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Desde los 90 sigue el achique presupuestario
La falta de presupuesto militar, detrás del accidente del "San Juan"
Hace años que la Armada no tiene plata para renovar sus buques y dar adiestramiento mínimo a sus tripulaciones.
El destructor argentino "ARA Santísima Trinidad" vuelca sobre el lecho marino en la Base Naval de Puerto Belgrano, en 2013.
“En diciembre del 2015, el Ministerio de Defensa
se encontraba desarticulado. Contaba con el presupuesto más bajo de su historia en relación con el tamaño de la economía y se encontraba incapacitado de cumplir sus misiones y funciones. La Fuerza Aérea no contaba con aviones,
la Armada no disponía de barcos y el Ejército no tenía capacidad operativa en el territorio. En el momento del cambio de gobierno, Defensa debía 4.000 millones de pesos a una enorme variedad de proveedores. Además, todo los militares cobraban la mitad de su salario en “negro”.
El 70% del presupuesto del ministerio, que el año pasado fue 57.000 millones de pesos,
estuvo dedicado a pagar sueldos y jubilaciones. No había margen para invertir en el crecimiento, la capacitación o la modernización de las fuerzas armadas”. Este es el prefacio del informe “El Estado del Estado” que difundió el presidente Mauricio Macri. Ante el accidente del submarino “San Juan” habría qué preguntarse
qué cambio de este diagnóstico militar a fines del 2017. El “San Juan” es una expresión más de la política de presupuesto de low cost que se viene llevando desde hace años con las fuerzas armadas que supone ahorrar también en mantenimiento. Y no se trata solo de usar equipos que tienen más de cuarenta años sino también de tener tripulaciones con pocas horas de entrenamiento. Por ejemplo, el año pasado un buque de la Armada tenía que ejercitar 30 días al año y solo lo había hecho 6. El hundimiento en la base naval de Puerto Belgrano de la fragata "Santísima Trinidad" en el 2013 fue una expresión de este proceso.
Esta política de achique que viene desde el gobierno de Carlos Menem solo intentó ser revertida por la ley de reestructuración militar de 1998 que se votó por unanimidad y a instancias del ex ministro de defensa radical Horacio Jaunarena. La ley establecía que el presupuesto militar -que era el más bajo de la historia- se incrementará durante cinco años consecutivos en el 3 por ciento anual, tomando como base 3.500 millones de pesos en 1996. Era para que el presupuesto pasara del
0,8 por ciento del PBI al 1,5 por ciento. Nunca se cumplió. Para Jaunarena a este ritmo "en unos años más
colapsará la mayoría del equipamiento militar argentino".
A tal punto que la Argentina no tiene hoy, por ejemplo, los equipos necesarios para el rescate de submarinos y depende para estas tareas de búsqueda de los Estados Unidos y otros países como Brasil. La crisis del “San Juan”
debería abrir un debate entre el gobierno y la oposición sobre cómo reorganizar las FF.AA sin ideologismos. De lo contrario, seguirá habiendo más accidentes. Es una cuestión estadística. Un sector de la política cree que habría que desmantelar las FF.AA porque “son más gasto presupuestario innecesario”. Un curtido general siempre responde cuándo le preguntan si la Argentina debe seguir teniendo militares a pasar a tener solo fuerzas policiales como Costa Rica: “todos tenemos un seguro para el auto que usamos solo en las emergencias. Un país tan grande como la Argentina
no se puede quedar sin las FF.AA que son su seguro”.