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OPINIÓN
La política de Defensa de Macri pierde ímpetu
Rosendo Fraga
4 de febrero de 2017
El interrogante de por qué un país mediano debe tener Fuerzas Armadas en el siglo XXI podría responderse con la sola respuesta de que la tensión global que ha generado la irrupción de Donald Trump produce un aumento del riesgo estratégico global cuyas consecuencias son impredecibles, no sólo para las potencias globales y su entorno, sino para todos lo países, sean grandes, medianos o chicos.
En la Argentina, la pregunta puede comenzar a responderse con la mirada cotidiana de lo ocurrido desde que empezó 2017: buques de la Armada detectan 250 barcos extranjeros pescando en el límite del mar argentino y ello subraya la importancia económica que tiene el Atlántico Sur, que algunos estudios caracterizan como la "Pampa Azul" del país por su potencialidad económica; tiene lugar el relevo periódico de los cuatro integrantes de la Armada que custodian la isla de los Estados en el extremo sur; la Canciller Susana Malcorra, desde el transporte de la Armada Bahía San Blas, lanza la campaña antártica 2017, la que se relanzará con los medios de las tres Fuerzas Armadas y que exigirá un esfuerzo excepcional para los aviones de Transporte de la Fuerza Aérea.
Vale también tener en cuenta que tanto en los incendios en los campos que han tenido lugar en varias provincias argentinas, como en las inundaciones, ha tenido lugar participación de personal militar para atenuar los efectos de las catástrofes; más de 300 hombres del Ejército, se encuentran cruzando los Andes por los pasos que utilizó San Martín hace doscientos años, recreando los combates históricos y convergiendo con efectivos similares en la cuesta de Chacabuco, donde los presidentes de Chile y Argentina, conmemorarán el bicentenario de la decisiva batalla que inició la liberación de Chile; tras casi una década de estar fuera de servicio el buque polar Almirante Irizar a quedado listo para navegar, recuperando la Argentina su instrumento más relevante para la política antártica; en los próximos días Argentina conmemorará el 113 aniversario de su primera presencia soberana en la Antártida, que fue militar, establecida el 22 de febrero de 1904 en la segunda Presidencia de Julio A. Roca.
No se trata de un momento excepcional sino un simple recuento de hechos de los cuales han sido protagonistas las Fuerzas Armadas en lo que va de 2017 y no son los únicos.
En el mundo se suele explicar la necesidad del gasto militar con la inversión en seguros. ¿Son gasto o inversión? La realidad es que cuando una familia contrata un seguro de vida para el sostén de ella, para caso de incendio de la casa o para el automotor, está pagando para algo que posiblemente no va a suceder,- por lo menos en el corto plazo,- y que desde ya no quiere que suceda. Pero en caso que así sea y aunque se trate de algo improbable, tendrá como solventar los daños. Algo similar sucede con la inversión en Defensa: se realiza para compensar un daño que es un riesgo, aunque no se lo desea y posiblemente no sucederá.
La administración Macri inició su gestión en el área militar con una política clara y contundente. Fue así como en los primeros siete meses de 2016 las señales fueron elocuentes: el 29 de mayo día del Ejército propuso como misiones de las Fuerzas Armadas ser instrumento de la política exterior (fuerzas de paz), proteger el medio ambiente y la lucha contra el terrorismo que amenaza la paz global. Un mes más tarde, en la comida de camaradería de las Fuerzas Armadas, agregó como misiones cooperar en la protección de las fronteras y la lucha contra el narcotráfico y participar en emergencias sociales.
Simultáneamente, se dio a las Fuerzas Armadas un rol relevante en la conmemoración del Bicentenario de la Independencia con el desfile y el festival de bandas; se decidió iniciar un plan gradual de reequipamiento tras décadas de desatención del tema y se firmó un acta de actualización salarial que implica en tres años (2017, 2018 y 2019), una recuperación salarial del sector militar que estaba postergado y que implica equiparar los salarios con el de las Fuerzas de Seguridad Federales, "blanquear" los suplementos que se pagan sin aportes y en consecuencia una actualización para los retiros de personal retirado.
El Presidente asistió a diversos actos militares, como el aniversario del Regimentó de Granaderos a Caballo, la recepción de la Fragata Libertad de regreso de su viaje de instrucción anual y estuvo presente en la partida del nuevo contingente para la fuerza de paz de Haití.
En este marco, se recibió el pedido de la UN para participar en la Fuerza de Paz en la República Centro-Africana y el Ministerio de Defensa firmó un acuerdo con la Guardia Nacional del estado de Georgia de los EEUU para cooperar en diversos ámbitos y adquirir material.
Pero entre fines de 2016 y comienzos de 2017, esta política perece haber perdido. El inicio del reequipamiento se fue demorando. En lo simbólico, el Presidente todavía no ha entregado los sables a los generales, almirantes y brigadieres recién ascendidos, como si lo hecho con sus análogos de las fuerzas de seguridad. El acuerdo de recuperación salarial que debía haberse cumplido y está firmado, ha tenido demoras. El decreto modificando la reglamentación de la ley de defensa, para permitir la ejecución de las nuevas misiones fijadas por el Presidente, se sigue dilatando.
Podrá decirse que la prioridad del año electoral llevó a relegar la política de Defensa que comenzó con tanto ímpetu. También que al no ser un sector que realiza paros y protestas callejeras no tiene la capacidad de amenaza que tienen otros que si obtienen reclamos y concesiones. Puede argumentarse que si bien el voto militar en la segunda vuelta fue favorable a Macri, por quien optó el 84% de acuerdo casos "testigo" como las mesas de la Antártida, este voto no tiene opción pese a que la política de defensa ha perdido impulso.
La política de Defensa debe retomar el impulso inicial. No hacerlo es desaprovechar la oportunidad de que la Argentina resuelva una asignatura pendiente del período democrático: dar a las Fuerzas Armadas un rol operativo dentro del Estado y los medios para hacerlo.
El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría