La Segunda Guerra Mundial.


Un equipo de arqueólogos encontró en un campo de la parroquia de Platt en el condado de Kent (Inglaterra, Reino Unido) los restos del cohete V2, la infame 'superarma' nazi que causó al menos 9.000 muertes solo en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, recogen medios locales.

Los restos del cohete fueron hallados el pasado 20 de septiembre en un cráter de 4 metros de profundidad y 11 metros de ancho 77 años después de que detonara a velocidades de hasta 5.300 kilómetros por hora.

"Sus cohetes volaban muy rápido. Si te alcanza, nunca sabrías nada sobre eso", dijo el investigador Sean Welch que encontró el misil junto con su hermano, Colin.

Entre las partes del cohete los arqueólogos hallaron una cámara de combustión que antes contenía el oxígeno líquido y una mezcla alcohólica.

Si bien no es inusual dar con un cohete de este tipo, en esta ocasión las piedras frenaron su paso bajo tierra, por lo que los restos se encontraban más cerca del punto de impacto.

"Normalmente esperamos encontrar la mayoría de los restos al lado del cráter más alejado del punto de entrada, pero cuando cavamos allí no había nada", reveló Colin Welch.

El cohete hallado fue lanzado el 14 de febrero de 1944 desde el territorio de los Países Bajos y alcanzó Inglaterra en pocos minutos. Ahora los expertos planean limpiar y restaurar el misil —un proceso que podría llevar hasta 18 meses— con la esperanza de encontrar los códigos secretos para rastrear su lugar de fabricación.
 

Daishi

Colaborador


29 de mayo de 1945. Ubicación: Isla de Guam, Estados Unidos. El almirante de flota Chester William Nimitz se dirige a los marineros de la Flota Británica del Pacífico (también conocida como Task Force 57) a bordo del acorazado King George V elogiando su arduo trabajo durante los últimos meses.​
 

Daishi

Colaborador


Julio de 1944. Ubicación: Hårsfjärden, Suecia. El barco sueco de defensa costera Sverige regresa a la base naval de Karlskrona después de una de sus patrullas bálticas. Tenga en cuenta la franja de neutralidad blanca en el casco​
 

Daishi

Colaborador


2 de febrero de 1945. Ubicación: La Valeta, Malta. Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill conversan con sus hijas, Anna Eleanor Boettiger (a la izquierda) y Sarah Millicent Churchill, a bordo del crucero pesado estadounidense Quincy antes de la Conferencia de Yalta.​
 

según el alto mando militar nazi, Berlín iba a ser la tumba del Ejército Rojo. Pero no fue así. Mientras Hitler se refugiaba en su búnker y perdía por completo la noción de la realidad, el Tercer Reich que debía de durar mil años carecía de los medios necesarios para hacer frente a lo que se le venía encima. El papel que jugaron las tropas soviéticas en la derrota de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial fue para los rusos uno de los momentos más memorables de su historia. La operación, que duró poco más de dos semanas, se llevó a cabo cuando ya la capital de Alemania se hallaba reducida a escombros a causa de los bombardeos aliados.

RESISTIR AL PRECIO QUE SEA​

Para quienes habían estado en el frente de batalla (y que ahora se encontraban inválidos o heridos), las detonaciones que se escuchaban en la periferia de la ciudad aquel 19 de abril de 1945 sonaban de manera distinta. Y tenían razón. Aquel sonido se debía a los obuses de la artillería de campaña y no a las bombas a las que los tenía acostumbrados la aviación aliada. Eso solo podía significar una cosa: Berlín ya estaba al alcance de los cañones soviéticos, lo que provocó que la población, entre asombrada y aterrorizada, se preguntara cómo habían llegado a ese punto.

A pesar de la superioridad de los atacantes y de que el desánimo se había apoderado de las tropas alemanas, las órdenes de Hitler eran claras: había que resistir hasta el final. El Führer, refugiado en su búnker junto con otros jerarcas nazis, como Martin Borman, Albert Speer o Joseph Goebbels, no quería ni oír hablar de rendición. En su locura estaba dispuesto a sacrificar inútilmente a toda la población de Berlín. En aquellas dramáticas circunstancias, rendirse y alzar la bandera blanca era castigado con la muerte y quien desertaba o se escondía para evitar el combate era colgado.

Rendirse y alzar la bandera blanca era castigado con la muerte y quien desertaba o se escondía para evitar el combate era colgado.
Los rusos ofrecieron una breve pausa tras el empuje de las divisiones panzer sobre el río Óder. Pero la inesperada tregua no fue aprovechada para preparar concienzudamente la defensa de la ciudad. A pesar de no disponer de fuerzas suficientes para la defensa (tan sólo se contaba con algunas unidades antiaéreas de las SS y de la milicia popular volkssturm), se decidió no emprender ninguna obra de fortificación. Además se prohibió que los trenes de refugiados se detuvieran en Berlín para no dañar la moral de la población y evitar así una más que probable situación de pánico.

Para defender la ciudad se contaba tan sólo con algunas unidades antiaéreas de las SS y de la milicia popular (volkssturm).

INEFICACES Y TRAIDORES​

Aunque envejecido y con paso vacilante, el Führer seguía imponiendo su voluntad sobre quienes le rodeaban. Promulgó duras directrices, como las Medidas de destrucción en el territorio del Reich, conocida también como la Orden Nerón, por la que se establecía una política de tierra quemada ante el enemigo.

Sumido en largas divagaciones, Hitler alternaba episodios de buen humor con explosivos estallidos de cólera contra todo y contra todos, en especial contra sus generales, a los que tachaba de ineficaces y de traidores. Desde su traslado al búnker de la Cancillería había perdido la noción del tiempo y no resultaba extraño que las reuniones con sus ayudantes fueran convocadas a horas intempestivas. Sería en una de ellas cuando, angustiado por no haber aplicado las oportunas medidas para defender Berlín, destituyó al general Guderian como Jefe del Estado Mayor y lo sustituyó por el general Hans Krebs.

Angustiado por no haber aplicado las oportunas medidas para defender Berlín, Hitler destituyó al general Guderian y lo sustituyó por el general Hans Krebs.


El 20 de abril de 1945, fecha del 56 cumpleaños de Adolf Hitler, los aviones B-17 estadounidense y los Lancaster británicos le felicitaron bombardeando el centro urbano de Berlín y pulverizando numerosos edificios. Se forzó la evacuación de dos mil berlineses y la ciudad quedó definitivamente sin electricidad.

En la reunión del 22 de abril, alguien alabó ante Hitler la excelente labor del 12º Ejército comandado por el general Walther Wenck, que luchaba contra los norteamericanos en Magdeburgo. Al oír la noticia, los temblores que aquejaban al Führer desaparecieron. En uno de sus habituales cambios de humor pareció haber encontrado la solución: el general Wenck giraría sobre sí mismo y socorrería Berlín. Los soviéticos se desangrarían ante la capital y el curso de la guerra cambiaría. Pero Wenck no pudo conseguir su objetivo, ya que la empresa superaba la capacidad de sus fuerzas y nunca logró establecer un pasillo de seguridad entre la capital y el resto del Reich. Berlín estaba cercada y agonizaba.

EL FIN DE HITLER Y LA CAÍDA DE BERLÍN

Con el general Helmuth Weidling al mando como comandante de la defensa de Berlín, se intentó establecer una defensa operativa, pero Weidling tan sólo podía contar con tropas en descomposición, como las del general español Miguel Ezquerra. Junto a miembros del volkssturm, las Hitlerjugend y la policía, construyeron inútiles barricadas con tranvías, animados por las pintadas que hablaban de resistencia y victoria. Weidling organizó su mermada resistencia mientras los proyectiles soviéticos caían sobre el mismo centro de la capital.

Junto a miembros del Volkssturm, las Hitlerjugend y la policía, construyeron inútiles barricadas con tranvías, animados por pintadas que hablaban de resistencia y victoria.
Contra todo pronóstico, la ciudad resistió más allá de sus fuerzas, con la determinación del que sabe que no tiene otra opción. Pero en su defensa poco pudieron hacer el heroísmo suicida de los jóvenes nacionalsocialistas o la brutalidad de los comandos werwolff. Uno a uno, los barrios de Berlín fueron ocupados por los soviéticos, mientras la población civil se refugiaba en los túneles del metro invadidos por el humo. Como última medida se decidió volar los diques que separaban el canal de Landwehr de las líneas del suburbano para impedir que los rusos pudieran avanzar por su interior. Pero la suerte de Berlín estaba echada.

La tarde del 30 de abril de 1945, un disparo de revólver procedente del dormitorio del Führer rompió el silencio del búnker. Tras haber ingerido una cápsula de cianuro, Hitler se acababa de pegar un tiro. Junto a él, su esposa, Eva Braun, yacía sin vida en el sofá. Los oficiales trasladaron los dos cuerpos hasta el jardín de la Cancillería, una operación complicada debido a los continuos bombardeos soviéticos. Tras arrojar los cadáveres a una fosa previamente excavada les prendieron fuego. Acto seguido, y mientras los restos del líder alemán se consumían entre las llamas, en el exterior Goebbels, Bormann, Burgdorf y Krebs realizaron el último saludo nacionalsocialista en su honor. De esta manera, Adolf Hitler, el fundador del Tercer Reich, desaparecía para siempre.

Miembros del ejército soviético contemplan una estatua caída de un águila imperial con una esvástica tras su victoria en Berlín

MIEMBROS DEL EJÉRCITO SOVIÉTICO CONTEMPLAN UNA ESTATUA CAÍDA DE UN ÁGUILA IMPERIAL CON UNA ESVÁSTICA TRAS SU VICTORIA EN BERLÍN​


PILLAJE Y VIOLACIONES​

El 2 de mayo, al término de la batalla, muchos seguidores del régimen, entre los que se contaban numerosos SS, prefirieron suicidarse antes que caer en poder de los soviéticos. Tras la victoria vino el pillaje. Los soldados rusos, procedentes la mayoría de las estepas y las montañas del Cáucaso, nunca habían visto nada parecido a la elegancia de Berlín. Robaban todo lo que podían: gramófonos, joyas, mecheros, ropa... Pero lo más buscado eran los relojes de pulsera, que les fascinaban. También les atraían los retretes con cisterna, las bicicletas, las bombillas... Todo lo que no robaban, lo destruían. Tras el pillaje empezaron las violaciones masivas, un tema del que se habló poco durante la Guerra Fría. Los medios rusos tradicionalmente calificaron estos hechos como "inventos" de Occidente, aunque muchas de las pruebas proceden del diario de un soldado soviético llamado Vladimir Gelfand, un joven teniente judío proveniente de la región central de Ucrania.

Se desconoce cuántas mujeres fueron violadas tras la caída de Berlín. Algunos historiadores hablan de unas cien mil. En cualquier caso, muchas de ellas se suicidaron o murieron a causa de la brutalidad con la que fueron tratadas. Las víctimas de las agresiones no sólo fueron jóvenes y adultas, también se ensañaron con niñas y ancianas. Las madres ocultaban a sus hijas para protegerlas y los hombres que intentaban evitar el ultraje generalmente lo pagaban con sus vidas. Las mujeres que se resistían recibían un tiro o un culatazo.

Se desconoce cuántas mujeres fueron violadas tras la caída de Berlín. Algunos historiadores hablan de hasta cien mil.
A las afueras de Berlín, a orillas del río Spree, se extiende el célebre parque Treptower, situado en la antigua Berlín Oriental, donde se alza la estatua de unos doce metros de alto de un soldado soviético con una espada en la mano y una niña alemana en la otra, pisoteando una esvástica rota. El monumento se realizó entre 1946 y 1949 como homenaje a los más de setenta mil soldados del Ejército Rojo que murieron en la batalla de Berlín. Su inscripción dice lo siguiente: "El pueblo soviético salvó a la civilización europea del fascismo". No obstante, muchos berlineses consideran hoy en día que, a causa del horror que se vivió en Berlín durante los días que siguieron a su caída, este memorial debería llamarse la "tumba del violador desconocido".
 

