La duda que me queda pendiente es de que manera se llevan a cabo los bloqueos. Y quién lo haría?
Lo prinero, estimo que deben ser barcos de superficie. No creo que sea políticamente correcto hundir un barco mercante con un submarino. No?
En una guerra lo “políticamente correcto” es, para ser correctos, sujeto de interpretación.
La “negación del uso del mar”, lo cual incluye la interrupción de las vías de comunicación naval, desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestro día cuenta al submarino como su principal sistema de armas. Nada es más eficaz y eficiente para negarle el uso del mar y sus vías de navegación a un enemigo. Pueden posicionarse cerca de un puerto y bloquearlo con minas o esperar a quienes llegan y salen. Pero también pueden hubicarse en cualquier zona de toda la ruta de navegación para atacar a los buques que pasen por allí. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial los submarinos alemanes llegaron a posicionarse en el medio del atlántico, a lo largo y ancho de las principales rutas que abastecían a Reino Unido con insumos vitales provenientes de cualquiera de sus colonias, la comunidad británica y aliados como Estados Unidos y Argentina.
Como los submarinos son la principal amenaza a los intentos de mantener las vías de comunicación naval abiertas, va a notar que las Armadas que se preparan para defender sus rutas de navegación realizan ingentes esfuerzos en sus capacidades de guerra antisubmarina por sobre otro tipos de amenazas, como podrían ser las de superficie y aéreas. Un ejemplo paradigmático es Japón, pero prácticamente todos durante la Guerra Fría se dedicaban a ello, incluso la flota argentina con su portaaviones se entrenaban especialmente en la guerra antisubmarina que pudiera amenazar sus vías de comunicación.
Obviamente, también pueden ser flotas de superficie, comenzando por buques individuales (normalmente en tareas tradicionalmente conocidas como “corsarios”) hasta flotas enteras. Sin perder de vista que en algunos lugares los aviones pueden ser los que puedan llevar a cabo la tarea. Pero en general, es la especialidad de los submarinos.
Se puede notar que en muchos casos hay situaciones conflictivas que no llegan a ser guerras y que también incluyen la negación de una vía de comunicación. Son los tradicionales bloqueos y sus variantes.
En estas situaciones criticas los barcos y unidades de superficie adquieren mucha importancia porque es importante ”mostrar la bandera” (un submarino no puede) y/o “inspeccionar” físicamente el buque interceptado. Así que en esta situaciones los buques, incluso OPVs, tienen mayor importancia que un submarino.
Hay muchos ejemplos recientes. Por ejemplo, en este preciso momento existe uno que busca reducir el flujo de armas hacia los combatientes en Libia.
Se sospecha que la operación “antinarcoticos” que la Armada estadounidense esta montando frente a las costas venezolanas es, en realidad, un bloqueo encubierto.
La piratería frente a las costas de Somalia y la lucha contra la misma.
En el geoestrategico estrecho de Oman tenemos un importante tira y afloje entre Iran y los petroleros de algunas naciones.
Si buscamos un ejemplo cercano, durante la Guerra de Malvinas el sólo hecho de que existiera una zona en conflicto afecto la libre navegación de todo el Atlántico Sur, especialmente dentro de la zona de seguridad establecida por el Reino Unido.
También tenemos situaciones complejas en tiempo de paz. Por ejemplo, durante la década de 1990 un buque cargado de material radiactiva viajo de Francia a Japón atravesando el Canal de Beagle. Muchos países se negaron a recibir este buque en sus puertos o a permitir la navegación del mismo dentro de su zona contigua.
Poco se podía hacer porque el buque ejercía su derecho a la libre navegación. A su paso por Argentina, la Armada Argentina desplegó un pequeño número de escoltas para garantizar que este buque cruzará lo más rápido y seguro posible por nuestro mar. Y, también, poder reaccionar rápidamente si llegaba a sufrir algún accidente.
Si la memoria no me falla, por temor a eventuales ostigamientos, la armada Francesa escolto con uno de sus buques a este carguero en todo su viaje.
