Cañoneo en el Beagle en 1984

Finback Ale

Miembro del Staff
Moderador
Alguno tiene más detalles sobre ésto?

On 19 October 1984, as the Chilean and Argentine delegations signed the first agreement to the Treaty of Peace and Friendship of 1984 between Chile and Argentina, the Argentine artillery units fired eight rounds on the Chilean lighthouse "Gusanos" near Puerto Williams on the south shore of the Beagle Channel

En otro lugar dice que los disparos fueron desde Puerto Almanza, Tierra del Fuego.

Me llama la atención porque ya era dentro de la Democracia (aunque bueno, las FFAA todavía hacían cosas sin autorización) y yo ya había nacido.
 
Más emotivas fueron las pintadas que hizo la Alakush en la Picton antes de ser blanco de artillería en prácticas, justo ese mismo añito 1984. Quizás fue reglando tiro naval, el largo se fue largo.
 

Finback Ale

Miembro del Staff
Moderador
Más emotivas fueron las pintadas que hizo la Alakush en la Picton antes de ser blanco de artillería en prácticas, justo ese mismo añito 1984. Quizás fue reglando tiro naval, el largo se fue largo.
Pero no está en los anales de la historia ese hecho
 

MWAA

Colaborador Veterano Guerra de Malvinas
Colaborador
Loq ue habia en esa zona, ¿"Monte Gallinero"?, eran dos o tres piezas de 105/41, Bofors, que alguna vez estuvieron montadas en las viejas fragatas, hay un articulo en una vieja "Defensa y Seguridad"
 
Todo es off the record, me lo contó un pajarito. La Alakush realizó pintadas en rocas grandes de la Picton justo en pleno quilombo, desembarcó a un par de hombres que pintaron Argentina. Y ese año 1984 fue hundida en prácticas de tiro naval a manos de las lanchas rápidas cerca de Ushuaia.
 

infanteargentino

Colaborador
Colaborador
Este caso viene justo ahora que hay diferencias con el país hermano?

No conocía ese caso.
Pero si hay mucho de penetraciones de ambos bandos en espacios aéreos ajenos durante los 80, incluso los 90. Algunos escapando de la interceptación que estaba en camino.
Visualización positiva de patrullas a pie en tierra ajena.
Captura de espías de ambas partes, incluso dentro de las mismas bases y guarniciones.
Espías escapando a inicios del 2000 que fueron atrapados en los pasos y su material velado, siendo liberados inmediatamente.

Fue una guerra fría que duró un cuarto de siglo...
 

Finback Ale

Miembro del Staff
Moderador
Este caso viene justo ahora que hay diferencias con el país hermano?

No conocía ese caso.
Pero si hay mucho de penetraciones de ambos bandos en espacios aéreos ajenos durante los 80, incluso los 90. Algunos escapando de la interceptación que estaba en camino.
Visualización positiva de patrullas a pie en tierra ajena.
Captura de espías de ambas partes, incluso dentro de las mismas bases y guarniciones.
Espías escapando a inicios del 2000 que fueron atrapados en los pasos y su material velado, siendo liberados inmediatamente.

Fue una guerra fría que duró un cuarto de siglo...
No, viene de que el viernes estaba leyendo incidentes menores en esa área y hay varios que la gente ni conoce, también del ARA Gurruchaga en Febrero de 1982 con una torpedera chilena obviamente.
Sólo preguntaba por esa zona puntual, no por todo la frontera.
 
Loq ue habia en esa zona, ¿"Monte Gallinero"?, eran dos o tres piezas de 105/41, Bofors, que alguna vez estuvieron montadas en las viejas fragatas, hay un articulo en una vieja "Defensa y Seguridad"

Lo mejor de lo mejor que hay publicado:

http://www.histarmar.com.ar/InfHistorica-7/ConflictosRiberenios-6-Beagle.htm

http://www.histarmar.com.ar/InfHistorica-5/preludios.htm

http://www.histarmar.com.ar/Armada Argentina/HechosHistoricos/TRCB-Conflicto78.htm

PD: en el primero hay fotos del estado actual de los que "habrian metido cuete"
 

Finback Ale

Miembro del Staff
Moderador
Interesante, esto viene de una fuente UK ?
Todo puede ser pero ellos esgrimen siempre el viejo principio divide que reinaras .....
Por la fecha nuestras relaciones con Chile no eran, las mejores, UK, estaba aun mandando presentes a nuestros vecinos, por su "colaboración durante el conflicto" realmente no se donde fue a parar dado que me mude en un par de oportunidades, pero tenia los recortes de los diarios de la época donde detallaban, estos presentes que su Graciosa Majestad Británica , les hacia llegar, e incluso FALES de FM, tomados luego de la rendición.-
 
Lo que había en esa zona, ¿"Monte Gallinero"?, eran dos o tres piezas de 105/41, Bofors, que alguna vez estuvieron montadas en las viejas fragatas, hay un articulo en una vieja "Defensa y Seguridad"
Monte Gallinero es una elevacion que esta en la ciudad de Ushuaia, tambien tiene un par de piezas Bofors abandonadas, pero supongo que los disparos deben haber salido desde Pto. Almanza que esta enfrente a Pto. Williams
 

Derruido

Colaborador
Es ilegal hacer con la pared del vecino
Se llama medianera.

Besos
 
Gracias, igual es de pasada
Supongo que nunca va a haber detalles

Existieron cabios de obsequios en 1963-1965 y desde ya en 1978 confirmado y documentado, pero de esa si que no recuerdo .... me estoy poniendo mas viejo de lo que soy .... pero el alemán no me ataco ni tampoco la arterioesclerosis.-



  • Las relaciones con América Latina
Las relaciones con Chile

En las relaciones argentino-chilenas se actualizaron dos importantes diferendos limítrofes: el de la zona de Río Encuentro o Palena, una herencia del gobierno de Frondizi; y el diferendo en el canal de Beagle, un legado de carácter más antiguo. Un tercer factor de perturbación fueron las versiones acerca de un supuesto pacto militar a nivel de las cúpulas castrenses de la Argentina y Brasil, que alimentaba viejos fantasmas de hipótesis de conflicto en las mentes de los militares y otros sectores nacionalistas chilenos.
Tanto el presidente Illia como su canciller Zavala Ortiz no estaban conformes con los “Pactos del Sesenta” firmados el 12 de junio de 1960 como corolario del acuerdo suscripto en marzo de ese mismo año por los entonces presidentes Arturo Frondizi y Jorge Alessandri. Estos acuerdos establecían el arbitraje de la Corona Británica en la región de Río Encuentro; la división del canal de Beagle por la línea media; el otorgamiento de la isla Lennox e islotes adyacentes a Chile; el sometimiento de la soberanía de las islas Nueva y Picton y otros islotes a la Corte Internacional de Justicia de La Haya; un Acta Adicional al Protocolo del 16 de abril de 1941 sobre revisión, reposición y densificación de hitos; y un Convenio de Navegación en los Canales Fueguinos. El presidente chileno, Eduardo Frei, al notar el poco entusiasmo del gobierno de Illia con los pactos firmados durante la gestión de Frondizi, decidió retirarlos del Senado trasandino donde esperaban su ratificación. Por su parte, Illia y Zavala Ortiz prefirieron la vía bilateral para la solución del diferendo y no el camino arbitral. (1)
Pero el camino de la solución política a través de ambos gobiernos no estuvo exento de obstáculos. El gobierno de Illia debió ocuparse de las consecuencias de un incidente ocurrido durante el gobierno anterior, en septiembre de 1963, cuando el personal de la gendarmería argentina decidió colocar un alambrado en Valle Hondo, al este del cerro de la Virgen, en la zona llamada por los argentinos de Río Encuentro y por los chilenos del Palena. Este alambrado fue colocado con el supuesto objetivo de evitar el contrabando de ganado hacia territorio chileno, según las denuncias efectuadas por hombres de campo argentinos. Como era de esperarse, el hecho motivó del lado chileno protestas diplomáticas, acusaciones de expansionismo hacia el ejército argentino, y obstáculos económicos para el ingreso de productos argentinos en Chile, que fueron desplazados por brasileños. (2)
A pocos días de instalado Illia en el cargo presidencial, el 30 de octubre de 1963, el nuevo gobierno respondió a la denuncia efectuada el 26 de septiembre por las autoridades de Santiago respecto de la colocación del alambrado en las inmediaciones del paralelo del cerro de la Virgen. Según la denuncia trasandina, este paraje estaba en territorio perteneciente a Chile. A su vez, la nota de respuesta argentina del 30 de octubre señalaba que el alambrado estaba “en zona argentina incuestionable, por estar comprendida dentro de la demarcación hecha en 1955 por la Comisión Mixta”. Asimismo, la nota argentina denunciaba el corte del alambrado efectuado en forma unilateral por fuerzas chilenas el 8 de octubre, las incursiones de personas arreando ganado con custodia de carabineros chilenos “dentro de territorio incuestionablemente argentino” y la instalación de carabineros trasandinos en la zona litigiosa comprendida entre el cerro de la Virgen y el lugar de la confluencia de los ríos Encuentro y Engaño. La nota concluía con la promesa del gobierno de Illia de retirar el alambrado pero “sin renunciamiento a los derechos soberanos de la Argentina” y subrayaba la voluntad de la gestión radical de “resolver todos los problemas del pasado”. (3) Cumpliendo con la promesa efectuada, a principios de noviembre Illia ordenó el levantamiento del alambrado, como un gesto de buena voluntad hacia el gobierno chileno. (4)
Tras la reunión de la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana (CECLA) en Alta Gracia, entre marzo y abril de 1964, donde los cancilleres de la Argentina y Chile ratificaron su deseo de solucionar por vía pacífica el litigio limítrofe, tuvo lugar un nuevo incidente en la zona de Palena o Río Encuentro. En esta oportunidad, el conflicto fue provocado por la acumulación de materiales por parte de la gendarmería argentina para aprovechar una caída de agua y proveer de luz eléctrica a la región del Valle Hondo, la misma donde se colocara el polémico alambrado que Illia ordenó retirar. Al obligar a dos periodistas chilenos a retirarse de la zona, la gendarmería argentina hizo estallar un conflicto diplomático, expresado en una serie de notas de protesta chilenas y réplicas argentinas. (5)
Por cierto, estos incidentes poco contribuyeron a allanar el camino para una solución bilateral directa, que era la opción que privilegiaba la Cancillería argentina. Finalmente, y a pesar de los esfuerzos diplomáticos argentinos por llegar a un acuerdo directo, la Cancillería trasandina decidió el 24 de agosto de 1964 elevar en forma unilateral el caso al arbitraje de la reina Isabel II de Inglaterra. (6) El gobierno argentino terminó aceptando la mediación británica, como un gesto de buena voluntad hacia las autoridades chilenas. Así, en una nota del 13 de septiembre de 1964 el gobierno de Illia sostuvo que

