Boeing 707 LV-ISC, el primer avión Argentino secuestrado que llegó a La Habana
Cuando el auge de los desvíos de aviones hacia Cuba, Aerolíneas Argentinas, a instancia de un grupo de Comandantes, equipó todas sus máquinas con cartas para llegar y aterrizar en la Isla, y emitió una directiva reservada que ordenaba a los pilotos priorizar la salvaguarda dfe la integridad de los pasajeros, la tripulación, y el material, evitar la violencia y comunicarse con los controles de tierra.
El Boeing 707-387B matrícula LV-ISC despegó de Ezeiza el 8 de Octubre de 1969 hacia Santiago, Lima y Miami, al mando del comandante Anibal Aguirre, con un total de doce tripulantes y cincuenta y cuatro pasajeros, entre los que se encontraban dos deportados políticos chilenos.
Enrique Ignacio Ugarteche de veinte tres años, un estudiante de química sin antecedentes policiales ni afiliación política, había decidido homenajear al Che Guevara en el segundo aniversario de su muerte, y para ello, volando sobre Mendoza encañono a Aguirre cuando salía del baño, ordenandole ir a La Habana.
No había combustible para llegar desde allí por lo que decidieron seguir a Santiago, y el secuestrado con la condición de escuchar todas las conversaciones radiales, permitió que se informara a tierra de la situación. Como el Comandante sospechaba que el secuestro tenía alguna relación con los deportados que viajaban sin custodia, reportó que no sabía cuantos eran los captores.
La actitud del pasaje fue de total calma, con la excepción de una mujer que debía casarse esa noche en Chile.
En Santiago estacionaron lejos de los edificios, y Ugarteche exigió que no se abrieran las puertas, ni se acercara nadie que no tuviera que ver con el re abastecimiento. Se llenaron los tanques como para poder volar sin escalas a La Habana y luego a Miami si repostar en Cuba.
El Jefe Militar del aeropuerto ofreció colaboración para abordar la máquina , que fue rechazada mientras el secuestrador, de saco y corbata, sudaba profusamente. Poco antes de despegar,se informó al avión, que la Presidencia Argentina ordenaba no salir, pero Aguirre, no hizo caso.
El vuelo de ocho horas a La Habana fue operativamente normal. Ugarteche, que sentado detrás del piloto encañonaba permanentemente a algún tripulante, se hizo traer su comida cortada para poder comer con una sola mano.
Iniciando el descenso preguntó cómo podía estar seguro de que eso era Cuba, tranquilizándose cuando el Comandante le mostró el mapa dibujado por el radar.
Aterrizaron, y antes de que la tripulación terminara el procedimiento de detención de la máquina se acercó una escalerilla a la puerta delantera y Ugarteche fue detenido. Las autoridades hicieron baja a todos , interrogaron a la tripulación y repartieron propaganda política. Después los llevaron a cenar a pesar de la resistencia de Aguirre, que estaba preocupado por quien iba a pagar los gastos. No le cobraron, pero después supo que Aerolíneas Argentinas tenía una cuenta corriente para pagar las tasas de protección al vuelo cada vez que volaba sobre Cuba.
El despacho lo hizo Iberia, una de las pocas líneas occidentales que volaba a La Habana.
No había un grupo electrógeno adecuado pero el 707 pudo arrancar sus motores con su ruidoso sistema de aire comprimido. En total, estuvieron unas tres horas en Cuba, volaron a Miami, donde el FBI solo interrogó al Comandante. En ese momento, se trató del avión secuestrado que había llegado a Cuba desde mas lejos sin escalas. En esas cuarenta y ocho horas, conmemorando el aniversario del Che, también llegaron contra su voluntad un Carevalle Brasilero, y un DC-8 Norteamericano.
El LV-ISC llegó a Ezeiza el 9 de Octubre, se hizo un sumario, pero el delito prescribió antes de que se supiera algo del secuestrador.
Ugarteche trabajaba en la editorial Sarmiento, y en ese vuelo viajaba un fotógrafo de ésta empresa, que documentó su desarrollo y dio a la revista
Así , y al
Diario Crónica una primicia de primer nivel.
Fuente del texto; Revista Todo es Historia, año 1999.
Extracto de la nota titulada "Secuestro de aviones y Política(El riesgo de volar en la Argentina de los años Setenta), Por Pablo Luciano Potenze.