Quiero contarles, en medio de todo este "tsunami" que acaba de mover los cimientos de la FAA, mi experiencia reciente a bordo del Hércules KC 130H TC 69 "Puerto Argentino".
Antes que nada, agradezco a toda la tripulación y personal destinado en el CoCoAntar, que me brindó el mejor trato, cordialidad, buena onda y, debo decir, hasta paciencia...
Debo decir que estuve, en los cuatro vuelos que realizamos, permanentemente acompañado de la "carga de Gloria" de la aeronave y sus tripulantes VGMs, y de todo lo inculcado por nuestro querido "co forista", Brigadier (VGM) Eduardo "Biguá" Dhagero. En todo momento encontraba algo que él ya había descripto, o entendía por qué habla con tanto afecto de tan noble Sistema de Armas.
También recordaba el nefasto artículo escrito (o vomitado, más bien) por un pseudo periodista que lo describió como "un galpón con alas y sin baño..." No tenés idea, pibe, en serio...
Para quien no ha tenido la oportunidad de conocerlo por dentro, todo es pulcro, prolijo, exacto y eficiente. cada encastre, bisagra, pivot, perfil metálico o tira de material sintético cumple una función específica y perfectamente diseñada, nada está sin una razón y/o función, y no pude evitar la sonrisa cuando ví la soga, perfectamente enrollada, debajo de la escotilla superior de la cabina... Otra vez, Biguá presente!!
Una vez sentado, la comodidad no falta, ni sobra... Como debe ser en una aeronave militar versátil y con múltiples configuraciones. El cinturón de seguridad es el clásico de aeronaves tipo OTAN, el asiento para dos personas, de lona sintética roja, el respaldo una malla cuadrada de cintas rojas (mismo material del asiento) que habrán visto miles de veces en las películas, y perfiles de aluminio detrás. En esta ocasión, eran 65 pasajeros y carga, y se dispuso de una hilera central "espalda con espalda", y otra a cada lado del fuselaje, de espalda a las ventanillas.
Los motores ya están en marcha, por lo cual, la comunicación es en voz muy alta, la protección auditiva, muy necesaria, y aun así, el monótono pitido de los Allison se hace notar. Se cierra la rampa y la puerta lateral, se da potencia, el fuselaje se estremece y empezamos a rodar hasta cabecera. Se aceleran los motores al máximo, frenos aplicados, el sonido super la capacidad de protección de las sordinas protectoras, pero es algo hermoso de escuchar... La estructura se sacude con la fuerza increíble de esas cuatro bestias colgadas de las alas, se liberan los frenos, y "agarrate, Catalina..." Se inicia la carrera de despegue cuya fuerza se hace notar en el cuerpo de los 65 presentes en la bodega. Hasta que las ruedas se despegan de la pista, el efecto suelo cesa, las vibraciones se minimizan, y se nota que estamos en el aire.
"_La tripulación lo invita a acompañarlos en la cabina..._" será una de las frases que atesoraré como las más hermosas que me han dicho en la vida. Y allí voy, a encontrarme con las dos tripulaciones que hacen este vuelo, y a sentarme a la derecha, en el "tachito cilíndrico con el almohadoncito redondo", que una vez más, Biguá había descripto... Lamentablemente, la presencia de dos tripulaciones no me permite acceder al equipo de comunicaciones "de cortesía", pero no hace falta. Estiro la oreja, leo labios, y recuerdo lo aprendido también. Saltamos al mar, no puedo diferenciar en que punto de la inmensidad el mar pasa a ser cielo, y viceversa. "Así habrá sido durante el conflicto", pienso, y el pasado y sus protagonistas me envuelven como un manto muy pesado, haciéndome notar mi insignificancia frente a tanta Gloria... Me saca de ese pensamiento un barco pesquero de altura vuelve a puerto, como un juguete "micro machine" que corre en un piso azul verdoso...
Saco un par de fotos con el celular, y me llaman la atención por el escudo de la V Brigada Aérea pegado en la funda... Recibo una calco del Hércules C 130 para reemplazarlo, cosa que haré... En el futuro.
Más quiero detener el tiempo en este lugar, y ¡Maldita sea! Más rápido pasa, como la Península de Valdez, que veo pasar a la izquierda, en la pantalla de radar derecha. ¡Y ya se acerca Buenos Aires! ¿Tan rápido? Que lástima...
Ajuste de rumbo, situación atmosférica, un frente de tormenta sobre el Sur de la Provincia de Buenos Aires, pero con un "pasillo en el medio, por el cual trazamos pasamos luego de elevarnos a 24 mil pies. Debemos haber pasado en algún momento en proximidades de la vertical de Olavarría, mi ciudad, pero queda a mi izquierda, del otro lado, y hay una cortina de lluvia en el medio, así que no la veo. Además, ya está la Bahía de Sanborombón en la pantalla (¡¡¿¿YA??!!) y se empieza a preparar el aterrizaje.
El altímetro desciende, los puntos de referencia en la pantalla empiezan a trazar segmentos con ángulos más cerrados, en una curva que termina en "El Palomar". Suena una señal sonora, estimo que activada por un punto de control previo al aterrizaje, tal vez por la reducción de velocidad. Un ruido grave, una vibración el el suelo y un golpe amortiguado me indica que el tren de nariz está desplegado. Si, la velocidad baja notablemente, entonces es el tren de aterrizaje.
Otra alarma sonora, otra curva aun más cerrada. Ahora sí veo la pista, no era esa que pasó a mi derecha, que no se cual corno era... El suelo se nos aproxima, noto que la aproximación tiene un poco de desplazamiento lateral. Recuerdo que a unos kilómetros había una columna de humo de algo que se quemaba, y el viento la llevaba de derecha a izquierda, por lo tanto, está compensando el viento...
No queda mucho tiempo, tanto para permanecer en el aire, como para seguir disfrutando de esto. La pista nos viene a encontrar, el contacto se alarga un poco, o pareciera no llegar nunca, hasta que las ruedas tocan con bastantes ganas el asfalto... Me siento como corriendo un cuarto de milla en un omnibus, que derrapa levemente de un lado a otro, hasta que los reversores de las hélices desaceleran el avión y nuestros cuerpos a la vez. Y ahora somos un medio terrestre que se mueve pesadamente, guiado por un pequeño volante situado en la parte izquierda de la cabina (Biguá, again...)
Termina una de las experiencias más increíbles de mi vida. Una que jamás creí vivir en mi existencia. El medio, el lugar, la gente... Me va a llevar bastante terminar de procesarlo, y este muy extenso texto me ha ayudado bastante.
Pido disculpas por mi inexistente capacidad de resumen.