Argentina no se opondrá, en este caso, a lo que (el árbitro) haga dentro de las atribuciones regladas por el Tratado General de Arbitraje de 1902. En tal sentido debo recordarle que mi gobierno considera que hubo arreglo entre las partes, de acuerdo al Acta Nº 55, del 1º de noviembre de 1955, de la Comisión Mixta Argentino-Chilena, en lo referente a la línea de frontera comprendida, en un sector, entre el hito 16 y la confluencia de los ríos Falso Engaño y Encuentro y, en otro sector, entre el Cerro de la Virgen y el hito 17 en la margen norte del Lago General Paz. En consecuencia, en lo referente a esos sectores habrá que estar a lo que dispone el artículo 2º del Tratado de 1902, cuando dice: “No pueden renovarse en virtud de este Tratado las cuestiones que hayan sido objeto de arreglos definitivos entre las partes.(...) (7)

Como era de esperarse, la aceptación de la mediación británica por parte de las autoridades argentinas, como un gesto de acercamiento a Santiago, cayó mal en los bloques de los partidos de la oposición en el Congreso, que interpretaron este paso como una señal de concesión o debilidad del gobierno de Illia. Así, los diputados socialistas Emilio Carreira y Ramón A. Muñiz presentaron junto con otros un proyecto de resolución expresando su oposición a la actuación de la reina británica como mediador en el conflicto limítrofe argentino-chileno en los siguientes términos:

(...) Es difícil si no imposible explicarse la dualidad de conducta de nuestro gobierno. Por un lado reclama respecto de la medida usurpadora contra el gobierno inglés, al cual ha puesto pleito y por el otro lo acepta o propone como árbitro para que decida en juicios arbitrales sobre los intereses que se vinculan a nuestro suelo, pretendido por otro país.
No podemos disimular la conducta del gobierno británico al tomar en sus manos aquellos pleitos sabiendo que, a su vez, está demandado por una de las partes. Nos parece que enfrentamos un caso de posible prevaricato internacional que estamos en el deber de denunciar e impedir. (8)

