EL CONFIDENCIAL
Madrid. 25 de marzo de 2022 - 15.00 horas
Tres buques KO y una flota 'tocada': el golpe naval a Rusia que altera los planes de Putin
Las explosiones en el puerto de Berdiansk (Ucrania) son un golpe a la flota rusa y traerá consecuencias en el frente sur. ¿Cómo es posible que Rusia pierda, de repente, un buque, y otros dos queden fuera de juego?
Un valioso componente de fuerza anfibia.
Esta fuerza estaba compuesta por siete buques, tres de la clase “Alligator” y cuatro de la clase “Ropucha”. Todas son unidades de diseño antiguo y con muchos años a sus espaldas, algunas incluso llevaban algún tiempo inactivas, pero todas fueron puestas al día con antelación a la invasión de Ucrania.
A esta fuerza, ya de por sí importante, se le unieron otras unidades llegadas de la flota del Báltico y de la flota del Norte. En concreto, cinco unidades de la clase “Ropucha” y una de la clase “Ivan Gren”. Todas estaban en el mar Negro antes del inicio de la guerra.
Parte de esta flota anfibia ha estado amenazando la costa de Odesa con el objetivo claro de fijar unidades terrestres ucranianas amenazando con una acción de desembarco sobre un punto de la costa. Estos movimientos habrían tenido cierto éxito al obligar a los ucranianos a mantener su 28 Brigada Mecanizada cerca de Odesa, impidiendo así su traslado al área de Mykolaiv.
Al menos cinco unidades de desembarco de la clase “Ropucha”, dos de la clase “Alligator” y uno de la clase “Ivan Gren” formarían parte de esta flotilla y se han estado dejando ver frente a las costas de Odesa. headtopics.com
El resto de buques se estaban dedicando al transporte de tropas y material entre distintos puntos del frente sur. Esta era la labor de los barcos atracados el día 24 en Verdiansk.
A primera hora de la mañana, varias explosiones sacudían uno de los buques y poco después otros dos abandonaban precipitadamente los muelles de la ciudad. El barco incendiado era uno de la clase “Alligator”, que se ha identificado como el Orsk, mientras que otros dos navíos de la clase “Ropucha”, que podrían ser el César Kunikov y el Novocherkassk, abandonaban el puerto. El Orsk se vio sacudido por fuertes explosiones y pronto quedó envuelto en llamas. Se considera perdido y, peor aún, quedará semi hundido durante un buen tiempo en el muelle, dejándolo inhabilitado para operaciones de carga y descarga.
De los dos “Ropucha”, uno mostraba ligeros daños en la proa con un penacho de humo, mientras que el otro mostraba daños mucho más serios, con un incendio muy visible también en la proa.
¿Qué pudo pasar? Primero se habló de ataque ucraniano con un misil OTR-21 Tochka. También de una ofensiva con misiles contracarro, de un sabotaje e, incluso, de un accidente ocurrido en el propio barco. Tras unas primeras horas de pura especulación, el Gobierno ucraniano se atribuyó el ataque para concretar, poco después, que se había producido con el disparo de un misil tierra-tierra con inteligencia previa desde un drone Bayraktar. Todo hay que tomarlo con cautela, incluso el anuncio ucraniano.
Un ataque con misiles Tochka sería posible. El misil tiene suficiente precisión, pero aun así, que impactara de lleno en el buque amarrado al muelle no dejaría de ser un golpe de suerte. Sin embargo, en ninguno de los vídeos donde se ve la secuencia de inicio de explosiones y humo se aprecia un objeto descendente. El ataque desde tierra con misiles contracarro sería posible. Están diseñados para penetrar corazas de carros de combate por lo que podrían fundir el acero homogéneo del costado y generar un incendio dentro, si impactan en el sitio adecuado. Lo mismo se puede decir de la ofensiva con un drone, aunque en el vídeo tampoco se aprecia ninguna estela de misil. El sabotaje es otra opción sobre la que no hay indicio alguno, así como el accidente, por supuesto, que tampoco sería de extrañar cuando se trabaja con explosivos y material militar.
Ninguna de estas alternativas se puede descartar a priori. Hay que tener en cuenta que, en la situación de descarga de material y vehículos, el barco se encuentra en un momento en el que es muy vulnerable. Dentro habría almacenados y listos para desembarcar todo tipo de materiales, desde combustible a municiones amende los vehículos con su propio carburante.
El fuego es el principal enemigo en un barco. Un incendio a bordo es algo terrible que, además, no es fácil de atajar y requiere una dotación de marineros resueltos y bien adiestrados. La lucha por salvar el buque en estas circunstancias es responsabilidad de lo que en España se denomina 'seguridad interior', una serie de equipos de marineros que se adiestran de manera permanente en atajar incendios a bordo. La tarea no es nada fácil, debe estar bien organizada y representa un gran riesgo para los miembros de esos equipos.
Para el Orsk, un barco de poco más de 3.400 toneladas y 54 años de vida, con un mantenimiento por debajo de lo deseable, sin modernos sistemas de extinción de incendios y cargado de combustibles, munición y vehículos, hubiera sido un verdadero milagro que se hubiera salvado. Los daños en los otros barcos se pueden explicar, bien por haber sufrido también un ataque (muy poco probable) o porque, fruto de las explosiones que sacudieron al Orsk, parte de su carga incendiada cayera en los que se encontraban en sus proximidades (puede que sea lo más probable). En los buques atracados en un puerto, es fácil que el incendio de uno se pase al otro. Por eso, sacar sus naves cuanto antes y tratar de apagar los incendios con los propios medios a bordo fue una acertada maniobra de ambos comandantes rusos.
Las consecuencias para Rusia supone un duro golpe. Pierde un buque grande y útil pese a su antigüedad, a lo que se sumarían los daños de los otros dos navíos “Ropucha”, con 4.000 toneladas cada uno. Es muy posible que ambos se salven, sobre todo el que presentaba daños menores, pero el otro, con un importante incendio en su bodega de proa, a buen seguro que, como mínimo, permanecerá inactivo durante algún tiempo. Se podría decir que, a efectos de la campaña, la flota del mar Negro habría perdido una unidad y no podría contar con otras dos.
Aunque no se puede decir que suponga una tragedia para la maquinaria de guerra rusa, sí se trata de un grave contratiempo. La capacidad anfibia desplegada era grande de por sí y la pérdida de estos barcos podría no afectar a las operaciones anfibias que pudieran desarrollarse sobre Odesa.
En cambio, sí podría perjudicar, y mucho, a las tareas logísticas que desempeñaban estos barcos en el Mar de Azov, ya que ahora solo quedarían disponibles para transporte dos buques de la clase “Ropucha”.
No es un desastre, pero digamos que la capacidad logística que podía aportar la flota - si se quiere mantener simultáneamente intacta la amenaza del ataque anfibio a Odesa - se ha quedado reducida a un 40% de su capacidad.
Nada bueno para unas tropas necesitadas de ingente aporte de material. Si se debiera dedicar a transporte alguna de las unidades asignadas a la fuerza de desembarco en Odesa, esta operación dejaría de ser viable.
Para los ucranianos, más allá del daño material causado a los rusos, supone un nuevo golpe de efecto. Una demostración de que no solo son vulnerables los carros de combate, blindados, aviones y helicópteros del enemigo: ahora también lo son sus barcos.
Todo, además, en un momento en el que en el seno de la OTAN se discute la conveniencia de enviar a Ucrania misiles antibuque. De materializarse, sería sin duda muy peligroso para la flota rusa y obligaría a sus naves a mantenerse alejadas de la costa, a la vez que dejaría el posible asalto anfibio en algo imposible.