joseph

Colaborador
Colaborador

según el alto mando militar nazi, Berlín iba a ser la tumba del Ejército Rojo. Pero no fue así. Mientras Hitler se refugiaba en su búnker y perdía por completo la noción de la realidad, el Tercer Reich que debía de durar mil años carecía de los medios necesarios para hacer frente a lo que se le venía encima. El papel que jugaron las tropas soviéticas en la derrota de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial fue para los rusos uno de los momentos más memorables de su historia. La operación, que duró poco más de dos semanas, se llevó a cabo cuando ya la capital de Alemania se hallaba reducida a escombros a causa de los bombardeos aliados.

RESISTIR AL PRECIO QUE SEA​

Para quienes habían estado en el frente de batalla (y que ahora se encontraban inválidos o heridos), las detonaciones que se escuchaban en la periferia de la ciudad aquel 19 de abril de 1945 sonaban de manera distinta. Y tenían razón. Aquel sonido se debía a los obuses de la artillería de campaña y no a las bombas a las que los tenía acostumbrados la aviación aliada. Eso solo podía significar una cosa: Berlín ya estaba al alcance de los cañones soviéticos, lo que provocó que la población, entre asombrada y aterrorizada, se preguntara cómo habían llegado a ese punto.

A pesar de la superioridad de los atacantes y de que el desánimo se había apoderado de las tropas alemanas, las órdenes de Hitler eran claras: había que resistir hasta el final. El Führer, refugiado en su búnker junto con otros jerarcas nazis, como Martin Borman, Albert Speer o Joseph Goebbels, no quería ni oír hablar de rendición. En su locura estaba dispuesto a sacrificar inútilmente a toda la población de Berlín. En aquellas dramáticas circunstancias, rendirse y alzar la bandera blanca era castigado con la muerte y quien desertaba o se escondía para evitar el combate era colgado.


Los rusos ofrecieron una breve pausa tras el empuje de las divisiones panzer sobre el río Óder. Pero la inesperada tregua no fue aprovechada para preparar concienzudamente la defensa de la ciudad. A pesar de no disponer de fuerzas suficientes para la defensa (tan sólo se contaba con algunas unidades antiaéreas de las SS y de la milicia popular volkssturm), se decidió no emprender ninguna obra de fortificación. Además se prohibió que los trenes de refugiados se detuvieran en Berlín para no dañar la moral de la población y evitar así una más que probable situación de pánico.


INEFICACES Y TRAIDORES​

Aunque envejecido y con paso vacilante, el Führer seguía imponiendo su voluntad sobre quienes le rodeaban. Promulgó duras directrices, como las Medidas de destrucción en el territorio del Reich, conocida también como la Orden Nerón, por la que se establecía una política de tierra quemada ante el enemigo.

Sumido en largas divagaciones, Hitler alternaba episodios de buen humor con explosivos estallidos de cólera contra todo y contra todos, en especial contra sus generales, a los que tachaba de ineficaces y de traidores. Desde su traslado al búnker de la Cancillería había perdido la noción del tiempo y no resultaba extraño que las reuniones con sus ayudantes fueran convocadas a horas intempestivas. Sería en una de ellas cuando, angustiado por no haber aplicado las oportunas medidas para defender Berlín, destituyó al general Guderian como Jefe del Estado Mayor y lo sustituyó por el general Hans Krebs.




El 20 de abril de 1945, fecha del 56 cumpleaños de Adolf Hitler, los aviones B-17 estadounidense y los Lancaster británicos le felicitaron bombardeando el centro urbano de Berlín y pulverizando numerosos edificios. Se forzó la evacuación de dos mil berlineses y la ciudad quedó definitivamente sin electricidad.