Ante los inconvenientes, el 6 de noviembre los cancilleres Miguel Angel Zavala Ortiz y Gabriel Valdés firmaron una declaración conjunta argentino-chilena, en la que ambos gobiernos se comprometían a iniciar conversaciones con el fin de someter el litigio limítrofe a la Corte Internacional de Justicia. (9) No obstante la aceptación argentina de la vía multilateral, según el testimonio de Zavala Ortiz, hasta el momento del golpe que derrocara al gobierno radical, una misión diplomática argentina buscó en Chile la solución bilateral directa, a través de un contacto entre las marinas de ambos países. (10)
Un nuevo momento de tensión en las relaciones entre ambos países se produjo cuando el gobierno de Illia estableció por decreto el 22 de febrero de 1964 como el Día de la Antártida -en conmemoración de la instalación en esa fecha de 1904 del primer observatorio magnético y metereológico en las Orcadas del Sur, y proclamó los “irrenunciables derechos de soberanía sobre la Antártida Argentina”. A la vez, el canciller Zavala Ortiz anunciaba el mismo día desde la Antártida que la Argentina “nunca renunciará a lo que es propio”. (11) Finalmente, la emisión de una serie de sellos postales argentinos sobre la Antártida provocaron la reacción del subsecretario interino de Relaciones Exteriores chileno, Enrique Bernstein, quien sostuvo que estas actitudes del gobierno argentino violaban lo establecido en el Tratado Antártico de 1959. Bernstein subrayó que según el mencionado tratado, “ningún acto o actividad que se lleve a cabo (...) constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida ni se ampliarán las reclamaciones anteriores”. (12)
No obstante estos roces diplomáticos, ambos países lograron un acercamiento durante la reunión de la CECLA en la localidad cordobesa de Alta Gracia, entre fines de febrero y principios de marzo de 1964, oportunidad en que los cancilleres argentino y chileno, Zavala Ortiz y Julio Philippi, emitieron el 6 de marzo una Declaración Conjunta en la que ambas partes remarcaron su decisión de “encontrar solución, por la vía judicial o arbitral” a los problemas pendientes de carácter territorial; se comprometieron a acelerar las tareas de colocación de hitos para “señalar con más claridad y precisión la línea de frontera”; se obligaron mutuamente a “impulsar las medidas necesarias con el fin de facilitar e intensificar un creciente intercambio comercial entre los dos países y de promover el progreso social y económico de ambos pueblos”; a “unir sus esfuerzos para obtener un fortalecimiento del sistema interamericano”, y a mantener “un sistema de consulta y mutua información de carácter permanente sobre todos los asuntos de interés común, con el objeto de coordinar su acción en los organismos internacionales, tanto de carácter regional como mundial”. (13)
Asimismo, a fines de febrero de 1965 el canciller Zavala Ortiz protagonizó con su colega chileno Gabriel Valdés un acto de confraternidad al pie del Cristo Redentor en la provincia de Mendoza, reafirmando mutuamente los deseos de paz y ratificando el camino de acercamiento iniciado unos meses antes en la reunión del CECLA. Vale acotar que el acto contó con una importante presencia de las autoridades eclesiásticas de ambos países, que tenían un fuerte interés en cerrar la antigua disputa limítrofe. Así, el encuentro binacional en el Cristo Redentor tuvo por protagonistas, entre otras figuras, a los cardenales primados de la Argentina y Chile, Antonio Caggiano y Raúl Silva Henríquez. (14)
Como fruto de estos intentos de acercamiento, el 28 de octubre de 1965 se realizó un encuentro entre los presidentes Illia y Eduardo Frei en Mendoza, que también finalizó con una Declaración conjunta efectuada dos días después, donde ambos reiteraban su compromiso con la integración latinoamericana. (15)
Según testimonio del canciller Zavala Ortiz, Frei creía en la posibilidad de unir a las dos naciones, al punto que pensó en Córdoba como capital hipotética de dicho Estado binacional. Pero Frei advirtió a su colega Illia de la oposición de la marina chilena a cualquier concesión territorial y de la necesidad de consultarles antes de dirigirse al Congreso. A pesar del clima de cordialidad que -siempre según Zavala Ortiz- caracterizó a la cumbre presidencial de Mendoza, vale aclarar que ésta se desarrolló en un contexto de creciente presión no sólo de los militares, sino también de los medios de prensa y los grupos nacionalistas de ambos países. En el caso de los militares argentinos, el director de Gendarmería Nacional, general Julio Alsogaray, ordenó cubrir con tropas la frontera con Chile ante la supuesta presencia de carabineros chilenos en la estancia La Florida, ubicada en terreno alegado como argentino. En el caso de los medios de prensa de ambos países, éstos efectuaron una fuerte campaña provocada por las agresiones entre carabineros y gendarmes y por la alusión de la Cancillería trasandina a supuestos derechos sobre la zona de Laguna del Desierto. En cuanto a los grupos nacionalistas, varios autores citan manifestaciones antiargentinas en las calles de Santiago, tales como la quema de la bandera argentina, el apedreo de la embajada y del edificio de Aerolíneas Argentinas, entre otros incidentes. A pesar del tenso clima existente de uno y otro lado de la cordillera, en el citado encuentro de Mendoza, los presidentes convinieron el retiro de los carabineros. (16)
No obstante lo convenido en la cumbre de Mendoza, la patrulla de carabineros chilenos mantuvo su presencia en la zona de Laguna del Desierto, lo cual inició una nueva etapa de quejas diplomáticas que incluyó un tiroteo entre gendarmes argentinos y carabineros el 6 de noviembre de 1965 y un vuelo rasante de un avión chileno sobre el crucero La Argentina, que navegaba cerca de Puerto Williams, el día 3 de diciembre del mismo año. Como era de esperarse, estos incidentes generaron comentarios de prensa de uno y otro lado de la cordillera, con mutuas acusaciones de expansionismo imperialista incluidas. (17) Del lado argentino, las manifestaciones “antiargentinas” en las calles y medios de Santiago recibieron el repudio de diversas agrupaciones, entre ellas del comité nacional de la Federación de Partidos de Centro (FPC), el Movimiento Juvenil de Agitación y Lucha de la UCRP, la juventud de la UCRI y la rama femenina de la Avanzada Patriótica Argentina. (18)
A pesar de que los incidentes de Laguna del Desierto evidenciaron un contraste entre la actitud conciliatoria del presidente Illia y del canciller Zavala Ortiz y la actitud dura de los militares argentinos, el 5 de diciembre se anunció un sorpresivo acuerdo entre los gobiernos argentino y chileno, decidiendo que la Comisión Mixta de Límites iniciara su XXIV período de sesiones en Balmaceda, localidad ubicada a 300 kilómetros al norte de Laguna del Desierto, con la presencia de los ministros de Defensa de ambos países. Por este acuerdo, carabineros chilenos y gendarmes argentinos prestarían colaboración a los demarcadores. Para lograr este paso, el gobierno de Chile dejó sin efecto su precondición de que los gendarmes se retiraran del territorio de laguna del Desierto. Según Castello, dos posibles razones pueden explicar este paso atrás de las autoridades chilenas: 1) que las mismas hayan recibido algo en compensación por parte del gobierno argentino, posibilidad que éste negó en forma terminante; y 2) que el gobierno chileno adoptara este paso tras una conversación telefónica entre los presidentes Illia y Frei en la que el primero le manifestó que la estabilidad de su gobierno “depende de que podamos llegar cuanto antes a un satisfactorio arreglo” con las autoridades de Santiago. (19)
Respecto del segundo frente de conflicto con Chile -la zona del canal de Beagle-, la gestión de Zavala Ortiz no logró ningún avance concreto. Los “Pactos del Sesenta” acordados con Chile durante la gestión de Frondizi, que sometían a la Corte Internacional de La Haya la cuestión de la soberanía de las islas Nueva y Picton, habían sido anulados por la gestión radical como base de negociación. Para colmo, las autoridades chilenas comenzaron a reclamar el tema de la “costa seca”, teoría según la cual la Argentina no tenía derecho alguno sobre las aguas del Canal, lo cual era equivalente a decir que el límite pasaba por la costa sur de Tierra del Fuego, perteneciente a la Argentina. Como era de esperarse, la tesis chilena chocó con la firme oposición de la marina argentina, cuyos oficiales reclamaban llegar a Ushuaia por aguas propias, insistiendo en una línea divisoria del canal de Beagle. (20)
Junto con los diferendos por las zonas de Río Encuentro y del canal de Beagle, debemos mencionar como otro elemento perturbador de las relaciones bilaterales las declaraciones que el comandante en jefe del ejército argentino, general Juan Carlos Onganía, efectuara respecto de un “pacto” entre la Argentina y Brasil para luchar en forma coordinada contra el comunismo en la región. Estas declaraciones cayeron muy mal en el partido oficialista chileno, la Democracia Cristiana, el cual declaró a Onganía persona no grata. (21)

  • NOTAS
  1. Sobre los acuerdos del “Sesenta” ver los trabajos de Miguel Angel Scenna, Argentina-Chile. Una frontera caliente, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1981, pp. 175-177; J.A. Lanús, op. cit., vol. II, pp. 224 y 226, y A.E. Castello, op. cit., pp. 159-160.

  2. Ver al respecto “Chile-Argentina. Límites: Disputa en una zona donde ríos y cerros cambian sus nombres”, Primera Plana, Nº 50, 22 de octubre de 1963, pp. 13-14; “Panorama internacional. Surge un tercer nombre en el pleito fronterizo con Chile: Valle Hondo”, Primera Plana, Nº 51, 29 de octubre de 1963, p. 10 y “Informe especial: Chile: Falta de trabajo, demagogia y el fantasma de la soberanía patagónica”, Primera Plana, Nº 56, 3 de diciembre de 1963, pp. 18-20. Sobre las consecuencias diplomáticas y económicas del incidente de Palena o de Río Encuentro ver los trabajos de M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., p. 177; M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 267, y A.E. Castello, op. cit., p. 104.

  3. Ver texto de la nota argentina en Clarín, 31 de octubre de 1963, pp. 10-11; La Nación, 31 de octubre de 1963, pp. 1 y 16; y en el trabajo de José Noguerol Armengol, “Argentina-Chile (1963/66)”, Estrategia, Nº 3, Buenos Aires, septiembre-octubre 1969, pp. 125-126.

  4. “Argentina-Chile. Ordenó Illia el inmediato levantamiento del alambrado”, Clarín, 2 de noviembre de 1963, p. 5. Ver también los editoriales “Respuesta a Chile”, La Nación, 2 de noviembre de 1963, p. 4, y “Solución de la incidencia fronteriza con Chile”, La Prensa, 2 de noviembre de 1963, p. 6, que rescataron el retiro del alambrado y la búsqueda de negociaciones bilaterales directas como gestos de buena voluntad del gobierno de Illia hacia las autoridades de Santiago.

  5. Ver al respecto los siguientes editoriales “Con Chile se ha producido otro conflicto”, La Nación, 22 de julio de 1964, p. 3, donde se cita la nota de protesta de la Cancillería chilena de julio de 1964 por el retiro por la fuerza de dos periodistas en la zona de río Encuentro por parte de efectivos de la gendarmería argentina; “Contestóse a Chile por el incidente limítrofe”, La Nación, 28 de julio de 1964 y La Nación, 5 de agosto de 1964, p. 16, donde se cita la respuesta argentina del 27 de julio al reclamo diplomático chileno; “El problema territorial entre Argentina y Chile”, La Nación, 5 de agosto de 1964, pp. 1 y 16, donde se cita la nota de respuesta de Chile del 3 de agosto a la nota argentina del 27 de julio, en la que se propone que los cancilleres argentino y chileno se trasladen al lugar de los hechos para adoptar de común acuerdo medidas que eviten la repetición de incidentes en la zona de Río Encuentro. Pero, ante el rechazo argentino de un régimen de statu quo en la zona de Río Encuentro propuesto por las autoridades de Santiago, éstas volvieron a endurecer su posición y el 18 de agosto de 1964 retiraron su propuesta del 3 del mismo mes de efectuar una reunión de cancilleres en la zona de conflicto. “Chile no desea una reunión de los cancilleres”, La Nación, 19 de agosto de 1964, p. 1. Ver asimismo detalles de estos incidentes en los trabajos de M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op .cit., p. 178, y de M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 267.

