Otra más de La Nación
El último párrafo... acá no sabemos lo que pescan allá? A no? Que sarta de boludeces...
Primeras señales de optimismo en las islas
Con cautela, esperan medidas concretas
PUERTO ARGENTINO.- Los políticos malvinenses están esperanzados, pero cautos. "Es tiempo de esperar y ver", dice Mike Summers, presidente de la Legislatura local y uno de los más curtidos de esta pequeña isla a la hora de interpretar los vaivenes de la política argentina. Summers admite que no extrañará a los Kirchner y su línea dura, y reconoce que algunas declaraciones del Gobierno lo hicieron ilusionarse con una mejor relación. Pero espera que "los gestos se transformen en acción".
"Desde el anterior gobierno argentino hubo intentos de complicar nuestro desarrollo económico y eso no le cayó muy bien que a la gente acá", explica Poole. La dependencia en la venta de licencias pesqueras como principal ingreso deja muy expuesta a la economía isleña, y por eso se entusiasmaron con los proyectos de hidrocarburos, pero la caída en el precio del barril hace que por ahora estén parados. Las leyes dictadas por la Argentina para dificultar el funcionamiento de esas empresas en las Malvinas suman un factor de riesgo a la ya compleja ecuación económica, y su derogación es un gesto que se espera.
Pequeñas y amenazadas, estas islas protegidas por una base militar desproporcionada -nadie sabe cuántos soldados la ocupan, pero se calcula que unos 2000- son el hogar de unos 3000 habitantes con una larga historia de desconfianza hacia la Argentina. El vuelo que viene de Chile tiene una escala mensual en Río Gallegos y entonces es cuando los asuntos suelen tensarse. Esta semana que pasó fue la de las visitas argentinas y arrancó mal.
"¡Viva la patria!", gritó un argentino apenas el vuelo tocó tierra en el aeropuerto local, que es una base militar. "¡Viva!", respondieron sus acompañantes con entonación castrense. "¡Fuck off!", les contestó una señora, muy británica.
Un policía visitó a los periodistas de LA NACION la primera noche en el hotel para explicar, de manera amable pero contundente, que aquí no eran bienvenidas las banderas argentinas. Otro grupo decidió no hacer caso y hubo quejas entre los locales porque la habrían exhibido sobre un monumento inglés. También los acusaron de vociferar consignas patrióticas.
El gobierno local depende del ingreso del turismo y busca fomentarlo, por eso quieren que haya otro vuelo además del que todas las semanas llega de Chile. Pero Summers dice que ese vuelo no debería venir de la Argentina, sino de Chile o Brasil, pero no de la Argentina, insiste.
Otro punto en el que a los malvinenses les interesa cooperar con Macri es en información de pesca. "Sabemos lo que pescan en la Argentina y allí no saben lo que pescamos acá. Estamos dispuestos a compartir esos datos para que los científicos puedan usarlos", dijo Poole, que viajó por el mundo, pero no fue a la Argentina. Su madre, en cambio, estudió en Buenos Aires de joven, lo mismo que muchos malvinenses que hoy tienen 60 años. Hoy, Macri pretende retomar la senda de los buenos vecinos. Acá aún lo miran con desconfianza.
El último párrafo... acá no sabemos lo que pescan allá? A no? Que sarta de boludeces...