En la reunión del 22 de abril, alguien alabó ante Hitler la excelente labor del 12º Ejército comandado por el general Walther Wenck, que luchaba contra los norteamericanos en Magdeburgo. Al oír la noticia, los temblores que aquejaban al Führer desaparecieron. En uno de sus habituales cambios de humor pareció haber encontrado la solución: el general Wenck giraría sobre sí mismo y socorrería Berlín. Los soviéticos se desangrarían ante la capital y el curso de la guerra cambiaría. Pero Wenck no pudo conseguir su objetivo, ya que la empresa superaba la capacidad de sus fuerzas y nunca logró establecer un pasillo de seguridad entre la capital y el resto del Reich. Berlín estaba cercada y agonizaba.

EL FIN DE HITLER Y LA CAÍDA DE BERLÍN

Con el general Helmuth Weidling al mando como comandante de la defensa de Berlín, se intentó establecer una defensa operativa, pero Weidling tan sólo podía contar con tropas en descomposición, como las del general español Miguel Ezquerra. Junto a miembros del volkssturm, las Hitlerjugend y la policía, construyeron inútiles barricadas con tranvías, animados por las pintadas que hablaban de resistencia y victoria. Weidling organizó su mermada resistencia mientras los proyectiles soviéticos caían sobre el mismo centro de la capital.


Contra todo pronóstico, la ciudad resistió más allá de sus fuerzas, con la determinación del que sabe que no tiene otra opción. Pero en su defensa poco pudieron hacer el heroísmo suicida de los jóvenes nacionalsocialistas o la brutalidad de los comandos werwolff. Uno a uno, los barrios de Berlín fueron ocupados por los soviéticos, mientras la población civil se refugiaba en los túneles del metro invadidos por el humo. Como última medida se decidió volar los diques que separaban el canal de Landwehr de las líneas del suburbano para impedir que los rusos pudieran avanzar por su interior. Pero la suerte de Berlín estaba echada.

La tarde del 30 de abril de 1945, un disparo de revólver procedente del dormitorio del Führer rompió el silencio del búnker. Tras haber ingerido una cápsula de cianuro, Hitler se acababa de pegar un tiro. Junto a él, su esposa, Eva Braun, yacía sin vida en el sofá. Los oficiales trasladaron los dos cuerpos hasta el jardín de la Cancillería, una operación complicada debido a los continuos bombardeos soviéticos. Tras arrojar los cadáveres a una fosa previamente excavada les prendieron fuego. Acto seguido, y mientras los restos del líder alemán se consumían entre las llamas, en el exterior Goebbels, Bormann, Burgdorf y Krebs realizaron el último saludo nacionalsocialista en su honor. De esta manera, Adolf Hitler, el fundador del Tercer Reich, desaparecía para siempre.

Miembros del ejército soviético contemplan una estatua caída de un águila imperial con una esvástica tras su victoria en Berlín

MIEMBROS DEL EJÉRCITO SOVIÉTICO CONTEMPLAN UNA ESTATUA CAÍDA DE UN ÁGUILA IMPERIAL CON UNA ESVÁSTICA TRAS SU VICTORIA EN BERLÍN​


PILLAJE Y VIOLACIONES​

El 2 de mayo, al término de la batalla, muchos seguidores del régimen, entre los que se contaban numerosos SS, prefirieron suicidarse antes que caer en poder de los soviéticos. Tras la victoria vino el pillaje. Los soldados rusos, procedentes la mayoría de las estepas y las montañas del Cáucaso, nunca habían visto nada parecido a la elegancia de Berlín. Robaban todo lo que podían: gramófonos, joyas, mecheros, ropa... Pero lo más buscado eran los relojes de pulsera, que les fascinaban. También les atraían los retretes con cisterna, las bicicletas, las bombillas... Todo lo que no robaban, lo destruían. Tras el pillaje empezaron las violaciones masivas, un tema del que se habló poco durante la Guerra Fría. Los medios rusos tradicionalmente calificaron estos hechos como "inventos" de Occidente, aunque muchas de las pruebas proceden del diario de un soldado soviético llamado Vladimir Gelfand, un joven teniente judío proveniente de la región central de Ucrania.

