FOKKER F-27, EL VUELO HISTÓRICO
El avión Fokker F-27 con más de 48 años de servicio en la Fuerza Aérea Argentina realizó su última navegación recorriendo distintos puntos de la Patagonia en donde fue protagonista con Líneas Aéreas del Estado
Por 1er Ten Ailiñ Caisso
Faltaban 3 días para el inicio de la primavera y nos embarcamos en una aventura patagónica a bordo del último Fokker F-27 de la Fuerza Aérea. Eran las 9 de la mañana y apenas una leve brisa soplaba en El Palomar, en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires. Esperábamos al TC-79, el avión turbohélice que nos llevaría a recorrer gran parte de la Patagonia Argentina.
La travesía estaba a punto de comenzar. Nos encontrábamos a minutos de emprender un vuelo histórico que quedará plasmado en las páginas de gloria de nuestra Fuerza Aérea, al igual que las que escribió esta aeronave. El F-27 fue incorporado en el año 1968 y entre sus hitos se destacan los vuelos regulares al servicio de Líneas Aéreas del Estado, en los cuales conectó toda la Patagonia, siendo el único medio que podía llegar hasta los pueblos y ciudades más inhóspitos. En 1972 inauguró la pista de aluminio construida por la Fuerza Aérea en Malvinas; realizó vuelos de transporte a Puerto Argentino antes de 1982 y tuvo una importante participación durante el Conflicto del Atlántico Sur.
Ya en El Palomar, cuarenta minutos de espera valieron la pena para encontrarnos con ese gigante aterrizado sobre la plataforma, frente al hangar de Fokker 28. Lo rodeaban fotógrafos y camarógrafos; todos querían inmortalizar ese momento y llevarse el mejor retrato de la máquina y su tripulación. Treinta y cinco personas estaban a bordo: seis pilotos, once mecánicos y personal de Grupo Técnico II más cinco auxiliares de carga. Entre ellos, la teniente Vanesa Farías, única mujer que surcó los cielos de nuestra Patagonia en los comandos de la aeronave.
“Para mí es un orgullo ser piloto de este sistema de armas, como mujer obviamente también lo es, ha sido un gran desafío pero el mismo que ha tenido que superar toda la gente que trabaja y se dedica en este Escuadrón IV. La verdad que es una experiencia muy importante para mí, porque me permite crecer tanto en lo personal como en lo profesional” .
Después de las fotos, las presentaciones y de cargar el equipaje, embarcamos e iniciamos la gira. Nos esperaban más de 10 mil kilómetros y 19 ciudades por recorrer: Mar del Plata, Bahía Blanca, Trelew, Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn, San Antonio Oeste, Gobernador Gregores, Puerto Deseado, San Julián, Santa Cruz, Río Gallegos, Río Grande, Ushuaia, Río Turbio, El Calafate, Esquel, Bariloche, Viedma y Neuquén.
El Fokker F-27 es un avión sumamente versátil y multifacético que se utiliza para el traslado de pasajeros y de carga, evacuaciones aeromédicas o lanzamiento de paracaidistas. En cada una de esas actividades, la aeronave se configura de una manera distinta, en este caso viajamos en la configuración para paracaidistas, con los asientos enfrentados entre sí y de espaldas a las ventanillas.
Mar del Plata fue nuestro primer destino. El F-27 fue recibido con aguas cruzadas desde dos autobombas y con los acordes de la Banda de Música “Santa Bárbara” de la Base Aérea Militar de la ciudad homónima, a cargo del teniente Angelo Gorostidi. Allí, encargados y trabajadores de LADE de esa delegación aprovecharon la oportunidad para conocer la aeronave por dentro, su cabina y sacar fotos, cual pasajeros de esta última navegación patagónica.
Después de cargar combustible, nos despedimos de la ciudad del mar, el avión despegó y cada vez nos fuimos acercando más a las nubes. El paisaje comenzó a minimizarse de a poco hasta que las rutas parecían sólo líneas entrecruzadas y el océano se hizo cada vez más inmenso e imponente, tanto que el avión se convirtió en una minúscula nube más en el cielo.
Con dos paradas previas en Bahía Blanca y Trelew, finalmente la aeronave aterrizó en la IX Brigada Aérea en Comodoro Rivadavia, donde el comodoro Juan Piuma, jefe de Grupo Aéreo y expiloto del F-27, lo recibió y le dio la bienvenida a toda su tripulación.
Al día siguiente nos esperaba una ardua jornada de largas horas arriba del avión. Los destinos fueron varios, entre ellos: Puerto Madryn, San Antonio Oeste, Gobernador Gregores y Puerto Deseado. Lamentablemente, el avión no pudo aterrizar en ninguno de esos aeródromos, ya que no contaban con el equipo de puesta en marcha que requiere la aeronave para iniciar un trayecto desde tierra cuando se apagan los dos turbohélices.