  6. M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., pp. 178-179, y M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 267.

  7. Texto de la respuesta argentina a la nota chilena solicitando el arbitraje británico, citado en La Nación, 14 de septiembre de 1964, pp. 1 y 5.

  8. Proyecto de resolución de los diputados Carrera, Muñiz y otros, rechazando el arbitraje británico en el diferendo limítrofe argentino-chileno, Cámara de Diputados de la Nación, Reunión 71º, Septiembre 24 de 1964, cit. en Congreso Nacional, Diario de sesiones de la Cámara de Diputados año 1964, Tomo VI: Sesiones ordinarias (del 16 al 30 de septiembre de 1964), Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación, 1965, p. 4036.

  9. Texto de la declaración conjunta de los ministros de relaciones exteriores de la Argentina y Chile del 6 de noviembre de 1964, citado en Estrategia, Nº 3, Buenos Aires, septiembre-octubre 1969, sección Documentos, pp. 162-164. Dicha declaración conjunta de los cancilleres argentino y chileno menciona además de la mutua voluntad de someter la controversia a la Corte Internacional de Justicia, otros temas de agenda, como la integración económica tanto a nivel bilateral como multilateral, a través de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC). Ver los trabajos de Noguerol Armengol, op. cit., p. 126; J.A. Lanús, op. cit., vol. II, p. 227; M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 269, y J. Paradiso, op. cit., p. 151.

  10. El propio Zavala Ortiz expresó lo siguiente:

    En nuestra época se llegó con el gobierno de Chile -hay una declaración conjunta (...) con el entonces canciller Valdez- a un entendimiento para arreglar la cuestión Beagle mediante conversaciones directas y si no, no ir al arbitraje británico como lo estipulaba el tratado de 1902, sino ir directamente a la Corte Internacional de Justicia de La Haya (...) Es decir que había dos posibilidades abiertas y eso se puso en ejecución a tal punto que cuando nosotros fuimos derrocados una delegación de la Marina argentina fue a Chile a tomar contactos con la Marina chilena acercándose a una posible solución directa (...) Luego caímos nosotros y yo no supe cómo siguieron las gestiones, creo que terminaron allí.

    Ver al respecto A.E. Castello, op. cit., p. 161, nota 13, y M.A. Zavala Ortiz, op. cit., primera parte, p. 5.

  11. Declaraciones de Zavala Ortiz en “Ratifícase oficialmente la soberanía sobre la Antártida”, La Nación, 24 de febrero de 1964, pp. 1 y 6. Ver también editorial “El Día de la Antártida Argentina”, La Nación, 22 de febrero de 1964, p. 4.

  12. “Declaraciones chilenas”, La Nación, 22 de febrero de 1964, p. 1.

  13. Texto de la declaración conjunta en “Chile y Argentina: Una reafirmación de hermandad”, Clarín, 7 de marzo de 1964, p. 9. Ver también referencias en M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., p. 178.

  14. “Al pie del Cristo Redentor renovóse la fraternidad argentino-chilena”, La Nación, 28 de febrero de 1965, pp. 1 y 16.

  15. Texto de la declaración conjunta de los presidentes de la Argentina y Chile, Mendoza, 30 de octubre de 1965, cit. en Estrategia, Nº 3, Buenos Aires, septiembre-octubre de 1969, sección Documentos, p. 164.

  16. Ver respecto del encuentro Illia-Frei en Mendoza los siguientes editoriales: “La entrevista de Mendoza”, La Nación, 1º de noviembre de 1965, p. 6, que rescata el encuentro Illia-Frei como un paso decisivo en el fortalecimiento de la amistad bilateral. Por cierto, esta percepción medianamente optimista del diario La Nación, contrasta con los siguientes editoriales de la revista Primera Plana: “Illia-Frei: El cuerno de la abundancia”, Primera Plana, Nº 156, 2 al 8 de noviembre de 1965, pp. 10-11 y “Quinto eclipse de la soberanía”, Primera Plana, Nº 157, 9 al 15 de noviembre de 1965, pp. 8-9, donde se evidencia la asincronía existente entre la posición débil del gobierno y la Cancillería argentinos y la dureza de los medios periodísticos y militares chilenos. Ver también sobre este tema los trabajos de Noguerol Armengol, op. cit., pp. 126-127; M.A. Scenna, Los militares, op. cit., p. 290; M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., pp. 180-181; R. Etchepareborda, op. cit., p. 73; P. Sánchez, op. cit., pp. 120-121; A.E. Castello, op. cit., pp. 236-238, y L. García del Solar, op. cit., pp. 196-197.

  17. En esta etapa del litigio aparecieron del lado argentino fuertes divergencias entre la Cancillería y Defensa por un lado, y el Ejército por el otro, respecto de los medios más eficaces para manejar el entredicho de Laguna del Desierto. Mientras los dos primeros ministerios optaban por la negociación diplomática sin abandonar los reclamos argentinos en la zona, el Ejército insistía en la ocupación efectiva con custodia armada. La existencia de estas divergencias fue negada por un comunicado conjunto del día 4 de diciembre de 1965, efectuado por los titulares de las carteras de Relaciones Exteriores y Defensa, Zavala Ortiz y Súarez, que señalaba que la gendarmería argentina cumplía en la zona “las medidas de vigilancia que le corresponden, conforme con las instrucciones que le imparte el poder ejecutivo, sin ningún propósito ni intención agresiva”. Sobre los incidentes de Laguna del Desierto y las diferencias de enfoque dentro del gobierno argentino ver los siguientes editoriales “Carabineros en Chile siguen en la zona de Laguna del Desierto”, La Nación, 2 de noviembre de 1965, p. 9; “Siguen las gestiones por el incidente fronterizo”, La Nación, 3 de noviembre de 1965, p. 4; “Gendarmería repelió en el sur una agresión chilena”, La Nación, 8 de noviembre de 1965, pp. 1 y 5; editorial “Lo que se deplora y lo que se afirma”, La Nación, 9 de noviembre de 1965, p. 6, que critica la campaña belicosa del periodismo chileno contra la Argentina; “Atempérase el tono en torno del proceso del conflicto con Chile”, La Nación, 10 de noviembre de 1965, pp. 1 y 20; “La semana política. La crisis limítrofe y la actuación de las fuerzas armadas...”, La Nación, 14 de noviembre de 1965, p. 8; “El país. El precio del candor radical” y “Soberanía: El combate de la cordillera”, Primera Plana, Nº 158, 16 al 22 de noviembre de 1965, p. 12 y pp. 13-16, respectivamente; “El país. La diplomacia de la indecisión”, Primera Plana, Nº 161, 7 al 13 de diciembre de 1965, p. 8. Ver también los trabajos de M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., pp. 182-183; P. Sánchez, op .cit., pp. 124-125; M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 268 y A.E. Castello, op. cit., pp. 238-240.

  18. “Es enjuiciada la actitud del gobierno de Santiago”, La Nación, 15 de noviembre de 1965, p. 4.

  19. “Constituyóse la comisión de límites de Argentina y Chile”, La Nación, 11 de diciembre de 1965, pp. 1 y 16. Ver respecto de las divergencias entre la actitud conciliatoria de Illia y la enérgica posición de los militares y de las razones del acuerdo entre Argentina y Chile que cerró la crisis de Laguna del Desierto los editoriales “La nación. Es difícil gobernar con discursos”, Confirmado, Nº 27, Noviembre 4 de 1965, p. 10; “La dignidad nacional y el comité “, Confirmado, Nº 28, Noviembre 11 de 1965, pp. 10-11 y “Soberanía. Balmaceda mon amour”, Primera Plana, Nº 162, 14 al 20 de diciembre de 1965, especialmente p. 13 y también los trabajos de Noguerol Armengol, op. cit., pp. 127-128; P. Sánchez, op. cit., p. 125, y A.E. Castello, op. cit., pp. 240-241.