Se desconoce cuántas mujeres fueron violadas tras la caída de Berlín. Algunos historiadores hablan de unas cien mil. En cualquier caso, muchas de ellas se suicidaron o murieron a causa de la brutalidad con la que fueron tratadas. Las víctimas de las agresiones no sólo fueron jóvenes y adultas, también se ensañaron con niñas y ancianas. Las madres ocultaban a sus hijas para protegerlas y los hombres que intentaban evitar el ultraje generalmente lo pagaban con sus vidas. Las mujeres que se resistían recibían un tiro o un culatazo.


A las afueras de Berlín, a orillas del río Spree, se extiende el célebre parque Treptower, situado en la antigua Berlín Oriental, donde se alza la estatua de unos doce metros de alto de un soldado soviético con una espada en la mano y una niña alemana en la otra, pisoteando una esvástica rota. El monumento se realizó entre 1946 y 1949 como homenaje a los más de setenta mil soldados del Ejército Rojo que murieron en la batalla de Berlín. Su inscripción dice lo siguiente: "El pueblo soviético salvó a la civilización europea del fascismo". No obstante, muchos berlineses consideran hoy en día que, a causa del horror que se vivió en Berlín durante los días que siguieron a su caída, este memorial debería llamarse la "tumba del violador desconocido".
Venían bien hasta que hablaron de la elegancia de Berlin. Cuando estaba la ciudad completamente destruida. Y si tenía algo bueno había sido conseguido con el pillaje de toda Europa.
 
Tambien "pareceria" que se inspiro Quentin Tarantino para "Bastardos sin Gloria"...salvo por algunas cosas es parecida la trama
 

Daishi

Colaborador


4 de diciembre de 1944. Ubicación: Atolón Ulithi, Islas Carolinas. Los buques de guerra de la Fuerza de Tarea 38 de la USN están anclados en la base naval de Ulithi recientemente establecida. Los acorazados New Jersey, South Dakota e Iowa (de izquierda a derecha) se ven en la primera fila.​
 

El Ejército Imperial Japonés pretendía invadir la URSS y apoderarse de vastos territorios de Siberia y el Lejano Oriente ruso a medida que la Unión Soviética fuera perdiendo la guerra frente a los invasores nazi en el frente occidental.

Estos planes, que nunca llegaron a hacerse realidad debido a la resistencia del Ejército Rojo y de todo el pueblo soviético, fueron puestos al descubierto en una nueva serie de documentos desclasificados este viernes por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia en el 73.º aniversario de la disolución del Tribunal de Tokio, el principal proceso internacional que juzgó los crímenes de guerra perpetrados por el mando político y militar del Japón imperial.

Desclasifican en Rusia un documento sobre la decapitación de civiles soviéticos por agentes japoneses en 1945

Desclasifican en Rusia un documento sobre la decapitación de civiles soviéticos por agentes japoneses en 1945

Los documentos se remontan a principios del año 1946, cuando los investigadores soviéticos interrogaron a prisioneros mientras preparaban sus acusaciones contra los oficiales y funcionarios nipones. Los protocolos de estos interrogatorios y las traducciones de las declaraciones escritas de cuatro generales, un coronel y un consejero del servicio interior japonés fueron enviados al líder soviético, Iósif Stalin, y a su ministro de Exteriores, Viacheclav Mólotov.

Algunos de estos materiales fueron reenviados posteriormente al representante de la URSS en el proceso judicial, que duró desde 3 de mayo de 1946 hasta 12 de noviembre de 1948, pero el Tribunal de Tokio no se enfocó específicamente en este plan frustrado del Imperio japonés.


Sovfoto / Universal Images Group / Gettyimages.ru

Esperando una insurrección popular en la URSS​

Entre esas declaraciones se encuentra la de Toshio Hoshiko, quien fue jefe de Policía en la Manchuria ocupada y reveló que un coronel japonés esperaba una "insurrección de la población" soviética contra Moscú, que el Ejército imperial aprovecharía para comenzar su ofensiva contra las tropas de la URSS. Según su testimonio, los oficiales nipones fueron instruidos sobre cómo actuar en ese escenario y prevenir al mismo tiempo que la población de Manchuria se rebelara contra la ocupación japonesa.