La segunda duda, quién lo haría?, viene por el lado de que si el país entra en un conflicto, el cual llega tan cerca de sus costas cómo para permitir un bloqueo... Seguiría existiendo comercio alguno?
Esto probablemente requeriría un larguísimo debate. No pretendo abarcar la totalidad de la complejidad del tema.
Por ello, a continuación mi arbitraría sintesis personal....
Hay una postura que dice que Argentina comercia con países a los cuales también les interesa la libre navegación del mar.
Por ejemplo, Brasil probablemente no tendría ningún interés en aplicar un bloqueo porque se vería igualmente afectado. Más bien al contrario, también tiene interés en mantener la vía de comunicación naval abiertas con Argentina. Se podría decir lo mismo de muchos otros países, especialmente muchas potencias navales.
Algunos defensores de esta postura sostienen que Argentina no tiene absolutamente nada para hacer en esto. Por un lado, porque comparte intereses con las otras naciones. Por otro lado, porque esas otras naciones son en muchos casos potencias navales con las que no se puede competir y que si te quieren bloquear, simplemente lo hacen. Para estas posturas, Argentinas no deben invertir en la defensa de sus rutas comerciales. Es un gasto innecesario.
La Armada se debe dedicar a otra cosa, pero no a esto. Por ejemplo, conflictos limítrofes o la protección de ZEE contra la pesca ilegal.
Es, de hecho, la postura más antigua y tradicional de Argentina. Nuestro país consideraba que siendo aliado de una potencia naval como el Imperio Británico, con quien tenía su principal vinculo comercial, en realidad no necesitaba preocuparse de desarrollar una Armada propia. Probablemente Brown tuvo que lidiar con las consecuencias de este enfoque.
A pesar de su antigüedad, continúa contando con adeptos en sectores de influencia hoy en día. La ventaja de “acompañar a los lideres del mundo” es que ellos, velando por sus propios intereses, terminarían protegiendo a los nuestros.
Algo de razón tienen ¿qué tipo de Armada puede pretender desarrollar Argentina si los países que pueden intentar bloquear nuestro comercio son grandes potencias navales como Estados Unidos o Reino Unido? los conflictos limítrofes continentales ya no existen, por lo que lo mejor es dedicarse a ser una fuerza de seguridad contra la pesca ilegal.
Hay otros sectores más modernos que comparten el mismo diagnostico pero llegan a una conclusión diferente.
Entienden que como Argentina forma parte de una comunidad de naciones defensoras de la libre navegación (porque todas se verían igualmente afectadas por la interrupción) entonces debe prepararse para ser parte de una coalición internacional que lucha por mantener la libre navegación. Argentina no debe mirar para otro lado, sino que debe ser un aliado responsable.
Un ejemplo de ello sería el tratado de seguridad del hemisferio occidental, TIAR. En el marco de la Guerra Fría, Argentina desarrollaría una flota especializada en guerra antisubmarina que ayudaría a Estados Unidos en la defensa de la libertad de los mares frente a la amenaza de la creciente flota de submarinos soviéticos. Esta parece haber sido la principal función del portaaviones argentino y de toda la flota Argentina desde la Revolución Libertadora hasta el final de la Guerra Fría.
Prácticamente lo mismo aplica para Brasil y Chile. Este último ha desarrollado su Armada actual principalmente para mantener sus rutas de navegación contra amenazas submarinas y todas las veces que puede participa en ejercicio multinacionales en el Sudeste asiático.
Durante muchos años, los ejercicios UNITAS de los que ha participado Argentina forman parte de esta concepción.
Hay otro enfoque que considera que es un error pensar en hipótesis de conflictos con un país con nombre y apellido. Es una pregunta equivocada. No tiene sentido pensar en países concretos, definir el conflicto que se tiene con el mismo y, a partir de ello, elaborar una hipótesis y un sistema de defensa. Para estas personas, este enfoque es arcaico e incorpora una rigidez que impide adaptarse al cambio, por ejemplo, que surja un conflicto con alguien con el que no se tenía hipotesis de conflicto.
Además, surgen nuevas paradigmas científicos, por ejemplo, la teoría de los sistemas, que plantea nuevas preguntas y nuevas formas de abordar el tema.