  20. Sobre las dificultades en torno del Beagle y la mediación británica por la zona de Río Encuentro ver el trabajo de J.A. Lanús, op. cit., vol. II, p. 227, y el artículo de Elvira Montes, “Chile y la política exterior argentina”, Estrategia, Nº 4, noviembre-diciembre 1969, pp. 37-38. Ver también el editorial “Empezó en Londres el trabajo arbitral sobre Río Encuentro. Los representantes de la Argentina y Chile expusieron sus respectivas tesis ante el tribunal británico”, La Nación, 30 de diciembre de 1965, p. 1.

  21. “El país. Onganía: reacciones y alarmas”, Primera Plana, Nº 149, 14 al 20 de septiembre de 1965, pp. 8-9.
Aclaración: Las obras citadas (op. cit.) que no se mencionan explícitamente en este listado de citas, se encuentran en las páginas inmediatamente anteriores. Para ello, haga un click en el botón "Anterior". También puede utilizar la opción "Búsqueda" , ingresando el nombre del autor de las obras respecto de las cuales se requiere información.
SEGUN LO OCURRIDO POR CHILE EN 1965

LA INVASIÓN ARGENTINA AL TERRITORIO DE LAGUNA DEL DESIERTO EN 1965
-ampliado y actualizado en junio de 2005-
EL LAUDO DE 1902 DEJABA LA TOTALIDAD DEL TERRENO INEXPLORADO DE LAGUNA DEL DESIERTO DENTRO DE LA SOBERANÍA CHILENA. SIN EMBARGO, CON LA PROGRESIVA LLEGADA DE COLONOS CHILENOS A PARTIR DE 1921 Y CON EL TRABAJO DE LEVANTAMIENTO FOTOMÉTRICO REALIZADO POR LA FUERZA AÉREA DE LOS ESTADOS UNIDOS EN LA ZONA EN 1947, LOS ARGENTINOS COMENZARON A ALEGAR QUE LA FRONTERA NO DEBÍA PASAR POR EL CORDÓN MONTAÑOSO FIJADO EN 1902, SINO POR UNO NUEVO, DESCUBIERTO MAS AL OESTE Y AL LADO OCCIDENTAL DE LAGUNA DEL DESIERTO. ENTRE 1949 Y 1959 COMENZARON A HOSTIGAR PREPOTENTEMENTE A LOS COLONOS CHILENOS DE LA ZONA, AMENAZÁNDOLOS CON EXPROPIAR SUS PROPIEDADES SI NO SE PRESENTABAN A DECLARARLAS EN RÍO GALLEGOS. FINALMENTE, MAS DE CIEN GENDARMES ARGENTINOS ATACARON A MANSALVA UN PUESTO DE CUATRO CARABINEROS, EL 6 DE NOVIEMBRE DE 1965, DANDO MUERTE AL TENIENTE HERNÁN MERINO CORREA Y OCUPANDO ILEGALMENTE EL TERRITORIO CHILENO SIN VOLVER A ABANDONARLO JAMÁS.


*******************************************Los primeros hostigamientos a colonos chilenos
Se gesta la invasión militar argentina
Asesinato del Teniente Hernán Merino
Reacciones en Chile: La Moneda cae al entreguismo
Reacciones en Argentina: odio y guerra buscando una excusa
Versiones actuales del incidente en la Argentina
Consecuencias para Chile de la invasión de 1965


El fallo arbitral británico, representando en el Laudo de 1902, establecía que todo el territorio al suroeste del lago San Martín y al occidente del cordón Martínez de Rozas, pertenecía a Chile. Este es el principal fundamento de la soberanía chilena en Laguna del Desierto, comarca de la Patagonia austral de unos 530 kilómetros cuadrados que se comenzaría a ser colonizada por los chilenos a partir de 1921, con la llegada de don Vicente Ovando Vargas.

Desde la dificultosa instalación del Hito 62 en la ribera del lago San Martín, en 1903, nunca hubo alguna clase de problemas con Argentina en relación a Laguna del Desierto. Los colonos chilenos comenzaron a llegar progresivamente al lugar para dedicarse a la labores de ganadería y agricultura, en especial después de la creación de la Provincia de Aisén, en 1929, durante la presidencia del General Carlos Ibáñez del Campo. Sin embargo, un estudio trimetrogónico encargado a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en 1947, significó un drástico giro en los conocimientos que hasta entonces se tenían de la geografía en la zona, permitiendo descubrir una serie de nuevos accidentes geográficos y reconocer oficialmente la existencia de Laguna del Desierto.

Enterados de estos trabajos, en Argentina se retomó la línea de investigación desarrollada sesenta años antes por el Perito Francisco P. Moreno, sobre lo que llamó el "encadenamiento principal" de Los Andes, por donde, a su juicio, debía correr la frontera chileno-argentina. Los estudios nuevos habían demostrado la existencia de otro cordón montañoso paralelo al Martínez de Rozas por donde corría la frontera, pero más hacia el Oeste, en pleno territorio chileno y del lado occidental de Laguna del Desierto, en cuyas cumbres comenzó a anidar una nueva pretensión expansionista y estratégica.

Tendría lugar, a partir de entonces, los primeros hostigamientos y las amenazas contra los colonos chilenos por parte de Gendarmes Argentinos. Un audaz ex conscripto ******* del Regimiento Magallanes llamado Pedro Callumán, pero conocido como "don Vidal" y que sirviera de guía a la famosa expedición del Padre De Agostini en 1937, contó que a fines de 1949 llegó hasta Laguna del Desierto el primer grupo de gendarmes argentinos, al parecer procedentes desde Río Turbio, informando a los colonos que debían dirigirse a Río Gallegos a presentar todos sus documentos y a legalizar sus propiedades, bajo amenaza de confiscación de sus bienes. Esta clase de prepotencias no era inusuales entre los uniformados argentinos: similares episodios habían tenido lugar en Palena, territorio sobre el cual la Argentina también había iniciado una disputa.

El 6 de marzo de 1950, estos atropellos fueron comprobados por el Prefecto de Punta Arenas, Teniente Coronel Luis Jaspard Da Fonseca, en oficio reservado que dirigió a la Quinta División del Ejército, basado en un informe sobre un patrullaje en Laguna del Desierto realizado por el Teniente Tucapel Vallejos Reginatto, futuro General y Ministro de Agricultura del Gobierno Militar, uno de los mejores secretarios de esta cartera en la historia de Chile.

Enviado de vuelta a la zona, Vallejos llegó a catastrar a duras penas los asentamientos chilenos, confirmando que ninguno de ellos estaba en territorio argentino.



No hubo más noticias de mayores asperezas fronterizas hasta la creación del Retén Lago O'Higgins en 1861, cuando los colonos comenzaron a ser amenazados nuevamente por gendarmes argentinos.

En 1965 le tocó el turno a los chilenos Héctor y Juana Sepúlveda, que habían recibido sus tierras de su padre, don Ismael Sepúlveda. Oficiales de Gendarmería Argentina alegaron que se encontraban ocupando territorio argentino y que debían concurrir a Río Gallegos para notificarse. Los Sepúlveda se negaron, recibiendo una nueva visita de otros dos gendarmes: tenían un plazo de una semana para abandonar sus tierras. Angustiado por la situación, Domingo Sepúlveda partió al retén de carabineros a pedir protección para sus hermanos Héctor y Juana.

Notificado el Gobierno de la actitud de Gendarmería de Argentina, el 11 de octubre, se dispuso la salida de una patrulla de Carabineros hasta el sector Sur de Laguna del Desierto, en la casa de doña Juana. Se designó para esta labor al Prefecto de Coihaique, Mayor Miguel Torres Fernández, que partió acompañado del Teniente Hernán Merino Correa y otros diez carabineros. Coincidentemente, llegó la noticia de que gendarmes argentinos habían atacado violentamente a un colono chileno en el valle de California, en Palena, donde Argentina sostenía otra controversia tras una ocupación ilegal, como hemos dicho más arriba.

En este crítico ambiente, el Presidente Eduardo Frei Montalva suspendió una visita a Mendoza y exigió explicaciones por la actitud belicosa que estaba adoptando la Argentina. Nunca hubo respuesta, ni siquiera con la breve visita del Canciller argentino Zavala Ortiz, a quien su par chileno, Gabriel Valdés Subercaseaux, hizo saber del malestar de La Moneda. Sin embargo, al comunicar Zavala Ortiz la molestia chilena al Presidente Illía, éste dispuso el traslado inmediato del alférez que dirigía la patrulla argentina responsable del incidente de Palena, medida que fue suficiente para cambiarle el ceño a Santiago y Frei Montalva viajó, finalmente, a Mendoza, donde fue bien recibido el día 30 de octubre.