"Ya en 1941, Japón llevó a cabo en Manchuria todas las preparaciones necesarias para el ataque contra la Unión Soviética", declaró Hoshiko.

Las traducciones al ruso de las declaraciones y escritos de los mandos militares nipones abordan asimismo la prehistoria del conflicto soviético-japonés, ya que muchos de ellos intervinieron en la Guerra Civil rusa (1918-1922) en territorios invadidos a la Unión Soviética. "En 1922, bajo el empuje del Ejército Rojo, Japón tuvo que retirar sus tropas del Lejano Oriente soviético, pero no abandonó los planes de ataque contra la URSS", declaró el mayor general Shun Akikusa.

Un análogo a la Operación Barbarroja nazi​

Revelan detalles de un plan secreto de Winston Churchill para atacar a la URSS al final de la Segunda Guerra Mundial

Revelan detalles de un plan secreto de Winston Churchill para atacar a la URSS al final de la Segunda Guerra Mundial
Todos esos altos mandos, señaló el entonces coronel general del servicio interior y jefe de la contrainteligencia soviética, Víktor Abakúmov, "testificaron que el Gobierno japonés había estado preparando una guerra contra la URSS durante muchos años".

"El Estado Mayor General japonés desarrolló su propio plan de ataque a la Unión Soviética, similar a la Operación Barbarroja [invasión nazi de la URSS], con el nombre en clave 'Kantokuen'", resumió Ababúmov, responsable principal de las indagaciones, en un memorando al Gobierno soviético fechado el 13 de febrero de 1946.

La guerra soviético-japonesa terminó en septiembre de 1945, varios meses después de la rendición de la Alemania nazi. Tras la victoria de la URSS y sus aliados, el país socialista recuperó el sur de la isla de Sajalín y las islas Kuriles, perdidos tras la guerra ruso-nipona de 1904-1905.
 

joseph

Colaborador
Colaborador
En la batalla de Francia. Yo no entiendo cual es la lógica de pensar que los alemanes no podrían atacar a través de los bosques de las Ardenas. O sea es un bosque no un rió de lava. Si ya otros ejércitos han pasado y peleado por desiertos y montañas. Sin contar que en la primera guerra mundial ya habían peleado ahí.
 
En la batalla de Francia. Yo no entiendo cual es la lógica de pensar que los alemanes no podrían atacar a través de los bosques de las Ardenas. O sea es un bosque no un rió de lava. Si ya otros ejércitos han pasado y peleado por desiertos y montañas. Sin contar que en la primera guerra mundial ya habían peleado ahí.

Era/es una zona boscosa, los franceses pensaron que un ejecito motorizado no podria pasar por alli, y si pasara infantaria los blindados franceses los detendrian.
 

joseph

Colaborador
Colaborador
Era/es una zona boscosa, los franceses pensaron que un ejecito motorizado no podria pasar por alli, y si pasara infantaria los blindados franceses los detendrian.
Si. Pero es Belgica o Francia. No una selva en medio de Africa. Tranquilamente podría haber habido caminos que un tanque o camiones podrían pasar. Ademas hay aviones y cohetes. No eran tipos con arcos y flechas.
 
Si. Pero es Belgica o Francia. No una selva en medio de Africa. Tranquilamente podría haber habido caminos que un tanque o camiones podrían pasar. Ademas hay aviones y cohetes. No eran tipos con arcos y flechas.

Obviamente los franceses se equivocaron, porque SI pasaron los tanques!
 

Daishi

Colaborador


Hace 80 años, la memoria nacional de Estados Unidos cambió para siempre a partir de las 07:48 hora de Hawai. Aquí, los restos del naufragio del Arizona prestan las sombras de sus mástiles hacia la isla Ford, el West Virginia se encuentra en el lecho del puerto y el Oklahoma descansa parcialmente volcado.​
 
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