DEFENSA Y SEGURIDAD
Repatriación y apoyo logístico, el despliegue aéreo militar contra el COVID-19
Desde los inicios de la pandemia, la Fuerza Aérea Argentina voló al exterior para repatriar argentinos y llevó médicos e insumos a diferentes puntos del país. ¿Cómo se organizan estas tareas en el marco de la operación militar más grande de los últimos tiempos?
Por Redacción DEF
22 de Agosto de 2020
“Nosotros ya tenemos una preparación e intervención en varios aspectos en lo que respecta a misiones subsidiarias”, detalla el brigadier Oscar Emilio Palumbo. Foto: Fernando Calzada.
“Operación General Manuel Belgrano” se denomina al despliegue militar más grande de los últimos años. A lo largo y ancho del país, los efectivos de las Fuerzas Armadas llevan adelante tareas planificadas en un contexto interagencial.
Con suma efectividad, cada una de estas actividades se concentra en distintas misiones “bajadas” a nivel táctico, en las que hoy no enfrentan a un enemigo extranjero, sino que asisten a los compatriotas que necesitan de la ayuda del Estado con extrema urgencia. Esta emergencia encontró a muchos militares orgullosos de poder estar presentes cuando los argentinos los necesitan; sin embargo, no es la primera vez que cumplen con una misión de este estilo, puesto que actúan hace años ante catástrofes, como inundaciones e incendios.
La Fuerza Aérea logró repatriar a más de 2000 compatriotas y llevó a casi 500 argentinos a sus hogares en el interior del país. Foto: Gentileza Fuerza Aérea.
“Nosotros ya teníamos una preparación e intervenciones previas en tareas de asistencia a catástrofes, que se encuadran en nuestras misiones subsidiarias o complementarias”, detalla el brigadier Oscar Emilio Palumbo, comandante de Adiestramiento y Alistamiento de la Fuerza Aérea Argentina, en diálogo con DEF. En esta oportunidad, su fuerza logró repatriar a más de 2000 compatriotas, llevó a casi 500 argentinos a sus hogares en el interior del país, y realizó 700 horas de vuelo para trasladar personas, respiradores, insumos, muestras y médicos a las provincias.
¿Quién informa a los conductores sobre los medios y efectivos disponibles para desplegar y así aplicar una mejor estrategia? En la Fuerza Aérea, lo hace el brigadier Palumbo: “De mi comando, dependen aproximadamente 6000 personas en todo el país. Además, tengo la responsabilidad de la operación de todos los medios operativos, aéreos y terrestres, de la Fuerza, con excepción de aquellos que se encuentran en la Dirección de Educación -destinados a la formación de nuevos pilotos- y en la Dirección de Investigación y Desarrollo”.
El personal de la Fuerza Aérea, según Palumbo, puso el máximo esfuerzo para adaptarse a esta situación particular. Sin embargo, afirma que estaba capacitado para llevar adelante este tipo de actividades. Foto: Gentileza Fuerza Aérea.
La misión del Comando de Palumbo es alistar y adiestrar al personal y al material, ya sea en la Antártida o en las fronteras. De hecho, antes de que llegara la pandemia, ellos se encontraban abocados a generar las capacidades para poder cumplir con la misión primaria de la Fuerza. “Pusimos el máximo esfuerzo para adaptarnos a esta situación particular, aunque ya veníamos preparados para este tipo de actividades”, explica el brigadier, quien también resalta las relaciones interagenciales generadas exitosamente a partir de la crisis sanitaria, como aquellas que tuvieron que mantener con EANA (Navegación Aérea Argentina) y otros ministerios, además del de Defensa, como el de Relaciones Exteriores y Culto, Salud y Seguridad.
“No tenemos tripulaciones infinitas. Tengo que preservarlas y, en vez de hacerlo con tácticas militares, lo tuvimos que hacer con protocolos sanitarios. Eso fue lo innovador de esta guerra. Buscamos sobrevivir al contagio para evitar bajas internas que nos impidieran cumplir con la tarea que nos encomienda el Estado”, dice.
Máxima seguridad sanitaria
Desde fines de febrero, la Fuerza Aérea puso a disposición a sus aeronaves para realizar los vuelos al extranjero que tenían como objetivo regresar al país a los argentinos repatriados. En ese contexto, el caballo de batalla fue el Hércules C-130, avión que realizó un promedio de una salida día por medio y trasladó a 70 argentinos en cada vuelo. “Fue un gran esfuerzo de personal y de material. La capacidad de recuperación que hemos tenido entre los vuelos fue gracias al compromiso de nuestro personal técnico. Hubo noches enteras en las que se quedaron trabajando para que el avión pudiera despegar a primera hora. Conozco el empeño, trabajaron sin parar”.