En la ocasión, se firmaron acuerdos importantes sobre los trabajos de la Comisión de Límites en la zona y un posible arbitraje para el Canal del Beagle. Tanto Frei Montalva como Illía convinieron en que debía esperarse un pronunciamiento de la Comisión Mixta sobre el límite en Laguna del Desierto antes de cualquier nueva resolución o medida al respecto.

Una Declaración Oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, emitida el 10 de noviembre de 1965 a poco de los incidentes de Laguna del Desierto, decía lo siguiente en su punto número 5:

"Durante la entrevista presidencial de Mendoza, el Ministro Argentino de Defensa Nacional dio a conocer su preocupación por el mencionado patrullaje chileno. En atención a que en la región aludida no han sido colocados los hitos intermedios, se acordó que la Comisión Mixta de Límites Chileno-Argentina se dirigiera de inmediato a la zona a cumplir esa labor, previniendo así, además, la ocurrencia de cualquier incidente. Para que la Comisión Mixta pudiera trabajar sin entorpecimientos, de conformidad con los convenios vigentes, se convino en que Argentina no levantaría construcciones y dejaría subordinada la notificación al colono reclamante a la conclusión de los trabajos de la Comisión Mixta de Límites, suspendiéndose en consecuencia, el patrullaje chileno por no haber motivos para una protección especial...".

Gendarmes argentinos, más de 90, movilizándose sigilosamente en "acciones de guerra" hacia Laguna del Desierto, donde iba a tener lugar la tragedia. Las fotografías fueron captadas con gran parafernalia y sobreactuación por los propios medios argentinos (Revista "Gente y Actualidad", Buenos Aires, Nov. 1965).



Todo parecía miel sobre hojuelas hasta apenas llegado de vuelta a Santiago el Primer Mandatario. Al parecer, los acuerdos de Mendoza pusieron los pelos de punta a sectores nacionalistas de Argentina, que consideraban peligroso para sus aspiraciones territoriales en Palena, Laguna del Desierto y el Beagle toda clase de solución o entendimiento entre ambos países. Durante toda la visita, la prensa de Buenos Aires no paró de azuzar a la opinión pública en contra de Chile, alegando que mientras Frei Montalva se encontraba en Mendoza, territorio argentino correspondiente a la zona de Laguna del Desierto estaba siendo impunemente "invadido" por los chilenos.

De inmediato, dos oscuros uniformados argentinos de cuestionable reputación fueron instruidos para "garantizar el respecto a la soberanía" de su país: el General Osiris Villegas, Comandante de la V División de Ejército, y el General Julio Alsogaray, Jefe de Gendarmería Nacional. Casi simultáneamente, la Cancillería de Buenos Aires enviaba una protesta a La Moneda por la presencia de Carabineros de Chile en el territorio.

El 3 de noviembre, un espectacular pelotón de argentinos avanzando hacia el Oeste fue divisado desde el aire por el piloto chileno Ernesto Hein Águila, quien mantenía conectada la zona de Laguna del Desierto gracias a las modestas pistas de aterrizaje que con grandes esfuerzos y sin herramientas apropiadas, habían construido durante tres años los colonos Candelario Mancilla y su esposa Teresa, ambos chilenos. Como se recordará, Chile había conseguido gracias a la iniciativa personal y el sacrificio de varios ciudadanos patriotas la colonización de su territorio de Laguna del Desierto. Hein advirtió también la presencia de aviones cuadrimotores sobrevolando el Retén O'Higgins. Asombrado, viajó a Santiago el mismo día 3 para informar a la Cancillería y al Ministro de Interior, señor Bernardo Leighton.

El 5 de noviembre, llegaron para reforzar el grupo de chilenos el Capitán Bautista González y el Sargento 1° de Héctor Carrillo, con la intención de reportar cualquier situación sospechosa. Tras un día entero sin novedad, el sábado 6 se les hizo llegar orden a través del Carabinero Igor Víctor Schaf, de retirarse nuevamente a la casa de doña Juana. Hasta allá partieron el Capitán González y sus hombres, pero el Mayor Torres permanecía en el puesto con otros cinco hombres, entre los que estaban el Sargento Manríquez y el Teniente Merino. Como no se reportó novedad, el Mayor Torres creyó innecesario continuar presente en el lugar y ordenó a dos de los hombres traer caballos para desplazarse.

Desconcertados aún por la actitud argentina, las autoridades chilenas dispusieron que la Embajada de Chile en Argentina iniciara de inmediato negociaciones con el Ministerio de Defensa y la Cancillería de ese país. Pero, para sorpresa del Embajador Hernán Videla Lira, nuevamente las autoridades argentinas se mostraron afables y dieron por superado el asunto de Laguna del Desierto el día 6 de octubre por Declaración Conjunta, fijándose un plazo de 48 horas para que las fuerzas armadas de ambos países hicieran abandono del territorio en disputa y así pudiese trabajar en terreno la Comisión Mixta de Límites, sin presiones ni tensiones.

A pesar de las apariencias, sin embargo, el clima de guerra de Argentina entraba en ebullición.

El mismo día 6, cuando aún no se cumplían las 48 horas de plazo para abandonar el área, una numerosa patrulla de casi cien gendarmes argentinos, armados hasta los dientes y acompañados hasta de "corresponsales de guerra", salió a la cacería de los Carabineros chilenos que aún quedaban en el sector, al mando del Mayor Torres.

En tanto, sólo cuatro Carabineros seguían allí, pues el resto había partido de vuelta con el Capitán Juan Bautista González. Les acompañaban en el puesto dos pequeños niños, hermanos menores del colono chileno Ismael Andrade Sepúlveda, que había partido de viaje a Argentina.

El resto es historia sucia. Hacia las 4:30 PM, uno de los niños comenzó a gritar por la presencia de unos hombres en la lejanía. Inconscientes del peligro, los Carabineros no reaccionaron a tiempo y se vieron rodeados de un enorme contingente argentino, fuertemente armados y en una actitud prepotente. Comenzaron a acercarse amenazantes hacia el Mayor Torres, quien estaba con la guardia abajo, de brazos cruzados, desarmado e incluso invitando tranquilamente a los gendarmes a acercarse a conversar. Pero los argentinos siguieron avanzado agresivamente y el Teniente Merino, al advertir la delicada situación, corrió hacia su superior, fusil en mano, para disuadir a los gendarmes que lo emboscaban.

No disparó tiro alguno pero. Sin una razón clara y con una saña asesina, su destino fue cerrado de certeros disparos a mansalva. Otra bala hirió al Sargento Manríquez, al intentar responder al fuego. Irónicamente, el cuarto Carabinero del grupo, Durán, tampoco pudo hacer nada al encontrarse con las manos llenas de masa al momento de la llegada de los argentinos, pues fue sorprendido haciendo pan amasado en la casa, en otra prueba de lo inconscientes que estaban los chilenos del peligro.

Al cesar los disparos, el cuerpo del Teniente Hernán Merino Correa, que había sido un ejemplo de vocación y servicio para toda una institución y que sacrificara la propia comodidad de su existencia por una causa soberana, yacía tendido sobre las hojas del frío bosque austral, muerto, ido de este mundo. Y, ante el asombro y estupor de los chilenos, un subalférez del grupo de gendarmes justificó a sus hombres, con el cuerpo del Teniente Merino a sus pies, rugiendo: "¡Ustedes tienen la culpa por no haberse ido antes de aquí...!"

Continuando con el increíble acto de matonería, los chilenos fueron tomados detenidos en su propio suelo patrio y llevados en avión hasta Río Gallegos y luego al Regimiento N° 181 de Combate del Ejército Argentino. Dos largos días pasarían allí antes de ser devueltos.



Inmediatamente después, al Retén Lago O'Higgins llegaban desde el Aeropuerto de Cerrillos de Santiago los hombres de un amplio contingente de Carabineros, con la orden de resistir un eventual ataque, pues las autoridades daban por hecho la posibilidad de un conflicto. Entre ellos, se encontraban el Coronel Adrián Figueroa y el Capitán Rodolfo Stange, posterior Director General de Carabineros y, precisamente, uno de los Senadores que años más tarde se opondría a las revisiones territoriales con Argentina. Se sabe que Stange esperó hasta el último minuto la orden de ataque desde La Moneda, la que jamás llegó.