En vez de pensar en hipótesis de conflictos que pudiera tener nuestro país, es mejor pensar en “vulnerabilidades” que tenga la Nación y, a partir de ello, desarrollar “capacidades” destinadas a mitigar dichas vulnerabilidades. Lo llamarían “planeamiento por capacidades”.
Desde este punto de vista, un país como Argentina depende de su comercio internacional por vía naval. Cualquier cosa que interrumpa o asfixie las vías de comunicación naval sería un sería problema para la economía del país. Un problema “vital” y, por tanto, una “vulnerabilidad” estratégica.
Una vez definida dicha vulnerabilidad, el paso siguiente serían definir las amenazas que podrían explotar esa vulnerabilidad. No importa tanto quién, sino cómo, es decir, la tecnología y doctrina que podría sacar provecho a esa vulnerabilidad. Por ejemplo, la amenaza submarina.
A partir de ello hay que incorporar y potenciar la doctrina y tecnología que permitan enfrentar esas amenazas y, gracias a ello, reducir la vulnerabilidad estrategia.
En párrafos anteriores comentaba varias formas de potenciar esta vulnerabilidad, que van desde la piratería a un bloque naval puesto en práctica por una fuerza de submarinos, pasando por corsarios y flotas de superficie imponiendo algún tiempo de embargo. Multiples formas de explotar nuestra vulnerabilidad nacional. Por tanto, se podría decir qué hay que desarrollar capacidades de amplio espectro o flexibles que permitan enfrentar ese abanico de amenazas porque, en principio, no es posible determinar cuál podría ponerse en práctica en un momento dado.
No importa quién. No importa cuándo. Lo que importa es cómo.
Se podría decir que este enfoque alternativo bien podría llegar, usando otras palabras, a algunas de las mismas conclusiones de los enfoques más tradicionales. Por ejemplo, para este enfoque también existen muchos países con exactamente la misma vulnerabilidad, la misma necesidad de mejorar sus capacidades para enfrentar a esta vulnerabilidad y, por tanto, podría esperarse expectativas de cooperación en la materia. No tendría nada que ver con ser un “aliado responsable” de una potencia con la que se comparten valores, sino la búsqueda de mejorar la sinergía que contribuya a reducir la propia vulnerabilidad.
Y si no se cuenta con esos aliados, igual debe trabajarse para reducir esa vulnerabilidad.
No faltarían tampoco los que puedan concluir que esta tan garantizado el derecho a la libre navegación en esta región en el mundo que no se trata de una vulnerabilidad estratégica y que sería una dilapidación de recursos y distracción frente a la verdadera vulnerabilidad nacional en materia naval: la depredación ilegal de nuestros recursos en la ZEE y la plataforma continental. Lo cual no sólo estaría conformado por los pesqueros ilegales, sino también por aquellas naciones que no estarían dispuestas a reconocer nuestros derechos soberanos (en el marco de la CONVERMAR) sobre dichos territorios, comenzando por los usurpadores de los archipiélagos de las Islas Malvinas, Greenwich y Sandwich del Sur.
Por ello, y como la mejor forma de contribuir a la objetividad es expresar formalmente la propia subjetividad, si yo tuviera que elegir una posición sería la cuarta: la principal vulnerabilidad naval de nuestro país son nuestras rutas de navegación internacionales. Debemos mejorar nuestras capacidades para proteger las misma tanto en forma solitaria como junto a aliados que comparten intereses. Especialmente, no hay que perder de vista en este sentido el corredor bi-oceanico y bi-continental en el Canal de Beagle.
Para mí, la depredación de recursos de la ZEE y la plataforma continental nunca ha sido una cuestión de defensa, sino que es y siempre ha sido una cuestión de seguridad. Aunque, dado la importancia de todos los recursos naturales en esos extensos territorios (especialmente el petróleo) y dado que existen amenazas objetivas al ejercicio de dicha soberanía, también debe atenderse.
PD: casi lo olvido, la cuestión Antártica tampoco puede perderse de vista.