Sin embargo, Palumbo también tuvo que involucrarse, sobre todo a la hora de poder coordinar los vuelos con Cancillería. “El salir al extranjero fue un tema interesante porque, en este caso particular, los países desde los que debíamos salir a repatriar connacionales nos hacían trabajar con ventanas de tiempo y eso condicionaba el cumplimiento de la misión. Tratamos de hacer lo posible para cumplir con la gente. Fue una cuestión intensa pero reconfortante”.
Desde fines de febrero, la fuerza puso a disposición a sus aeronaves para realizar los vuelos al extranjero que tenían como objetivo regresar al país a los repatriados. Foto: Gentileza Fuerza Aérea.
Además de las coordinaciones, desde el comando, prestaron detallada atención a los protocolos necesarios para el transporte. Lo primero que tuvieron que enfrentar fue la asepsia frente a una posibilidad de contagio. Para ello, y en conjunto con la Dirección de Salud de la Fuerza, se aplicaron protocolos de máxima seguridad. Por ejemplo, en el caso del Hércules, los tripulantes utilizaron barbijos, trajes de seguridad sanitaria e ingresaron por entradas exclusivas. Una vez que subía el personal de la Fuerza, recién ahí ingresaban los pasajeros. Solo tres tripulantes permanecían en contacto con ellos, entre ellos un médico. Porque, además de los controles sanitarios que se hacían en cada país, la Fuerza Aérea también llevaba adelante un chequeo para evitar el contagio entre pasajeros. “En el Fokker F-28, se debió aplicar un protocolo distinto ya que posee un solo ingreso. Aun así, la tripulación quedó aséptica en la cabina”, sostiene el oficial, quien también detalla que los vuelos se hicieron a países como Perú, Ecuador y Brasil.
Las aeronaves militares debieron trasladar a los argentinos que se encontraban en el extranjero al momento de cierre de las fronteras ante la llegada de la pandemia. ¿Cómo se vivieron esos vuelos al interior de la Fuerza? “Son esas cosas que nos golpean. Tuve la oportunidad de recibir gente, estaban todos muy emocionados. Algunos volvían a ver a sus familias y otros, simplemente, se emocionaban cuando comían el alfajor de las viandas que les habíamos preparado”, confiesa Palumbo. La Fuerza Aérea, teniendo en cuenta que muchos de los repatriados habían estado los días previos al vuelo prácticamente sin comer, preparando sus pertenencias y documentos para regresar en las fechas en las que cada país autorizaba, proporcionó un refrigerio con alimentos autorizados por Sanidad de Fronteras. “Buscamos traer a los pasajeros en las mejores condiciones, salvando las incomodidades que supone volar en un Hércules, que es un avión de combate”, manifiesta.
Amar la profesión
Cada etapa fue disfrutada con sumo profesionalismo por el personal militar. “Buscamos cumplir con la misión que nos da el Estado. Somos una organización que está al servicio de la gente, incluso para dar la vida en defensa de la Patria”, enfatiza.
Para extremar los controles, una vez que subía el personal de la fuerza, recién ahí ingresaban los pasajeros. Solo tres personas quedaban en contacto con los pasajeros, entre ellos un médico. Foto: Gentileza Fuerza Aérea.
Además de las asistencias, la Fuerza Aérea continúa con sus misiones tradicionales, como, por ejemplo, la de vigilancia y control del aeroespacio en las fronteras, el abastecimiento a las bases antárticas o el adiestramiento de sus pilotos y tripulantes: “Esta es una empresa que no para. Tuvimos que pensar en dividir a nuestros equipos en dos para evitar los contagios y asegurar la continuidad de las operaciones”.
Palumbo explica que, cuando era chico, su padre siempre le recordó que solo un pequeño porcentaje de la población puede trabajar de aquello que lo apasiona. Por eso, pese a desconocer el ámbito castrense, ingresó a la Fuerza con el único propósito de estar “cerca de los aviones”. Se encontró con una carrera que le permitió volar aeronaves de combate, como los Pucará y los A4, entre otras tantas. Hoy le toca estar al mando de 6000 efectivos: “A mi gente, le transmito mi agradecimiento por el esfuerzo. Asimismo, le pido profesionalismo. La verdad es que, cuando uno ve compromiso y ganas de presentar soluciones, a los conductores les es más fácil llegar a cumplir con la misión de forma efectiva”.