Una serie de peligrosos sucesos comenzaron a poner más tensión al asunto en la zona. Años después, el dirigente nacionalista y miembro del Comité Patria y Soberanía, el Doctor Jorge Vargas, reconocería que al llegar urgentemente al lugar a sólo horas después de los incidentes, su avión comenzó a ser perseguido por naves aéreas argentinas y al menos una de ellas se habría accidentado en esta cacería, a pesar de que la Argentina jamás reportó algún incidente de este tipo.

Los restos del héroe chileno, en tanto, fueron trasladados hasta Santiago, tras ser desembarcados en Cerrillos. Fue recibido por altos funcionarios de Gobierno y de Carabineros.

Sólo unos días después de la invasión argentina, el 10 de noviembre de 1965, la Cancillería de Chile, en representación de la posición oficial del gobierno de entonces, ratificó la pertenencia legítimamente chilena del lugar a través de un extenso Comunicado Oficial y condenó enérgicamente los hechos del 6 de noviembre. Hubo total acuerdo.

En el punto 1º del comunicado, se lee textualmente:

"De conformidad con el Tratado de Límites del 23 de julio de 1881 y el Laudo Arbitral de S. M. Británica del 20 de noviembre de 1902, el territorio denominado "Laguna del Desierto", situado ente el hito 62, en la ribera sur del lago O'Higgins, y el Monte Fitz Roy, es incuestionablemente chileno, como ha sido oficialmente reconocido por el Gobierno Argentino en varios documentos oficiales publicados en ese país".
Y en su punto 11, remata:


"El avance de Gendarmería, violando territorio chileno, trajo además, como gravísima consecuencia, el incalificable ataque a cuatro carabineros que se aprestaban a regresar a su Retén, en cumplimiento de instrucciones recibidas. El Gobierno de Chile rechaza categóricamente la afirmación argentina de que estos cuatro hombres hubiesen abierto fuego contra el importante destacamento de Gendarmería que se aproximaba, veinte veces superior en número. Ocurrió precisamente lo contrario. Fueron los gendarmes los que dispararon contra nuestros Carabineros en una acción que no tiene excusas ni precedentes en la historia de nuestros conflictos limítrofes".
Aquel comunicado fue firmado por el entonces Canciller de la República, don Gabriel Valdés Subercaseaux. Paradójicamente, sin embargo, en 1994 este mismo personaje ya estaba milagrosamente convertido en uno de los principales políticos pro-argentinistas del Congreso Nacional, apoyando la revisión de este mismo sector de frontera y en el tramo correspondiente a Campo de Hielo Sur. Por su parte, el hijo de Eduardo Frei Montalva, don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, también en calidad de Presidente de la República, acató de inmediato el fallo de 1994 entregando formalmente el territorio, según veremos.


Insólitamente, sin embargo, La Moneda acordó con la Casa Rosada el retiro de las fuerzas para que fuese la Comisión Mixta la que determinara quién tenía la razón. Chile dio la orden inmediata de retiro a todos los Carabineros... La Argentina, jamás cumplió con esto.

Los funerales del Teniente Merino estuvieron acompañados de una ola de ira popular que recorrió como el rayo al país de punta a punta. Se pintarrajearon espontáneamente los carteles de las calles con nombres de próceres o ciudades argentinas y la indignación estuvo a punto de terminar en movilizaciones en varias ciudades. Las lagartijas americanistas, tan asiduas a discursillos de hermandad y argentinismo desatado en tiempos de bonanza, desaparecieron de la luz pública como almas que se lleva el Diablo, por varios meses.


En Argentina, actualmente, se ha llegado al descaro de decir que su Gendarmería nunca ha tenido cerca de Laguna del Desierto los más de cien hombres que atacaron a los Carabineros Chilenos en 1965. Sin embargo, sólo en esta fotografía de la revista argentina "Gente", con gendarmes rescatando al Gobernador de Santa Cruz luego de un accidente, por aquellos días y muy cerca del lugar de los hechos de 1965, captamos más de 40 uniformados sólo dentro del marco de encuadre. ¿Cuántos no alcanzaron a salir en la imagen? ¿20, 40 o 100 más?



Conforme pasaron los días, se fueron sabiendo detalles francamente patéticos sobre la extraña euforia de guerra que había tomado posesión de autoridades y ciudadanos argentinos, comparable sólo al triste espectáculo de 1982 tras la invasión a islas Malvinas y antes del castigo británico.

Los medios de prensa bonaerenses hablaban en tono heroico del avance sigiloso de los gendarmes en busca del enemigo chileno. Saltando de árbol en árbol, arrastrándose entre la vegetación, punta y codo con ametralladoras en mano, los oficiales jugaron a los soldaditos rumbo al sector donde se sabía de antemano la presencia de los Carabineros chilenos, con la "misión" de "expulsar a los chilenos del territorio argentino". Los siguientes extractos son absolutamente reales y, por burdos e increíbles que parezcan, fueron lo que aquellos "corresponsales" publicaron en la revista de Buenos Aires "Gente y Actualidad" de noviembre de 1965, con la explicación oficial de los hechos, demostrándonos hasta qué punto puede tocar a una nación una fiebre de delirio bélico y triunfalista.

"Diario de un testigo", titula la crónica el "corresponsal" Julio Landívar. Inicia su reporte dando connotaciones de valor a la "misión peligrosa" que se les ha asignado a los gendarmes, para "ir al encuentro de los invasores". Alternando el cuento de caballeros y dragones modernos con las imágenes captadas por el otro "corresponsal", el fotógrafo Forte, el periodista indica que "la tropa va tomando ubicación. Unos se esconden tras los árboles. Otros, tras los troncos caídos", para entrar a "la primera línea de fuego" (!!!). A continuación, Forte capta la fotografía donde se ve claramente al Mayor Miguel Torres ABSOLUTAMENTE DESARMADO, y, sin embargo, Landívar dice bajo la misma que "Su terquedad OBLIGÓ A LA LUCHA. Segundos después de tomada esta foto, SE DESENCADENABA LA BATALLA" (los destacados son nuestros). Y después señala: "jugaban dos pequeños hermanos Sepúlveda, que después ESCAPARON de la mano de un Carabinero".

Increíblemente, un hombre desarmado, acompañado de niños indefensos, detona un enfrentamiento con más de 90 gendarmes. Y es más: la casucha que habían levantado en menos de una hora los carabineros, era descrita ahora como una "fortificación", y seguramente era tal a los ojos de la megalomanía de aquellos verdugos.

La descripción que se hace de la "batalla" ya no puede ser más ridícula, comparable sólo a las bombas atómicas imaginarias de Perón. Según el reporte, el Teniente Merino habría corrido hacia los gendarmes (ojo: uno contra cien) y habría tenido tiempo de gritarles a los argentinos (hasta en un lenguaje con sus modismos) mientras pasaba el tiro de su fusil: "Desgraciados... Los vamos a barrer a todos. A mi Mayor nadie le va a tirar...", palabras que detonaron la balacera... Balacera en la que Merino no alcanzó a disparar ni un tiro. Acto seguido, Landívar confiesa: "Me paralicé. A partir de ese momento se acabaron mis fuerzas. Desde el suelo y detrás del tronco traté de ver lo que pasaba". Y luego, añade con picante extravagancia, que las balas pasaban "rozándome la cabeza" (a pesar de que sólo Manríquez había conseguido disparar UN PAR DE TIROS antes de caer herido). "A mi frente el enemigo, a mis espaldas el grueso de la Gendarmería. A mi derecha el peligro siempre latente de un balazo en la cabeza de Forte. Su imprudencia me aterraba. Nos miramos. Aún estábamos vivos".

