Un hecho que desconocía .
La Fuerza Aérea Argentina y su guerra contra las langostas.
Lucha contra la langosta (1949-1950)
Con el fin de la 2º Guerra Mundial hubo una mayor disponibilidad de medios aéreos en el país, que permitieron encarar en forma seria el problema de la langosta. Por entonces la aviación militar había comenzado a transferir varios aviones de transporte Junkers Ju-52 (alemanes) al Ministerio de Agricultura para ser usados en tareas de pulverizado. Hacia 1948 se organizó la denominada “Campaña Antiacrídica”. Aviones de diverso tipo y por 1º vez -incluso helicópteros (Bell 47)- fueron afectados a estas operaciones.
Por su parte, la Aviación Naval también fue convocada para esta singular batalla, desplegando escuadrillas de aviones Vought V-65F “Corsair” a regiones de Santa Fe y Chaco. En el caso de los Junkers Ju-52 se les aplicó una tolva en el compartimento de carga, con una capacidad de 1.200kg de polvo insecticida, siendo los más utilizados el “Efusán” y el “Gamexane”, suficientes para unas 400/500 hectáreas, según la altura de lanzamiento (aún no se empleaban productos líquidos en aviación). Se instalaron tejidos metálicos en motores y filtros de aire, pues resultaban afectados por los millones de insectos que impactaban en los aviones al sobrevolar las mangas.
Hay que remarcar la condiciones particularmente difíciles que debieron afrontar hombres y máquinas participantes. Se operaba en los meses de verano en el centro norte del país con aparatos cargados hasta el límite de insecticida y combustible; operando a baja altura, desde aeródromos improvisados o simples campos perdidos en el monte; casi sin comunicaciones y mínimo mantenimiento.
Más difícil aún fue para tripulantes y personal de apoyo de los Ju-52 porque el insecticida contaminaba cabinas y compartimentos; su gran toxicidad llegó a ocasionar la muerte de algunos y afecciones de por vida en muchos de ellos. Aún cuando disponían de trajes de vuelo, guantes y máscaras, estos no siempre se podían usar por el intenso calor del interior de los aviones.
Hacia 1956/57 había aproximadamente unas 200 aeronaves de diverso tipo repartidas en todo el centro norte del país, tanto de organismos públicos como de empresas privadas. Fueron tratadas cientos de miles de hectáreas y no sólo en Argentina, pues como el origen de muchas mangas de langostas estaba en Bolivia también operaron allí nuestros aviones.
Las condiciones adversas ya mencionadas también cobraron su cuota de accidentes y vidas. Un resumen del período 1955/60 indica 60 muertos y 48 heridos diversos.
Es interesante recordar que a nivel internacional, luego de la 2º Guerra Mundial, la lucha contra la langosta se definió rápidamente por la abundancia de aviones, pilotos y nuevos recursos químicos. En Argentina estos avances eran conocidos por los especialistas locales que repetidamente solicitaron al gobierno de entonces (justicialista) el uso de más equipos y nuevos productos (como el Dieldrin) para frenar de una vez las repetidas y devastadoras incursiones de langostas.
Lamentablemente aquí se dejó pasar mucho tiempo, la ayuda se mezcló con la política (algunos aviones portaban inscripciones partidistas...). Según la orientación política de las poblaciones afectadas, la ayuda podía llegar más o menos rápida, algo muy lamentable que contribuyó a las masivas pérdidas de cosechas en ese período.
Recién hacia 1960 ya se podía dar por controlada la langosta en Argentina, aún cuando durante algunos años hubo esporádicas y mínimas apariciones.
Con la llegada de los agroquímicos líquidos el accionar de la aviación se simplificó, sumando la llegada de los primeros aparatos de diseño específico para la aeroaplicación a mediados de los 60, los míticos PA-25 Pawnee y luego los Ceesnas A-188, sin olvidar a decenas de PA-12 y C-172/180 modificados, entre otros modelos. Recordamos además a los helicópteros que en Mendoza y San Juan pulverizaron viñedos o también los aviones contra granizo.