En uno de esos vuelos se sumaron los futuros pilotos de la Fuerza Aérea, pertenecientes al Curso de Estandarización de Procedimientos para Aviadores de Transporte (CEPAT), que se fueron familiarizando con la actividad de vuelo e hicieron reconocimiento de la cabina y sus instrumentales.
La siguiente parada era aún más al sur. Después de hacer dos pasajes rasantes sobre San Julián y Santa Cruz nos esperaba la Base Aérea Militar Río Gallegos. El jefe de Unidad, comodoro mayor Walter Brunello, se mostró muy emocionado y agradecido de que la tripulación del TC-79 haya considerado su Unidad como una de las escalas en este raid histórico por la Patagonia. Cerca del mediodía aterrizamos en la plataforma, de ahí la aeronave y su tripulación fueron trasladadas hacia la zona de los búnkers, lugar característico de esa Unidad ya que desde allí salían los aviones con destino a Malvinas durante el Conflicto y fueron asiento de los míticos Mirage de nuestra Institución. El viento soplaba tan fuerte que hasta el F-27 parecía moverse de un lado al otro; fueron los minutos más largos de la travesía hasta que los fotógrafos lograron capturar la imagen que representara a todos: el personal formado, el avión y los búnkers.
Al día siguiente, recibimos la primavera en el “Fin del Mundo”. Embarcamos a las 9 de la mañana con destino a Río Grande, donde aterrizamos por unos minutos, mientras cargaban combustible a la aeronave y los pilotos llevaban el plan de vuelo al aeropuerto. Siguiente parada: Ushuaia, la ciudad más austral del mundo. Nos recibieron dos autobombas, vecinos, encargados y trabajadores de LADE, ansiosos por tomarle una foto a este gigante del sur y despedirlo en su navegación. Por la tarde nos esperaba un viaje más corto, sin aterrizajes. En dos pasajes, sobrevolamos las localidades de Río Turbio y El Calafate, antes de volver a Río Gallegos y, desde ahí, emprender la vuelta sobre el oeste de nuestro país.
El próximo destino fue Bariloche, con escalas previas en Comodoro Rivadavia, donde se realizó una nueva carga de combustible. La localidad de Esquel brindó una de las bienvenidas más emotivas. El intendente de la ciudad esperaba en plataforma, pero el encargado de recibir el avión fue Gregorio Kononczuk, maletero y señalero retirado de LADE con más de 33 años de servicio:
“Este avión fue importante porque traía carga, medicamentos y todo lo que hacía falta acá porque era el único medio. En aquellos años no había colectivo, demoraban mucho para traer las cosas y el avión llegaba lo antes posible. Siempre estuvo al pie del cañón, como se dice, es un fierro pero servía para un montón de cosas. Siempre fueron muy importantes estos aviones. Aterrizaba en la tierra, donde había 500, 700 metros podía hacerlo tranquilamente. Hacían el esfuerzo pero las cosas llegaban a destino donde tenían que llegar” .
Ya en Bariloche, sólo nos quedaban, dos ciudades por sobrevolar: Viedma y Neuquén antes de volver a su asiento en la capital entrerriana.
El mayor Gustavo Rossi, jefe del Escuadrón IV F-27 también conversó con Noticias en Vuelo acerca de este raid que estuvimos realizando y dijo:
“En este momento estamos iniciando la vuelta de una gira bastante importante que tiene el sistema de armas, sobre todo acá en esta región, donde ha cumplido una actuación muy destacada particularmente con LADE, con la que ha estado uniendo distintos puntos de nuestra Patagonia, para poder mantener conectados aquellos pequeños pueblos, con ciudades más importantes. Básicamente, la gira que estamos realizando es a modo de despedida del F-27, que ya lleva 48 años prestando servicios en nuestra Fuerza Aérea” .
La última escala de este vuelo fue la I Brigada Aérea en El Palomar donde el comandante de Adiestramiento y Alistamiento, brigadier mayor Oscar Charadia, nos esperaba en la plataforma de la terminal de pasajeros. La tripulación se formó frente al avión y todos escucharon sus palabras de reconocimiento y agradecimiento por todo el trabajo y el esfuerzo puesto de manifiesto en esta travesía histórica.
Finalmente, después de más de 10 mil kilómetros recorridos en nuestra Patagonia, llegó el merecido descanso para este gigante del sur, luego de sólo 40 minutos de vuelo más, hasta llegar a la II Brigada Aérea, asiento de estos emblemáticos Fokker F-27.
FOTOS: C1 Raúl Suárez, PC Sergio Otero II Brigada Aérea y PC Urra Omar, sucursal LADE, Esquel