrante de la promoción 47 de la Escuela de Aviación Militar. En las tierras cordobesas del instituto de formación madre de los cuadros superiores de la FAA, entre 1978 a 1981, con Andrés compartimos cuatro años de la dura formación profesional con que la Institución moldea el cuerpo y las almas de sus futuros oficiales.
Y por otro lado, tengo el gran honor de haber combatido junto con Gazzo en el istmo de Darwin, como eslabones de la Red de Observadores del Aire (ROA) que se desplegó alrededor de la Base Aérea Militar (BAM) Cóndor, emplazada en Pradera del Ganso.
La batalla aérea por nuestras islas Malvinas marcó un hito, una bisagra en la historia de la Fuerza Aérea Argentina. Por primera vez las Alas Armadas de la Patria mostraban al mundo que, aún en la adolescencia en comparación con las fuerzas hermanas, tenían una personalidad con rasgos muy definidos que se sintetizaban en un inclaudicable espíritu de combate.
El mundo se asombró de ese espíritu combativo manifestado particularmente a través de sus cuadros más jóvenes, le recuerdo –amigo lector– que Andrés Gazzo Barreto, solo cuatro meses atrás, el 15 de diciembre de 1981, había egresado como alférez, el primer grado de la carrera de oficial en la Fuerza Aérea. Además, corresponde aclarar que esa voluntad de afrontar la oposición enemiga con las armas no es más que el cumplimiento cabal, a que se obliga cualquier hombre que se precie de soldado, del juramento que se ha realizado ante la enseña nacional, de vivir a conciencia el estilo de vida militar. Este detalle fue, casualmente, el único factor que nuestros adversarios no evaluaron al planificar el envío de la Task Force 317 hacia el Atlántico Sur.
El Estado Mayor de las fuerzas del Reino Unido se olvidó del hombre, del soldado, de los cuadros permanentes de la Fuerza Aérea formados en los institutos de formación de oficiales y suboficiales. Debían enfrentar a seres de “madera tallada con la cruz y la espada” dispuestos a probarse en combate, a dar testimonio de esa fuerza interior que habían amalgamado durante los años de entrenamiento del músculo y del espíritu.
Amigo lector, en este libro encontrará a ese ser humano transformado en soldado, al joven que despierta a su carrera profesional en la batalla aérea por nuestras islas Malvinas, el que conserva los valores inmanentes que marcan a fuego la vocación militar y las técnicas de combate aprendidas en el Cuerpo de Cadetes de la Escuela de Aviación Militar como formadora de líderes.
Me atrevo a describir a Los nidos del cóndor como un libro apasionante que lo transportará treinta y tres años atrás al istmo de Darwin. Un libro eminentemente sensorial, pues la pluma sencilla y veloz que caracteriza a los soldados, en la mano de Andrés Gazzo Barreto avivará sus sentidos –amigo lector–, pues leyendo sentirá la humedad de la turba malvinera, el frío del agua de los arroyos se mezclará con la nieve y hasta olerá la adrenalina generada en el combate.
La lectura lo atrapará a tal punto que será un observador adelantado más… Será oscuridad en la noche y naturaleza durante el día... Será un servidor más de los Puesto de Observación Aérea (POA) de la ROA de la BAM Cóndor. Sentirá dolor por las heridas del día del Bautismo de Fuego, las sufrirá como suyas. Tan atrapante es el texto que Ud. querrá leer un capítulo, otro y otro más para llegar al final cuanto antes. Vivirá con intensidad la tragedia de la guerra, pero también las pequeñas alegrías y la satisfacción de la tarea cumplida más allá del deber.
Porque debe saber que los observadores aéreos de la Fuerza Aérea cumplieron su misión en la “tierra de nadie”, en esa porción de tierra malvinera que estaba a más de 12 kilómetros de la Base Aérea Militar Cóndor, disputada con las fuerzas especiales británicas como el SAS y el SBS, que cumplían las mismas tareas. Era como un juego de “el gato y el ratón” en la inmensidad del istmo de Darwin. Es ahí donde Gazzo describe, narra, y hace vivir esa guerra distinta, clandestina, solitaria y silenciosa, vigilando al enemigo en el aire, en el mar y en la tierra.
A modo de síntesis, concluyo afirmando que el autor como protagonista ha logrado recrear la actuación de los soldados y oficiales que integraron la Red de Observadores del Aire de la Base Aérea Militar Cóndor, todos ellos, jóvenes argentinos que un día, para defender el honor nacional, de improviso marcharon a la guerra, pero lo hicieron con determinación y naturalidad, asidos sólo de la mano de Dios, Nuestro Señor.
A disfrutar la lectura y que la llama de la gesta de Malvinas no se apague jamás.
Brigadier VGM Eduardo Javier Daghero (*)
(*) Prefiero que me conozcan con el indicativo que me acompaña desde 1978 y que encontrarán en este libro: Biguá.