Al ver el cuerpo de Merino, admite que "intentaba hablar, pero no salían sus palabras". Con indignante desparpajo, agrega: "volví a mirar al herido y, cosa curiosa, ya no sentí compasión". No contento con todo lo anterior, el reportero de "Gente y Actualidad" continúa en su exposición de absurdos indecibles. Luego de definir que aquella "batalla", era "la más cruenta librada en la zona", en que en realidad los chilenos terminaron con un muerto y un herido, habla de la llegada al puesto en donde, como se usa en la guerra (las guerras de verdad) la bandera del derrotado es bajada cuidadosamente, para ser sustituida por el vencedor. Este acto de pintoresco y cursi detallismo itálico, casi barroco, es descrito como "...el respeto por el vencido, olvidando las amargas cosas sufridas".

Esta versión de los hechos recién relatada, fue confirmada poco después en un programa argentino de TV en todos sus estrafalarios detalles, donde se invitó a los uniformados que participaron del asesinato, presentándolos como "Héroes de Guerra". Una entrevista radial al General Osiris Villegas, llegó más lejos, justificando el acto vil y cobarde de sus gorilas de gendarmería como una reacción natural "...a la tradicional política limítrofe de Chile".

A las pocas horas del asesinato, los medios de prensa y autoridades argentinas declaraban -con hipocresía que hace enmudecer- que el retiro en la zona de Carabineros de Chile se estaba cumpliendo para "facilitar la ocupación pacífica de la zona por tropas de Gendarmería Nacional y permitir así el ejercicio de la soberanía argentina" y no para las labores de la Comisión Mixta como se había acordado, justificando así el crimen.

La revista argentina "Somos", por su parte, llegó a expresiones tanto o más grotescas que sus colegas coterráneos. En la edición siguiente a los hechos, describe una imaginaria batalla epopéyica en la selva austral, digna de un cuento de Tolkien y lamentándose con la expresión "¡Otra vez Chile!".

Otra revista, la "Stop" de Buenos Aires, publicó a los días después un extenso reportaje de 8 páginas titulado lujosamente como "Cuanta y Ocho Horas de Chile en Guerra". En él, el periodista asegura haber estado en la Cancillería chilena el mismo día del incidente y en medio de una fantástica explosión de odio antiargentino en toda la ciudad. Cuando preguntó a "un policía" (¿carabinero?) si podía entrar a la Embajada, éste lo reconoció como ciudadano argentino y le habría gritado furioso "cajetilla alcahuete", dos expresiones despectivas que jamás han existido en el lenguaje popular de Chile. No contento con estos extravagantes detalles, el articulista continúa diciendo que el Chile se aseguraba que los argentinos "necesitan el puerto de Valparaíso" y que cuando quiso tomar un taxi, el chofer le advirtió: "bájate, hijo de p... que te mato".


Eduardo Frei Montalva, Presidente de Chile, siendo recibido en el incipiente estado artificial de guerra por las autoridades de Argentina encabezadas por el Presidente Illía, a su lado. Aunque su paso por Mendoza fue promisorio, la fantasía belicosa volvió rápidamente tras su regreso a Santiago.



Pero más sicótica resultan las actuales versiones de los hechos de noviembre de 1965 en la historiografía regular de Argentina, a la que se han ido sumando, paulatinamente, más exageraciones y detalles con un tono épico: los niños que acompañaban a los chilenos no existían, los gendarmes argentinos eran sólo un puñado de diez o doce hombres, los carabineros chilenos era una verdadera división de guerra, los chilenos se asustaron, los chilenos arrancaron tras haber invadido el territorio, los chilenos dispararon primero, etc... Para qué continuar con este delirio.

He aquí algunas de las aberrantes y deshonestas versiones con que cronistas, periodistas e historiadores argentinos han pretendido justificar el asesinato del Teniente Merino y la invasión de Laguna del Desierto. Todas estas versiones fueron difundidas después de los hechos y no se ajustan a la descripción de los acontecimientos que hemos reproducido de los "corresponsales de guerra" de la revista "Gente y Actualidad" y "Somos":

  • Que las fuerzas argentinas entraron a Laguna del Desierto a ocuparla legítimamente con un pequeño número de funcionarios de Gendarmería, encontrándose con un gran grupo de Carabineros que "se negaba a hacer abandono de la zona".
  • Que Gendarmería avanzó hacia Laguna del Desierto al descubrir que un "mojón" de demarcación "había sido desplazado maliciosamente por los chilenos" hacia el Este. Allí se toparon con los carabineros chilenos y se produjo la escaramuza.
  • Que los carabineros chilenos fueron sorprendidos "corriendo con sus propias manos uno de los mojones de demarcación" y se enfrentaron con Gendarmería argentina al ser descubiertos. Merino era uno de los que participaban de tan innoble tarea.
  • Que los chilenos eran en realidad un "batallón" que pretendía "avanzar" hacia el Viedma, con la intención de "invadir territorio argentino". Los Gendarmes salvaron a la Argentina de estos invasores.
  • Que los carabineros chilenos habían penetrado silenciosamente a la zona con la intención de "realizar actos de sabotaje" contra Argentina. Afortunadamente para los trasandinos, Gendarmería los interceptó.
  • Que los uniformados chilenos intentaban avanzar hacia el Este para "amedrentar" a los pobrecitos colonos argentinos que ocupaban la zona, y hacerlos abandonar el área.
  • Que los chilenos enviaron a los carabineros "para atacar un grupo de gendarmes argentinos" apostados en Laguna del Desierto, con la intención de tomar posesión de ella. Gendarmería sólo "se defendió".


Aunque ambos países intentan presentar hoy día los incidentes de Laguna del Desierto como un hecho de menor cuantía en relación al resto de las relaciones diplomáticas de aquellos años, la verdad es que en ambas Cancillerías hubo reuniones de emergencia para discutir abiertamente la posibilidad de que se desatara una guerra. Sólo la oportuna labor de los embajadores de Santiago y Buenos Aires permitieron contener un agravamiento de la situación.

La Moneda exigía la salida de los gendarmes desde el lugar. La Casa Rosada, en cambio, se negaba presionada también por la espada de Damocles que representaba el Alto Mando militar, al punto de que la Cancillería prefirió ceder el problema de Laguna del Desierto al Ministro de Defensa,. Como consecuencia obvia, la actividad de la Comisión Mixta había quedado en suspenso y nadie sabía a ciencia cierta si sería retomada.

El Embajador chileno Videla Lira insistió en Buenos Aires en la necesidad de llegar a algún acuerdo para resolver el conflicto. Finalmente, se propuso que los Ministros de Defensa de ambos países, Leopoldo Suárez por Argentina y Juan de Dios Carmona por Chile, se reunieran en Balmaceda, acompañados de los miembros de la Comisión Mixta. Las reuniones se realizaron en el edificio de la base aérea los días 8 y 9 de diciembre. En ellas se estableció la necesidad de identificar el límite de la zona entre el Hito 62 y el Monte Fitz Roy, labor que debía incluir exploraciones aéreas y terrestres.

Sin embargo, la urgencia de solución de otros problemas limítrofes como el de Palena, en 1966, y la aparición de un nuevo foco de tensión fronteriza en las aguas del Canal Beagle, fueron postergando indefinidamente la solución al asunto de Laguna del Desierto y la salida del personal de Gendarmería. Increíblemente, el asunto resistió en tal situación tres arbitrajes internacionales para otros problemas limítrofes, sin ser resuelto ni incluido en ellos: el Laudo de 1966 para Palena, el Laudo de 1977 para el Beagle y la Mediación Papal de 1980 para el Beagle.

Los Gendarmes no sólo continuaron en la zona, sino que además levantaron al menos tres cuarteles. Adicionalmente, se inició una integración progresiva del territorio construyendo una central hidroeléctrica y proyectando sobre él diversos proyectos turísticos. Así, los argentinos fueron reforzando más y más su presencia militar en la zona, marcando con su bandera los troncos de todos los grandes árboles del área y llegando a protagonizar algunos incidentes y escaramuzas menores con chilenos, como en los años 1981 y 1988.

En 1991, en el primer año en La Moneda el Gobierno entreguista de Patricio Aylwin Azócar y su Canciller Enrique Silva Cimma, se propuso un plan de integración con la Argentina que pasaba necesariamente por dar solución rápida e improvisada a los "últimos conflictos limítrofes" que se creía tener con ese país. Se gestaba así la entrega formal de Laguna del Desierto y luego de Campo de Hielo Sur, con la firma de la Declaración Presidencial Aylwin-Menem de 1991 y el Arbitraje de 1994.



1978 creo que no hace falta aporte o si .....

Que lo disfruten ..
Vizcacha
 
Arriba